La Ñoñomanía sin mermelada no endulza igual

Silla Caribe

El contraste entre la campaña a Congreso 2014 y la actual en Córdoba, arranca en las calles de Sahagún. Fotos: Laura Ardila Arrieta.

El cacique que ayudó a definir la reelección presidencial con billete de las coimas de Odebrecht tiene en duda la posibilidad de que su grupo repita al Senado. No tanto porque él esté tras las rejas, sino por falta de plata.

A pocos metros de la entrada principal de Sahagún, vecino a la terminal de transportes que el Ñoño Elías gestionó para su pueblo hace cinco años con plata de la llamada mermelada, hay un muro con publicidad de su hermano y del esposo de su prima: “U. Joche Tous, Senado 12. Julio Elías, Cámara 105”. Y al lado de los nombres, una plegaria: “Con el aval de Dios”. En el municipio, muchos creen que, efectivamente, la ayuda divina es lo único que le queda al grupo de ese exsenador para sobrevivir estas elecciones.

 

Hasta hace poco menos de un año, se suponía que el rey de la maquinaria sobre la cual cabalgó la reelección del presidente Juan Manuel Santos iba a tener para estas legislativas su curul en el Senado asegurada. Incluso que le alcanzaría para poner más de un senador.

Lo que se suponía empezó a dejar de ser tras su captura, en agosto pasado, por haber participado de las coimas que repartió en Colombia la corrupta multinacional brasileña Odebrecht a cambio de contratos estatales, y que según él mismo ha dicho a la justicia recibió para usarlas en las campañas a Presidencia y a Congreso de 2014.

Debido a que se comprometió a contar todo lo que sabe a cambio de que le bajen la pena, ayer la Corte Suprema ordenó pasarlo de La Picota a una guarnición militar.

Seguirá privado de su libertad. Sin embargo, en un país en el que abundan los ejemplos de políticos que aún tras las rejas se las arreglan para mantener poder, el verdadero golpe político al imperio de la Ñoñomanía del otrora señor senador Bernardo ‘el Ñoño’ hoy no es porque él esté preso, sino por no contar con el efectivo que lo volvió un fenómeno electoral hace cuatro años.

De la bonanza del billete…

Hace cuatro años, había bonanza de billete. Sahagún, tan político, nacionalmente famoso por haberse convertido con cinco de sus hijos en 2006 en el municipio con más congresistas per cápita del país, estaba más empapelado con publicidad que nunca.

Ñoño Elías. Ñoñomanía. Musa Besaile. Ñoño. Musa. Pa’ lante!!!. ¡Seriedad y cumplimiento! Incluso había casas enteras pintadas con los nombres, colores y frases de campaña de los entonces dos senadores del pueblo que iban por su reelección.

En aquel tiempo, aún no eran “los Ñoños”, como los conoció el país después. Faltaba un año para que pactaran la alianza que los llevó unidos a la Gobernación en 2015 y selló el desastre en el que está hoy sumido el departamento de Córdoba, con escándalos de corrupción por todos lados, protagonizados en su mayoría por los dos gobernadores que llevaron al poder con aval del Partido de La U: el confeso delincuente Alejandro Lyons y el suspendido Edwin Besaile, hermano de Musa.

Musa, el otro “Ñoño” en el que se cimentó la reelección santista, también cayó preso el año pasado, luego de que confesara haber pagado dos mil millones de pesos para que le frenaran en la Corte Suprema un proceso por supuestas relaciones con paramilitares.

  

Pero entonces, eran rivales políticos. Y eso tenía encarecida la campaña.

Por ejemplo, los mototaxistas. La columna vertebral de uno de los principales medios de transporte, para los cerca de 120 mil habitantes del tercer municipio de Córdoba, se dividía a peso de billete entre la Ñoñomanía y los musistas.

La campaña que más pagara (teniendo como base más o menos 50 mil pesos diarios a cada mototaxista) se quedaba con el mayor número de motorizados para llevar gente a las reuniones políticas y, además, gozaba del beneficio de la publicidad ambulante al uniformarlos con la camiseta del candidato en cuestión.

No era nada. Dentro de las sedes corría aún más plata. Buena parte de los líderes que les aseguraron los votos en barrios y veredas -y también en el resto de pueblos del departamento- vivían con los bolsillos llenos.

“Uno los veía comprando carros y gastando”, recuerda un sahagunense.

Cuenta otra persona, que lo sabe porque estuvo cerca a una de las campañas, que algunos estaban “en nómina”, es decir, que recibían un pago mensual, a manera de sueldo, sólo por comprometer apoyos ciudadanos para alguno de los dos senadores. Dos, tres, cinco millones mensuales sólo por un líder.

En fechas especiales, como la Navidad, los sobres llegaban más gordos. “Le podían dar hasta 80 millones de pesos a un líder”, asegura la persona conocedora.

En la Ñoñomanía tenían un grupo de concejales afectos al Ñoño al que bautizaron “Real Madrid” porque, supuestamente, eran ellos sus líderes más caros. Cada uno podía asegurar de mil votos para arriba.

En ese grupo hoy responden que aquellos militantes no lo hacían por plata, sino voluntariamente. Pero la percepción de muchos en Sahagún es que por esos días, líderes y no, buena parte del pueblo, vivían en una “danza de los millones”, como lo definió un vecino que lo vio.

“Era como si esa plata no valiera nada”, dice.

Había para todo: para desfiles, para llevar regalos a los barrios, para brindar conciertos con grupos reconocidos, para costear la logística de manifestaciones con tres mil, cuatro mil, cinco mil personas. Para tener a todo el mundo contento.

Todo eso en medio (o acaso debido a) otra situación: Sahagún estaba en obra negra. Justo cuatro meses antes de las legislativas, habían arrancado los trabajos licitados vía un convenio por casi 52 mil millones de pesos que el Ñoño logró que el fondo de desarrollo Fonade en Bogotá firmara con el alcalde del municipio, Carlos Elías, que era primo suyo, para la terminal de transportes, una plaza de mercado, una ciclorruta, andenes, parques, vías...

La famosa mermelada, que exactamente son los recursos que gestionan los congresistas -y el Gobierno les da como premio por estar en su coalición- para invertir en las regiones, cuestionados porque en muchas ocasiones los usan para robarse una tajada y financiar campañas.  

Cuando, de manera inesperada para el resto del país, ese año los Ñoños pasaron de senadores de respaldo discreto a fenómenos electorales con las mayores votaciones de la coalición del Gobierno, la única explicación que hubo fue que justamente ambos fueron los grandes beneficiarios de esas inversiones que lograron gracias a Santos.

Después de su caída, en su camino a obtener beneficios a cambio de colaboración, el Ñoño ha agregado que el billete en ese agitado 2014 electoral también corrió por cuenta de los miles de millones que entonces repartió Odebrecht.

Eso guarda sentido. No sólo por los ríos de plata que se vieron correr en Sahagún y en Córdoba. También, al recordar una fecha que la Fiscalía reveló hace unos meses: la primera parte de la coima se pagó el 14 de enero de ese año. Las legislativas fueron en marzo. Y las presidenciales -en las que, por primera vez en años, en ese pueblo vieron compra masiva de votos a Presidencia- entre mayo y junio.  

De cualquier manera, por estos días algo es claro en Sahagún: el tiempo de los Ñoños ahora es de vacas flacas. Y uno de ellos está en veremos.

… a pedir “la solidaridad”

El mes pasado, simpatizantes de la Ñoñomanía salieron por las calles de Sahagún con un megáfono solicitando respaldo para los candidatos de ese grupo al Congreso: el hermano del Ñoño, el esposo de la prima del Ñoño.

A quienes quisieron oírlos, pidieron “la solidaridad” que los sahagunenses pudieran brindarles en esa empresa.

Poco después, el 27 de enero, se realizó en el municipio la inauguración de las sedes de las campañas, tanto del movimiento del Ñoño, como del heredero político del encarcelado Musa: su hermano Johnny Besaile, quien aspira al Senado también por La U.

Ninguno de los dos eventos, que se llevaron a cabo en la misma calle y más o menos con media hora de diferencia, contó ni con la masiva asistencia ni con la parafernalia de otros tiempos, en los que este tipo de jornadas eran básicamente conciertos con grupos musicales conocidos, antecedidos por desfiles en las calles del pueblo.

En medio de banderas, globos y confeti amarillos, y un grupo de seguidores que de todas formas sí ocupaba buena parte de la calle, el exalcalde Carlos Elías -primo del Ñoño- pidió a los asistentes su voto “de corazón”.

Julio Elías, el hermano candidato, gritó esa esperanza por micrófono: “... ¡Y no los vamos a dejar solos, así como hoy están demostrando ustedes que no nos van a dejar solos!”. Y la canción a ritmo de reguetón: Viva la Ñoñomanía/Más firme que nunca/Vamos con Joche Tous/Y con Julio Elías.

Sí los están dejando solos.

Al menos, en lo que se ve hasta ahora. Las sedes de las campañas ya no están cercadas por filas y filas de personas pidiendo ser atendidas.

Las reuniones para conseguir votos, tanto en Sahagún como en el resto de municipios, pasaron de grandes manifestaciones con dos, tres y hasta cuatro mil personas, a pequeños encuentros de 200, 300 simpatizantes.

“No ve uno movimiento, he visitado casi todos los pueblos de Córdoba y no se les ven equipos, gente en campaña o concurrencia”, relata, en referencia a los dos Ñoños, un diputado que está con candidatos de otros partidos.

Todo el mundo dice que es por falta de plata. Y se nota.

El empapelado Sahagún ya no lo está tanto. Unos mototaxistas que la semana pasada esperaban clientes en la carretera principal del pueblo, ya no portan la Ñ fusionada con el símbolo arroba ni los colores naranjas del musismo, sus uniformes diarios y pagos hace cuatro años. “No nos han llamado casi esta vez”, comenta uno de ellos.

  

No hay plata. No la de la bonanza. Y por eso tres personas conocedoras por aparte coinciden al contar que los dos grupos se tuvieron que poner de acuerdo en que el precio del voto (el llamado “combo” para Senado y Cámara), que antes se podía pagar hasta a 150 mil pesos, esta vez no pasará de 50 mil.

En la Ñoñomanía reconocen que están sin recursos (aunque niegan el supuesto acuerdo para comprar apoyos).

“No tenemos plata, es una campaña austera, desperdiciamos mucha. Antes hacíamos lo que se nos ocurría: si llamaba cualquier líder de cualquier departamento prometiendo un respaldo, íbamos, montábamos tarima, hacíamos evento en grande, sin siquiera saber si era verdad lo que nos decían. Ahora la cosa es más de amigos”, comenta un miembro del grupo.

“Digamos que esta es una campaña ‘de cobro’, los votos deberían ser para el que haya hecho más obras, confío en que la gente se acuerde de eso”, dice otro, al recordar que el Ñoño decidió invertir su mermelada en Sahagún, mientras Musa la llevó a otros pueblos en los que tenía intereses políticos.

En realidad, sí les quedan líderes voluntarios, como uno de un municipio del sur que asegura que seguirá firme, así no le den ninguna ayuda para la tradicional logística del día de la votación. 

En la Ñoñomanía calculan que los 92 mil votos largos que sacaron hace cuatro años a Senado en Córdoba bajarán en un 30 por ciento. Pero no por no tener sus cuadros completos -dicen- sino porque la gente “está desencantada de la política”.

En el grupo culpan a “los cachacos”, Santos y su exvicepresidente Germán Vargas Lleras, de la suerte del Ñoño, quien ya reconoció haber cometido los delitos de cohecho y tráfico de influencias. Su principal líder en un municipio distinto a Sahagún, por ejemplo, está convencido de que el exsenador recibió la plata de Odebrecht “por hacerle un dos a Santos, que está fresquito”.

Por eso, aunque aún no terminan de decidir con quién irán a Presidencia (posiblemente con el que diga el expresidente Álvaro Uribe, de quien son viejos aliados) tienen claro que no será por Vargas. “La posibilidad de votar por Vargas y por Timochenko el de las Farc es la misma”, sentencia otro ñoñista importante.

De hecho, días antes de ser capturado, el Ñoño había dicho a alguien de su confianza que por nada del mundo dejaría entrar el vargasllerismo a Córdoba.

Aparte del asunto de la plata, está el rechazo genuino de aquellos cansados de la clase política corrupta. La Ñoñomanía decidió esta vez no hacer campaña en Montería porque, cuando la quisieron arrancar, sintieron cierta animadversión. A un grupo de simpatizantes de Musa lo sacaron de un barrio en Sahagún bajo un coro indignado de “¡corruptos, corruptos!”.

Pese a eso último, y a que por el momento no tienen el total control de la Gobernación que tradicionalmente es usada con fines políticos, pues el gobernador Edwin Besaile fue suspendido; la suerte electoral de los Besaile es vista con más optimismo que la del Ñoño.

Muchos conocedores de la política cordobesa creen que el hermano candidato, Johnny Besaile, logrará su senado porque, a diferencia de los Elías, ese clan cuenta grandes recursos económicos propios provenientes de sus actividades empresariales privadas.

Al senado de la Ñoñomanía, en cambio, pocos por fuera de ese grupo lo ven viable. La Cámara de Julio Elías estaría dependiendo de que resulte exitosa la alianza que el ñoñismo selló con el parapolítico Pedro ‘el Indio’ Pestana, quien respalda al aspirante a senador por Cambio Radical Carlos Gómez, y le pondría a votos a Julio en una suerte de fórmula informal.

En Córdoba dicen que el pacto con Pestana le costó al movimiento del Ñoño dos mil millones de pesos. En la Ñoñomanía niegan que esa unión haya estado determinada por la plata.

Como sea, aún antes de que se abran las urnas el próximo 11 de marzo, algo está claro: Sahagún, el termómetro electoral de los cordobeses, ya no es tierra política exclusiva de los Ñoños.

Tras sus caídas en cana, han entrado con fuerza allí candidatos a Senado como el conservador David Barguil, el liberal Fabio Amín (quien, por cierto, va en fórmula con el hijo de un otrora importante líder del Ñoño) y el vargasllerista Carlos Gómez.

Además de que hay otro sahagunense que también aspira: Roberto Buelvas, por Cambio Radical, quien tiene el respaldo de David ‘el Davo’ Pastrana, el principal rival político de Musa y Ñoño en el municipio.

Ningún resultado electoral sorprenderá seguramente al pueblo acostumbrado a ver emerger y caer imperios políticos, no como consecuencia de nuevos liderazgos sino debido a las movidas de la justicia.

Pero, sobre todo, por el peso del billete. Porque, como resume un viejo y curtido habitante: “¡Lo que pasa es que a los Ñoños se les acabó la mermelada, y aquí, al que no tiene plata, no le votan!”.

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