Después de un mes de incertidumbre, la central sindical más grande del país -que reúne a 500 mil trabajadores y a 700 sindicatos- ya está a punto de elegir a su nueva cúpula directiva. La dirección de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que en los últimos años había sido un pulso entre los sectores sindicales más afines al Polo y a Progresistas, ahora se ha convertido en una disputa a tres bandas con la aparición de Marcha Patriótica. Y todo parece indicar que cualquier acuerdo pasa por el sector afín a Progresistas.
Progresistas, grandes ganadores de las elecciones en la CUT
Un mes después de que los trabajadores afiliados a 700 sindicatos votaran por el nuevo comité ejecutivo de la CUT, la mayor central obrera del país se dispone a elegir a su presidente por los próximos cuatro años. |
Después de un mes de incertidumbre, la central sindical más grande del país -que reúne a 500 mil trabajadores y a 700 sindicatos- ya está a punto de elegir a su nueva cúpula directiva. La dirección de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que en los últimos años había sido un pulso entre los sectores sindicales más afines al Polo y a Progresistas, ahora se ha convertido en una disputa a tres bandas con la aparición de Marcha Patriótica. Y todo parece indicar que cualquier acuerdo pasa por el sector afín a Progresistas.
Hace una semana quedaron en firme los nombres de los 21 integrantes del comité ejecutivo de la CUT. Ningún sector tiene una mayoría y todos están negociando con todos para elegir al sucesor de Domingo Tovar al frente de la central, una decisión que podría ocurrir tan pronto como este miércoles.
Hasta el momento hay un preacuerdo entre los 'democráticos' (el sector cercano a Progresistas) y Marcha, pero La Silla supo que los 'clasistas' (afines al Polo) le están insistiendo a los democráticos en que conversen. Cualquier de estas combinaciones aseguraría la mayoría.
Entre los 21 miembros del comité ejecutivo de la CUT hay varias caras nuevas, pero el mayor cambio es que el equilibrio de poderes que había antes entre los dos sectores del sindicalismo parece haberse acabado.
Al sector clasista y el democrático los distancia apenas un voto, por lo que Marcha Patriótica, que tiene la mitad de los votos que éstos, se convirtió en un actor igual de desequilibrante.
Ninguno llega al número mágico de 11 necesario para decidir quién ocupa la presidencia, la secretaría general y los otros cargos directivos claves, y así liderar a la mayor de las tres centrales sindicales del país, cuyos grandes retos incluyen negociar el salario mínimo, hacer presión durante la reforma a las pensiones y aumentar la presencia sindical en sectores como el comercio y la industria.
Seleccionar a esta nueva cúpula de la central sindical no ha sido un proceso fácil. El conteo de los 267 mil votos, una de las pocas votaciones directas en el sector sindical en el mundo, tomó tres semanas. El descontento de muchos afiliados quedó demostrado con los 31 mil votos en blanco, el 12 por ciento del total.
A eso se sumó la impugnación de Ómar Romero, un dirigente del sindicato de trabajadores de materiales de construcción que buscaba ocupar el último de los 21 escaños en el comité ejecutivo y aportarle el quinto a Marcha Patriótica.
Hoy el tribunal de garantías electorales de la central sindical mantuvo los escaños del independiente Rafael Molano, cercano al PIN, y del 'clasista' Gilberto Luis Martínez, que le aventajaban por 12 y 30 votos respectivamente.
Con esta decisión, entró en la recta final el intenso proceso de negociación entre las cuatro facciones. En principio hay un preacuerdo entre el bloque democrático y Marcha Patriótica, que se ha visto facilitado por el apoyo manifiesto de ambos al proceso de paz. Al contar un sector con siete integrantes y el otro con cuatro, lograrían la mayoría justa para dirigir la CUT.
El antecedente podría ser el de Fecode, donde la semana pasada se eligió a Luis Alberto Grubert como presidente con una alianza entre el sector democrático y Marcha.
Sin embargo, nada está decidido aún y los clasistas todavía están buscando acercamientos con los democráticos. Esta combinación sumaría 15 votos y aseguraría una mayor gobernabilidad, siempre y cuando los dos grupos limaran las asperezas de los últimos años.
Esta es, en el fondo, la única alternativa que tienen los clasistas. La razón es que una alianza entre éstos y los sectores ahora afines a Marcha, como la que aupó a Tarcisio Mora a la presidencia en 2010, es improbable hoy, tras la expulsión del Partido Comunista del Polo Democrático y la posición del Moir frente a Marcha.
En todo caso, cada bloque está impulsando sus candidatos a la presidencia de la CUT. Por los lados del clasismo, hay tres nombres fuertes: el último presidente Domingo Tovar, Senén Niño (cercano al ex senador del Polo Jaime Dussán) y Luis Alejandro Pedraza, de Sintrainagro y quien estuvo muy cerca de ser el presidente hace un año cuando se decidió la salida forzada de Tarcisio Mora. Por los democráticos suena el actual fiscal Fabio Arias y por Marcha, el educador caucano Tarcisio Rivera.
En una cosa están de acuerdo varios de los sectores. La mayor de las tres centrales sindicales del país ha perdido mucho protagonismo en los últimos años, en momentos en que se debe dialogar con un Gobierno al que varios ven como más abierto al diálogo con el sindicalismo.
“El problema es que después del liderazgo mediático y político de Lucho Garzón y el liderazgo interno de Carlos Rodríguez Díaz, en los últimos cinco años la CUT no ha tenido un liderazgo eficaz, visible ni útil”, le dijo a La Silla una persona del sindicato que prefirió -como los demás consultados- omitir su nombre porque se relaciona con todos los sectores.
“Sí ha ganado más afiliados, pero le falta una vocería unificada y que conecte con la opinión pública. Y por supuesto que interlocute con el Gobierno, que no ha hecho cosas impresionantes pero que sí ha abierto un espacio para la organización sindical, ha promovido el diálogo social y no nos ha estigmatizado”, añadió.
Y es que, al final del día, las diferencias entre los sectores son más ideológicas que sindicales. Es decir, tienen que ver más con política partidista que con una agenda laboral en la que casi todos coinciden.
Las únicas diferencias significativas son que el sector democrático cree, por ejemplo, que la CUT debe estar más cerca del Comando Nacional Unitario, una instancia de coordinación y encuentro con las otras dos grandes centrales obreras, la Confederación de Trabajadores Colombianos y la Confederación General del Trabajo.
Y también difieren en el tema de la afiliación internacional. Mientras los democráticos creen que debe fortalecerse su vínculo con la Confederación Sindical Internacional y su filial para la Américas, los clasistas y los de Marcha preferirían retirarse de ella para ir a la Federación Sindical Mundial, a donde ellos han afiliado varios sindicatos.
Pero en el fondo, muchos están de acuerdo en que es más lo que los ha perjudicado la división interna que lo que han ganado.
“Seguimos teniendo acercamientos con todos los sectores y estamos buscando un acuerdo lo más amplio posible”, le dijo a La Silla uno de los democráticos elegidos. “Lo que necesitamos es gobernabilidad, porque con las disputas políticas no hemos llegado sino a debates estériles”.