Así se hizo zar de la contratación el confeso corrupto de la U. Distrital

Silla Cachaca

Wilman Muñoz Prieto.

Wilman Muñoz pasó de dar clase en la sede de Ciudad Bolívar a ser uno de los hombres fuertes de la contratación en esa universidad, un poder que usó para robar y para hacer política.

El principal protagonista del escándalo de corrupción en la Universidad Distrital que llevó a estudiantes de esa y otras universidades a hacer marchas masivas la semana pasada es Wilman Muñoz Prieto, un profesor que comenzó dando clase en Ciudad Bolívar y escaló hasta convertirse en uno de los hombres fuertes de la contratación en esa institución.

Muñoz presuntamente se robó 10.400 millones de pesos usando cuentas bancarias y tarjetas de crédito de la Universidad, en movidas que ya comenzó a confesar ante la Procuraduría y ya pidió pista para hacerlo en la Fiscalía. Además, implicó al rector Ricardo García, al que esta semana el Consejo Superior apartó del cargo por un mes mientras avanzan las investigaciones.

Ésta es la historia de cómo Muñoz se hizo poderoso, no sólo para sacar tajada para él y otros, como ya confesó, sino para hacer política dentro de la Universidad a lo largo de las administraciones de cuatro rectores.

La Silla Cachaca reconstruyó su historia tras hablar con siete fuentes que lo conocieron o que supieron de sus movidas y sus conexiones. La mayoría pidió hablar bajo reserva porque no quieren meterse en problemas en medio de la tensión en que anda la Distrital.

 

El origen de Muñoz

Wilman Muñoz es un ingeniero civil que llegó a trabajar como profesor de la Facultad Tecnológica de la Distrital, en Ciudad Bolívar, a comienzos de la década del 2000.

En ese entonces cada facultad se encargaba de conseguir sus propios proyectos de extensión, es decir: los contratos con entidades públicas o privadas que pudiera ejecutar para obtener ingresos adicionales a los del presupuesto que normalmente tenían. Eran contratos para que la facultad hiciera asesorías y consultorías a entidades externas, interventorías o cursos de educación no formal.

Muñoz comenzó a ser visible porque fue nombrado coordinador de la oficina de extensión de su facultad y "era muy buen gestor de proyectos”, le dijo a La Silla Cachaca una profesora que lo conoció en esa época. Sobre todo, obtenía interventorías de contratos de obras civiles, agregó otro profesor que enseñaba allá.

Con esa fama, el 27 de junio de 2012 el entonces rector Inocencio Bahamón (elegido en 2010), lo nombró director del Instituto de Extensión de la Universidad (Idexud), para que hiciera lo mismo, pero ahora para toda la Universidad (ver resolución de nombramiento).

Bahamón (sancionado después por el nombramiento irregular de un funcionario) es un declarado amigo de Samuel Arrieta, el exconcejal y exsenador egresado de la Distrital que se recuerda porque tenía la capacidad de poner y quitar rectores desde los 90 y que hoy vuelve a aspirar al Concejo por Cambio Radical.

Antes de ser concejal de Bogotá y senador de Convergencia Ciudadana y el PIN, Samuel Arrieta fue alumno a finales de los 80 y secretario general de la Distrital comenzando los 90. Conformó un grupo que le hizo contrapeso a quienes venían manejando internamente la universidad, y poco a poco fue adquiriendo poder con su incidencia entre los representantes de los profesores, alumnos e incluso del Gobierno Nacional en el Consejo Superior, lo que le permitía incidir en las designaciones de rector. También ganó poder burocrático. Como senador, a mediados de la década pasada, mantenía su injerencia, y aunque internamente se dice que "el arrietismo" está fragmentado y que el propio Arrieta ya no tiene tanto poder, quedan grupos herederos que han sido relacionados con escándalos de malos manejos en la Distrital. El último rector directamente vinculado a él, Roberto Vergara, estaba como encargado y salió en 2013 sin terminar su periodo, en medio de denuncias por presuntas irregularidades en la contratación de una sede en Bosa. Arrieta, que hasta el año pasado fue asesor legislativo del Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, hoy es de nuevo candidato al Concejo por Cambio Radical, impulsado por su ahijado político, el concejal verde Hosman Martínez, que también ha incidido en las movidas internas de la Distrital.

Por lo averiguado por La Silla, sin embargo, Bahamón no era una ficha de Arrieta y su llegada a la Rectoría se debió más a que “le prendió una vela a cada santo”, como nos dijo un profesor para explicar que fue elegido con el respaldo de varios grupos de poder dentro de la Distrital, no sólo del arrietismo.

Por eso, hasta donde pudimos conocer, el nombramiento de Muñoz en el Idexud no fue una movida del arrietismo, al que tradicionalmente se le ha achacado la corrupción en la Distrital. Arrieta, de hecho, nos insistió en que él no influía sobre Bahamón.

El caso es que fue en el Idexud que Muñoz robó y robó hasta que estalló el escándalo. Y para eso organizó primero muchas fichas.

La reforma que lo volvió poderoso

Bahamón como rector y Muñoz como director del Idexud idearon una reforma para fortalecer ese Instituto que el Consejo Superior aprobó en julio de 2013 y que, en resumidas cuentas, le dio a Muñoz la autonomía que a la postre le permitió robar como lo hizo.

(En esa época Gustavo Petro, como Alcalde, tenía asiento en el Consejo Superior por medio de su Secretario de Educación, Óscar Sánchez. Éste le dijo a La Silla Cachaca que no estuvo en la sesión del Consejo en la que se aprobó la reforma. “Seguro yo habría hecho muchas preguntas de haber estado en la sesión, pero no estaba y por eso presidió la delegada del Presidente de la República. Claramente se creó un boquete ahí y no nos percatamos”, agregó).

Una exfuncionaria del Idexud y un exrector de la Distrital le explicaron a La Silla Cachaca esos cambios.

Todo se resume en que Muñoz, como cabeza del Instituto, se volvió un superpoderoso de la contratación porque centralizó en él el manejo de los proyectos de extensión de toda la Universidad.

“Sin excepción, todo proyecto de extensión que se proponga celebrar la universidad deberá ser creado, codificado, identificado y ejecutado financiera y presupuestalmente por el Director del Idexud”, dice la reforma. Muñoz y el Rector definían qué proyectos y contratos se firmaban, y con quién, a lo que se suman detalles que le permitían a Muñoz un margen de maniobra muy grande:

Le dio el manejo de más plata: El director del Idexud pasó de poder firmar contratos de máximo 100 salarios mínimos (hoy equivalentes a 82,8 millones de pesos) a máximo de 2.000 salarios mínimos (1.656 millones de pesos de hoy). Es decir: le multiplicaron por 20 el tamaño de los contratos sobre el que tenía autonomía.

Le permitió crear cuentas bancarias (y tener tarjetas): La reforma le permitió a Muñoz crear cuentas bancarias independientes, las “necesarias (...) para el funcionamiento propio del Instituto y, en especial, para la ejecución de contratos, convenios y proyectos que adelante”.

Ese fue el hueco que aprovechó para desviar plata y hacer compras personales, que hace parte central del escándalo porque pagó viajes, ropa, accesorios de lujo y hasta mensualidades de Netflix con una tarjeta de crédito.

Justamente la reforma permitió al director del Idexud tener tarjetas de crédito, un cambio grande en el manejo de los recursos. “Antes de eso, en la Universidad había una tarjeta de crédito que mantenía bajo llave y sólo se usaba con autorización del Rector, que debía firmar una resolución para usarla”, nos dijo una exfuncionaria del Idexud.

Le permitió contratar profesores (y usar ese poder para hacer política): Esa reforma creó los Servicios Académicos Remunerados (SAR), una figura que permitió al Idexud contratar a profesores de la Universidad para que cumplieran labores en los contratos de extensión. Un profesor podía tener hasta dos SAR, aunque se permitía evaluar la posibilidad de darle más.

“Wilman se empodera dando contratos”, nos dijo un profesor que conoce las movidas en la Distrital y que se refiere a los SAR y a contratos de prestación de servicios para vincular gente al Idexud. 

Ese poder significaba capacidad de incidir en las elecciones internas, como la más reciente de representante de los egresados en la que, según una fuente que lo supo de primera mano, Muñoz invitó a votar por Carlos Fajardo, quien ganó y hoy aparece mencionado en sus declaraciones ante la Procuraduría como otro posible beneficiado de la red de corrupción.

 

Con esa reforma, Muñoz llevó al Idexud de ser una dependencia de una decena de funcionarios a convertirse, como nos dijo una exfuncionaria de ese, en “un búnker” de dos pisos en la sede central de la Distrital.

Y con esa concentración de poder, comenzó a sobrevivir a los constantes cambios de rectores que han caracterizado a la Universidad.

Bahamón, el que lo puso en el cargo, salió en 2013 en medio de ruidos por presunta corrupción en la construcción de la sede en Bosa. Lo reemplazó Roberto Vergara, ese sí ficha de Arrieta, pero con el impulso de la Alcaldía de Gustavo Petro también fue removido del cargo en 2015 por presunta corrupción.

Ahí quedó encargado Carlos Javier Mosquera, que no era ni de la cuerda de Arrieta ni de Bahamón y le daba más tranquilidad al gobierno de Petro.

Mosquera le dijo a La Silla Cachaca que lo mantuvo porque, “en lo visible, desde el Idexud se lograron cosas importantes como varias certificaciones de calidad del Icontec. Desafortunadamente, parece ser que había una cara oculta en la gestión de algunos proyectos”.

A finales de 2017 llegó Ricardo García, que mantuvo a Muñoz en el Idexud hasta que en febrero de 2019 lo denunció por los evidentes malos manejos que estaba haciendo de la plata.

La conexión de Muñoz con el rector García

A diferencia de sus antecesores, García llegó al cargo como rector en propiedad y no en un encargo, con un periodo de cuatro años por delante, por lo que tenía sentido que para poner en marcha sus planes pusiera en cargos clave a gente de su confianza.

Muñoz no era de su cuerda, y La Silla Cachaca no logró establecer la razón por la que García lo mantuvo más de un año en ese cargo. La clave parece estar en su campaña para la Rectoría, aunque hay muchos cabos sueltos.

El propio Muñoz le dijo a la Procuraduría, según reveló Noticias Uno, que parte de los gastos irregulares que le achacan los hizo para costear esa campaña. Entre eso hubo, según él, “reuniones, fiestas y celebración de cumpleaños”.

García lo ha negado diciendo que el proceso fue meritocrático. Sin embargo, también incluyó una consulta a estudiantes, profesores, egresados y empleados, elecciones que en la Distrital suelen ser como cualquiera otra para un cargo de elección popular: campañas para cautivar votos, guerra sucia, publicidad o uso de bases de datos. Ganar votos allá depende mucho de la habilidad de los candidatos y, en buena medida, de qué grupos los apoyen.

Ninguna fuente le confirmó a La Silla Cachaca que Muñoz hubiera movido plata para la campaña de García, pero un profesor que conoce a los grupos internos de la Universidad nos dijo que desde hace un tiempo (no dijo exactamente cuánto) Muñoz se volvió cercano al grupo de profesores del que provenía el Rector.

Ese grupo se llama Comunidad Universitaria de Integración Democrática (Cuide), creado a comienzos de los 2000 con la idea de enfrentar la herencia de corrupción que le achacaban al exconcejal Samuel Arrieta y sus herederos en la Distrital.

En todo caso, la cercanía entre el Rector y el Director del Idexud quedó en evidencia, al menos parcialmente, con la confesión que ambos hicieron en la Procuraduría de que fueron juntos a un prostíbulo.

Establecimos, eso sí, que la campaña de García hizo muchas reuniones de profesores (entre quienes ganó la consulta), y el principal organizador fue el profesor José Manuel Flórez, un incondicional del Rector que, según una fuente directiva y un profesor que tienen cómo saberlo, terminó siendo tan influyente que actuaba como un “rector en la sombra” porque incidía sobre decisiones cruciales como la contratación.

Flórez (cuyo celular sonó apagado cuando lo llamamos) es importante porque a él también lo mencionó Muñoz en la Procuraduría como partícipe de las irregularidades, igual que al profesor Eladio Rey, otro integrante del círculo de García.

Tanto Flórez como Rey ayudaron a fundar el grupo Cuide, del que proviene el Rector.

“Ellos eran los moralistas, los que le achacaban todo lo que pasaba en la Universidad a Samuel Arrieta”, nos dijo un allegado a este exconcejal.

Muñoz, en todo caso, promete hundir a mucha más gente y ya nombró a otros profesores, exrectores y contratistas que harían parte de esta trama corrupta.

Lo paradójico es que, mientras todo se esclarece, puso en el ojo del huracán por presunta corrupción a un rector y su círculo que llegaron como un golpe a la herencia corrupta de la Distrital. Todo indica que no se va a hundir solo.

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