La ‘reingeniería’ de Vanguardia

Silla Santandereana

Alejandro Galvis Ramírez es el presidente de Galvis Ramírez CIA, empresa que es dueña de Vanguardia Liberal en Santander, del Nuevo Día de Ibagué y de El Universal de Cartagena. Actualmente no está vinculado a las decisiones de la casa editorial. Foto: Tomada de www.vanguardia.com

Detrás de la salida del columnista Jairo Martínez, está una decisión empresarial de la junta que quiere que el periódico se reinvente a varios niveles, incluyendo su línea editorial. 

Este fin de semana, la salida de Jairo Martínez de las páginas de opinión de Vanguardia Liberal causó revuelo en Santander, no solo porque el columnista denunció que se había sentido censurado, sino porque también sugirió que su salida obedecía a intereses políticos del diario.

La Silla averiguó y encontró que detrás de su salida está una reingeniería interna al periódico de propiedad de la superpoderosa familia Galvis promovida desde la junta directiva para hacer el diario “más optimista” -en palabras de uno de sus miembros-, y Martínez no encajaba en ella.

La salida de Martínez

Jairo Martínez Gómez empezó a escribir en las páginas de opinión de Vanguardia Liberal hace 22 años. 

 

En las dos décadas que el sobrino del fallecido líder liberal santandereano Alfonso Gómez Gómez fue columnista de Vanguardia se dio a conocer por tener una línea crítica que combinó con un lenguaje desparpajado, y por la creación de ‘crótatas’, un alter ego en forma de perro que en la columna tenía un tono más punzante que cuando él hablaba en nombre propio. 

Su línea, según el último Panel de Opinión de Cifras y Conceptos, el sondeo que le hace esta encuestadora a más de 2500 líderes de opinión en todo el país, lo llevó a estar en el top 10 de los columnistas más leídos de la región.

En los últimos años, se inclinó a favor del proceso de paz, fue antiuribista, más recientemente antiordoñista  y desde la campaña de 2015, también antirodolfista (por Rodolfo Hernández, el alcalde de Bucaramanga).

“Siempre me respetaron. Yo inicié siendo el único antiuribista, también estuve contra Serpa, y casi siempre estuve en la orilla opuesta ”, le dijo a La Silla Martínez, que es, además, hermano de Guillermo Martínez, actual editor de las páginas locales del diario. 

Por eso -dice Martínez- la carta con la que le informaron la semana pasada que ya no estaba dentro de los columnistas del periódico lo tomó por “sorpresa”.

Como en la carta que le envió el director de Vanguardia, Sebastián Hiller, la única explicación sobre su salida es que había sido una decisión de la junta directiva del periódico, Martínez publicó el sábado pasado, día en el que tradicionalmente salía su columna en el diario, en su cuenta de Twitter una foto de su cara con el letrero “censurado por Vanguardia Liberal”.

Cuando La Silla le preguntó sobre su salida dijo: “uno de los factores (que la ocasionó) fue Rodolfo Hernández, los otros dos fueron Uribe y Ordóñez… lo que varias veces he oído es que la tendencia de la junta mayoritaria es completamente opuesta a lo liberal que solía ser el periódico”.

No es tan claro que eso sea así.  Por ejemplo, hasta hace muy poco el precandidato uribista a la Presidencia, Rafael Nieto, tenía su columna en ese mismo periódico y la tuvo que dejar porque ahora es uno de los precandidatos de Uribe, que es lo mismo que ha sucedido con otros columnistas que han tenido que dejar el espacio cuando incursionan en política. En lo local también hay columnistas que han criticado la labor de Hernández como Jairo Puentes, Isaí Fuentes o Eduardo Muñoz Serpa.

La razón es más empresarial y es que la junta quiere que el periódico se reinvente a varios niveles, incluyendo su línea editorial. 

La directriz de la junta

Vanguardia Liberal pertenece a la sociedad Alejandro Galvis Ramírez CIA, empresa periodística que también es dueña de El Universal de Cartagena y del Nuevo Día de Ibagué, y accionista de la cadena de periódicos populares Q’hubo.

Aunque la dueña de la totalidad de las acciones de Galvis Ramírez CIA sigue siendo la familia Galvis a través de una sociedad gestora que es representada por Alejandro Galvis Ramírez, hijo del fundador Alejandro Galvis Galvis, su junta directiva está integrada por terceros que tienen en común que son empresarios exitosos de la región y el país.

Entre los miembros de la junta está Joaquín Ruiseco, hijo de Hortensia Galvis, accionista de Vanguardia; y los cacaos locales Tomás Navas, dueño de Sistemas y Computadores; Rodolfo Castillo, dueño de Icoharinas, y Bernardo Gómez, dueño de la constructora Conaring.  

Los últimos dos tienen en común que también integran Promisión, el grupo impulsado por empresarios santandereanos -entre esos la familia Galvis- para el desarrollo regional-.

De los de afuera de la región está Federico Arango Toro, un ingeniero civil que es consultor empresarial, que hace parte de la junta de UNE como delegado de Empresas Públicas de Medellín, EPM, y que, como contó La Silla en su especial de los directorios de las empresas más grandes del país, integra varias juntas; y Marc Eichmann, expresidente de UNE.

Ellos son los encargados de que Vanguardia Liberal, así como los demás periódicos de la casa Galvis, superen la crisis que están viviendo los medios impresos de todo el mundo.

En el marco de los planes para contrarrestar la disrupción del negocio provocada por Internet, Vanguardia ha emprendido una serie de reformas tanto administrativas como comerciales. 

Por ejemplo, ha experimentado sacando nuevos productos con el fin de atraer más suscriptores y también cambió el tamaño del papel en el que se imprimía el periódico para hacerlo más amigable. 

Internamente estableció un sistema de ahorro para que  los empleados gastaran menos papel, agua y energía con el fin de acumular puntos y al final del año recibir bonificaciones.

Ahora la reforma entró a la redacción. 

“La directriz de la junta es reinventar el periódico, para eso estamos mirando el tema digital, el tema de opinión”, le dijo a La Silla Alejandro Galvis Blanco, gerente de Vanguardia. “La salida del columnista no es un tema político, jamás en la vida se ha sacado a nadie de Vanguardia por opinar en cualquier sentido”.

Agregó que en la reingeniería van a salir más columnistas y van a entrar nuevos de todas las tendencias, y que además se van a integrar aún más las redacciones de la versión digital e impresa del periódico.

Esa misma versión se la dieron a La Silla dos integrantes más de la Junta Directiva.

Pero más allá de los cambios de forma, Galvis Blanco le explicó a La Silla que dentro de los propósitos de la reingeniería de Vanguardia también estaba la de hacer del periódico una publicación “más optimista”, y es esto lo que ha comenzado a generar preocupación dentro de la redacción de este periódico que en septiembre cumple 98 años de fundado.

La cara ‘optimista’

Hacer un periódico ‘más optimista’ -un poco en el mismo sentido en que lo sugirió el presidente Juan Manuel Santos en la polémica reunión con 50 de los empresarios más grandes del país-  implica de entrada repensar las noticias con las que abriría el periódico, los enfoques de los artículos, y en general, la línea editorial. 

La Silla supo que, por ejemplo, se está contemplando la idea de dar menos importancia a las notas de las páginas judiciales, o a aquellas que de alguna manera sean malas noticias.

Eso ha generado tensión en la redacción. Porque además de que la tarea de por sí es complicada y más en un país como Colombia donde la agenda noticiosa está cimentada en su mayoría en escándalos de corrupción, tráfico de influencias y el conflicto que aún no acaba en varias regiones del país, hay quienes no están de acuerdo con que las estrategias comerciales toquen la parte editorial.

“Es un punto de inflexión porque solo llegan las directrices y hay que obedecerlas”, dijo una fuente a La Silla.

Adicionalmente, dos fuentes le dijeron a La Silla que en el marco del nuevo enfoque optimista también ha entrado en la mira la pluma de los columnistas, y que esa fue la razón para que más allá del reconocimiento que tenía Martínez y del tiempo que llevaba escribiendo, fuera el primer descabezado.

“La molestia radicó en que en una columna lanzó un ‘hijueputa’, eso se sumó a que el uso de calificativos despectivos era continuo y eso no gustaba”, dijo una de esas fuentes.

Como la reingeniería de la redacción de Vanguardia hasta ahora inicia, aún falta ver si la estrategia de ponerle el filtro optimista al contenido de un periódico que se ha caracterizado por hacer denuncia en la región le funciona a la junta en su intención de recuperar la rentabilidad de las empresas periodísticas.

También habrá que esperar si el nuevo enfoque repica en el Universal de Cartagena y el Nuevo Día de Ibagué, los otros dos periódicos que también dirige la casa Galvis.
 

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