Lo que está pasando en La Guajira ratifica una usual dinámica del poder: unas élites de la capital se juntan con fuerzas regionales cuestionadas para ganar elecciones. Pero, a la hora de los líos judiciales o de imagen, les dan la espalda.
A Oneida le hicieron como a Yahir
No han transcurrido sino diez meses entre la foto de Rodrigo Lara y Oneida Pinto felices haciendo campaña sobre un tractor en La Guajira y la realidad de ahora: la inhabilitada gobernadora sola, arañando el abismo con una tutela para no caer definitivamente de su cargo, y el director de Cambio Radical impidiendo al grupo local que la eligió presentar una terna para seguir mandando hasta que haya elecciones atípicas.
Como contó La Silla Caribe, Lara informó en twitter que su colectividad “NO presentará terna” al Presidente para reemplazar temporalmente a Oneida, sino que hay un irrestricto apoyo al gobernador que designó Santos: el supernotariado Jorge Enrique Vélez, alfil de las entrañas de la dirigencia bogotana de Cambio y del vicepresidente Germán Vargas.
El asunto no cayó en gracia a los líderes guajiros del partido, que le ayudaron a Pinto a conseguir los 182 mil votos que alcanzó el año pasado. Ellos armaron una terna con políticos locales, la enviaron a CR en Bogotá y ahora esperan molestos que no se cumpla el anuncio de Rodrigo Lara.
Lo que está pasando en La Guajira ratifica una muy usual dinámica del poder en el país, que consiste en que unas élites de la capital toleran, patrocinan y se juntan con fuerzas regionales muchas veces cuestionadas para servirse de sus votos y ganar elecciones. Pero, a la hora de los líos judiciales o de imagen, les dan la espalda y se sacuden las manos como si no fueran dos caras de la misma moneda.
Esa mecánica hace que casi siempre los señalamientos y el desprestigio caigan únicamente sobre la política de la región. Además del guajiro, un botón reciente para la muestra es el caso del sucreño Yahir Acuña, alrededor del cual siguen pasando cosas que evidencian el tema.
Aquí el detalle de ambos para explicar el ‘úsese y tírese’ de una parte de la élite del poder bogotano con algunos caciques locales:
El caso de Oneida
En cabeza del representante Rodrigo Lara y del hoy alcalde barranquillero Álex Char, Cambio Radical avaló a Oneida Pinto a pesar de que existía toda la evidencia de sus vínculos políticos con el cuestionado exgobernador Juan Francisco ‘Kiko’ Gómez (avalado por CR en 2011), a quien la Fiscalía acusa de homicidio y relación con bandas criminales.
Aunque esa relación no tuvo que ver con su salida del cargo (el Consejo de Estado la tumba por haberse inscrito como candidata estando inhabilitada), es la cercanía de ella con el kikismo la que determina el desprestigio del que hoy convenientemente se quieren apartar los máximos líderes de ese partido.
En su momento, eso no pareció importar porque el aval a Oneida fue una movida clave en la colonización que el vargasllerismo lideró en el Caribe para obtener en esta región la primera cuota de Vargas Lleras en su camino hacia la Presidencia de 2018.
Ahora que ella se va, el control de la Gobernación queda en manos de los dirigentes capitalinos de la colectividad y no de los locales, aunque todos impulsaron juntos la misma campaña.
De hecho, luego de la salida de Oneida el mensaje ha sido que los cachacos llegan a ‘salvar el día’ en cabeza de Jorge Enrique Vélez, quien ha empezado a destapar varias perlas en la contratación local, incluso de políticos que en algún momento fueron aliados del vargasllerismo.
“Los dirigentes de Cambio Radical en Bogotá les han dejado claro a sus pares guajiros que no tienen derecho a la terna, como si ellos no hubiesen sido desde el principio los principales patrocinadores del kikismo”, nos dijo al respecto un periodista de ese departamento.
Aunque no depende sólo de Lara (el envío de la terna a Presidencia es decidido por el Comité Político de CR, integrado por sus 25 congresistas), teniendo en cuenta las recientes muestras de apoyo de Santos a Vélez no es difícil anticipar que, por conveniencia política, probablemente el supernotariado se quede hasta los comicios y este pulso lo pierdan definitivamente los dirigentes de la provincia.
Eso pese a que la ley sí habla de terna en estos casos (no es clara es en los plazos para mandarla).
Yahir: de la tarima a estar bajo la lupa
Como lo dijimos cuando contamos la parábola de Yahir Acuña, el cuestionado exrepresentante sucreño fue uno de los políticos ‘salvadores’ de la reelección santista en el Caribe.
Pero pasó de tomarse fotos con el Presidente y el Vicepresidente a ser un paria en la coalición del Gobierno, que le puso competencia y lo derrotó en las pasadas regionales cuando iba por la Gobernación.
Recientemente, socios políticos de Yahir en Sucre han sido objeto de dardos públicos por parte de Vargas Lleras o miembros de su partido CR, lo que parece aumentar aún más la distancia entre Acuña y sus otrora aliados en el alto Gobierno.
El primer caso sucedió hace tres semanas en Sincelejo, a donde el Vicepresidente viajó para inaugurar la intersección de una esperada vía en la que se invirtieron 26 mil millones de pesos.
En su discurso, Vargas aprovechó para referirse con voz fuerte a los problemas que ha tenido el proyecto de la doble calzada Sincelejo-Sampués por tropiezos con algunas comunidades que exigen una consulta.
Según el Vice, citado por El Universal, entre los responsables de los contratiempos a los que hay que llamar al orden está la CAR Carsucre, que, como reveló La Silla Caribe, desde enero pasado está en manos de Yahir Acuña.
Al día siguiente de eso, el gobernador sucreño Édgar Martínez, que pertenece a Cambio Radical, declaró en medios que las comunidades a las que había hecho referencia Vargas y Carsucre estaban atravesados “como vacas muertas en el camino del desarrollo y progreso del departamento”.
El segundo episodio es de hace cuatro días y, más que un dardo, es una arremetida de frente. En una sesión de la Comisión Colombiana del Océano en Cartagena, Vargas Lleras contó que acababa de denunciar penalmente al exalcalde de Coveñas (Sucre), César Augusto Serrano, por un contrato de 14 mil millones de pesos que éste entregó en 2013 junto a un anticipo de 7 mil millones que no se sabe en qué se invirtió porque las obras a estas alturas no se han hecho.
Como lo contó La Caribe, tanto el exmandatario Serrano como el contratista que se ganó el negocio (el ingeniero Javier Eugenio Mizger Pacheco) son de la cuerda de Yahir.
De hecho, Mizger es hermano del representante a la Cámara que reemplazó a Acuña cuando éste renunció supuestamente porque se iba a lanzar a la Gobernación: José Carlos Mizger Pacheco.
Luego del anuncio de Vargas y como lo ha hecho en otras ocasiones, Yahir mandó por sus redes sociales varios mensajes defendiendo al contratista y asegurando que los siete mil millones sí se invirtieron.
Esta coyuntura contrasta con dos recordadas imágenes que publicamos de Yahir en 2014: la primera, sobre una tarima en Sincelejo detrás de Vargas Lleras en plena campaña por la reelección y, la otra, posando feliz al lado de Santos horas antes de la segunda vuelta presidencial.
Con una investigación abierta por parapolítica desde 2011, Yahir Acuña entró al proyecto de la reelección santista después de las legislativas de hace dos años, cuando era público que se había convertido en el nuevo mandamás de Sucre a punta de repartir whiskey y billete.
Para la primera vuelta, fue considerado un “tinieblo” de Santos y no aparecía ni en tarima ni en las fotos oficiales.
Eso cambió cuando Santos perdió ese primer pulso frente al uribista Óscar Iván Zuluaga y Vargas Lleras viajó al Caribe a ponerse al frente de la campaña.
Seis días después de esos comicios, el 31 de mayo, el hoy Vicepresidente aterrizó en el aeropuerto de Corozal y allí se encontró con casi todos los congresistas santistas de Sucre y Córdoba para comprometerlos en la causa del Presidente.
La Silla confirmó en su momento con tres congresistas que lo oyeron que, entre otros asuntos, en esa reunión se acordó el envío de unos recursos desde Bogotá para hacer campaña.
Como ya se sabe, después de eso Yahir Acuña se echó al hombro la reelección en su departamento y fue clave para los 200 mil votos que Santos y Vargas sacaron allí en la segunda vuelta. Apoyos que, como también se sabe en el Sucre político, también fueron conseguidos a punta de regalar billete.
La torta se le volteó al excongresista para las regionales del año pasado, cuando la Unidad Nacional santista anunció que no podía respaldar un proyecto tan cuestionado como el suyo y por ello llevaría otro candidato a la Gobernación (Yahir tenía como carta a ese cargo a su esposa, Milene Jarava).
Su rodada cuesta abajo estuvo definida en la víspera de esos comicios, cuando la Policía lo encontró con 516 millones de pesos en su camioneta.
En su grupo están convencidos de que en Bogotá lo usaron: se sirvieron de sus votos y ahora hasta contribuyen para dejarlo expuesto ante la opinión pública.