La conversación 2.0: Duque invita para escuchar, pero es el que más habla

La conversación 2.0: Duque invita para escuchar, pero es el que más habla

El Gobierno lleva ocho reuniones de sus Encuentros para Avanzar en lo Fundamental. Así bautizó Iván Duque el espacio de discusión con varios sectores para bajar la tensión del paro nacional que ya lleva once días, 24 muertos y 13 ciudades con problemas de abastecimiento de combustibles.

Duque ya tuvo un hito simbólico de reunirse con un sector de la oposición. Lo hizo el viernes con la Coalición de la Esperanza. Y el lunes se encontrará cara a cara con el Comité del Paro, algo que no hacía desde 2019.

Pero en el fondo es un ejercicio que se asemeja a su fallida Conversación Nacional de 2019: la agenda de temas se impuso desde Palacio y todas las reuniones son en Bogotá. Con un tema neurálgico adicional, la nueva reforma tributaria está siendo manejada desde dos frentes: la Casa de Nariño y el Ministerio de Hacienda, bajo el designado ministro José Manuel Restrepo.

Por ahora no es claro que las regiones tengan un papel relevante, pese al caos que ocurre en varias carreteras y la crítica situación de orden público en Cali. Ni tampoco cómo esta conversación 2.0, en estas condiciones, le permitirá al Gobierno desactivar la protesta que no tiene su origen en Bogotá, ni líderes claros, ni una sola bandera. 

A lo que se suma el reto de las partes de superar la desconfianza mutua.

Cambios de forma ¿y el fondo?

La idea de realizar estos encuentros empezó a cuajar desde esta semana. Con la tributaria de Duque y Carrasquilla enterrada, el Presidente arrancó a rectificar con los políticos de su coalición el camino para sacar un proyecto concertado. Entre lunes y martes, cuando la escalada de las marchas –y las denuncias y pruebas de brutalidad policial aumentaban– Duque “entendió que esto se arreglaba con todos los actores”, nos dijo un alto funcionario que pidió no ser citado porque no es vocero del Presidente.

Es así como en menos de 48 horas el Gobierno armó una agenda de conversaciones “sobre lo fundamental”. El nombre, según nos dijo otro funcionario de Duque, “es un homenaje a Álvaro Gómez”, el inmolado caudillo conservador y cofundador de la universidad Sergio Arboleda, de la que el presidente se graduó en el 2000.

Tal y como ocurrió con la Conversación Nacional de 2019, el Gobierno propuso el temario. Y tal como ocurrió en ese momento, los temas fueron construidos alrededor de lo que el Gobierno considera que debe girar la conversación entre varios sectores.

Puso como prioridades seis puntos: la vacunación masiva; la reactivación segura con empleo, emprendimiento, pymes, y comunidades étnicas y campesinas; un apartado llamado “no violencia” que, nos dijo Miguel Ceballos, el comisionado de paz, incluye la brutalidad policial; y otros tres puntos económicos que rescataron de la fallida tributaria: la protección de los más vulnerables, la estabilización de las finanzas públicas y la matrícula cero para los estratos 1, 2 y 3.

Ceballos, otro exmiembro de la Sergio, es el delegado para coordinar la conversación 2.0. Mientras él lleva la batuta de la agenda de las reuniones y su oficina decanta las propuestas que hagan los convocados, los ministros hacen “el trabajo de concertación” con los sectores correspondientes. Por ejemplo, el MinHacienda designado, José Manuel Restrepo, concertará la nueva tributaria y cuadra reuniones para la otra semana con estudiantes y políticos; mientras que el mintrabajo, Ángel Custodio Cabrera, revisa los pliegos de peticiones de los sindicatos.

Según nos dijeron cuatro altos funcionarios de Duque con los que hablamos para esta historia, sí hay diferencias con la fallida conversación de 2019, que como contamos terminó a medias por la pandemia y porque hitos de la misma, como la ratificación del Acuerdo de Escazú, se embolataron en el Congreso.

La principal diferencia, según el gobierno es, como nos dijo Ceballos, que los temas de ahora son “acciones de Gobierno”. Es decir, no habrá tiempo para recibir nuevas propuestas. 

El tiempo apremia y en 15 meses que le quedan a Duque, la idea es mantener las ejecuciones. “Hay que dar soluciones urgentes. Que lo que se tenga que presentar en el Congreso se presente, como la nueva tributaria”, nos dijo un alto funcionario involucrado.

Dentro del Gobierno ven como un logro inmediato si concluyen los bloqueos de las carreteras. Ese es un punto en donde Duque ha basado buena parte de su discurso en las últimas horas. De hecho, durante una reunión con directores de medios, a la que asistió La Silla, el presidente hizo énfasis varias veces en que los bloqueos “no son pacíficos”, y que el desabastecimiento afecta a los más pobres en las ciudades.   

Asimismo, el Ejecutivo mantiene la concepción que expresó en la Conversación de 2019: para solucionar el paro hay que incluir no solo al Comité sino a diversos sectores sociales.

“Los puntos que buscamos en esencia han sido planteados con todo el sector social”, nos dijo Ceballos. “Este es un momento distinto a otros paros, porque se da en el contexto en que también hay gente que no marcha, que tiene hambre y necesita salvar su vida. Es un tema de todos los colombianos”.

La idea de los encuentros también es que el presidente mande el mensaje de que la institucionalidad lo rodea. “Se tiene que reunir a la institucional para que rodeen el Estado, mandar el mensaje de que es el Estado el que está unido en torno al país”, nos dijo un alto funcionario que pidió no ser citado porque no es vocero de Duque. 

Tantos días de marchas, las denuncias de brutalidad policial y hechos como la noche de terror del miércoles en Cali, y la quema de CAI en Bogotá, pusieron en alerta al Gobierno.

En las reuniones que ha tenido esta semana, según pudo conocer La Silla, Duque reconoce que hay una “crisis” con el paro. Así lo dijo en al menos uno de esos encuentros. “No es un tema solo del presidente, el Estado tiene que calmar las aguas para que se respete el Estado de derecho”, nos dijo este alto funcionario y, de forma similar, nos dijo otro funcionario estatal que estuvo en una de las reuniones.

Por eso en los primeros dos días de reuniones, entre miércoles y jueves, Duque invitó al fiscal Francisco Barbosa; la procuradora Margarita Cabello; el defensor del pueblo, Carlos Camargo y al contralor Felipe Córdoba. Y con los siete altos delegados de las Cortes.

A lo que se sumaron los mensajes hacia afuera. Duque suspendió indefinidamente su programa de televisión que llevaba más de 200 emisiones diarias, justamente para mostrar, como nos dijeron en Palacio, que estaba atendiendo de primera mano la situación.

Además, habló en dos ocasiones (el miércoles y jueves) contra la “violencia en las marchas” y trinó en rechazo al ataque que sufrió el manifestante pereirano Lucas Villa. En el Gobierno consideraron que eso mostraba a un Duque más conectado. 

No obstante, fiel a su estilo de proteger a la institucionalidad de la Policía, Duque no rechazó de frente la brutalidad policial. En la reunión con periodistas de ayer, concedió que había casos que debían “individualizarse”. Pero rechazó el que haya una “práctica de brutalidad policial”, y dijo que durante su mandato había notado “un constante esfuerzo por el profesionalismo” de la Fuerza Pública.  

En esta línea, anunció –desde el miércoles– que la Fiscalía había abierto 15 líneas de investigación para determinar las causas de la violencia en marchas. Pero insistió, como también lo hizo el Gobierno y el comandante de la Policía en reuniones con los embajadores, que algunas protestas estaban infiltradas por las disidencias y el ELN.

En el marco de ese ambiente arrancó la Conversación 2.0 de Duque.

Más socializaciones que conversas


Hasta el viernes en la noche, Duque había tenido ocho reuniones virtuales y presenciales con 146 personas:

Arrancó el miércoles con 40 líderes gremiales, la gran mayoría empresarios, los presidentes del Congreso, representantes de un sector de los estudiantes y los jefes de las ías. Ese día en la tarde, por Zoom, habló con 41 representantes de las Juntas de Acción Comunal (JAC). Para el jueves la cita fue con los siete representantes de las altas cortes, incluida la JEP.

Y ayer dedicó el día a los políticos: arrancó en la mañana con los 10 delegados de la Coalición de la Esperanza. Luego con los exalcaldes Enrique Peñalosa y Federico Gutiérrez y los exministros de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, Juan Carlos Echeverry, Mauricio Cárdenas y el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón. 

Al mediodía almorzó con 10 directores y editores de medios y programas de televisión para mostrar la visión de las marchas. Luego con los 32 alcaldes de ciudades capitales y en la noche habló con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras.

Hasta donde pudimos establecer, las invitaciones a los políticos las cuadraron directamente Duque y su ministro del Interior, Daniel Palacios. Esa cartera también se encargó de cuadrar la reunión con las JAC. Y entre Presidencia y varios ministerios como Trabajo, Educación, Comercio e Interior se cuadraron los otros encuentros.

En algunos casos, como la reunión del próximo lunes con el Comité del Paro, los acercamientos arrancaron hace una semana, según nos dijo un alto funcionario enterado de esa movida. La comunicación fue con Francisco Maltés, presidente de la CUT.

”(La reunión) fue una cosa más simbólica que real”

ANTONIO SANGUINO, SENADOR PARTIDO VERDE

Son en general reuniones que pasan de las dos horas en las que Duque arranca hablando y controla toda la conversación.

Como pudimos recoger tras hablar con 16 personas que han asistido, el presidente repite un patrón: hace un balance de cómo el Gobierno ve el paro, reitera que respeta el derecho a la manifestación, insiste en que las marchas están infiltradas por actores ilegales como las disidencias y el ELN.

Insiste además en que no hay que estigmatizar a la Fuerza Pública por la violencia en las marchas, que deben ser individualizados y judicializados los casos, y que su principal preocupación en este momento es el desabastecimiento de las ciudades.

Y luego le da la palabra a sus funcionarios: en la de la reunión con las cortes al ministro del ramo, Wilson Ruiz; en la de los gremios sectoriales al comisionado de paz, Miguel Ceballos, al Contralor, la Procuradora, el Fiscal y el Defensor del Pueblo para anunciar una mesa tripartita para revisar la violencia en las marchas; en la de las JAC al ministro del Interior Palacios.  

Después da la palabra a los asistentes. Les piden no extenderse y cada uno da una perspectiva de lo que está viviendo su sector. 

De hecho en la reunión con los gremios, dos de los dirigentes nos dijeron que sentían la reunión muy larga y que decidieron desconectarse para atender emergencias de sus sectores por el desabastecimiento. 

El control de la reunión continúa hasta el final. En al menos dos reuniones, la de los gremios y las cortes, Duque propuso una declaración pública que ya Palacio tenía lista. 

En el caso de los gremios, aceptó cambios de forma. Por ejemplo, a Julieth Rincón, la representante de Fenares, una de las organizaciones de estudiantes que sí se ha sentado con el Gobierno (a diferencia de Acrees y Unees que están en el Comité del Paro), el documento la ponía como “representante de los estudiantes”. La líder de Fenares le dijo directamente a Duque que ella no representaba a los 2.4 millones de estudiantes del país. “Tiene toda la razón”, le dijo el presidente, según nos relató Rincón.

En el caso de las cortes, que el presidente de la Constitucional, el presidente de la corte Antonio Lizarazo, leyera un comunicado conjunto trajo divisiones internas de esa corte. Dos de sus compañeros, Diana Fajardo y Jorge Ibáñez criticaron el hecho porque puso un manto de duda sobre la separación de poderes.

“El consenso de lo que vi en la reunión fue rodear al Presidente y rodear a las instituciones, a pesar de que haya cosas que no nos gusten”, nos dijo Paula Cortés, presidenta del gremio Anato, que se reunió con Duque el jueves. “Casi todos los presentes le pedíamos al presidente que aterrizara los diálogos regionales”, nos dijo Rincón, la representante de Fenares. Una propuesta similar lanzó el Centro Democrático. 

Una sensación que les quedó a los de la Coalición de la Esperanza, es que el encuentro fue una socialización y no una conversación. “Fue una cosa más simbólica que real”, nos dijo el senador verde Antonio Sanguino, sobre la reunión de la Coalición de la Esperanza. No llegaron a ningún acuerdo y Duque no fue claro en decirles si aplicaría o no la conmoción interior, algo que sí aclaró cuando se reunió con los directores de medios.

Por ahora, en lo inmediato, el Gobierno planea continuar con otras siete reuniones con gobernadores hoy al mediodía, además de otra con estudiantes en la tarde; con el Comité del Paro el lunes; con los 170 alcaldes de los municipios Pdet el 14; con transportadores el 15; y nuevas reuniones con las JAC y gremios entre el 18 y el 20.

Y de forma paralela, el Gobierno vía el nuevo Ministro de Hacienda intenta unir puentes para una tributaria mucho menos agresiva a la que hasta hace una semana estaba impulsando.

Tributaria, la conversación alterna

Aunque no se ha posesionado, Restrepo tomó inmediatamente la bandera de la reforma tributaria. Lo primero que hizo, horas después de su designación, fue recomponer el equipo, con funcionarios de adentro. El director de Política Macroeconómica, Jesús Antonio Bejarano, llegó al viceministerio técnico. Y el director de la Unidad de Pensiones, Fernando Jiménez, al viceministro general.

Al día siguiente Restrepo arrancó una ronda de medios en la que definió las líneas que tendría la reforma que presentaría y su intención de sentarse a conversar con todo el mundo. “En este momento —dijo a Caracol Radio en esta entrevista— se necesita una gran dosis de grandeza, esa grandeza significa abrir espacios de diálogo constructivo de distintos sectores de la sociedad”.

El diálogo arrancó con su nuevo equipo de Hacienda, economistas y políticos. De acuerdo con lo que nos confirmaron tres fuentes del Gobierno, incluido el propio Restrepo, la base de la nueva reforma no será el proyecto caído, sino las propuestas que han presentado la Andi y el Consejo Gremial Nacional.

”Esas reuniones son de construcción. Me parece importante que Gaviria abriera la puerta a un diálogo.”

JOSÉ MANUEL RESTREPO, MINISTRO DESIGNADO DE HACIENDA

Estas consisten básicamente en presentar un proyecto que recaude toda su plata de las empresas (con una sobretasa temporal al impuesto sobre la renta de las empresas, más impuestos a los dividendos y al patrimonio), sin tocar a las personas naturales, y manteniendo los programas sociales, pero no tan grandes como los de la propuesta inicial.

Por ejemplo, en principio, la idea es que el ingreso solidario se mantenga pero no permanente sino por unos años. Y que la reforma ya no recoja 23 billones sino algo por el orden de los 14 billones.

La Silla pudo establecer que la propuesta de reforma tributaria del Partido Verde también es un insumo para nutrir la discusión. Evalúan incluir la propuesta de un impuesto adicional al 5 por ciento de las personas más ricas del país. La idea es que sea equivalente a lo que dejan de pagar por IVA, por cuenta de las exenciones de ese impuesto sobre bienes, por ejemplo, de la canasta básica.

Por otro lado, Restrepo le pidió a su equipo que revisaran cómo hacer un recorte en los gastos de funcionamiento del próximo año de 1.5 billones de pesos. “Queremos darle al país y a las calificadoras un mensaje de tranquilidad”, dijo a La Silla el viceministro general de Hacienda, Fernando Jiménez.

Con ese ajuste de expectativas, y la mediación del presidente de la Andi, Bruce MacMaster, Restrepo se reunió el pasado jueves por la tarde con el presidente del partido Liberal, César Gaviria. Con esta reunión el Gobierno busca limar asperezas con uno de los principales opositores a la anterior tributaria, quien públicamente repudió al predecesor de Restrepo, Alberto Carrasquilla.

“Esas reuniones son de construcción. Me parece importante que Gaviria abriera la puerta a un diálogo. Él entiende  la importancia de un programa que tenga un compromiso con la sostenibilidad social, de la importancia de la estabilidad de las finanzas públicas y de que hay que encontrar fuentes de financiación”, dijo el ministro sobre la reunión.

Para añadir el componente de la calle y que no quede la impresión de que la tributaria (otra vez) fue negociada solo en el Gobierno, Restrepo se reunirá la próxima semana con jóvenes y con la oposición.

“A nosotros no nos han convocado. Éramos ponentes y teníamos propuestas si ellos las quieren escuchar la vamos a presentar”, dijo Gustavo Bolívar, senador de los Decentes. Agregó que a simple vista el ministro se ve como un hombre serio, pero su talante lo verán en la conversación de los detalles.

Pero según dijo Restrepo a La Silla la idea es que la tributaria se nutra de todas estas conversaciones, pero también de los ejercicios de diálogo que está teniendo el presidente. “Obviamente nuestra conversación es mucho más técnica (...) Buscando ideas e iniciativas buscando puntos en común, para nutrir la propuesta”, dijo el ministro.

En este punto concreto, parece haber ambiente para una concertación en una tributaria más modesta que la que retiraron. El problema es que esta conversación con el comité del paro y con los manifestantes en la calle es mucho más difícil.

Alinear también al Comité del Paro (y a la calle)


La medida de aceite sobre el éxito de los diálogos del Gobierno vendrá con la reunión de este lunes entre Duque y el Comité del Paro. De entrada, dos miembros del Comité nos confirmaron que siguen entre sus planes convocar nuevas movilizaciones.

El Comité no confía en el Gobierno. “Al perro no lo capan dos veces”, nos dijo un directivo de Fecode, en referencia a que sienten que estos diálogos son una reedición de la Conversación de 2019 donde el paro no tuvo asiento. 

A lo que se suma que no toda la gente que protesta lo hace siguiendo la línea del Comité, una situación similar a la de 2019. De ahí viene que en varias reuniones que tuvo Duque esta semana varios asistentes le pidieran que fuera a las regiones. “Primero reúnase con estudiantes y salga de Palacio y luego hablamos”, le mandó decir, por ejemplo, el expresidente César Gaviria, según supimos.

Por otro lado, falta que ambas partes se alineen en las propuestas. Mientras el Gobierno dice que su agenda recoge lo que pide el Comité, allá no lo ven así.

“Primero tiene que tomar una decisión seria de desmilitarizar el país, aplique la norma constitucional en el sentido de frenar toda esa represión desembozada, violenta, de uso de fuerza desmedida por parte de la policía. Y en un escenario de unos mínimos tramitar el pliego de emergencia”, nos dijo Oscar Gutiérrez de Dignidad Agropecuaria y miembro del Comité del Paro.

Otro escollo de confianza es el vocero del Gobierno. “Si es Ceballos el que va a dirigir la reunión no vamos (...) Con Ceballos no se resuelve nada”, dijo Gutiérrez. 

Como hemos mostrado en La Silla, Ceballos tiene una difícil relación con la sociedad civil en las labores que le corresponden. Está, por ejemplo, en el centro de la pelea del Gobierno y las seis organizaciones de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, una instancia creada por el Acuerdo de Paz. En tres años, las partes no se han puesto de acuerdo siquiera en un reglamento interno.

Por eso, al inicio, nada indica que esta conversación logre ningún acuerdo realmente fundamental. Puede que entre reuniones con tantos sectores el ímpetu del paro vaya cediendo. Pero las razones de fondo, que le dieron fuerza a la protesta de estudiantes en 2018, al paro nacional del 2019, y ahora al del 2021, seguirán latentes y presentes. Incluso si se acaba este, podría no ser el último que enfrenta este Gobierno.  

 

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