¿Dónde están los votos en Colombia para 2022? Primera parte

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Colombia está experimentando un proceso de transformación electoral soportada en una nueva y emergente dinámica urbano-rural. Al menos en el centro y occidente del país es clara esa tendencia.

Esta columna fue escrita en coautoría con Sebastián Londoño Mendéz1

Para entender cómo es la participación y el comportamiento electoral en Colombia, primero hay que saber cómo funciona el sistema. Y para hablar del sistema en este caso, nos vamos a enfocar en los datos de las elecciones, sin ir más allá de los rumores sobre manipulación de votos durante el conteo. Nuestro estudio estará concentrado en los datos de los resultados electorales. Hay tres elecciones a las que les vamos a poner la lupa durante todo el año 2021 que son las de la Cámara de Representantes, el Senado y las Presidenciales. A partir de información histórica analizaremos cómo inician el proceso electoral los distintos sectores políticos, haciendo una observación territorial para ver las tendencias en distintas regiones del país.  

¿Cómo funciona el sistema electoral en Colombia? Para el Senado son 108 curules, de las cuales 102 se eligen por voto popular a lo largo y ancho del país. Esto quiere decir que la circunscripción para esa elección es nacional (todos votamos por los mismos candidatos al Senado, bien sea en Amazonas o La Guajira). Hay que precisar que entre esas 102 se encuentran dos curules para los indígenas, que sólo pueden ser votadas por quienes pidan el tarjetón indígena, independientemente que se autorreconozcan como indígenas o no, y si la persona decide votar por estas curules, no lo podrá hacer por el resto de las de elección popular. Para empezar a obtener curules en el Senado, el partido político debe alcanzar un 3 por ciento de los votos válidos: el famoso "umbral". Las seis curules restantes se reparten en cinco para las Farc por el acuerdo de paz y una para el que quede de segundo en las elecciones presidenciales. 

Para el caso de la Cámara de Representantes son 172 y la circunscripción es departamental; esto quiere decir que sólo se eligen los candidatos asignados para cada departamento y el Distrito Capital de Bogotá. Cada departamento tiene un número asignado de representantes de acuerdo con su población. Si bien aplica la misma regla del umbral, para los departamentos más pequeños (de dos, tres o cuatro curules) puede ocurrir que haya partidos que superen ese 3 por ciento y se queden sin representación política por la cifra repartidora (número mínimo de votos en los que se comienza a otorgar curules a los partidos). Para esta corporación también aplican las cinco curules de Farc y el candidato a vicepresidente que obtuvo el segundo lugar. Así mismo, dentro de las 166 curules se reparten dos para indígenas, una para la comunidad afro y otra adicional para los colombianos en el exterior.

Finalmente, el Presidente de la República se elige por voto directo cada cuatro años. Si ninguno de los candidatos supera el 50 por ciento de los votos válidos, los dos más votados deben ir a una segunda vuelta para definir el ganador.  

En Colombia, los análisis realizados desde distintos medios masivos de comunicación normalmente utilizan herramientas que hablan poco sobre comportamientos electorales más específicos. Las encuestas no logran medir cambios regionales en los patrones electorales. En países como Estados Unidos, medios como The New York Times, The Washington Post o Five Thirty Eight logran realizar análisis de comportamiento electoral empleando datos sobre los resultados a nivel local. En nuestro país estos estudios siguen muy restringidos a la academia y tienen poca divulgación en la opinión pública nacional. Es por eso que lo que se analizará tiene una vigencia e importancia sustancial para la Ciencia Política en Colombia. 

¿Qué vamos mostrar? Que para encontrar un patrón de votación en los diferentes municipios y departamentos de Colombia, limitarse a estudiar o a analizar al ganador absoluto podría ser insustancial si la idea es entender a profundidad la situación.

Para tratar de salirnos de esa limitante, proponemos realizar un análisis detallado de la evolución de los resultados electorales, tomando los últimos tres ciclos como referencia (2010, 2014, 2018) a partir de un ejercicio de clustering. ¿Qué es eso? Es un método en el que podemos segregar un número cualquiera de datos y agruparlos con sus similares. Descubre patrones y relaciones que, a priori, podemos desconocer. Así, si analizamos el comportamiento electoral empleando esta técnica, podremos agrupar a los municipios de Colombia que tengan un patrón de voto similar hacia un candidato o partido x. Esta técnica define un valor medio por grupo y delimita al resto de acuerdo a su cercanía con este valor (por eso los municipios con patrones similares quedan agrupados entre sí). Esta técnica de clustering nos permite agrupar a los municipios de acuerdo a sus tendencias electorales y luego determinar si existe algún tipo de patrón territorial.

Emplear este tipo de análisis nos permite descubrir patrones electorales hasta ahora poco estudiados en Colombia. Pongamos de ejemplo nuevamente a Estados Unidos. Que ese país tenga hoy la capacidad de agrupar a sus entidades territoriales les permite tanto a campañas políticas como a académicos conocer detalladamente la incidencia de factores geográficos y demográficos como la raza en los resultados electorales. Asimismo, ayuda a descubrir que existen otros factores en constante transformación como la formación universitaria del votante, el votante rural, el votante latino, entre otros. Para el caso de Colombia creer que el votante es homogéneo ha sido la constante. Los estudios acerca del voto se han enfocado más en entender el comportamiento electoral a partir de la violencia, el bipartidismo o la influencia de grupos armados ilegales. A futuro, estas investigaciones podrían arrojar tendencias en el voto más complejas relacionadas a la pobreza, la formación educativa del votante, los procesos de urbanización y suburbanización, y el desarrollo económico y social.  

¿Cómo se vería, entonces, un primer acercamiento del comportamiento electoral a partir de métodos de clustering? Les presentamos una primera visualización teniendo en cuenta las elecciones presidenciales del año 2018 en Colombia. Sólo tomamos las tres mejores votaciones que en su orden fueron Iván Duque, Gustavo Petro y Sergio Fajardo, que serían la derecha, la izquierda y el centro, y representaron el 88,2 por ciento del voto en 2018. Los resultados a continuación, muestran tres clústeres claramente definidos: la centralidad de cada uno es la media de votación, de manera que el clúster 1 es el que tiende a Gustavo Petro teniendo en cuenta que su centralidad es 46 por ciento, el clúster 2 es donde existe una tendencia a mayor competencia electoral y por último el clúster 3 es el que tiende a Iván Duque con una centralidad del 63 por ciento. 

Tabla 1. Fuente: Registraduría Nacional y análisis propios Londoño & Sampayo.

Vemos que en el clúster 1 y 3 hay una alta proporción de la población a tener una adhesión más fuerte hacia izquierda o derecha. En el clúster 2, vemos que esa tendencia se dispersa y de hecho sectores reconocidos en el centro del espectro político sacan el mayor porcentaje de votos. En términos generales, podemos decir que Colombia tiene 255 municipios donde la competencia electoral es alta (clúster 2 verde), es decir que en estos lugares cualquier candidato, sin importar su posición política, puede llegar a esas plazas. En esa misma línea, podemos decir también que 523 municipios son de tendencia conservadora y claras posiciones de derecha (clúster 3 azul) y por último existen 345 municipios que están a la izquierda (clúster 1 morado). 

Mapa1

Mapa 1. Fuente: Registraduría Nacional y visualizaciones propias Londoño & Sampayo.

La cantidad de municipios en un principio nos podría enviar la señal que a más municipios, más votantes, pero no es esta situación. Al contrario, entre más municipios, menos votantes. Siendo así, ¿cuántos votantes participaron en cada clúster? En el clúster 1 (morado, de izquierda) votaron 4.567.153 personas; en el clúster 2 (verde, competitivo) votaron 11.514.414; y en el clúster 3 (azul, de derecha) votaron 2.992.169 ciudadanos. 

Mapa2

Mapa 2. Fuente: Registraduría Nacional y visualizaciones propias Londoño & Sampayo.

Esta fotografía de la elección presidencial de 2018 la estaremos  profundizando en el transcurso del año enfocándonos en las regiones de Colombia. No obstante, vamos a lanzar las primeras hipótesis.

Colombia está experimentando un proceso de transformación electoral soportada en una nueva y emergente dinámica urbano-rural. Al menos en el centro y occidente del país es clara esa tendencia. Los grandes focos urbanos de los departamentos (Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Pereira, Armenia, Manizales, Ibagué, Villavicencio, Tunja, Duitama, Neiva, Popayán) se encuentran dentro del clúster competitivo. No obstante, lo más interesante es que no solo son las ciudades quienes arrastran esta dinámica electoral, sino también sus municipios aledaños. La tendencia de suburbanización está dinamizando la competencia electoral de forma acelerada. Ya no es Bogotá sola, sino Chía, Cajicá, Zipaquirá y Soacha. Algo similar pasa en Cali con Palmira, Yumbo y Jamundí; Medellín con Envigado, Itagüí y Sabaneta, o Bucaramanga con Floridablanca, Girón y Piedecuesta. El crecimiento de la mancha urbana hace que estas tendencias se extrapolen a sus nacientes suburbios. Esta dinámica no es exclusiva de Colombia y ya se estudia en los Estados Unidos.  

Sin embargo, se observa una situación bastante interesante en la costa caribe colombiana, donde las ciudades más urbanas están dando un giro a la izquierda, como es el caso paradigmático de la alcaldía de Santa Marta y la gobernación de Magdalena, controlada totalmente por ese espectro político. La dinámica es diferente a la del centro del país; en la costa caribe la competencia no es tan alta y la tensión urbano-rural no es tan evidente. ¿Por qué ocurrirá ese fenómeno?  

Otra pregunta: ¿por qué la costa pacífica más rural vota sustancialmente a la izquierda y el centro del país más rural vota mayoritariamente a la derecha? El asunto no se dirime sólo con una explicación simple de centro y periferia, porque si fuera así, las dos zonas rurales tendrían patrones similares de votación. Este análisis también nos cuestiona sobre el fenómeno de la frontera venezolana. ¿Qué ocurre en Cúcuta y su área metropolitana que parece tener una dirección opuesta al resto de grandes urbes del país?

Este primer aparte es una pequeña introducción a un tema que aún tiene más preguntas que respuestas y que estaremos entregando cada 15 días en esta serie de artículos. Seis regiones del país -Antioquia y Eje Cafetero; Los Santanderes; Altiplano cundiboyacense; Pacífico sur; Costa Caribe central y Bogotá-, pasarán por nuestra lupa, tratando de explorar las distintas transformaciones en el comportamiento electoral y sus posibles explicaciones. ¿Cambiaron su forma de votar? y si lo hicieron, ¿más a la izquierda? ¿O derecha? ¿O centro? ¿Hay una brecha urbano-rural? ¿Qué explica estos cambios? Todas esas son preguntas que esperamos solucionar durante esta serie de entregas.  

De este modo, vamos a llamar la atención sobre ese relato de que todo el país es conservador o sólo de derecha; es momento de dejar de hacer un comentario que contribuye a mantener un relato falso que les sirva a algunos personajes para que nunca exista un cambio de espectro político. 

Coda: Esperamos que este artículo abra una discusión más amplia y colegas de distintas profesiones se sumen en esta tarea de entender el comportamiento electoral colombiano.


1Sebastián Londoño Mendéz es estudiante de Ciencia Política y Gestión y Desarrollo Urbanos de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. Pertenece al Semillero observatorio para la contención de la Covid-19 en América Latina y al Colectivo Data Lama. Además es monitor académico de las asignaturas Análisis Geográfico 1 y Formación de la Nación Colombiana. @slondono00

@asampayo

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