Si Juan Manuel Santos quería escoger un símbolo para dejar claro que la negociación de paz que arranca no es igual a la de El Caguán no podía haber encontrado uno mejor que nombrar a Jorge Enrique Mora Rangel como negociador.
Con Mora Rangel en la mesa, Santos neutraliza a la derecha
Juan Manuel Santos anunció el inicio del proceso de paz rodeado de su gabinete de un lado y de las Fuerzas Armadas del otro. Fotografía cortesía de Javier Casella - SIG |
Si Juan Manuel Santos quería escoger un símbolo para dejar claro que la negociación de paz que arranca no es igual a la de El Caguán no podía haber encontrado uno mejor que nombrar a Jorge Enrique Mora Rangel como negociador. Tampoco uno más eficaz para neutralizar la oposición de los militares activos y retirados y de sectores radicales de derecha. En la mesa de negociación, Mora Rangel será la prenda de garantía para los sectores más propensos a torpedear un eventual acuerdo con las Farc.
El Comandante del Ejército Nacional durante el gobierno de Andrés Pastrana es la antítesis del Caguán. Desde que los soldados fueron obligados a abandonar el batallón Cazadores en la zona de distensión reconocida a las Farc, Mora Rangel no perdió oportunidad para señalar los abusos de la guerrilla en los 42 mil kilómetros despejados y para oponerse a las propuestas de canje de secuestrados por guerrilleros presos de las Farc.
El general Moral Rangel tiene mucho respeto dentro de las Fuerzas Militares por sus posiciones duras contra la guerrilla y por su defensa de los soldados. |
Los guerrilleros siempre propusieron durante las negociaciones del Caguán que al otro lado de la mesa estuvieran los militares que combatían. Ahora tendrán en el general Mora un verdadero representante de ellos. |
Desde la cúpula, Rangel, un cucuteño de 67 años que duró 42 años en servicio activo, le devolvió el liderazgo a las Fuerzas Militares con el convencimiento de que era posible derrotar a la guerrilla y de esta manera, se convirtió en el hombre con mayor ascendencia frente a las tropas y en el portavoz más autorizado de los oficiales retirados.
Cuando el juez del caso de Plazas Vega dijo que el Ejército tenía que pedir perdón por la retoma del Palacio de Justicia, Mora Rangel respondió: “pase lo que pase, no hay posibilidad de que el Ejército pida perdón”. Y cuando los indígenas del Cauca sacaron alzado al sargento García, Mora dijo que "la peor humillación que le había ocurrido al Ejército".
Mora representa la línea dura de las Fuerzas Militares. Representa el fin del Caguán y la retoma de la zona de distensión. Representa el hombre de la guerra. Para algunos, incluso, representa ‘la mano negra’.Precisamente ayer, un fiscal de Justicia y Paz ordenó investigar la posible participación de Mora Rangel en el asesinato del humorista Jaime Garzón, crimen cometido por la banda La Terraza. “Los abogados dijeron además que antes de ser asesinado “Garzón venía siendo víctima de hostigamientos y temerarios señalamientos por altos mandos de las Fuerzas Militares, en particular, del general Jorge Enrique Mora Rangel, quien tildaba al periodista de ser amigo de la guerrilla.””, según contó Verdad Abierta.
Porque Mora representa todo lo contrario a la "política de apaciguamiento" su inclusión como uno de los cinco negociadores de paz inmediatamente bajó la resistencia de varios sectores de la derecha al naciente proceso de paz.La Asociación Colombiana de oficiales en retiro de las Fuerzas Militares (Acore), que en un principio había rechazado los diálogos con las Farc, una vez supodel nombramiento de los generales Óscar Naranjo y Mora Rangel manifestó que su presencia era “ una garantía del cumplimiento de los objetivos señalados por el Gobierno.” Por su parte, el senador de la U Juan Carlos Vélez, el vocero del uribismo en el Senado, dijo que el equipo de negociadores “era de lujo”.
Si es verdad, como lo denunció María Jimena Duzán, que Álvaro Uribe está “incentivando el descontento en los cuarteles” con el argumento del proceso de paz, la inclusión de Mora Rangel en la mesa también neutralizaría estos esfuerzos del expresidente.El impacto de su silla
Al sentar al General Mora en la mesa de negociación, Santos le envía un mensaje tranquilizador a los militares activos y retirados porque Mora Rangel lleva años siendo su vocero. Por su formación y disciplina, los militares activos suelen pensar una cosa y decir otra, y Mora lo sabe y va a decir lo que ellos de verdad piensan y saben.
Dos temas preocupan principalmente a los militares. Uno tiene que ver con la verdad. Como parte del Acuerdo Marco, el Gobierno se compromete a esclarecer, entre otros, el fenómeno del paramilitarismo. Mora Rangel será clave para “acotar” la verdad que se podrá saber sobre los vínculos entre militares y las autodefensas ilegales.
El otro tema de preocupación tiene que ver con el punto que dice que “El Gobierno Nacional revisará y hará las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz”. Esa discusión podría pasar por discutir sobre el futuro del Ejército. ¿Qué tan grandes serán las Fuerzas Militares si ya no hay guerrilla para combatir? ¿Podrán entrar los desmovilizados a formar parte de las Fuerzas Militares como lo hicieron en Centroamérica?
Y más importante aún para los miles de militares que están siendo investigados por la justicia es lo que tiene que ver con los beneficios que cobijarían a los militares que hayan cometido delitos en el contexto del conflicto armado y relacionados con este.
El Marco para la Paz dejó explícito que se le podrá dar “tratamientos diferenciados” a los grupos armados que son parte del conflicto y que eso lo determinaría una ley estatutaria en el marco de un acuerdo de paz. El miedo de muchos militares es que ellos terminen siendo sacrificados en la mesa de negociación.
La presencia de Mora Rangel les da la tranquilidad a los militares que los guerrilleros no terminarán en el Capitolio mientras ellos purgan condenas en la Picota. Y quizás también el incentivo para que confíen en el proceso.