Seis aspectos por los que será juzgada la nueva alcaldesa al final de su mandato, que van desde mejorar el diálogo con la ciudadanía hasta priorizar a jóvenes y mujeres, pasando por su promesa de integración con la Sabana.
Las expectativas de la era Claudia López en Bogotá
Un alcalde suele ser juzgado a partir de las expectativas que genera, y en el caso de Bogotá, éstas cambiaron de Enrique Peñalosa a Claudia López, que se posesionó ayer.
A partir de sus propuestas de campaña, de lo que encontró en el proceso de empalme y de su discurso de posesión, La Silla Cachaca escogió seis grandes expectativas que ha creado López, de las que puede quedar presa si no cumple su plan de gobierno o que le servirán para cantar victoria en caso de que esté a la altura de ellas:
Dialogar más con la gente (teniendo el Paro como referencia)
Ante la impopularidad de Enrique Peñalosa, que terminó por encima del 60 por ciento según Gallup, y que se debió en buena medida a la arrogancia que mantuvo para comunicar y ejecutar sus propuestas, políticas y proyectos, Claudia López ha prometido, como ratificó ayer en su discurso, un cambio, entre otros, “de estilo y de liderazgo (...), un gobierno que escuche y encuentre soluciones de común acuerdo con los ciudadanos”.
Esa fue una propuesta de campaña que la diferenció de Peñalosa (y que también tuvieron, en mayor o menor grado, los demás candidatos, como muestra de que es un aspecto relevante al que tocaba darle un giro), y que, como contamos en La Silla Cachaca, la repotenciaron las marchas del paro nacional que arrancó un mes después de las elecciones de octubre.
Peñalosa, por ejemplo, llamó “matoncitos” a un grupo de manifestantes que hacía un cacerolazo en diciembre en la Plaza de Bolívar, como protesta ante la votación de la reforma tributaria de Duque. Además, usó sistemáticamente el Esmad para atender lo que le tocó de las protestas, y en general la protesta social durante su administración.
Por ahí es que López promete empezar a cambiar la relación con la ciudadanía, y ayer dijo, por ejemplo, que no permitirá “de ninguna manera, el abuso de poder de ninguna autoridad contra esa legítima expresión ciudadana”.
Esa es una expectativa grande porque ella concibe su gobierno como “de coalición ciudadana” y dice hacer parte “de las mayorías ciudadanas que se han tomado las calles”.
Ayer, de hecho, antes de que comenzara su discurso, la presentadora del evento, Mábel Lara, leyó el saludo que envió el presidente Iván Duque a la nueva Alcaldesa, ante lo cual una parte del público chifló y cantó la arenga más sonada del paro que enfrenta Duque: “¡A parar para avanzar, viva el paro nacional!”.
Todo eso no es fácil si se tiene en cuenta que López también ha manifestado su respeto por los técnicos y la tecnocracia, que no necesariamente toman decisiones populares. Quizás sus primeros retos sean si aumenta el pasaje de Transmilenio (algo que Peñalosa considera necesario para no desfinanciar más el sistema) y si adjudica la troncal por la Carrera 68, que ella prometió no hacer en campaña, pero cuya licitación Peñalosa dejó abierta y estructurada para que alimente el metro..
Priorizar a los jóvenes
López habló cuatro veces en su discurso de fomentar en Bogotá un “nuevo contrato social e intergeneracional” para los jóvenes.
Esa es una apuesta de campaña que el Paro le ayudó a catalizar, teniendo en cuenta que quienes han liderado las protestas son jóvenes que reclaman, además de muchas otras cosas, mejor educación y condiciones de empleo dignas.
Su principal apuesta para atender ambas demandas es crear la Agencia de Ciencia, Innovación y Educación Superior, por medio de la que pretende que 20 mil jóvenes accedan gratis a educación superior (en niveles profesional, técnico y tecnológico) y con conexión a empleo.
La expectativa ahí es grande porque implica cambiar el modelo mediante el que el Distrito ha ofrecido acceso a educación superior, pues se ha basado sobre todo en el crédito en distintas modalidades; y además plantea un cambio de prioridades respecto al gobierno de Peñalosa, en el que éste no fue un tema central. Eso costaría, según las cuentas de su equipo, 1 billón de pesos..
Atacar la corrupción en el Distrito
La lucha contra la corrupción no fue un tema central de la campaña, en buena medida porque la administración de Enrique Peñalosa no fue el foco de grandes escándalos de ese tipo, como sí lo fue la de Samuel Moreno, condenado por el Carrusel de la contratación.
Sin embargo, con Claudia López se genera una expectativa grande después de que en 2018 lideró por todo el país la Consulta Anticorrupción, que aunque no alcanzó el umbral para hacer obligatorios los cambios que proponía, sí alcanzó 11 millones de votos que se convirtieron en un mandato ciudadano que hasta ahora el Congreso tramita a paso de tortuga.
Ayer dijo que hará cumplir en la Alcaldía las demandas de la Consulta, comenzando porque los altos funcionarios estarán obligados a publicar sus declaraciones de renta.
Sin embargo, es posible que se tope con retos más allá de la falta de transparencia, como la corrupción en las alcaldías locales, en las que, por poner los ejemplos más recientes, Gustavo Petro y Enrique Peñalosa enfrentaron problemas serios.
Incluso, en los últimos días de la administración Peñalosa se conoció un presunto caso de corrupción en el IDU, de 2016, en el que un grupo de funcionarios y contratistas se habrían puesto de acuerdo para adicionarle presupuesto a un contrato de adecuación de puentes y andenes.
Y tendrá respirándole en el cuello a la oposición al metro elevado, que considera que es un proyecto corrupto a pesar de que los jueces que han revisado las demandas no han encontrado visos de corrupción. Sin embargo, como apenas comienza la ejecución de la obra y quedó en manos de un consorcio chino cuestionado por corrupción en otros países, cualquier movida extraña pondrá a prueba la bandera de la nueva alcaldesa.
Y también entra ahí la propuesta de entablar una nueva relación con el Concejo, que no incluya la entrega de puestos a cambio de votos. Un reto grande si se tiene en cuenta que no tiene mayorías en el Concejo, pues los únicos partidos de gobierno son el Verde (12 curules) y el Polo (4), y por eso, en cada proyecto, le tocará lograr acuerdos.
Muestra de esa dificultad es que no logró tener en este primer año un Presidente del Concejo de su partido, Alianza Verde, y terminó aceptando la necesidad de ofrecerle, como lo hizo ayer, la Presidencia a Carlos Fernando Galán, que fue su principal competidor en la campaña.
Lograr la integración con la Sabana de Bogotá
Este ha sido un sueño aplazado por muchos años, que con Peñalosa se dificultó debido a la mala relación entre él y el Gobernador saliente de Cundinamarca, Jorge Rey.
Desde la campaña, Claudia López se reunió con Rey para hablar de proyectos de integración, un asunto que puso por encima de sus diferencias con él, al que por cuatro años venía tratando de corrupto. Y además, entabló una buena relación con Nicolás García, el nuevo Gobernador, que es del grupo político de Rey.
En su discurso propuso que esa integración se concrete por medio de la “Región Metropolitana de la Sabana de Bogotá, para que podamos tener las herramientas de ordenamiento ambiental, territorial, de transporte, servicios públicos y seguridad que necesitan nuestros ciudadanos tanto en Soacha como en Bosa, en Chía como en Suba, en La Calera como en Usaquén, para mencionar sólo algunos ejemplos”.
La figura de la Región Metropolitana aún no existe en la Constitución, y el proyecto para crearla comenzó el año pasado su curso en el Congreso liderado por la representante a la Cámara Juanita Goebertus, de la Alianza Verde y de la línea de López en ese partido. La idea es que se pueda aplicar en 2021 y tiene como gancho para Cundinamarca que prevé la participación de la Gobernación, algo que hoy no pasa.
En cualquier caso, así sea aprobado el proyecto, aplicar una figura dependerá de la negociación con el gobernador García, que ha dicho que prefiere crear una Región de Planificación y Gestión, que ya está prevista en la ley y, por ejemplo, la aplicó desde 2014 Cali con 10 municipios vecinos.
La relación fluida entre López y García, y la voluntad de ambos de acordar un mecanismo de integración, hace que se cree una expectativa grande para que eso se logre, que no existió en los últimos gobiernos.
Activar el transporte férreo
La principal propuesta de movilidad de Claudia López es extender a Suba (noroccidente) la línea de metro que Enrique Peñalosa dejó contratada entre Bosa (suroccidente) y Chapinero (nororiente).
Su idea con eso es dar el primer paso para que el eje del transporte público en Bogotá sea el metro, y no el sistema de buses de Transmilenio, como lo concebía Peñalosa.
Y los pasos siguientes los pretende dar no sólo respaldando el Regiotram de occidente (que llega desde Facatativá y ya está contratado), sino vinculándose a la estructuración y contratación de otros dos: uno que llegue desde Zipaquirá por el norte, y otro que llegue desde Soacha por el sur.
Eso genera grandes expectativas por varias razones: por un lado, porque apostarle a eso implica no seguir invirtiendo en Transmilenio (más allá de meterle plata a mejorar el servicio en la red de buses existente), y por otro, porque será quizás la prueba más grande de la capacidad de ejecución y gerencia de López, teniendo en cuenta que se trata de megaproyectos billonarios que seguramente tendrán dificultades y retrasos en su ejecución.
Por ejemplo, como contamos durante la campaña, es difícil que, como ella propone, la plata del Transmilenio por la Séptima, que ella no hará, le alcance para asegurar la financiación de la extensión del metro a Suba.
Priorizar a las mujeres
Su condición de mujer hace que con Claudia López se genere una expectativa mayor que con cualquier otro alcalde con respecto a la política de protección y defensa de los derechos de las mujeres.
Es una política que pretende continuar de Peñalosa, además porque desde que Petro creó la Secretaría de la Mujer se ha ido fortaleciendo la institucionalidad para eso. Su impronta pretende dejarla en la creación de un “sistema distrital de cuidado”, con la idea de que entidades públicas y privadas ofrezcan servicios de cuidado de familia para que las mujeres, que son las que generalmente asumen esa labor, tengan tiempo de asumir otros roles.