Jaime Gilinski Bacal

Jaime Gilinski Bacal

Banquero

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Es el segundo hombre más rico de Colombia, después de Luis Carlos Sarmiento Angulo. Según la revista Forbes, a mayo de 2019 amasa una fortuna de 3.600 millones de dólares (unos 12 billones de pesos), la mayor parte del sector bancario.
 

No es tan conocido en Colombia, en parte porque durante toda su carrera ha mantenido un perfil bajo, en parte porque pasa la mayor parte de sus días entre Londres, donde tiene su casa principal, Miami, Nueva York y Panamá. Eso cambió con la compra del 50 por ciento de las acciones de Publicaciones Semana a inicios de 2019, una transacción que lo hace más visible.

Pero Gilinski no surgió de la nada.

Su padre es el industrial judío Isaac Gilinski, hijo de migrantes lituanos que se radicaron en Barranquilla a inicios del siglo pasado y fundó con su esposa Perla Bacal la empresa de alimentos y pasabocas Yupi, la de muebles de plástico Rimax y la de productos de limpieza BonBril.

Basó ese pequeño emporio industrial en el Valle del Cauca, y gracias a él pagó la educación de sus hijas Tania y Ruth, y de Jaime, en universidades en Estados Unidos.

Jaime, el mayor, se graduó del colegio hebreo Jorge Isaac de Cali. A los 17 años, hablando poco inglés, se fue a estudiar al Instituto de Tecnología de Georgia una licenciatura en ingeniería industrial.

Luego hizo una maestría en Administración de Negocios en la escuela de negocios de Harvard, en la década de los 80. Allí se hizo amigo de uno de los hijos del multimillonario George Soros, una amistad que más adelante le daría frutos pues gracias a cofinanció uno de sus grandes negocios financieros, la compra del Banco de Colombia.

A pesar de su vocación por los negocios, el mayor de los Gilinski no inició de inmediato en las empresas de su familia. Después de Harvard, se fue a Nueva York donde trabajó en el área de fusiones y adquisiciones de Morgan Stanley.

Un par de años más tarde, a finales de los 80, su papá Isaac le pidió volver a Colombia para encargarse del negocio familiar. Con la experiencia que había ganado codeándose con tiburones de Wall Street, Jaime le propuso meterse en un nuevo negocio: el bancario.

Para esa época ya estaba casado con Raquel Kardonsky, sobrina del banquero panameño Sam Kardonski y miembro de una poderosa familia que tiene negocios en el sector inmobiliario y que es socia mayoritaria de Copa Airlines.

Inicialmente los Gilinski compraron las operaciones en Colombia del Banco Internacional de Crédito y Comercio, BCCI, un banco árabe-paquistaní que estaba en quiebra y líos judiciales después de haber reconocido públicamente que lavaba dinero del narcotráfico colombiano, en uno de los escándalos de corrupción privada más grandes del siglo pasado.

Eso fue en 1991, Jaime tenía 34 años. contra todo pronóstico lograron rescatar el banco en tres años, le metieron 13 millones de dólares, le cambiaron el nombre a Banco Andino y multiplicaron por cuatro sus activos.

La de Colombia fue la única filial de la corrupta multinacional financiera que se salvó de la quiebra, y en 1994 la vendieron al Banco Popular de Ecuador.

Ese mismo año le compraron al Estado el Banco de Colombia, que estaba nacionalizado desde la crisis del Grupo GranColombiano de 1982, y, en una transacción más discreta, el Eagle National Bank de la Florida.

La compras del Banco de Colombia costó 361 millones de dólares, y en ellos George Soros puso 50 millones de dólares, aportaron otros 85 inversionistas y Barclays e ING hicieron un crédito puente (temporal) para cerrar el negocio.

Tres años más tarde, después de reestructurar el Banco y más que duplicar su valor, vendieron el 51 por ciento de sus acciones al Banco Industrial Colombiano del Sindicato Antioqueño (hoy conocido como Grupo Empresarial Antioqueño) por 415 millones de dólares. La idea era fusionarlos, como efectivamente ocurrió, y de allí nació Bancolombia.

La Revista Dinero calificó esa venta como “el negocio del siglo”, no solo por el monto sino porque de allí surgió el que hoy sigue siendo el banco más grande del país por activos, Bancolombia, y el banco colombiano con mayor presencia en otros países.

La amistad y las buenas relaciones de los Gilinski nuevamente fueron determinantes. Según reportó El Tiempo, Isaac era un gran amigo de Nicanor Restrepo, uno de los cacaos del Sindicato Antioqueño, y de sus conversaciones casuales surgió la idea de fusionar ambos bancos.

Pero el negocio del siglo trajo consigo también el pleito financiero del siglo. En 1999 los Gilinski demandaron al BIC, argumentando que solo pusieron 8 de los 415 millones de dólares y que el resto lo sacó el banco de dinero de sus ahorradores, en préstamos irregulares que no fueron reportados en los estados financieros.

El BIC negó las acusaciones. La pelea duró 11 años en tribunales de Colombia y Nueva York, e involucró a pesos pesados del derecho. Del lado de los Gilinski, en un equipo que coordinaba el entonces poco conocido Álex Vernot, estaban el exprocurador Jaime Bernal Cuéllar, el exfiscal Gustavo de Greiff, el exministro Fernando Londoño, y el luego fiscal y exministro Néstor Humberto Martínez.

Pero el negocio más grande en el que participó no fue bancario, sino inmobiliario.

Aprovechando su conexión con los cacaos del sector inmobiliario y financiero de Panamá, y sus contactos con la banca de Londres, se asoció con London & Regional Properties, una empresa de los hermanos Ian y Richard Livingstone, (en el puesto 261 en la lista de los más ricos del mundo de Forbes), para participar en la concesión Panamá Pacífico para construir una pequeña ciudad en la antigua base norteamericana de Howard, en Ciudad de Panamá.

Gilinski puso la mitad de los 700 millones de dólares pero, con la crisis de 2008, decidió venderle el 25 por ciento al grupo inmobiliario del Gobierno de Quatar, Qatar Diar.

Poco tiempo después y cerca del final de la novela de Bancolombia, que se resolvió en 2010 con un acuerdo confidencial, Gilinski empezó a consolidar su grupo financiero Gilinski National Bank Sudameris, GNB Sudameris.

Éste nació de la compra participación mayoritaria del grupo italiano Intesa Sanpaolo en el Banco Sudameris, y de las del banco y la fiduciaria Tequendama, que compró al grupo financiero peruano Credicorp por 32 millones de dólares.

Con el Sudameris el banquero se hizo a la red de cajeros más grandes del país, Servibanca, un negocio muy rentable por sus bajos costos de operación.

Luego compró la comisionista de bolsa Suma Valores en 2010; en 2014 sumó los negocios de HSBC en Colombia, Perú, Paraguay y Uruguay por 400 millones de dólares, y el año pasado creó Corfi GNB Sudameris para invertir en nuevos negocios.

Hoy el grupo financiero, registrado en Luxemburgo, es el quinto más grande en Colombia después de Sura Bancolombia, Aval, el Grupo Bolívar y el BBVA, medido por activos.

Esa consolidación lo catapultó y en 2013 entró a la lista Forbes de las personas más ricas del mundo, en el puesto 613, y Dinero lo puso en su portada bajo el título “El año de Gilinski”. En su artículo central dice lo siguiente:

“Gilinski tal vez sea el secreto mejor guardado entre los magnates colombianos. Quizás por su origen caleño y porque la fortuna familiar forjada por su padre, Isaac, fue construida en la manufactura mediana, Jaime Gilinski no registra con fuerza en el radar de las élites bogotanas. Pero el error es de ellas. Gilinski hijo es hoy el magnate más global que ha producido Colombia”.

Justamente en 2013 compró acciones del Banco Sabadell, de España, por 694 millones de dólares para impulsar el crecimiento de ese banco en América Latina. Incluso propuso fusionarlo con GNB Sudameris y con el Banco Popular, pero los directivos nunca aprobaron sus planes, por lo que se salió del negocio en 2016.

Impulsado por su hijo Gabriel, Jaime se metió en el negocio hotelero. En 2015 compraron por 100 millones de dólares los hoteles Charleston y Casa Medina en Bogotá, y Santa Teresa en Cartagena, y les cedió la operación de los dos primeros a la multinacional hotelera Four Seasons.

Esos negocios y el crecimiento de GNB le han permitido ir subiendo puestos en el escalafón de Forbes, por su dedicación a ellos. “Es adicto al trabajo, no para, su mente siempre está puesta en los negocios”, nos dijo alguien cercano al magnate.

Él y su papá donaron 1 millón de dólares a la Clínica Santa Fe de Bogotá (donde hay un busto de Isaac, en agradecimiento por la donación), fueron unos de los donantes fundadores de la Universidad Icesi, sostiene una organización de estudiantes judíos en Harvard, aporta al David Rockefeller Center y tiene un fondo de becas para estudiantes colombianos y panameños.

Tiene cuatro hijos: Joshua, el mayor, vive en Los Ángeles, Estados Unidos y aunque no está muy involucrado en el negocio hizo parte de la junta directiva del Banco GNB Sudameris; Dorita, la menor, estudia en Nueva York; Benjamín se encarga de los negocios del grupo empresarial en Lima y Gabriel se está perfilando como el sucesor de su padre.

Aunque viven en ciudades distintas, todos se encuentran en diciembre en el hotel Charleston Santa Teresa, en Cartagena.

Aunque se ha rumorado que es cercano a Gustavo Petro, más que ello hubo un puente a través de Álex Vernot, quien fue muy cercano al político hasta que este fue alcalde de Bogotá.

El otro puente tiene que ver con que para la segunda vuelta presidencial el banco de Gilinski financió casi toda su campaña con un crédito por 5.000 millones de pesos, en 2010 también lo financió.

“Para elecciones Jaime no pone todos los huevos en una canasta, le apuesta a varios”, nos dice una fuente cercana al empresario. De hecho, su hijo Gabriel en las elecciones de 2018 le donó 39 millones de pesos a la campaña de Iván Duque.

Según la revista Forbes, Gilinski, es cercano al banquero gringo Jhon Paulson, que se hizo famoso por ser uno de los inversionistas que se hizo multimillonario con la crisis de 2008.

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CONEXIONES

Fue beneficiario de varios préstamos del Banco de los Gilinski para su campaña presidencial y a la alcaldía..

Vendió el 50% de las acciones de la revista Semana a Jaime Gilinski.