Durante el fin de semana, la política estuvo movida. Álvaro Uribe sacó nuevas orientaciones para el Centro Democrático; Sergio Fajardo le echó pullas a Gustavo Petro; y Petro tuvo que dar explicaciones sobre sus votos en blanco del pasado. Y es que cerrado ‘oficialmente’ el paro —aunque quedan bloqueos en Bogotá y Cali— el estallido social de mayo comienza a enmarcar la siguiente etapa de la campaña presidencial para el 2022.
Fajardo sobrevivió, Fico se diferenció y Petro no aprovechó el paro
Petro lo desaprovechó
Petro tenía todo para ganar con el estallido social, porque —según encuestas como la Invamer Poll— es quien más está asociado con las reivindicaciones de un paro que contaba con el 95 por ciento de respaldo de los colombianos.
“Sin embargo, tiene el handicap de haberse pronunciado muy tarde en contra de la violencia hacia la Fuerza Pública y contra los bloqueos. En vez de consolidar la imagen que él procura construir de estadista (con sus alocuciones, etc.), quedó un poco desdibujado al final como 'tibio'”, dice el profesor Gómez.
Petro mantuvo un juego de equilibrismo durante el paro entre respaldarlo y a la vez intentar evitar que se asociara su figura con los bloqueos y los hechos vandálicos. Y esa doble apuesta le costó en términos de coherencia.
Como contó La Silla, algunos de sus análisis políticos cambiaron radicalmente en un mes.
El 26 de abril, por ejemplo, en la víspera de las marchas, Petro dijo que había que demostrarle al Gobierno “que el paro puede ser indefinido”. El 27 de junio, en cambio, dijo que es el Gobierno quien “quiere prolongar el paro e incendiar el país con violencia porque cree que así ganará las elecciones”.
Su dificultad para enviar un mensaje unificado también se vio reflejado en el discurso de sus aliados: mientras Petro decía que el enfrentamiento de manifestantes con la Fuerza Pública era una trampa, y invitaba a abrazar a la Policía, uno de sus principales aliados, el senador Gustavo Bolívar, lideraba una colecta para comprar equipos para la primera línea, los grupos de jóvenes organizados, con escudos y cascos, para enfrentar las avanzadas del Esmad.
Esta ambigüedad responde a una realidad política: Petro tiene un techo que lo obliga a moverse hacia el centro-izquierda si quiere pasar a la segunda vuelta. Esa intención de conquistar esa franja lo mostró en un debate que organizó con Roy Barreras en el hotel de Sarmiento Angulo, un estreno del Pacto Histórico con el santismo.
Además, para no correr con los costos de la violencia asociada a las protestas, Petro evitó ponerse al frente de ellas en una serie de ‘alocuciones’ tipo Presidente. Pero en redes, en cambio, le dio mucha difusión a denuncias de abuso policial, equiparó al gobierno Duque con una dictadura y difundió información falsa.
Con ese doble discurso, desaprovechó ser catapultado por el estallido social y asustó a la gente de derecha, y en particular a muchos empresarios que aterrados con su retórica antiempresarial han comenzado a buscar a los precandidatos de centro.
Fajardo sobrevivió
A diferencia de Petro, Sergio Fajardo tenía todo para perder con el estallido social. Como dice alguien que lo conoce “suele actuar como si estuviera gobernando y no en campaña” y en la última campaña demostró pocos reflejos para reaccionar a la coyuntura.
Esta vez, por el contrario, la Coalición de la Esperanza sobrevivió el paro después de haberse opuesto inicialmente a las manifestaciones con el argumento de evitar esparcir el covid. Luego se dio visibilidad y agilizó decisiones, comenzando por reunirse con Duque y separarse de la Alianza Verde mientras ellos deciden si se van con Petro o se quedan en el centro.
Los de la Coalición reconocieron que era un estallido social, fueron muy críticos del Gobierno pero también de los bloqueos, sacaron un listado de líderes de opinión que los apoyan, fueron los primeros de la oposición en reunirse con Duque para plantearle alternativas. Mostraron que estaban en la jugada.
“Fajardo tiene a su favor haberse pronunciado a favor de las demandas de la gente, haberse portado como un 'gentleman' reconociendo el liderazgo de Petro y haberse opuesto a los bloqueos —dice Gómez— Su handicap es la falta de tracción que tienen sus propuestas acerca de la coyuntura inmediata y el carácter vaporoso de su retórica anti-extremista”.
Fajardo y los demás precandidatos del centro son los que tienen más espacio para crecer pues como lo muestra el Latinobarómetro, la mayoría se identifican con el centro. Además, aunque con el paro, la reactivación económica se ha convertido en la principal preocupación de los colombianos la corrupción sigue siendo una prioridad. Solo que, por ahora, como contó La Silla el día del lanzamiento de la Coalición de la Esperanza, su propuesta entusiasma muy poco.
Los que se desmarcaron de Uribe
Y por último, están los candidatos de la centro-derecha. Durante el paro, mientras los precandidatos uribistas rechazaron al unísono tanto las movilizaciones como los bloqueos, la única voz que realmente contó fue la de Uribe. De ese grupo, sin embargo, se apartaron principalmente Federico Gutiérrez, que es una figura fresca en la derecha y cuya voz se oyó, y Enrique Peñalosa, que por estar menos interesado en ganar que en opinar, fue muy crítico de Petro y comienza a existir en el centro.
Germán Vargas Lleras fue un duro crítico de los bloqueos y de las movilizaciones en general, y en los círculos de poder cada vez es más frecuente su nombre como la figura que podría devolver la “autoridad”. Sin embargo, por ahora —según le han escuchado personas cercanas— él cree que es inelegible después de su debacle en 2018 y quiere jugar más el papel del que inclina la balanza al final y ayuda a poner al ganador.
En todo caso, como dice la consultoría Speak, “el escenario de protesta social generó un ambiente de alta incertidumbre frente a la disputa política a la Presidencia”. Y todo dependerá de cómo capitalicen los candidatos los efectos de mediano plazo del paro.
En particular dos. El primero, tiene que ver en la agenda de la campaña pues habrá una disputa por quién enarbola mejor los temas de la calle: la matrícula cero, la renta básica y la reforma a la Policía para enfrentar la brutalidad policial.
Y el segundo, el desenlace de las manifestaciones en los “puntos de resistencia” en portales como el de las Américas o el de Suba en Bogotá o Puerto Rellena en Cali, que se han vuelto unas papas calientes para los respectivos alcaldes de la Alianza Verde.
La de Cali porque la capital del Valle se ha convertido en la línea de fractura más evidente entre la izquierda y la derecha en Colombia. Y Bogotá, porque el tema de seguridad es uno de los campos en los que la centro-izquierda todavía tiene que demostrar cuál es su propuesta y qué tan efectiva es.
El escenario, entonces, está abierto. Pero después de las semanas más intensas de protesta social en el país desde que tengamos memoria, el paro en la política aún no deja un gran ganador.