Codensa se acabará, pero el acuerdo entre Enel y el GEB trae plata a Bogotá

Codensa se acabará, pero el acuerdo entre Enel y el GEB trae plata a Bogotá

El próximo lunes, la Asamblea de accionistas del Grupo Energía de Bogotá (GEB) y la de Enel Américas decidirán si aprueba o no el acuerdo al que llegaron ambas compañías para componer un matrimonio empresarial que desde 2016 viene en crisis.

 

La boda de estas dos empresas se ofició en 1997, cuando la entonces Empresa de Energía de Bogotá buscó un socio extranjero para evitar la quiebra. En ese entonces se alió con la española Endesa, que después de varias transacciones y movidas corporativas fue reemplazada por Enel, un gigante que ocupa el tercer lugar entre las empresas más grandes del sector eléctrico en el mundo.

El matrimonio hoy tiene dos hijos: Enel-Codensa, que es la empresa que hoy maneja la electricidad en Bogotá y a la que le pagan los habitantes de la ciudad el servicio de la luz; y Enel-Emgesa, que genera electricidad con proyectos como las hidroeléctricas de Betania y Quimbo, en el Huila.

Pero desde 2016 la sociedad venía en crisis. El Grupo, cuyo socio mayoritario es el Distrito de Bogotá, se quejó de que Enel le estaba siendo infiel al abrir una nueva compañía, Enel Green Power, para atender todo el negocio de energías renovables por su cuenta. Además, que no estaba repartiendo bien las ganancias de Emgesa y Codensa, y que estaba tomando decisiones no por el bien de las compañías en común, sino por el beneficio propio. 

El pleito llegó en 2018 a un tribunal de arbitramento. En medios, la gerente de GEB en la Administración de Enrique Peñalosa, Astrid Álvarez, y el gerente de Enel, Lucio Rubio, se echaban pullas. Y mientras tanto el GEB, estaba quedándose por fuera de uno de los negocios más prometedores que hay en este momento en Colombia: el de las energías renovables. 

Cuando llegó Claudia López a la alcaldía, una de sus instrucciones a la nueva junta directiva fue la solucionar este conflicto por las buenas.

La nueva junta acordó con la presidenta del GEB, Astrid Álvarez, quien lideró la batalla jurídica con Enel, su salida de la presidencia, y nombró en su reemplazo a Juan Ricardo Ortega. Ortega es economista de la Universidad de los Andes, fue director de la Dian y asesoró a López en temas económicos en la campaña.

Y nombró un comité conformado por el mismo Ortega, la entonces presidenta de la Junta Directiva, Martha Veleño  y Luis Javier Castro, también miembro de junta. De Enel, al frente de la negociación estuvieron el gerente de Enel Américas, Mauricio Bezzecheri y el representante de la empresa en Colombia, Lucio Rubio.

Incluso hubo una reunión entre López y Bezzecheri para limar asperezas.

En una respuesta que nos envió Enel, a través de su oficina de prensa, voceros de la empresa dijeron a La Silla que la clave para llegar a un acuerdo es que encontraron una visión conjunta basada en el negocio de las renovables.

De esos encuentros, según dos fuentes que lo saben de primera mano, quedaron dos cosas claras: El Grupo tenía más que ganar reconciliándose con Enel que divorciándose, y Enel sabía que dado sus intereses en Colombia y Bogotá era mejor tener al Distrito como aliado que como enemigo.

Y con esto en mente llegaron a un acuerdo el 29 de enero de este año, menos de un mes después de la llegada de López a la Alcaldía. El documento, al que tuvo acceso La Silla Vacía, fue firmado por Ortega, Bezzecheri y Rubio. Solo lo anunciaron ayer, porque aún hacía falta que las juntas directivas de las respectivas empresas lo aprobaran por unanimidad.

Y aún así, no está vigente todavía. Debe aprobarlo la Asamblea de Accionistas del Grupo y de Enel Américas, pero revela los detalles de cómo dos de los principales actores del mercado de energía en Colombia hicieron las paces. 

El camino de su ratificación tampoco está del todo despejado. Pueden surgir obstáculos, como la solicitud del Concejo de Bogotá de que no lo aprueben hasta que no pase por esta corporación. Algo que según los abogados del Grupo no es obligación legal.

Pero de lo que existe, estos son los puntos que ganaría y perdería la empresa que es considerada la joya de la corona de los bogotanos:

1. GEB tendrá menos participación accionaria pero el mismo poder de decisión

El gran pacto al que llegaron GEB y Enel es que en lugar de tener dos compañías tendrán ahora una más grande.

Es decir: Emgesa (la que genera energía) absorbería a Codensa. Pero, además, absorbería a Enel Green Power, que es la empresa de energías renovables que creó Enel sin el Grupo. Además, entrarían una compañía más de Enel, Essa, que tiene centrales eléctricas en Panamá, Costa Rica y Guatemala y su sede, en Chile.

En la nueva empresa el GEB tendrá una participación de 42,5 por ciento y el resto, 57,5 por ciento, lo tendrá Enel. Es decir, los italianos serán la parte mayoritaria y controlante. Hoy, en Emgesa y Codensa el GEB tiene 51 por ciento de las acciones, por lo que en la nueva empresa, en general, tendrá menos acciones.

Esto tiene un efecto en materia de dividendos. Es decir, cuando la empresa reparta las utilidades entre sus socios al Grupo no le tocará un 51 por ciento, sino un 42,5 por ciento de las utilidades.

Pero no tiene un efecto en el poder de decisión del GEB en la junta de la nueva empresa. Esto porque aunque hoy tenga un 51 por ciento de acciones, si se le restan las acciones preferenciales (que no tienen derecho a voto) hoy la participación del GEB en Codensa y Emgesa es de 43,5 y 42,8 por ciento respectivamente. Es decir, en la nueva empresa tendrá los mismos votos que tiene hoy.

En términos de plata el cambio promete ser positivo para el GEB. La nueva empresa será más grande que Emgesa y Codensa juntas, tendrá un 55 por ciento más de megavatios de energía instalados, un valor patrimonial de 5,5 billones de pesos más y operaciones en cinco países.

2. Se va la marca Codensa. Los bogotanos le pagarán a Enel Colombia.

La nueva empresa que fusiona a Codensa y Emgesa se llamará ahora Enel Colombia. En cuanto al nombre ganan los italianos. Enel viene de “Ente nazionale per l'energia elettrica”, el nombre que recuerda el pasado estatal de la compañía, que desde 1996 es privada, aunque aún tiene una participación minoritaria del Gobierno italiano. 

Este era uno de los puntos de la pelea. El GEB le reclamaba a Enel que hubiera cambiado el nombre de Codensa y Emgesa, que habían identificado a las compañías por 20 años, a Enel-Codensa y Enel-Emgesa respectivamente. Eso lo han visto los usuarios que pagan un recibo de la luz que ahora viene con el logo de Enel.

En un documento enviado por el GEB a los medios, el año pasado, calificaron esto como un acto unilateral, en el que se privilegiaba la marca de y el posicionamiento de la italiana, usando recursos de las dos compañías. Un cambio que no les habían consultado.

Ahora, en el acuerdo ambas partes pactaron en que la nueva empresa que englobe a Codensa y Emgesa (y a las otras dos compañías) se llamará Enel Colombia ESP. 

Probablemente, de firmarse el acuerdo, habrá también un cambio de diseño en la marca.

No obstante, Enel reconoció en el acuerdo que debía pagarle al Grupo Energía de Bogotá por lo que invirtió en cambiar las marcas de Codensa y Emgesa, sin contar con la aprobación de su socio el GEB. 

Por esto, le pagará 4.846 millones de pesos al GEB, y lo hará en acciones. En total son 23.397 las acciones que le transferirá Enel al GEB en compensación. Este era uno de los puntos que peleaba el Grupo en el tribunal.

3. Al fin el GEB entrará en el negocio de los renovables, y lo hará internacionalmente

Como contamos en esta historia, uno de los problemas de que el GEB estuviera peleado con su socio era que no podía crecer en el negocio de energías renovables. Ese costo de oportunidad se vio reflejado en que el GEB quedó por fuera de las subastas eléctricas de renovables a las que el Gobierno de Duque les metió el acelerador.

En su momento, fuentes del equipo jurídico de GEB dijeron a La Silla que como su queja al tribunal de arbitramento era que Enel no podría ir sin ellos en el negocio de renovables, si participaban en estas subastas solos, como grupo, debilitaban su argumento.

Ahora el Grupo será dueño también de Enel Green Power, que en Colombia tiene una de las plantas de energía solar más grandes del país en el Paso, Cesar. Además, gana participación en sus operaciones en Panamá (donde tiene 10 centrales hidroeléctricas y solares), Guatemala (5 hidroeléctricas), y Costa Rica (3 centrales hidroeléctricas).

Todas con proyección de crecimiento, que le agregarán, de entrada, unos 5,5 billones de pesos en valor patrimonial a la sociedad.

El Grupo tendrá también un asiento con voz, pero sin voto, en las juntas directivas de las filiales que se creen de la nueva Enel Colombia. Y, en el acuerdo, incluyeron una cláusula que obliga a Enel a que ponga al servicio de la nueva empresa las tecnologías a las que tiene acceso, por ser uno de los actores mundiales más grandes del mercado. 

Este es uno de los puntos que más generó interés entre inversionistas de bolsa, donde el GEB juega como compañía pública. Según señaló la analista de la firma Acciones y Valores, Laura López, además de que la incertidumbre por el pleito jurídico estaba lastimando a la compañía, la perspectiva de que el Grupo pueda entrar al negocio internacional de las renovables la hace interesante. 

Ayer en la bolsa la acción del Grupo Energía de Bogotá se cotizó al alza en 2,4 por ciento en un día marcado por números rojos.

4. El Distrito tendrá más voz en la nueva Enel y una inyección de plata

El otro conflicto que parecía irreconciliable entre Enel y el GEB era el de los dividendos.

Resulta que entre 1997 y 2015 Enel distribuía el 100 por ciento de los dividendos entre sus accionistas. Pero por un cambio corporativo en las políticas de la casa matriz de Enel, en Italia, empezaron a distribuir solo un 70 por ciento de los dividendos de Enel-Emgesa y Enel-Codensa.

El argumento de Enel era que tener una reserva de plata, de esos dividendos era una buena política corporativa, para tener una reserva. Pero el GEB argumentaba que esto violaba el acuerdo y que la italiana le estaba debiendo 632 mil millones de pesos, por dividendos no pagados entre 2016 y 2019.

Para sellar el pacto, Enel se comprometió a pagar 1 billón de pesos de los dividendos adeudados a la fecha. Que el 65,7 por ciento de esa plata le entrará directamente al Distrito, plata que no está comprometida y puede destinar totalmente a inversión.

El otro beneficio económico que eventualmente recibirá el distrito, es que (según los cálculos del Grupo) con los activos nuevos que recibirá, y la expectativa de rentabilidad que tienen en esos negocios, el GEB puede recibir  $ 185.000 millones de pesos anuales más de dividendo. 

Pero el problema de fondo, detrás de ese conflicto de dividendos, era que como Enel era controlante de Codensa y Emgesa, tomó decisiones corporativas en línea con su casa matriz, sin tener en cuenta la visión del GEB. Y para eso también incluyeron en el acuerdo unas reglas que les permite tener más influencia en las decisiones de la nueva junta.

Por ejemplo, si se lleva a la junta de la Enel Colombia, la nueva empresa, una opción de un nuevo negocio, y ningún miembro de la junta en representación del GEB da su visto bueno, el negocio no va. Lo mismo pasa si el Grupo lleva un negocio y los miembros de la junta de Enel no aprueban. Y en ese caso, se permitiría que la empresa rechazada en junta desarrolle el nuevo negocio por su cuenta.

Y además incluye una cláusula que obliga a Enel Colombia a “crear mecanismos de diálogo abierto, transparente y participativo con la Alcaldía Mayor” de Bogotá para coordinar soluciones a los usuarios en temas eléctricos y energéticos.

De acuerdo con la presentación publicada por el GEB en la Superintendencia Financiera, la expectativa es que la nueva empresa permita a la ciudad avanzar en temas como alumbrado inteligente, estaciones de recarga de bicicletas, proyectos de gestión de tráfico, de generación de energía en hogares y edificios públicos, entre otros.

Aunque la cláusula es un poco gaseosa, en general, que se componga la relación entre Enel y el GEB le puede traer réditos a la alcaldesa, Claudia López, a la hora de mostrar su gestión.

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