Lo que va a permitir la firma de este Acuerdo es manejar una cantidad de problemas sepultados hasta ahora por la existencia del conflicto. Es como si Colombia se quitara de encima un fardo para mirar con más amplitud los problemas de fondo que tiene. El Acuerdo abre también la posibilidad a un acercamiento al sector rural, para convertirlos ahora sí en verdaderos colombianos. Ahora tocará manejar todo el legado del conflicto, y los problemas de la implementación de los acuerdos . Pero el paso fundamental es que ahora podremos mirar con más libertad los problemas e intentar solucionarlos.
¿Cómo cambia a Colombia el Acuerdo de paz?
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Expertos
Muchos Colombianos tenemos claro que la paz no se alcanza solo con una firma, porque en La Habana se firma un pacto o dicho de otra manera se hacen las paces entre dos actores en conflicto los últimos 50 años, Farc EP y Estado, claro que incide en Colombia porque abre escenarios para la construcción de la paz y permite focalizar otros actores generadores de conflicto y desarrollar estrategias para poder avanzar y lograr consolidar un país seguro, participativo para que las necesidades básicas sean satisfechas y haya equidad social.
Si se firman los acuerdos, se estarían sentando las bases para transformar el campo colombiano y sustituir la coca. Se crearía un escenario de inclusión en los temas de garantías de participación política. En justicia, vamos a conocer la verdad y los responsables de lo que ha sucedido van a ser públicamente conocidos. Y va a haber una transformación ética y moral. Si se cumplen los acuerdos, Colombia entrará en una transición política porque habría una desconcentración de poder con unas expresiones regionales y locales de poder.
Acabar la violencia directa con las Farc tiene valor en sí mismo, así luego seamos incapaces de hacer cambios significativos en la violencia estructural y heredemos irresponsablemente en nuestros hijos la tarea de reconciliarnos. Al menos por tres razones tiene altísimo valor el acuerdo final: Primero, nos vamos a quitar el peso de ser el país con el conflicto armado interno más antiguo del continente. Está ancla no nos permitía salir adelante como país. Segundo, dejaremos de invertir 29 billones de pesos en matarnos. En 2015, el gasto efectivo en educación fue mayor que el gasto en la guerra, solo con el cese unilateral de las Farc. La firma del Acuerdo nos va a liberar recursos para educarnos, para invertir en agua potable, en vivienda, en nutrición; recursos que antes gastábamos en matarnos. Tercero, pero lo más significativo es que podemos, por fin, salir de esa decadencia humana y espiritual en la que hemos caído por cuenta del conflicto armado. Los millones de víctimas son el reflejo de la barbarie de la guerra; y cada una de las víctimas, nos enrostra esa decadencia humana y espiritual en la que hoy vivimos.
Oportunidades. Esa será la palabra clave en el futuro próximo para Colombia. Una vez se firme el acuerdo del fin del conflicto se abrirán las puertas para construir un Estado capaz de cumplir con las promesas de la Constitución de 1991. Ya lo han dicho quienes me precedieron en la respuestas al debate, pero lo repito: el acuerdo con las FARC es solo el comienzo y también deben desarticularse otras estructuras armadas, incluyendo al ELN y grupos de BACRIM. Sin embargo, el fin de las FARC nos acerca a la condición básica para que florezca plenamente cualquier democracia: el monopolio de la fuerza por parte del Estado. Los mayores cambios en el país ocurrirán en lo local y territorial. Por mi investigación de doctorado tuve la oportunidad de hacer trabajo de campo en diferentes lugares del país en los cuales los grupos armados aún imponen su ley. Y mi conclusión después de hacer cientos de entrevistas con funcionarios, políticos, líderes sociales y comunitarios, y periodistas es que es absolutamente imposible que la democracia local sea funcional cuando el fusil todavía impone casi todas las decisiones de gobierno. Hay municipios de Colombia que viven en condiciones de posconflicto “de facto” hace muchos años y tenemos mucho que aprender ellos: de sus problemas, de sus avances y de sus retos. El fin del conflicto armado es una noticia muy positiva para quienes tenemos la esperanza de vivir en un país más justo e incluyente.
Sin las FARC tendremos que mirarnos al espejo y aceptar que la situación de exclusión, abandono y atraso en amplias regiones del país no solo ha sido culpa de la guerrilla. Sin duda, la insurgencia y el conflicto armado son parte de la explicación de un país profundamente desigual, pero también han sido un pretexto para mirar con desinterés y una dosis de arribismo a la “periferia”. Está claro que el acuerdo con las FARC no solucionará los problemas del país, pero sí permitirá reconocer que las transformaciones fundamentales han sido ignoradas o pospuestas, por un sistema político que ha tenido como coordenadas la confrontación bélica. Ese es el verdadero valor de este proceso de negociación, que permitirá mirar descarnadamente que falta mucho Estado por construir y mucha democracia por reclamar.
Hola Juanita, mira: Enorme expectativa, algo de júbilo y mucha preocupación generó la noticia del cierre de los acuerdos de la Habana. La gente legítimamente se pregunta qué cambios se van a dar a partir de ahora pues si bien es innegable que el hecho es histórico ello no significa que sea positivo. Visualizar un poco el futuro resulta recomendable para asumir a conciencia el voto y las acciones que emprendemos. Las respuestas son diversas y acá empiezan las mías. Va a cambiar enormemente el ordenamiento jurídico. Aparecerán infinidad de leyes provenientes del congresito así como las expedidas unilateralmente por el señor Presidente por aquello de las leyes habilitantes. Cambiará la manera de interpretar la ley, de aplicarla y de hacerla valer, con ello cambiará la manera de vivir y de entendernos. Y como quiera que los acuerdos harán parte de la Constitución Política, toda lectura, implementación y elaboración legal dependerá de ellos. Cambiará el Estado de Derecho porque cambió nuestra Constitución Política. Para quienes están desapegados a la ley y creen que estos son argumentos meramente formalistas, bastaría con recordarles que es el Estado de Derecho el que marca la diferencia entre la civilidad y la tiranía. Va a cambiar la visión de nuestra historia y con ella la ética colectiva. Se enseñará la nueva versión de los hechos sociales, económicos y políticos provenientes de la partidaria comisión Histórica y Comisión de “la verdad” así como del arbitrario centro de memoria histórica y se construirá un nuevo y diferente ideario fundacional. Si los históricamente malos no lo son tanto y la comunidad claudicó frente a la intolerantes y criminales revolucionarios, incluso como costumbre y práctica social, significa que su causa fue justa, sus pretensiones eran válidas y sus métodos legítimos. La forma de hacer política cambiará: Las Farc se tomarán el poder local, no solamente a través de las instancias tradicionales como las JAL, los concejos y las asambleas, sino por vía de los comités de participación ciudadana que a la postre se cuentan por varios y sobre los cuales recaerá de manera directa el poder supremo, sin filtro, sin cause sin respeto al Estado unitario. El agro y sus empresarios; el sector minero energético y el mundo de los hidrocarburos, fuentes naturales de nuestro progreso así como cualquiera otro sector que quiera elevar la voz del bienestar económico y la riqueza material, quedarán en jaque y plegados al favor de una acción popular, tutela, cumplimiento o cualquiera otra acción que le permita a juez cualquiera aplicar la Constitución creada a espaldas del pueblo (Poder Constituyente primario) en las hermosas playas cubanas. La política nacional, salvo las curules especiales en el congreso etc.. no serán preocupación revolucionaria por ahora puesto que el poder subnacional se convertirá en el verdadero y cierto poder comunitario. Lo que desafortunada y tristemente no cambiará es el estado de zozobra e inseguridad; de intranquilidad y de desgano; de división social y de desamor patrio púes mientras subsistan las Bacrim y el ELN no alcanzaremos nunca la tan anhelada Paz y mientras no entremos en la cultura del amor al mérito, al esfuerzo, al odio por el uso de las armas y de la violencia para reivindicar nuestros ideales y creencias y no asumamos como propios el amor al crecimiento económico y a la riqueza tampoco alcanzaremos jamás la tan anhelada Paz integral, allende ésta a la simple ausencia de conflicto. Para finalizar, justo es también indicar que resulta igualmente preocupante que estos acuerdos le cierran injusta e inentendiblemente la posibilidad de diálogo a cualquiera otra organización criminal dispuestos a deponer sus armas a cambio de una negociación política.
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