La ley Zidres va en la dirección correcta para lograr que el progreso y el desarrollo del campo se conviertan en un propósito nacional, a partir del estímulo a la inversión, con un modelo incluyente en el que caben pequeños, medianos y grandes empresarios del sector. Así mismo, es una ley que reconoce la importancia e incentiva la producción a gran escala.
Es un paso para lograr la estabilidad jurídica que se había perdido debido a las equivocadas interpretaciones de la Ley 160 de 1994; pues la Ley ZIDRES reconoce la no retroactividad de esa ley y dota de herramientas a los empresarios que desean invertir en el campo colombiano. También, está en línea con la dinámica esperada de la economía luego de la posible firma del acuerdo de paz.
De esta forma, se dejan expresas las reglas para el desarrollo del campo, en las zonas que cumplan con las condiciones establecidas, y fortalece el desarrollo social, económico, político y ambiental en estas zonas, las más vulnerables del país. Además, responden a los postulados constitucionales de asegurar la función social de la tierra en Colombia. Así se va a explotar el potencial del país para responder a la seguridad alimentaria y a la sustitución de importaciones, dos ejes fundamentales para el desarrollo económico del país.
La intervención de las actividades agrícolas en las zonas de desarrollo necesariamente responden a la progresividad de las medidas, conforme a la intervención de los empresarios que, además de las ventajas de la asociatividad, promueven y garantizan el acceso a los productores y campesinos, a mejores condiciones de salud, educación asistencia técnica.