Así se mueve la Minga en el Paro Nacional

Es importante destacar el llamado a cambios estructurales que hacen los jóvenes y, desde ahí, entender mejor la vigencia de la apuesta que hace la Minga por un diálogo en el país sobre aspectos estructurales.

Para la ciudad de Cali, los últimos 17 días han sido críticos. Para el 6 de mayo, la ciudad contaba con cerca de 21 puntos de bloqueos y se anunciaban jornadas de movilización diarias (ver mapa 1). En los procesos fallidos de diálogo con el gobierno distrital y nacional, se hablan de 25 puntos de bloqueo.

Las noches han sido aterradoras, bajo el ambiente de incertidumbre, gritos de ayuda, helicópteros y disparos.  De acuerdo con la Misión de verificación del Paro Nacional, en Santiago de Cali, del 28 de abril al 10 de mayo se han reportado 156 personas desaparecidas, 31 personas aparecieron vivas y 125 personas están sin información. De acuerdo con las cifras de la Red de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes, al 11 de mayo se tenía un consolidado de 159 detenidos, 30 asesinatos, 10 agresiones sexuales y 344 heridos. 

 Mapa 1. Puntos de concentración en Cali (6 mayo 2021). Fuente. Elaboración Instituto de Estudios Interculturales Javeriana Cali.

Ante la parvedad del Gobierno por retirar la reforma tributaria, la llegada de la Minga el 1 de mayo a la ciudad oxigenó varios de los puntos donde la Primera Línea resistía día y noche. Su llegada dio confianza y fuerza a las aterradoras noches, sirviendo como mediadores en algunos puntos y fortaleciendo la seguridad liderada por la Primera Línea. Como podemos recordar, no fue sino hasta el 2 de mayo que el presidente decidió retirar la reforma tributaria.

Ante esta decisión, comprendida como un logro de la movilización social, el paro se mantuvo, bajo el precepto de posicionar discusiones nacionales, regionales, locales y barriales. De este modo se ambientaron (tanto para quienes marchan como para quienes no) discusiones estructurales de país y de ciudad; discusiones pendientes que habían dado a luz las movilizaciones del 2019.

¿Por qué la Minga llegó a Cali?

La Minga se integró al Paro a partir de la decisión, tomada el 30 de abril, de las 127 autoridades que conforman el Cric. Con el interés de posicionar debates del país a partir de las discusiones estructurales (¡recordemos que esto también era lo que buscaba la Minga en 2019 y 2020!), retomaron los siguientes temas: no a las reformas tributaria, de salud o pensional; no al uso del glifosato –relacionado a la presencia de cultivos de uso ilícito en los territorios-; que no se reformule la consulta previa, como lo ha propuesto el Gobierno.

A la Minga se sumaron comunidades afrocolombianas (Aconc), estudiantiles, así como otros sectores de la sociedad.  

La Minga, llegó a la Universidad del Valle, que el 23 de abril había sido epicentro de enfrentamientos entre estudiantes y la Policía en el marco de un desalojo ordenado por las autoridades municipales y departamentales. Sin embargo, recordemos que los estudiantes, luego del 23 de abril, se habían vuelto a tomar la universidad. Este mensaje (el de llegar precisamente a la universidad) fue una señal de apoyo luego de la violencia dirigida contra los estudiantes Además, dio un espaldarazo a los puntos de bloqueo, que habían sido golpeados con dinámicas de excesiva fuerza por parte de la Policía. Además. La Minga apoyó a la Primera Línea, mas no la suplantó.

Es posible afirmar que la guardia indígena tuvo un papel fundamental para el sostenimiento de algunos puntos en, al menos, tres dimensiones: solidaridad, seguridad comunitaria y consolidación de corredores humanitarios. Además, su visión política junto con los procesos de comunidades afro, sumado a los procesos políticos y organizativos de la ciudad, ubicaron la importancia de que se consolidaran pliegos de exigencias de acuerdo a lecturas políticas (y no politiqueras) de necesidades que se podrían ubicar en lo nacional, regional, a nivel de ciudad y barrial.

Podríamos resaltar varios gestos de solidaridad de la Minga. Por ejemplo, muchos de ellos hicieron un esfuerzo por recolectar sus cosechas y enviarlas a puntos de recolección de alimentos que serían enviados a Univalle, Siloé y Paso del Comercio. En cuanto a la seguridad comunitaria, resalta que el 7 de mayo, cuando varios de los puntos fueron atacados simultáneamente por civiles en camperos Toyota (siendo un agravante que las personas que brindaban el apoyo médico fueran quienes recibieron la arremetida), las guardias indígenas pudieron capturar a presuntos responsables de los hechos. Podríamos hablar también de apoyo a los bloqueos, de requisas a automóviles y de solicitud de documentos de identificación a los ciudadanos.

Sin embargo, la presencia de la guardia indígena y de la Minga ocasionó tensiones de otros actores que no estaban de acuerdo con el Paro y con los bloqueos. Allí hubo tal radicalización que, el 10 de mayo, se dieron enfrentamientos entre civiles armados que dispararon contra los indígenas, dejando cerca de 4 heridos. La respuesta de la guardia ante el ataque fue de contención, defensa y respuesta: “Y hasta allí llegamos algunos, con rabia y con fuerza rompimos puertas, causamos daño a sus carros y nos defendimos con nuestras manos, bastones y piedras, pero no disparamos. Sí, quemamos carros, pero no herimos de muerte a nadie”.

Frente a estos sucesos deberíamos hacernos varias preguntas como sociedad: ¿hay complicidad en los hechos letales? ¿Quiénes disparan? ¿Vale la justicia por cuenta propia? ¿Cómo ejercer la justicia indígena por fuera de los resguardos? ¿La guardia se estaba extralimitando en sus funciones? ¿Qué hacía la Policía con los de “camisas blancas”? ¿Vale más una vida que otra?

En el marco de la asamblea social y popular realizada en Univalle el 11 de mayo, la Minga decidió retornar al Cauca y mantener el ejercicio de movilización y presión desde allí. Bajo la lógica de seguir reuniéndose en minga con una agenda permanente contra la política de muerte del Gobierno, posicionando la apuesta de paz y de vida.

Se van a ubicar en puntos estratégicos para continuar con el Paro Nacional. Así lo dijo Aída Quilcué en entrevista para El Tiempo: “lo que nos trajo a Cali fue el asesinato de los jóvenes en los puntos de movilización. Nosotros vinimos a cumplir una tarea y era un poco a acompañarlos, minimizar esas muertes en el marco de la mediación. Creo que hemos cumplido esa tarea, no porque no haya muertos ni detenidos, ni desaparecidos, pero creo que logramos hacer mínimamente ese acompañamiento”.

Probablemente, la decisión de irse de Cali fue ocasionada por la presión ejercida y las vidas en peligro que dejó el enfrentamiento en el sur de la ciudad. Sin embargo, como hemos observado, esa decisión política se tomó en el marco del cumplimiento de sus objetivos en la ciudad y apoyo a los jóvenes en los puntos de movilización. Ante cualquier pronóstico, a pesar de irse de la ciudad, los puntos de bloqueo se mantienen con jóvenes, organizaciones y la redes familiar-comunitarias de los barrios más vulnerables de la ciudad. ¿Por qué se mantienen? ¿No deberíamos ver más allá de la presencia de la Minga en la ciudad?

Los bloqueos se mantienen. ¿Cómo salir del callejón sin salida?

La posición que sostienen de manera espontánea las personas movilizadas en Cali en los puntos de bloqueo es mantenerlos para prolongar la presión y lograr otras reivindicaciones. A partir de un análisis realizado por el Instituto de Estudios Interculturales de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, encontramos puntos en los pliegos de exigencias relacionados con empleo, educación, justicia y reparación, economía y alimentación comunitaria, ambiente y territorio, vivienda, salud y participación. Todo lo anterior focalizado en la población joven de la ciudad, mujeres y comunidades étnicas.

Esta presión se hubiera podido evitar con dos decisiones. La primera, retirar con prontitud la reforma tributaria a la que incluso varios partidos políticos se habían opuesto. Y la segunda, evitar la respuesta militar. Allí nos quedamos como sociedad en un callejón sin salida: hay que dialogar para desbloquear o desbloquear para dialogar.

Ahora, hay un término medio en este dilema, y es garantizar un escenario de diálogo adecuado para salir del callejón sin salida en el que están los actores del conflicto. Claro, muchas preguntas surgen en este escenario: ¿es conveniente definir un rango de horario para avanzar en el diálogo sin represión? ¿Qué hemos aprendido de la larga trayectoria del país en diálogos de paz? ¿El gobierno entiende quiénes son los que están marchando y bloqueando? Esta última pregunta es compleja porque tenemos organizaciones relacionadas con el Comité de Paro, otras que no se sienten representados por este, y otro sector comunitario y barrial que consolida la Unión de Resistencias de Cali (URC). Hemos mapeado a más de 20 actores en un solo punto de bloqueo.  

Quedan muchas preguntas abiertas. Pero lo importante es destacar la presencia de los jóvenes en los puntos de bloqueo que hacen un llamado fundamental a cambios estructurales. Ese llamado debe convocar al resto de la sociedad y de los sectores populares, y ahí se entiende mejor la vigencia de la apuesta de la Minga por un diálogo de país sobre aspectos estructurales. La misma apuesta había propuesto desde el año 2019 y que aún no ha sido escuchada.

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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