El Presidente se ha convertido en un obstáculo

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Duque pareciera que no gobierna desde hace rato, es más, en realidad, nadie supone que haya asumido el mando alguna vez. Ese Presidente débil hoy no es apoyado siquiera por su propio partido.

Se completa casi un mes de movilizaciones masivas, tensión social, vandalismo, violencia y graves afectaciones a la movilidad y  a la economía del país sin que el Presidente haya logrado reducir, ni un ápice, las causas, ni las consecuencias de esos acontecimientos, al contrario, muchas de sus actitudes los agravan. La última, que no será la última, fue la publicación de una serie de videos en que, lleno de rabia, descalifica a quienes protestan.

Esas piezas comunicativas, porque son varias, seguramente atizarán la hoguera en vez de amainarla que sería lo que se debería hacer.

Otra vez, como siempre ocurre, los actos del presidente todos se los atribuiremos a otros. Se asume que Iván Duque es poco responsable de lo que ocurre y que más bien tiene un carácter dúctil que lo hace influenciable. Estos videos serán culpa de Luigi Echeverri, un asesor irresponsable e incendiario al que Duque acude cuando se siente acorralado.

La reforma tributaria se la atribuimos a Carrasquilla, como si no hubiera Presidente, quien es el que finalmente toma las decisiones.

La estigmatización de los manifestantes se la endilgamos al Ministro de Defensa. Hay una extraña sensación de ausencia presidencial en un país tan acostumbrado a girar en torno de la figura del primer mandatario.

Duque pareciera que no gobierna desde hace rato, es más, en realidad, nadie supone que haya asumido el mando alguna vez. Por eso la periodista Angela Patricia Janiot no pudo resistir a la tentación de preguntarle si se sentía así, como lo ven la mayoría de los colombianos, como una persona manejada por otras.

En estos días de crisis, los pocos que aún lo apoyan, tienen con él una actitud condescendiente, casi paternal. Criticaron a Janiot por haberle hecho la pregunta como cuando alguien le habla mal a un niño.

Las marchas, que han sido multitudinarias y sobre todo dispersas en centenares de municipios, dirigen sus arengas contra Uribe, al que acusan de todos los males y solo en una de ellas mencionan a Duque, justamente para descalificarlo como actor e interlocutor.

Ese Presidente débil hoy no es apoyado siquiera por su propio partido, que lo percibe como una carga de la que no sabe como librarse ahora que se acercan las elecciones, cuando la gente le puede cobrar la incapacidad del gobierno.

El ex Presidente Uribe, lo protege del exterior como se hace con un hijo que genera dificultades a la familia, pero es consciente que en cualquier momento la carga puede resultar insoportable y por eso le pidió a la Vicepresidenta que sacrificara su candidatura y se mantuviera en la reserva por si había que echar mano.

Por petición de Echeverri, los gremios económicos resolvieron escribir una carta a organismos internacionales para denunciar ante el mundo que el gobierno de Colombia ha sido superado por los hechos y les piden entonces intervenir. Tal vez el asesor presidencial, ni los voceros gremiales, se percataron que ese reconocimiento de estado fallido le hacía más daño que favor a Duque.

Duque no toma una decisión, no consigue acordar nada con nadie, no cambia los ministros y cuando habla no transmite determinación, autoridad, empatía ni tranquilidad, todo lo contrario, sus declaraciones generan desasosiego por su evidente desconexión con la ciudadanía, la distorsionada comprensión que tiene de la realidad y su incapacidad para corregir, siquiera medianamente el rumbo.

Ha decidido, por recomendación de alguien, porque tampoco debe ser idea suya, que la responsabilidad de preservar el orden público es de los alcaldes y los gobernadores y la señora Procuradora aceptó ser vocera de esa idea de que el Presidente elude asumir los deberes que le impone el artículo 189 de la Constitución.

Las vías del sur occidente colombiano están bloqueadas hace más de tres semanas y el gobierno que preside Duque no logra ni correr unos árboles que algunas personas atravesaron para impedir el tránsito de vehículos. No hay combustible, escasean los alimentos e incluso los medicamentos y el Presidente sigue creyendo, como lo dice en los videos que la Presidencia publicó después de que se filtraran, que todo se explica por la decisión anunciada de Gustavo Petro de ejercer una oposición basada en la movilización ciudadana y percibe a los centenares de miles de jóvenes que protestan como la mayoría de los colombianos lo perciben a él: como un persona de carácter débil que hace lo que otro le indican.

La virtud que le reconocíamos la mayoría de los colombianos, su control emocional, parece finalmente haberla perdido según lo revelan los videos difundidos anoche.

La gestión de una crisis de semejante magnitud requiere de un conductor con capacidad de liderazgo que Duque ha demostrado con creces no tener.

Los regímenes presidenciales, como el colombiano, tienen la enorme dificultad de que no facilitan las salidas institucionales. Si estuviésemos en un régimen parlamentario ya el jefe de gobierno habría tenido que dejar su cargo y se hubiera hecho a través de una moción de censura, que, en este caso, incluso su propio partido hubiera agradecido.

En Colombia la estabilidad del gobierno es muy valorada, entre otras, como lo señaló el ex ministro Rafael Pardo, porque el combate a la guerrilla obliga a querer mantener un Presidente fuerte y cualquier debilidad en ese punto se percibe como una ventaja contra el enemigo. Queda el camino que mencionó el ex Presidente César Gaviria el de una recomposición del gabinete, que Duque ha resuelto hacer a cuenta gotas, sin impacto político suficiente para amainar la crisis.

Ante la falta de liderazgo presidencial se ha generado una proliferación de iniciativas de múltiples y dispersos actores que todos, angustiados, buscan qué pueden aportar, qué idea proponer, qué diálogo provocar, todas las cuales sucumben ante la realidad de que las posibilidades de negociar y de ejercer legítimamente la fuerza están en manos de un Gobierno presidido por un Presidente ensimismado.

Quien debería conducir la solución del problema, que él mismo creó, se ha convertido en el principal factor de bloqueo de las salidas.

Pareciera que está página solo va a pasarse cuando termine el gobierno de Duque, si es el 7 de agosto del 2022 será entonces.

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