Vanguardia se queda sin su pararrayos

Silla Santandereana

Sebastián Hiller Galvis, director de Vanguardia Liberal.

Sebastián Hiller Galvis, quien desde mediados de los 90 dirige la redacción de Vanguardia, renunció. Hay versiones encontradas sobre el detonante de su decisión.

Aunque durante esta semana Vanguardia ha enfrentado un chaparrón en redes sociales por un convenio comercial que firmó con Minesa para hacer novenas navideñas, la verdadera tormenta se vive internamente por un tema que nada tiene que ver con la minera y que remueve las entrañas del diario más importante de Santander. 

Sebastián Hiller Galvis, quien desde mediados de los 90 dirige la redacción de Vanguardia, renunció. Hay versiones encontradas sobre el detonante de su decisión.

La renuncia

La primera versión y la oficial del periódico, es que Hiller ya quería cerrar el ciclo debido a que desde el 96 está al frente de la dirección de Vanguardia.

 

“Simplemente tomó la decisión porque quería dedicarse a sus temas personales y dedicarse a la familia (es de ascendencia alemana)”, le dijo a La Silla Alejandro Galvis Blanco, gerente de Vanguardia y primo de Hiller.

Una versión muy similar le dieron a La Silla Santandereana el presidente del periódico y su tío, Alejandro Galvis Ramírez, y un miembro de la Junta. 

Intentamos hablar con Hiller para conocer su versión pero no se pronunció.

La no oficial, y que nos contaron por aparte tres fuentes que conocen el manejo del diario por dentro, tiene que ver con diferencias que se habrían generado por la injerencia de la junta directiva en el área editorial del periódico. 

La Junta de Vanguardia está integrada por Joaquín Ruiseco Galvis, quien además de ser accionista, es hijo de Hortensia Galvis, hermana de Alejandro Galvis y otra de las dueñas del periódico; los cacaos locales Tomás Navas (directivo de Sistemas y Computadores), Rodolfo Castillo (dueño de Icoharinas), y Bernardo Gómez (dueño de la constructora Conaring y socio de los Galvis en el Grupo Domus); el antioqueño Federico Arango Toro (un consultor empresarial, que hace parte de varias juntas directivas del país, entre esas, la de UNE como delegado de Empresas Públicas de Medellín, EPM), y el colombo-suizo Marc Eichmann (expresidente de UNE).

Como contó La Silla, este año la junta de Vanguardia, en el marco de los planes para contrarrestar la disrupción del negocio provocada por Internet, emprendió una reingeniería del periódico a varios niveles que incluyó lo editorial.

Entre las cosas que están promoviendo está darle un enfoque más optimista a las noticias con la idea de hacer un periódico más amigable para los lectores y los anunciantes, algo que no ha calado muy bien en la redacción porque muchos creen que pensar el contenido del diario con ojos empresariales puede afectar su columna vertebral: la credibilidad que ha construído como contrapoder en la región. 

La decisión de la junta ya se ha sentido en la redacción.  

El episodio más visible hasta ahora, como contó La Silla, ha sido el del columnista Jairo Martínez, quien terminó saliendo porque su estilo desparpajado no encajaba mucho con la nueva visión para el periódico.

Pero el episodio que al parecer rebosó la copa -según la teoría no oficial sobre su salida- involucra al alcalde de Floridablanca, Héctor Mantilla.

El 22 de agosto, Mantilla le envió una carta a la junta de Vanguardia y a la Dirección pidiendo aclaración y réplica por dos escritos que había publicado el periódico en las últimas semanas cuestionando su administración. 

Según dijo Mantilla en el programa de entrevistas De Buena Fuente en TRO, a raíz de su carta, el gerente de Vanguardia Alejandro Galvis Blanco le “pidió excusas” por las publicaciones.

Dos semanas después de su queja (el 5 de septiembre), a Mantilla lo entrevistaron en la versión digital del periódico, y aunque la idea inicial era que contara lo que había hecho su administración, al final terminó respondiendo por varios de los cuestionamientos que le han hecho. 

Pero como básicamente eso era el equivalente a una desautorizada a la redacción que se sumaba a los otros episodios, se habría convertido en el detonante de la renuncia de Sebastián, quien de todas formas ya llevaba algún tiempo contemplando su continuidad en el periódico debido a que, como dice la versión oficial, quería dedicarle más tiempo a su familia y a sus proyectos personales. 

La Silla supo que en la reunión de finales de septiembre Sebastián presentó su carta de renuncia pero que eso al final no se discutió ese mes, sino hasta noviembre.

“Fue una decisión entre primos. Mezclar las cosas familiares con las del periódico no era sano”, dijo a La Silla una fuente.

Alejandro Galvis Blanco aseguró que las versiones extraoficiales eran falsas y reiteró que la renuncia simplemente obedeció a que Hiller quería continuar con sus proyectos.

“Jamás Vanguardia respaldaría a un político sobre ningún funcionario nuestro. Menos el Director”, indicó.

'El pararrayos'

Sebastián Hiller entró a dirigir la redacción de Vanguardia el 1 de enero de 1996.

Lo hizo con un reto grande. Fue el primero de la tercera generación de los Galvis en ocupar un cargo directivo en Vanguardia, y además, inició la tarea cuando parte de las expectativas estaban puestas en que retomara el legado de su mamá, la gran periodista Silvia Galvis, quien en el 89, cuando asumió la dirección el día del bombazo de Pablo Escobar al periódico, llevó su línea editorial a un nuevo nivel y creó la Unidad Investigativa.

(Silvia salió algunos años después tras diferencias con su hermano Alejandro Galvis por el manejo del contenido editorial del periódico y luego vendió su participación.)

Cuando asumió, Sebastián, que no había cumplido los 30 años, se convirtió en uno de los  directores más jóvenes de un diario en el país. 

Había estudiado economía en los Andes y tenía un MBA y una maestría en periodismo de la Universidad de Northwestern, y llegaba con la tarea de modernizar la sala de redacción. 

Eso lo hizo de la mano de sus primos Alejandro y Ernesto Galvis Blanco, quienes para ese momento hicieron maestrías fuera del país y lograron, como contó Dinero entonces, que Vanguardia se volviera un caso de estudio del Media Center Institute de la Universidad de Northwestern. 

Con lo que encontraron en ese estudio emprendieron la primera gran reingeniería del periódico, le introdujeron nuevas secciones y comandaron la nueva era de Vanguardia, que llevó a los Galvis a convertirse en unos de los empresarios de medios más exitosos del país.

Para la década del 2000 tenían a Vanguardia en Santander y en Valledupar, La Tarde en Pereira, El Universal en Cartagena, El Liberal en Popayán, El Nuevo Día en Ibagué y su participación en los periódicos populares Q'Hubo, y hasta hace algunos años seguía registrando crecimiento pese a la crisis de los periódicos impresos en el país. Por estos logros, Alejandro Galvis Ramírez se ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2009 al ‘Empresario del año’, un galardón que solo han entregado en tres ocasiones. 

Aunque finalmente la crisis les tocó a la puerta en los últimos años y vendieron o cerraron algunos de los periódicos (actualmente solo conservan a Vanguardia en Santander, El Universal en Cartagena, y el Nuevo Día en Ibagué, así como la participación en Q'Hubo), en lo puramente periodístico, el éxito también es visible.

En los últimos cinco años con Vanguardia se han ganado dos premios Simón Bolívar en la categoría de investigación, y en el panel de opinión de Cifras y Conceptos aparecen como el medio más leído del departamento, a diferencia de otras regiones en el que el principal medio regional es menos consultado por los líderes de opinión que medios nacionales como El Tiempo o Semana.

En esa credibilidad periodística, Hiller ha sido clave. En gran parte, porque a diferencia de la mayoría de los directores de medios que son cercanos a la clase política y económica que los rodea, su carácter reservado o “muy alemán”, como se lo describió a La Silla una fuente que conoce el manejo del periódico, hizo que la línea editorial en términos generales mantuviera su rol de contrapoder en la región a pesar de que hasta hace poco Alejandro Galvis Ramírez, su tío y presidente del grupo Galvis, militaba con el Partido Liberal.

En la redacción, Hiller es famoso por evitar a los políticos que llegan de visita y salvaguardar la línea investigativa de su mamá.

Durante el mandato del exgobernador de Santander, Hugo Aguilar, quien más adelante sería condenado por parapolítica, la familia Galvis empezó a ser seguida por agentes del DAS, al parecer por orden del entonces mandatario, en momentos en que los que el diario publicó varias investigaciones sobre su administración. 

También respaldó todas las denuncias sobre las irregularidades en las administraciones de Iván Moreno Rojas, de Fernado Vargas, de Héctor Moreno Galvis y de Luis Francisco Bohórquez, los dos últimos en juicio por las revelaciones de Vanguardia. 

Salvo en las publicaciones de las páginas de economía donde el periódico suele cubrir los intereses del grupo de los Galvis y sus socios (el gremio constructor, agricultor y ganadero) y no hace explícitos los conflictos de interés, todas las fuentes de adentro con las que habló La Silla, coincidieron en decir que Hiller hacía las veces de una suerte de muro de contención para preservar la autonomía de la redacción.

“Él siempre ha sido como una especie de pararrayos porque defendía todos los contenidos de la redacción y como es de la familia Galvis tenía una voz de mando frente a todas las decisiones que cualquier otro como empleado va a ser difícil que mantenga”, dijo a La Silla una fuente que conoce por dentro el teje maneje del diario.

Por eso, ahora que se va hay incertidumbre en la redacción sobre la nueva etapa en la que entra el periódico sin él a la cabeza editorial.

La nueva era

Desde hace unas semanas Vanguardia inició el proceso para seleccionar al nuevo director del periódico. 

La idea de las directivas es poner en ese cargo a alguien de origen santandereano que lidere la nueva era del periódico, que básicamente estará enfocada en revolucionar su versión digital y lograr una mayor integración entre las dos redacciones (la impresa y la del .com). 

El Gerente del periódico nos explicó que la idea es que quien llegue sea de Santander, pero no nos dio detalles de los que están aplicando para el cargo, además del nombre de Diana Saray Giraldo, subdirectora del diario, directora de la Unidad Investigativa y columnista del periódico. 

Aún así, La Silla supo que además está Yesid Lancheros, actual director del Canal Capital y exjefe de prensa del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa.

También supimos que se consideraron los nombres del columnista del diario, de Semana.com y subdirector de Noticias RCN, José Manuel Acevedo, y el de Manolo Azuero, también excolumnista y hoy jefe de gobernanza del alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, pero ninguno se decidió a entrar al proceso finalmente.

En la redacción la media docena de fuentes con las que habló La Silla estaban a favor de que Giraldo se quedara con ese cargo debido a que por su línea editorial y porque la conocen, sienten que se garantizaría la continuidad de la línea que ha mantenido el periódico.

Hasta el 31 de diciembre, a un día de cumplir exactamente 21 años de dirigir la redacción de Vanguardia, Sebastián estará en el cargo. Después, comenzará una nueva era en el diario más antiguo de Santander.

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