A punta de palo de Uribe, Duque vuelve a las banderas del Centro Democrático

El paro que ha tenido que enfrentar el Gobierno de Iván Duque ha tensionado la relación con el Centro Democrático. Durante los últimos días su padrino, el expresidente Álvaro Uribe, ha sido vocal y público en sus molestias sobre el manejo de las manifestaciones que hoy cumplen 34 días.

 “Una de las cosas que le critico al Gobierno es que se olvidó de muchas cosas que propusimos”, dijo Uribe en una charla virtual con empresarios chilenos la semana pasada.

Las críticas de Uribe llegan en un momento difícil para ambos. En la última medición de Invamer, tanto Duque como Uribe tocaron sus puntos más altos de impopularidad. Especialmente el Gobierno, en una posición de debilidad extrema, necesita del apoyo de su partido.

Y en medio de los regaños del expresidente, Duque se ha alineado con las tesis de mano dura del uribismo para manejar la situación de seguridad del país y la negociación con el Comité del Paro. La orden de militarización de 21 zonas del país y la exigencia de continuar con los diálogos solo si se rechazan y se levantan los bloqueos, ha hecho que la chispa regrese a la relación.

De un matrimonio en crisis entre Duque y Uribe, ambos, según supo La Silla por varios miembros de la colectividad, han vuelto a hablar más seguido. Se trata de una relación de dependencia mutua. Duque los necesita para terminar su Gobierno manteniendo gobernabilidad, y la posición del uribismo en el 2022 depende de que Duque logre acotar el impacto político de la gestión más impopular desde que hay mediciones.

Por eso, hacia afuera Duque asume las posiciones abiertamente críticas de su mentor con “humildad”, y hacia adentro, según nos dijeron fuentes en el Gobierno, como parte de la necesidad del Centro Democrático de desmarcarse de su gestión impopular con miras a las elecciones del 2022.  

Las críticas

La semana pasada el expresidente Álvaro Uribe tuvo al menos dos salidas en las que cuestionó de frente el gobierno de Iván Duque.

La más pública fue en una entrevista para El Mundo que le concedió a la también columnista de Semana, Salud Hernández. Tuvo palabras duras. Por ejemplo, que consideraba que a Duque le había “faltado autoridad” para manejar el paro.

En líneas generales en esa entrevista Uribe dijo que el paro había durado tanto por la pobreza que agudizó la pandemia, por la fallida reforma tributaria que presentó Duque, y porque hay un “vandalismo orquestado” que “obedece a una consigna para imponer un resultado electoral el año entrante”.

También retomó el miedo al “castrochavismo” y la idea de que el régimen de Nicolás Maduro está apoyando los desmanes en Colombia. Además, reiteró su argumento de que las Fuerzas Armadas están “debilitadas” porque el Acuerdo de La Habana las puso “de igual a igual con el terrorismo”. 

La salida menos visible fue en un webinar privado convocado por LarrainVial, una compañía chilena que ofrece servicios financieros. Uribe fue invitado para hablar de la situación política de ese país, que está a punto de votar por una nueva Constitución Política.

Pero en su exposición de hora y media con empresarios chilenos Uribe se explayó en sus críticas a su pupilo político y dijo que:

— No entendió las banderas con las que fue elegido y que esperaba que retomara el camino. “La única manera de evitar los esquemas nacionales de odio de clases es con un gran avance a la empresa privada, al emprendimiento, y, simultáneamente, de las políticas sociales. Tal vez eso no nos lo entendió el Gobierno Duque, ojalá recapacite en el último año porque fue una propuesta fundamental de 2018”.

— No ha cumplido todo lo que prometió. “Pedimos bajar impuestos a empresas y mejorar condiciones a trabajadores, como la prima adicional y el Gobierno no lo dejó aprobar. En 2019 presentamos un proyecto programático bien importante, que el Gobierno ha cumplido algunos puntos sí, que se ha separado de otros, hay que reclamar que los cumplan”.

— Se quedó corto respondiendo a la pandemia. “¿Qué problemas hemos tenido? Tardanza en la vacunación”.
“Yo creo que el Gobierno tiene que acelerar soluciones, porque el Gobierno se quedó corto frente al tema de la pandemia”.

— Le ha faltado humildad en su explicación del paro. “¿Cuál es en mi concepto el error del Presidente Duque? Que a ese discurso que lo han estado por ahí reproduciendo, y que lo dio en inglés, le debió sumar el reconocimiento humilde a los factores de descontento como es crecimiento de la pobreza, reforma tributaria equivocada, y debió anunciar el compromiso de acelerar sin más tardanza estas soluciones sociales”.

Antes de hacer la mayoría de esas críticas, Uribe dijo que eran con “cariño” y “respeto” a Duque. Algo similar pasó en El Mundo. Después de criticar la falta de autoridad, aclaró que su comentario era “constructivo”.

Sin embargo, que esos pronunciamientos sean cada vez más directos y en escenarios públicos sí es una muestra de que la interlocución del uribismo con el Gobierno es diferente.

La vuelta de tuerca

Como contó La Silla, el descalabro de la tributaria dejó patente la grieta que empezó a crecer entre el uribismo y el Gobierno Duque desde que arrancó el mandato. Además de las diferencias por los nombramientos en los altos cargos del gobierno, dentro del uribismo se habían quejado durante todo el periodo de que hablar con Duque era muy difícil.

Incluso, dos congresistas nos relataron que el distanciamiento llegó hasta el punto de que en una reunión de bancada Uribe les dijo que a él tampoco le estaban contestando en Palacio.

Por eso, la molestia escaló a un nuevo nivel con la “súplica angustiosa” de Uribe a Duque, cuando el presidente decidió presentar la tributaria aun cuando le habían dicho que podía desencadenar un escenario como el que hoy está viviendo el país.

Como contamos, esa grieta no dio para que se concretara un divorcio. En su lugar, Uribe dio la directriz de rodear al Gobierno bajo la lógica de que sería más costoso dejarlo solo en estos momentos, que ayudarle a resolver el problema.

El efecto interno fue, tal y como contamos en esta historia, y como nos lo ratificaron cuatro congresistas en esta reportería, que la crisis sirvió para que la comunicación fuera más fluida.

Todas las fuentes coincidieron en decirnos que ha habido más llamadas entre los dos. Que Duque ha tenido una posición más receptiva, y que prueba de ello es la reunión personal que tuvieron el miércoles pasado en Medellín, que se extendió hasta la madrugada. El respaldo también lo evidenciaron en el apoyo del uribismo al gobierno en la fallida moción de censura que promovió la oposición contra el ministro de Defensa, Diego Molano.

Sin embargo, dos de esas fuentes también explicaron que aun cuando han avanzado en ese sentido, la sensación es que falta y que las críticas públicas le ponen más presión a Duque para responderle al partido.

“Lo que pasa es que sí se han mejorado las comunicaciones, pero ahora la percepción es que Duque oye pero no escucha. Entonces ponen a Uribe a decir todo lo que piensa con un tinto, y  luego hacen poco o nada. De esta manera pública se pone presión”, explicó a La Silla un directivo del Centro Democrático que pidió no ser citado.

Además, otras tres fuentes le dijeron a La Silla que volver públicos los reparos les envía un mensaje a las bases del partido en la previa de 2022.

“Estamos en un año electoral, el presidente Uribe está tratando de contener todo. Esta coyuntura actual le está dando en el corazón, como nadie lo ha hecho. La seguridad está entredicho, los empresarios se están desconectando del Gobierno, eso es algo muy grave”, le dijo a La Silla un congresista que nos pidió no ser citado para darnos detalles. “Esas críticas muestran que nosotros no avalamos todo lo que está pasando o cómo se está manejando”.

Todas las fuentes con las que hablamos entre congresistas y directivos nos aseguraron que la principal preocupación es la de la bandera de la seguridad porque es el corazón de la propuesta del partido.

“El Centro Democrático siente que Duque defraudó la principal promesa de valor del partido”, dijo a La Silla José Félix Lafaurie, directivo del partido.

El descontento de la labor de Duque dentro del partido y la expectativa por lo que pueda lograr también la dejó clara Uribe en el webinar con empresarios chilenos.

“Hace dos días le dije al partido, porque hay mucha desazón y hay desmayo, digámosle al presidente Duque que por favor confiemos que todavía haga estas reformas. Que por favor las haga”, aseguró el expresidente.

Por eso, la decisión de Duque de acercarse a la mano dura con su decreto para militarizar ciudades cayó como un bálsamo dentro del uribismo.

Duque usa la mano dura cercana al uribismo

En la entrevista publicada ayer por El País de España a Duque ––realizada ayer en la mañana––, el mandatario dijo que no le dolían las críticas de su partido y que “no me siento abandonado” por Uribe.

“En la vida he aprendido a mirar las cosas con optimismo y no dejarme distraer”, respondió. “Cuando hay críticas o elogios de personas cercanas, valoro las dos cosas con la misma humildad”, dijo el presidente. 

Dentro del Gobierno, la sensación es que Duque sí ha escuchado a su partido y a su jefe político, especialmente en los últimos días de la crisis. Así le dijeron a La Silla un alto funcionario de Duque y un asesor externo que conoce de la movida.

“Siento que a Duque le tocó aceptar algunas críticas (del uribismo) y de inmediato está tratando de retomar el rumbo”, nos dijo una de ellas.

Esa lógica tiene que ver con que ninguno tiene mucho margen de maniobra por sí solo.

En el lado de Duque, si el Centro Democrático tomara la decisión de independizarse de su Gobierno, quedaría en el peor de los mundos. Internamente porque sin su partido perdería la débil gobernabilidad que ha logrado, y hacia afuera porque se quedaría sin el respaldo del partido que lo llevó al poder.

En el lado del uribismo, dejar solo a Duque sería reconocer que llevaron al poder un Gobierno que desbarató todas las banderas que defienden. Un escenario que, aun con diferencias sustanciales, reeditaría lo que pasó con Juan Manuel Santos. Un alto costo para 2022.

Ha habido al menos dos muestras claras de que el Gobierno se ha ido por las tesis de mano dura del uribismo. La primera ocurrió el miércoles, tras la firma del polémico acuerdo entre el Gobierno, hecho por el viceministro de Interior, Juan Pablo Díazgranados; y el designado comisionado de Paz, Juan Camilo Restrepo, y el Comité del Paro de Buenaventura. 

Como contamos la idea original del acuerdo era que 10 civiles, miembros del paro, revisaran cuántos camiones entraban al puerto, pero no les daba el poder de revisar la carga de los camiones. Pero las críticas de Uribe y del jefe de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, fueron determinantes para tumbar ese acuerdo.

Ambos, con tonos similares, esbozaron la tesis de que los funcionarios de Duque le entregaron el control estatal al comité del paro allá. El Gobierno se echó para atrás, desautorizando a sus propios funcionarios, y el ministro de Interior, Daniel Palacios, llamó a Uribe para “calmarlo”. 

Así lo reconoció en una entrevista a RCN Radio el viernes. Palacios, jefe de Díazgranados, pero sobre todo, uribista 1A, tuvo que admitir que habló con su exjefe Álvaro Uribe para anunciarle que desautorizaría el acuerdo. “Para eso (el acuerdo) sí hablé con él (Uribe) como con otros actores políticos”, explicó. Eso sí, no respondió la pregunta sobre si había hecho la misma conversación con Vargas Lleras.

La otra muestra de que Duque se ha refugiado en la mano dura uribista durante la crisis fue el decreto expedido el viernes, al filo de la medianoche. Duque ordenó a alcaldes de 13 municipios del país y a los gobernadores de ocho departamentos usar la “asistencia militar”. O sea, militarizar sus regiones para desbloquear las vías.

Se trataba de la misma propuesta que estaba haciendo el uribismo paralelamente en un comunicado publicado el mismo viernes que Duque hizo los anuncios.

Este despliegue militar permite que en algunos casos –como Cali– se triplique el pie de fuerza. Y aunque dice que los mandatarios regionales deben cumplirlo, ha sido criticado por alcaldes como el de Popayán, Juan Carlos López; el de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas; o la de Bogotá, Claudia López, quienes han insistido y aplicado la concertación en sus regiones antes que el uso de la Fuerza Pública. 

Expertos como Rodrigo Uprimny, a su turno, han opinado que el decreto es inconstitucional (por cuatro razones que puede leer acá). 

El Centro Democrático, en cabeza de Uribe, celebró ese uso de la fuerza. En entrevista hoy con NTN24, el exmandatario dijo que esta movida de Duque “muestra un horizonte diferente, nosotros la aplaudimos”.

Algo similar dijo en Blu Radio: “Así como he expresado mis preocupaciones, aplaudo las decisiones que el presidente manifestó el viernes y hago votos para que esas decisiones se mantengan con toda la fortaleza”.

La alineación ideológica del presidente Duque con su partido casa además con la molestia expresada en las calles de un sector de la sociedad que está harto de los bloqueos. Arrancó en Cali con la marcha del silencio, hace dos semanas, y se mantuvo ayer en Bogotá, en Medellín y hoy en Bucaramanga con marchas similares.

Según la última medición de Invamer, el 89 por ciento de los consultados apoya el paro, pero al mismo tiempo un 61 por ciento apoya que cuando se presenten desmanes, las ciudades sean militarizadas. 

Esta renovada postura de mano dura de Duque choca directamente con la que tiene el Comité del Paro respecto a los bloqueos. Como contamos el domingo, la exigencia del Gobierno a que el Comité los rechace abiertamente es una de las razones por las cuales el diálogo en esa mesa no avanza. Y sobre la cual el mismo Duque ha sido enfático en que no va a ceder.

“Para construir acuerdos requerimos no solamente que haya un repudio categórico a los bloqueos, sino que se den instrucciones para levantarlos”, dijo en su entrevista a El País. “Si eso no ocurre, es muy difícil la negociación; el país no puede sentirse ni asfixiado ni secuestrado”. En ese pulso, el presidente cuenta con el apoyo irrestricto del uribismo.

Puede que eso le cueste en términos de capacidad para negociar una salida al paro. Pero, al menos en la óptica de Uribe, cualquier cosa distinta sería ceder ante el principal rival electoral del 2022. “No se puede ser indulgente con los sectores que comanda Petro y otros parecidos”, le dijo a los empresarios chilenos. “Puede haber un problema de rabia social, pero la estrategia del miedo no es suficiente. Por eso acá para nosotros lo fundamental es que Duque lidere esta acción social. Tiene muy poquito tiempo”.
 

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