Si es a repetir la receta fracasada es mejor ahorrarse la visita presidencial a Buenaventura.
Si es para lo mismo, mejor que no vayan
Un grupo de parlamentarios y representantes de gremios económicos y organizaciones sociales le pidieron al Presidente que fuera, de manera urgente, a Buenaventura, a tratar de buscar fórmulas para atender una nueva crisis humanitaria que se vive en esa ciudad como consecuencia de la presencia de organizaciones delincuenciales que afectan indiscriminadamente a la población. Francamente creo que es mejor que no vayan porque van a repetir las palabras y las fórmulas que no han servido por décadas.
Como se auguraba desde el propio día de la posesión, este gobierno tiene la misma receta para atender todos los problemas sociales: el código penal, con el agravante de que no tiene la manera efectiva de aplicarlo porque los delitos siguen quedando, en su mayoría, en la impunidad.
Esa política social y de seguridad a la vez, que Duque resumía en el slogan de que “el que la hace la paga” ha sido quizás el mayor fracaso de este gobierno, que ya entra en su fase final sin ningún logro importante para mostrar.
Como si esa simplificación conceptual fuera poco, el gobierno sobre simplifica aún más atribuyendo todos los problemas del país al narcotráfico como si el florecimiento de esa actividad ilegal no fuera el síntoma de enfermedades para las que no parece haber ninguna cura eficaz.
La fiebre no va a pasar si no se atacan las causas que, además, son conocidas, están super estudiadas y documentadas. Hay centenares de libros, de estudios que explican por qué, por ejemplo, muchos de los jóvenes de Buenaventura terminan integrando las bandas que ahora se enfrentan entre si y desplazan amenazándolas violentamente a decenas de sus mismas familias.
Si va, Duque se limitará a decir que aumentará -eso sí, transitoriamente- el pie de fuerza, llevará al Fiscal General de la Nación para que repita algunas de las cifras que reveló ayer de detenciones de personas involucradas en las actividades ilegales y prometerá que capturará a otros más.
Alguien que le diga al Presidente que eso ya se ha hecho, que por allá ya han ido todos los Presidentes que ha habido en las últimas 4 décadas y han ofrecido lo mismo y que el resultado sigue siendo el mismo. Tal vez Duque no lo sabe porque es joven y vivió buena parte de su vida adulta por fuera del país, pero su nuevo Ministro de Defensa si lo sabe. Diego Molano ha sido director del Bienestar Familiar y del Departamento de Prosperidad Social desde donde los gobiernos documentan las carencias que causan la fiebre del narcotráfico.
Molano sabe cuáles son los índices de pobreza de Buenaventura, sabe cuántos jóvenes en edad escolar no están en el sistema educativo, sabe cuáles son los indicadores de calidad de la educación que reciben los que sí van al colegio y ese larguísimo etc de indicadores que le develarían al Presidente la enfermedad.
Quizás Molano no tenga otras cifras, que serían importantes, porque nadie se ha preocupado por averiguarlas, por ejemplo, la tasa de desempleo en Buenaventura y especialmente la tasa de desempleo juvenil. El Dane no la mide, pero bastaría darse una vuelta por las calles de esa ciudad para saber que es quizás la más alta del país que ya es alarmante. Ni para eso serviría que el Presidente fuera, porque a esos jóvenes los obligan a entrarse a sus casas en las visitas presidenciales por razones de seguridad.
El Ministro Molano podría preguntarse cuántas personas con título de doctorado viven en Buenaventura o qué porcentaje de los jóvenes de esa ciudad tienen acceso a la educación superior.
Pero aún si su única fórmula es el Código penal podrían preguntarle al Fiscal Barbosa cuántos fiscales especializados en homicidios tiene en esa ciudad y cómo están los laboratorios de medicina legal y con qué instrumentos cuenta la Policía Judicial.
Un repaso a esas cifras, que podrían hacer desde Bogotá, sin necesidad de ir a quitarle tiempo a las autoridades locales y a distraer a la fuerza pública cuidándolos, les ayudaría a responder a la pregunta obvia de por qué, a pesar de todo lo que hace el Estado, el resultado parece cada vez peor. La alcaldesa Claudia López, antes de entrar en el laberinto del poder, lo resumió en forma contundente: no hay estado, no hay mercado, no hay ciudadanía.
Los negocios ilegales con todas sus secuelas de corrupción y violencia florecen en entornos en los que la capacidad del Estado es nula para proveer bienes y servicios públicos de calidad, donde no hay negocios legales viables y donde no hay acuerdo sobre las reglas en las que debe desenvolverse la vida social.
Lastimosamente las primeras declaraciones del nuevo Ministro de Defensa las da, como es apenas natural que lo haga, siguiendo el libreto presidencial que fija toda la atención en la fiebre porque además cree que se la puede atribuir a decisiones equivocadas del gobierno anterior y sí, pero no las que él cree sino las que parece no ver a pesar de ser de bulto: que una buena parte de los jóvenes en Buenaventura no encuentran como desarrollar un proyecto de vida exitoso por fuera de los negocios ilegales.
Claro que hay que bajar la fiebre. Hay que enfrentar y llevar a la justicia a quienes hoy pertenecen a esas organizaciones fuertemente armadas, pero como ha ocurrido no solo en Buenaventura sino en muchas partes de Colombia, habrá muchos dispuestos a llenar esos espacios mientran no se adopten los remedios para la enfermedad.
La economía digital abre enormes posibilidades para desarrollar proyectos empresariales, distintos al puerto, que enganchen masivamente jóvenes en empleos formales que progresivamente pueden ir mejorando en calidad. El Gobierno va a contratar algunos centenares de estudiantes para que hagan sus prácticas profesionales en forma remota por la pandemia. ¿Alguien podría proponer que enganche todos los que pueda de Buenaventura en vez de hacerlo en otros lugares donde hay otras opciones? Eso tampoco dice en la carta que están promocionando los que le pidieron a Duque que fuera a Buenaventura.
Si es a repetir la receta fracasada es mejor ahorrarse la visita presidencial a Buenaventura. Si es a desplegar fuerza pública que termina abusando de los pobladores de los barrios afectados, mejor deje así.