La movida de Zorro en Soacha muestra cómo una cacica maneja su feudo

Silla Cachaca

Betty Zorro junto a los precandidatos a la Alcaldía de Soacha: Giovanny Ramírez, Juan Pablo Piranquive y Hernán Castellanos.

La representante Betty Zorro, baronesa de Cambio Radical en ese municipio, se ideó una encuesta y una prueba para mostrar meritocracia en la selección de su candidato a la Alcaldía, pero al final quedaron más dudas que certezas.

 

La elección del candidato de Cambio Radical a la Alcaldía de Soacha, el municipio más poblado de Cundinamarca después de Bogotá con 635 mil habitantes según el preconteo del censo de 2018, resultó ser una muestra de cómo un cacique político maneja su feudo a su antojo pesar de decir públicamente que lo hace de forma democrática.

En este caso se trata de una cacica: la representante Betty Zorro Africano, una de las mandamases de esa ciudad, que controla la Alcaldía y que, como máxima jefa de Cambio allá, tiene la potestad de poner al candidato a la Alcaldía de ese partido, que seguramente será el más opcionado a ganar las elecciones.

Zorro se ideó un mecanismo de escogencia que incluía una encuesta y una prueba de gerencia, que terminó en medio de peleas entre los aspirantes, con dudas sobre el resultado y una aparente división en sus toldas.

El ganador fue Giovanni Ramírez, que ha sido concejal por dos períodos y dice que, aunque se presentaron inconvenientes, todo se desarrolló tal cual estaba planeado.

Sin embargo, los perdedores Hernán Castellanos, comunicador social y ex secretario de Educación y Cultura del actual alcalde Eleázar González; y Juan Pablo Piranquive, administrador de empresas y líder comunal, pusieron el dedo en la llaga y ya no es claro si respaldarán a Ramírez, como estaba acordado.

Todo comenzó cuando Betty Zorro anunció el mecanismo de selección. Desde el principio estuvo claro que ella correría con los gastos de la encuesta y la prueba de gerencia, pero lo que no se sabía era cómo ponderarían los resultados de ambos procesos para dar el veredicto final.

De hecho, aunque la encuesta mediría por un lado la intención de voto por cada aspirante, y por otro su favorabilidad (porcentaje de imagen favorable y desfavorable), lo que tendrían en cuenta sería esto último.

Zorro contrató la encuesta con Cifras y Conceptos, la firma del exdirector del DANE César Caballero.

Las dudas comenzaron por los días en los que los encuestadores hacían el trabajo de campo. Tanto Giovanni Ramírez como Juan Pablo Piranquive se acusan el uno al otro de que integrantes de sus campañas estaban persiguiendo a los encuestadores para que los encuestaran y así favorecer a su candidato, y en algunos casos lo lograron a pesar de que la encuesta debía hacerse casa a casa.

Dentro de las acusaciones de Piranquive a Ramírez está que ya sabía con anterioridad en dónde iban a estar los encuestadores y que por esto su gente estaba persiguiendo a los encuestadores, pero él responde con la misma acusación hacia Piranquive.

Ambos, sin embargo, le admitieron a La Silla Cachaca que su gente sí estuvo allí, pero porque se enteraron de los sabotajes que pretendían hacerle a la encuesta.

Caballero también le dijo a La Silla Cachaca que el problema existió, pero que sólo se afectaron 25 de las 1.149 encuestas y que al final el proceso se llevó a cabo sin tener en cuenta las que estaban viciadas.

En todo caso, el escándalo que se armó fue tal, que la propia Zorro publicó un video en redes sociales admitiendo los inconvenientes; diciendo, sin dar nombres propios, que sus candidatos demostraron inmadurez, pero no tomó represalias contra ninguno a pesar de haber tratado de distorsionar un proceso que aparentemente sería democrático y en el que todos estaban comprometidos a respetar los resultados.

Sin embargo, cambió las reglas del juego y definió que la encuesta sería usada sólo como un indicador de favorabilidad, porque al final, entonces, ya valdría más la prueba de gerencia.

Eso tomaba más relevancia teniendo en cuenta que Piranquive y Ramírez quedaron empatados en favorabilidad, que era lo que se iba a tener en cuenta, con el 73 por ciento. Castellanos sacó el 51.

La prueba de gerencia, por su parte, la realizó la firma Michael Page y la presentaron todos los candidatos. Según Ramírez, el resultado que se le daba a cada uno dependiendo de su desempeño en los ejercicios, era Aceptable con plan de desarrollo, Aceptable y No aceptable.

Aquí Ramírez le sacó ventaja a Piranquive porque el primero sacó “aceptable” y el segundo, “no aceptable”.

Sin embargo, el tercer candidato, Hernán Castellanos, sacó “aceptable” y entonces empató con Ramírez.

Y aunque Castellanos perdió en la encuesta, con el resultado de la prueba vio una luz de esperanza, sobre todo teniendo en cuenta que ésta, como lo había prometido Zorro, tendría más peso.

Sin embargo, cuando la representante dio a conocer al ganador de todo el proceso (encuesta más prueba de gerencia) a través de su cuenta en Facebook, dio como ganador final a Ramírez.

A él le dio un resultado de 79,2 por ciento; a Castellanos, de 70,4, y a Piranquive, de 69,2.

El problema para Piranquive y Castellanos, según le dijeron a La Silla Cachaca, es que “no sabemos de dónde saca ella ese puntaje”.

Esto por dos razones: una, que desde un principio no se estableció públicamente cómo se iban a conmutar los resultados de la encuesta y los de la prueba. Y la otra es que Zorro había dicho que después del escándalo de la encuesta, ésta sólo se tendría en cuenta como indicador de favorabilidad, pero al final le terminó dando un porcentaje que ellos desconocían y con el cual resultó ganador Ramírez.

De hecho, Ramírez, que fue el que ganó, le dijo a La Silla Cachaca que en un comienzo entendió que la encuesta y la prueba de gerencia tendrían el mismo peso.

Llamamos y le escribimos a la representante Zorro desde ayer en la mañana para entender el detalle de cómo fue que definió a su candidato, pero en la noche respondió que no hablaría ayer sino hoy, por lo que una vez considere darnos una respuesta actualizaremos esta historia.  

Por lo pronto, como después de un proceso en teoría democrático quedó en el aire la sensación de que terminó siendo un dedazo, hay un amague de ruptura en sus toldas, pues Castellanos y Piranquive, según nos dijeron, ven como una posibilidad lanzarse por otro partido a la Alcaldía o desligarse de Cambio Radical.

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