Después de varios golpes a su imagen y salidas en falso, la Vicepresidenta presentó el que será su más grande reto en el Gobierno: la reactivación económica poscovid que tiene unas metas ambiciosas y otras confusas.
La reactivación de Marta Lucía todavía no es clara
Fuente: Vicepresidencia de la República
Luego del golpe a su imagen por la revelación de que, hace 23 años, un hermano suyo fue condenado por narcotráfico; de que se publicara un artículo sobre un negocio inmobiliario entre su esposo y un narco, de que quedaran en evidencia las grietas que hay entre ella y el presidente Iván Duque; y de que durante la instalación del Congreso publicara un video que metió en líos al mandatario; la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez presentó el que probablemente será su más grande reto en el Gobierno.
Se trata del plan de reactivación económica poscovid, que el propio Duque le encargó hace un tiempo y que Ramírez esbozó ayer en varios de sus componentes en una rueda de prensa.
Con el país atravesando una de las crisis económicas más severas del último siglo y cerca de cinco millones de empleos perdidos por la pandemia, no será una montaña fácil de subir.
Pero además de lo que logre la Vicepresidente no sólo dependerá la suerte de muchos colombianos, sino su futuro político, su imagen y su propia ‘reactivación’ dentro del Gobierno, después de toda su mala racha.
Por ahora, este gran reto arrancó generando una confusión con relación a las metas del plan y vacíos respecto a cuánto costará, que parecen ser el reflejo de una descoordinación entre entidades del propio Gobierno.
Aunque, la presentación de ayer de Ramírez también dejó varias claridades sobre cómo espera el Gobierno recuperar la economía.
La confusión y los vacíos
Lo presentado ayer es una parte del programa de reactivación económica llamado ‘Compromiso por Colombia’ que tiene otros componentes y fue anunciado por el Presidente de la República el pasado 20 de julio, en la instalación del Congreso. A la parte que gerenciará, la Vicepresidencia también le dio nombre propio: el plan “Adelante con confianza”.
“El dueño del programa es Presidencia, lo gerencia Vicepresidencia y lo ejecuta cada ministerio”, nos dijo una fuente del Ministerio de Comercio que no es vocera, para explicarnos el porqué de ambos nombres a la misma reactivación económica.
De acuerdo con lo que dijo ayer Ramírez, en general el plan de reactivación busca impulsar nueve sectores: alimentos, infraestructura, turismo, desarrollo de las industrias costeras (como la pesca, la explotación de petróleo en el mar y los puertos), vivienda, industrias naranjas o 4.0, bioeconomía (industrias que aprovechan los recursos biológicos del país, como las plantas), servicios médicos y energía.
Tiene metas a mediano plazo, es decir para 2022, cuando finaliza el Gobierno, y a largo plazo -a diez años- que dependerán también de los próximos presidentes.
La primera confusión tiene que ver justamente con la meta a mediano plazo. De acuerdo con Ramírez, el plan de reactivación económica va a llevar al país, en 2021, a recuperar la tasa de crecimiento de 4% como la que se empezó a ver en enero y febrero de este año (según las cifras preliminares del Dane), y en 2022 a estar en un crecimiento alrededor de 5%.
Pero esta meta no coincide con las proyecciones oficiales del Ministerio de Hacienda, que quedaron escritas en el Marco Fiscal de Mediano Plazo publicado en junio. Las de la Vicepresidenta son inferiores, pues en ese pronóstico se calcula que el país crezca 6,6% en 2021 y 5,5% en 2022.
Cuando consultamos en la Vicepresidencia por qué las cifras eran tan diferentes, desde la oficina de prensa nos contestaron que era una meta que no reemplaza el pronóstico de Minhacienda, y que la idea es tener un margen de error. “El objetivo es volver al crecimiento que teníamos antes de la pandemia”, nos dijo la persona encargada.
Lo llamativo es que los cálculos de Minhacienda se hicieron antes de que se tuviera estructurado un plan de reactivación económica, por lo que en principio deberían ser más modestos que los de la Vicepresidencia que deberían incorporar los efectos del plan que están anunciando.
En últimas, las de Hacienda son cifras del mismo Gobierno que fueron ratificadas esta semana por el viceministro de Hacienda, Juan Alberto Londoño, en esta entrevista.
La Vicepresidenta también dijo después durante la rueda de prensa que el plan llevaría al país a una tasa de desempleo de 6%, la eliminación de la pobreza extrema y la reducción de la pobreza en 18% en 2030, metas bastante ambiciosas (teniendo en cuenta, por ejemplo, que el desempleo está en 21,4%) y que no dependerán solo de lo que haga este Gobierno, sino de los dos próximos habitantes de la Casa de Nariño.
El gran vacío del plan es cuánto costará. De entrada, solo presentaron una parte que corresponde a las tres competencias del ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Es decir de los otros seis componentes del “plan Marshall” (así nos nombró todo el plan de Duque una persona en Palacio) poscovid todavía no hay detalles.
Y aunque el presidente Duque dijo en su discurso del lunes en el Congreso que todo el plan costará 100 billones de pesos (cerca de 10 puntos del PIB), cuando preguntamos en Presidencia de dónde saldría esa cifra no nos dieron respuesta. De la oficina de prensa solo nos dijeron que incluye inversión pública e inversión privada (por ejemplo en vías construidas por empresas privadas) y que el documento completo con las cifras desagregadas las estaban armando en Planeación.
Y de Mincomercio también nos precisaron que no incluye recursos de garantías financieras y créditos a las empresas.
Lo mismo pasa con la meta de generar un millón de empleos, de la que solo supimos, porque nos lo confirmó el ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, que los sectores que maneja su cartera aportarían el 7% del empleo que anunciaron en el plan.
Pese a estas confusiones, la presentación de ayer mostró que el plan de reactivación es la combinación entre nuevas ideas y algunas que ya venían de antes y que el Gobierno no ha implementado.
Las primeras apuestas del Plan
La mayoría de las propuestas de esta primera parte del plan son iniciativas que ya venían desde antes de la pandemia y a las que el Gobierno quiere meterles el acelerador.
Entre las propuestas nuevas están:
La ley de impulso a las mipymes: Es una ley que incluye reducción de trámites para facilitar la creación y formalización de empresas (micro, pequeñas y medianas), ayudarles a participar en compras públicas y darles crédito y beneficios tributarios a las micro.
Modernización de zonas francas: Es un documento que todavía están armando pero, de acuerdo con lo que nos dijo el Ministro de Comercio, la idea es actualizar la política de zonas francas, por ejemplo, para impulsar más el sector de servicios y regular el comercio electrónico.
Certificados de bioseguridad para el turismo: La idea es que las empresas del sector puedan certificar que cumplen con los requisitos de bioseguridad para prevenir contagios de covid-19, y así dar confianza a los turistas. La meta es que en 2022 haya 35 mil empresas certificadas, pero esta meta va a depender de que suficientes empresas del sector se reactiven cuando se superen las cuarentenas y no se quiebren.
Promoción de compras públicas a través de los TLC: La idea del Ministerio es crear un programa que ayude a las empresas colombianas a aplicar a licitaciones públicas en los países donde tenemos TLC.
Los otros puntos claves de la reactivación son programas que estaban desde el año pasado, algunos incluso desde el Gobierno anterior. Por ejemplo en materia de exportaciones el Ministerio quiere seguir promoviendo exportaciones distintas a las petroleras a través de la diplomacia sanitaria, que consiste en reducir las barreras para que un producto colombiano llegue a otro país (como pasó por ejemplo con la carne de vaca que se vende ahora a Arabia Saudita), o el programa para acompañar a las 100 empresas que más exportan en el país para que vendan más.
A esos programas que ya venían le sumaron un componente y es meterle más el foco a la exportación de servicios basados en conocimiento (como por ejemplo una firma de tecnología que ofrece servicios desde Colombia a clientes en otros países) y para eso el Gobierno tiene la meta de pasar de 446,7 millones de dólares en estas exportaciones a 830 millones de dólares. Esto a través de un programa en alianza con el BID, que le prestó al Gobierno 12 millones de dólares al Gobierno para desarrollarlo.
Lo otro que venía de antes pero se multiplicó en la pandemia son los créditos a las empresas, un programa que tiene sus peros, como contamos, pero en el que el Gobierno va a aumentar su apuesta. La idea es que entre 2021 y 2022 se le meta a esos créditos y garantías 15,8 billones de pesos, adicional a los 62 que se dispusieron por cuenta de la pandemia.
Otra cosa que no es nueva es que Procolombia va a buscar que nuevas empresas se ubiquen en Colombia, algo que siempre ha hecho, pero que por la coyuntura de covid va a intensificar, sobre todo porque de acuerdo con la presidenta de la entidad, Flavia Santoro, por las restricciones que hay para el comercio internacional por la pandemia han identificado empresas multinacionales que podrían estar interesadas en moverse a países más cercanos de donde están sus compradores, como Colombia.
Lo mismo con la estrategia de promoción de inversión extranjera donde está la reglamentación del decreto de megainversiones y de las Zonas Económicas Sociales Especiales (que da beneficios tributarios a las empresas que se ubiquen en ciertas zonas del país), mecanismos que se aprobaron en la tributaria y en el Plan Nacional de Desarrollo pero no han aterrizado.
La estrategia completa le sigue apostando principalmente a la fórmula del Gobierno de dar estímulos tributarios, créditos y facilitar trámites para promover que el sector privado invierta y la economía crezca jalonada por él.
Que se cumplan las metas puntuales de cada programa, sin embargo, dependerá de que se alineen varios astros, por un lado que la pandemia no le dé tan duro a las empresas, para que no les cueste tanto trabajo reactivarse en el momento en que puedan hacerlo; de que el comercio internacional no se resienta tanto con la pandemia para que el país pueda aumentar sus exportaciones, que el Gobierno pueda pasar los proyectos de Ley que necesita y que pueda conseguir en el presupuesto la plata que necesitará para mover la estrategia en los años siguientes.
Con tanta incertidumbre, no es claro si liderar la estrategia de reactivación va a ayudarle o a perjudicar a una Marta Lucía Ramírez, que viene dando traspiés en el Gobierno y justo le tocó uno de los peores chicharrones.
Lo que sí es claro es que los resultados de esta estrategia y de todo el plan de reactivación van a estar en el centro del debate en el 2022, en el que la economía y el empleo serán de los asuntos más prioritarios para los colombianos.