Zaperoco, el templo de la salsa caleño, cerró definitivamente. Las medidas de la Alcaldía para el sector que puso a Cali en el mapa de la cultura global aún no se han radicado en el Concejo.
La Cali rumbera y cultural agoniza esperando las promesas de Ospina
Foto: Facebook Mamut Bar
Tras la declaración de toque de queda desde las 8 de la noche por parte del alcalde de Cali Jorge Iván Ospina, el gremio nocturno de la ciudad sacó a la vía pública las mesas vacías para protestar por la medida decretada este lunes.
Dos semanas antes de esto, artistas y gestores culturales de la ciudad marcharon desde el centro cultural de Cali hasta la Alcaldía. Según ellos, el monto de una convocatoria de estímulos de la administración es muy baja, pues equivale al 10 por ciento del presupuesto de Medellín para el mismo fin.
Los dos sectores que protestaron son importantes porque han forjado la identidad cultural de Cali. Tanto que en 2019 Cali fue escogida como destino cultural de suramérica por los World Travel Awards, considerados los ‘Óscar del turismo’. Un año después fue elegida como el mejor destino turístico emergente y nominada como mejor destino cultural y deportivo de latinoamérica.
Pero tras un año de lidiar con el covid, y en medio del tercer pico de la pandemia, nueve personas de estos sectores con los que habló La Silla— gestores culturales, administradores de establecimientos nocturnos y representantes de gremios comerciales— aseguran que las medidas de la Alcaldía han sido tardías e insuficientes.
Tanto que entre las víctimas de esta pandemia, además de los 4126 caleños que han muerto de covid, ya se cuentan algunos de los íconos culturales de la ciudad.
La agonía del sector nocturno
Ayer, Zaperoco Bar, considerado como el templo de la salsa en Cali, cerró sus puertas de forma definitiva.
La capital mundial de la salsa, como es conocida Cali, perdió uno de los establecimientos más representativos de la cultura caleña que durante 27 años promovió la música en vivo y dinamizó el sector cultural y musical. Pero que, con la caja en ceros y con gastos de entre 5 y 6 millones de pesos mensuales, fue insostenible.
Zaperoco se suma a Mamut, otra salsoteca que se apagó en febrero. Ambas formaban parte de los 1245 establecimientos nocturnos registrados en Cali hasta diciembre de 2019. Y hoy se suman a las cifras que estiman que cerca del 50 por ciento de estos ya ha cerrado de forma definitiva, lo que ha significado una pérdida aproximada de 12 mil empleos directos.
El golpe para el sector nocturno ha sido fuerte no solo por las medidas de distanciamiento, las restricciones de aforo en los comercios y los toques de queda. Como explica Manuel Pineda, presidente de Asobares en el Valle del Cauca, el que estas medidas no sean anunciadas con tiempo ha generado más daños.
“Vuelven y nos cogen fuera de base, quedamos con todo preparado, todo comprado. Con esto se genera más quiebra del sector”. Un anuncio previo, según Pineda, le permitiría a los comerciantes cancelar o reducir sus pedidos a proveedores, prepararse para días sin flujo de caja o repensarse los eventos y actividades agendados.
Según Alejandro Vásquez, presidente de la Asociación de establecimientos nocturnos de Cali (Asonod), “Hay un nivel de incertidumbre enorme” porque de un momento para otro el Alcalde decreta toque de queda y ley seca, y hasta los compromisos con la administración quedan en el olvido.
Un ejemplo de esto es que en un año de pandemia van tres pactos de reactivación económica firmados con la Alcaldía: el primero fue el pacto para la realización de los pilotos de agualeulos, en septiembre, una idea de rumba sana sin licor que no representó ganancias reales para discotecas y salsotecas.
Luego uno en enero tras una protesta del gremio por los constantes toques de queda debido al segundo pico de la pandemia. En ese momento, la Alcaldía se comprometió a ejercicios continuos de reactivación, auxilios financieros en subsidios y financiación de espacios culturales en los mismos comercios, por nombrar algunos de los puntos con mayor impacto en el sector.
El pacto más reciente, fue el del pasado 26 de marzo que contó con la asistencia de la gobernación y el gobierno nacional y consistió en una firma para reactivar económicamente a Cali. Justo diez días antes de que las medidas más duras volvieran.
Aunque Pineda reconoce que las medidas restrictivas vienen del Gobierno Nacional y la Alcaldía debe acatarlas, sí espera que sea esta última la que ayude a solventar la crisis del sector. Algo que en un año de pandemia no ha pasado.
Y la indignación por las medidas y la falta de ayuda va creciendo. No sólo en el sector de la noche, sino también en el gastronómico que a 31 de marzo y según el Sistema de Información Estadístico Nacional de Gastronomía, dejó de percibir 95 mil millones de pesos en ventas de este sector en Cali que no podrán recuperarse.
Las esperanzas están principalmente en dos promesas de Ospina. La primera fue el anuncio en enero de un fondo de 30 mil millones de pesos para ayudar a empresarios pequeños e independientes. Y se sumó la promesa de alivios tributarios anunciada en febrero.
Como nos confirmó la concejala liberal Diana Rojas, ambas deben pasar por el Concejo, pero hasta el momento no han sido radicados.
“Se terminó el primer trimestre del año y la Alcaldía no ha presentado esos acuerdos y no hemos tenido anuncio de cuáles medidas económicas se van a adoptar distintas a las ayudas alimentarias”, le dijo a La Silla la cabildante.
El lunes, tras el anuncio de toque de queda, el alcalde Ospina dijo que los sectores como el nocturno tendrían provisión alimentaria y seguirían con la oportunidad de pagar los servicios públicos en 33 meses con tasas de interés bajas.
Intentamos comunicarnos con el director del departamento Administrativo de Hacienda, Fulvio Leonardo Soto, para saber en qué van los alivios tributarios prometidos, pero hasta el momento de esta publicación no obtuvimos respuesta.
Frente al fondo de 30 mil millones de pesos, la secretaria de Desarrollo Económico de Cali María Fernanda Santa, nos dijo que ya estaba en trámite y que luego de ser evaluado por diferentes entidades se presentará en el Concejo.
“Hemos estructurado un acuerdo que responde a las necesidades económicas de la ciudad”, comentó Santa. “Vamos a focalizar gran parte de esto a mujeres jóvenes y a emprendedores que hayan perdido gran parte de los ingresos por la pandemia”.
Pero los 30 mil millones de pesos no son sólo para los comercios. Según el secretario de cultura José Darwin Lenis, de ese fondo que podría estar funcionando en junio, 10 mil millones están destinados al fomento de las rutas culturales que están planteadas como espacios de ciudad nutridos de artistas (tales como el río Cali o el boulevard).
Esto con el fin de incentivar un sector que va de la mano con el nocturno y ha sufrido los mismos golpes.
El golpe al sector cultural
El Museo La Tertulia, el primero de arte moderno en el país que lleva 65 años funcionando, tuvo una reducción del 48 por ciento del presupuesto proyectado en 2020. Esto a pesar de que sus fuentes de financiación son muy variadas y van desde ingresos propios hasta recursos internacionales.
En un año normal, el museo podía tener unas 18 exposiciones lo que representaba una movida económica en el sector.
“Nosotros pagamos por el artista invitado, por el curador, por montajistas, por quien nos hace el mobiliario. No movemos mucho, pero sí movemos un gremio que tiene muy reducido sus lugares para trabajar”, cuenta Ana Lucía Llano, directora del Museo. Agrega que ha tenido que extender exposiciones que venían desde el año pasado, lo que implica una reducción en la oferta laboral que tenía La Tertulia
Para sortear la crisis económica y tapar los huecos económicos que deja la reducción de ingresos en taquilla, en el museo le han apostado a participar en convocatorias nacionales e internacionales. De las 24 en las que participaron ganaron 17. Pero no todo es gloria.
Formular el proyecto, ejecutarlo y tramitar los informes para que el dinero sea desembolsado requiere como mínimo de un equipo de dos personas dedicadas a este la mayoría del tiempo. Por ahora, el museo sólo cuenta con una planta fija de 34 trabajadores que se ha mantenido a pesar de la pandemia.
Al igual que las demás fuentes consultadas para esta historia, Ana Lucía dice que la Alcaldía ha tenido buenas intenciones, pero hasta el momento no ha recibido apoyo como establecimiento cultural para alivianar la crisis generada por el covid.
Si los grandes espacios culturales han sido afectados, los pequeños aún más.
El plus de Espacio T a las noches caleñas era que además de restaurante y bar contaba con una agenda de obras de teatro de 15 minutos. Los espectadores podían tener a los actores a tres o cuatro pasos de distancia en una habitación.
Antes de la pandemia generaban entre 14 y 15 empleos, más los 10 o 14 artistas que se presentaban en temporada de teatro. Ahora todo está en cabeza de Leandro Fernández, el director artístico y su esposa Ángela María Osorio, la productora.
Según un censo de la Alcaldía de Cali, las artes escénicas y los espectáculos públicos de éstas concentran el 73,5 por ciento de las pérdidas de empleo en el sector cultural.
La economía no dio para sostener el equipo, ya que en todo un año, y desde que llegó el covid, sólo han abierto las puertas al público en dos ocasiones. La primera vez fue en noviembre con el fin de presentar una obra de teatro durante cuatro fines de semana. Tenían la plena conciencia de que no iban a tener ganancias, pero “necesitábamos sentirnos vivos” nos dijo Leandro Fernández.
La segunda vez fue en marzo, iniciaron un fin de semana con la temporada de teatro, pero tuvieron que cancelarlo por las medidas restrictivas del tercer pico de la pandemia.
Fernández dice que sobreviven al día y han recurrido a los ahorros personales y los recursos que la secretaría y el Ministerio de Cultura les da por ser parte de una de las 15 salas de teatro concertadas de Cali. Hasta el momento no han recibido ningún auxilio o subsidio para sobrellevar los estragos de la pandemia.
Así, y con un taller permanente de escritura creativa para teatro, solventan los 3 millones de pesos mensuales que cuesta mantener vivo, pero cerrado, a Espacio T. Por esa misma crisis que ha vivido este año, Fernández fue uno de los participantes de la ‘marcha de silencio’
Una iniciativa de artistas en la que exigían que no dieran ‘limosnas’ al sector cultural de Cali. Esto porque consideraban que el presupuesto para la convocatoria de los estímulos culturales de Cali, que no llegaba a los 500 millones de pesos, no era suficiente.
El secretario de Cultura, José Darwin Lenis le dijo a La Silla que ese dinero era sólo para la primera fase y que para la segunda proyectaban unos $800 millones. Por esta razón, y después de un diálogo concertado con artistas acordaron aplazar la convocatoria y realizar una sola que reúna los $1300 millones.
Esto hace parte de la “reingeniería de los recursos de la secretaría para llegar a más artistas”, según José Darwin.
Lenis también dijo que aunque los artistas protestaron porque consideraban que el recurso de los estímulos era muy reducido ($489 millones) frente a otras ciudades como Medellín o Bogotá que son de más de $4 mil y $12 mil millones, el caso de Cali es distinto.
Según él, en Medellín el monto no representa sólo a los estímulos sino a otros recursos que ellos juntaron y que Cali tiene disgregados, como por ejemplo, el de las salas concertadas de teatro que es de 1.100 millones de pesos en la capital del Valle.
La Silla verificó con la secretaría de cultura de Medellín que confirmó que de los más de $4 millones destinados para la primera convocatoria de estímulos, $2.200 millones fueron para salas concertadas. Además dijeron que para la segunda convocatoria de estímulos tienen un presupuesto similar al de Cali ($457 millones).
Pero los estímulos son convocatorias de cada año, que aunque financian al sector cultural, no representan un auxilio propio de la Alcaldía o el Estado para ayudar al bolsillo del artista durante la pandemia.
Lenis asegura que de los casi 50 mil artistas que estima que hay en Cali, la Alcaldía ha beneficiado a 10 mil (aparte de los 8.500 que participaron en la feria virtual) con ayudas alimentarias, estrategias de monetización, conciertos solidarios en los que la administración le paga al artista por su presentación, entre otras estrategias.
Ninguno de los artistas con los que hablamos fue beneficiario de alguna de estas estrategias.
Por ahora, y a raíz de las protestas, los artistas también están en una mesa conjunta con la Alcaldía para aterrizar la situación cultural de la capital del Valle y buscar soluciones a las necesidades. Lo mismo que los establecimientos nocturnos.
“Quiero decir a los caleños que la salsa, la alegría y el baile es la identidad, la memoria y la historia nuestra”, dijo el alcalde Ospina durante un piloto de reactivación de rumba sana en septiembre del año pasado.
Seis meses después no se han concretado sus iniciativas más grandes para salvar a quienes pusieron esa identidad en el mapa del turismo mundial. Y como en el caso de Zaperoco, esa demora ya deja pérdidas que, posiblemente, sean permanentes.