Creo que llegó la hora de una mujer en la cabeza del equipo negociador del gobierno. El presidente debe escoger a alguien que conozca el proceso; que haya construido confianza con el equipo negociador del ELN; que haya participado en las audiencias públicas con la sociedad civil; y que entienda los retos de la pedagogía del proceso de negociación.
¿Cómo se puede replantear el proceso con el ELN para que avance?
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Expertos
En un momento donde la polarización gobierna el debate nacional, es momento que el proceso de paz se fortalezca desde la misma sociedad, siendo necesaria una estrategia que reaccione el país frente al reto de acabar con la guerra, es momento de hacer un vuelco en ministerios y altas consejerías que cobijen el proceso de paz, realizando acciones que abonen con acciones el futuro acuerdo de paz de ELN.
La mañana estuvo cruzada por la noticia de Juan Camilo Restrepo se hace a un lado como jefe del equipo negociador con el ELN. Lo hizo ante los medios de comunicación e informó que el Presidente Santos lo sabía desde hace un buen tiempo. El presidente Santos agradeció la gestión de Restrepo e hizo una positiva valoración del estado de las negociaciones. También anunció que reforzará el equipo negociador. Juan Camilo Restrepo asumió la responsabilidad de jefe negociador desde octubre de 2016, recibió un equipo, una agenda y una mesa que no despegaba a la fase pública por el secuestro de Odín Sánchez. Él gestionó esta situación y, en acuerdo con el ELN, abrió la fase pública en la primera semana de febrero. Estos 10 meses de diálogos y negociaciones nos dejan un cese bilateral de fuego y hostilidades y un buen número de propuestas de participación, no es mucho, no es poco. Siempre he sostenido que estas negociaciones son difíciles, hay grandes obstáculos a resolver: las dudas del ELN, la falta de entusiasmo que estas negociaciones produce en la gran mayoría de la sociedad, la escasa oferta de las élites de poder, el debate presidencial donde espero no naufraguen estas negociaciones incipientes. Juan Camilo Restrepo es un peso pesado de la política colombiana. Por eso, la persona que se ponga al frente del equipo tendrá que tener una vocación de apóstol y la decisión de trabajar para que esta negociación vaya hacia adelante. El tiempo es poco y no es buena cosa que de esta cuarta ronda se salga sin un diseño de participación, tema que se puede resolver luego del proceso de audiencias donde Gobierno y ELN han escuchado 220 propuestas. Sin un proceso de participación este proceso no podrá madurar. Esperemos que en la cuarta ronda, que inicia el 9 de enero, se avance de manera decidida. Requerimos unas concertaciones entre diferentes, para que el nuevo gobierno encuentre un saldo positivo sobre el cual continuar. Sin cese bilateral, no habrá participación diversa y de calidad, es un imperativo su prórroga.
El ELN, independientemente de los avances del cese al fuego que termina el 9 de enero, debe comprometerse a no intervenir a través de las armas en las elecciones. Esto puede ser uno de los puntos más críticos del momento de la renuncia del doctor Juan Camilo Restrepo que, además, muestra cómo el gobierno pierde cada vez más maniobra. La renuncia del jefe negociador demuestra que no había muchas más opciones dentro de la mesa. Dado ese panorama ¿cómo se puede mejorar? La única forma es que el ELN demuestre voluntad política, cosa que no ha hecho hasta el momento. Basta con poner la mirada en el Chocó, por ejemplo, donde por culpa de este grupo siguen los desplazamientos, los asesinatos y los secuestros. Finalmente, este es un momento clave para que las Farc, como partido político, demuestren que el ELN no es su retaguardia armada. La Farc tienen la oportunidad de exigirle al ELN que demuestren una voluntad de paz y, por lo mismo, que ellos lo tienen.
Cualquiera que pueda nombrar el gobierno va a tener un reto muy grande y deberá darle un impulso a la negociación de aquí al otro gobierno. Ojalá sea una persona que pueda tener otras ideas que permitan llegar a las elecciones del 2018 y a la elección de próximo presidente con una mesa andando. En primer lugar, es necesario que siga el cese al fuego. Esto permitirá seguir con los otros puntos que ya están en la agenda. Es necesario impulsar y arrancar el punto de participación y buscar una articulación efectiva con el punto de transformaciones para la paz. Esto haría que el próximo gobierno tenga la posibilidad y casi que el deber de seguir adelante. No considero que sea necesario hacer grandes cambios en la metodología, pues suficientes ideas saldrán de la participación. Por el contrario, es necesario que de las audiencias salga una hoja de ruta que pueda incidir en la mesa. Las partes deberán discutir y decidir sobre el amplio espectro que saldrán de éstas. Un último punto que hay que tener en cuenta es la implementación de lo acordado en La Habana. Eso, sumado a lo que pueda salir de los puntos de participación, dará una dinámica al proceso entre el Gobierno y el ELN.
1. El ELN debe reconocer su verdadera condición política militar para reducir su “idealismo de Simacota” y superar el prejuicio de ser una guerrilla que “no llegó en paracaídas” al escenario insurgente en Colombia; para de esta manera enfocarse con todos los esfuerzos y capacidades, a desarrollar y consolidar los seis puntos de la agenda de negociación acordada. 2. El ELN debe corregir el equivocado mensaje de ruedas sueltas en su interior, que no estarían aceptando las decisiones de Quito. Es el caso del cese bilateral del fuego, que fue violado flagrantemente por una de sus estructuras armadas en el Chocó. La lección de 1994 cuando el grupo insurgente se escindió dando origen a la Corriente de Renovación Socialista (CRS), es para muchos colombianos un hecho que puede reproducirse, generando desconfianza en relación con la verdadera unidad monolítica del ELN. 3. La participación de la sociedad en la construcción de paz, aún no le ha significado al ELN mayor ventaja estratégica, ni rédito político social que le muestre al país, un grupo guerrillero con la suficiente legitimidad para representar distintos sectores de la sociedad. Esta situación va a llevar al ELN a tratar de inyectarle más “sociedad” como respaldo a los diálogos, buscando además generar mayor discusión, para profundizar todos los debates, de tal manera que se intensifiquen y se conviertan en expresiones de apoyo (movilizaciones, manifestaciones) a su agenda. No obstante es posible un debilitamiento de esos sustentos por la manera en que el cese bilateral de hostilidades expresa un comportamiento contradictorio. 4. La propuesta de Nación del ELN, planteada en un documento interno en desarrollo del denominado quinto congreso, como “proceso participativo de los diversos sectores de la sociedad”, para “crear consenso nacional y popular”, no se ha reflejado en los actuales diálogos en Quito. Se hace evidente en consecuencia, la dificultad que tiene el ELN para traducir esa intención política en el contexto actual del país, caracterizado por unas bajas expectativas sobre diálogos de paz, cuando ya ha transcurrido un año de posconflicto con las Farc. 5. Finalmente el ELN debe entender que su proceso de diálogos, no corresponde a un segundo proceso de paz. No obstante para el ELN será importante tratar de diferenciarse de las FARC por lo que significan sus “bases de apoyo popular” en el futuro político al que aspiran. Viajar a Ecuador para calcar el proceso de La Habana sería el mayor contrasentido para los insurgentes; por consiguiente la manera como el ELN represente o se atribuya la representación de lo que ellos identifican como sociedad, probablemente sea lo que defina la particularidad de este grupo guerrillero en relación con las FARC. No obstante el ELN tendrá que aceptar que su negociación con el Gobierno será complementaria a la ya realizada con las FARC.
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