El coronel no tiene quien le escuche. Una aproximación antropológica a las narrativas militares se pregunta por la manera en que la élite militar del Ejército de Colombia ha construido una “tradición” a partir de una narrativa particular de la historia y de la sociedad colombianas. El texto no pretende desmentir o confirmar el relato de los hechos históricos elaborado por los oficiales entrevistados y reseñados. Más bien, pretende comprender el sentido trágico y el sentimiento de dolor y frustración de la élite militar, al presentir una ruptura de larga data entre la institución castrense y la sociedad civil colombiana. ¿Cómo explican ellos esta ruptura? ¿Cuáles son las emociones que se mueven? ¿Qué implicaciones tiene esto en las posiciones que tomen frente a los acuerdos de paz? Son preguntas que la autora se hace a lo largo del libro, mientras analiza la manera como estos militares ilustrados ordenan e interpretan la secuencia de los hechos del acontecer nacional y a los diferentes grupos sociales del país: élites gubernamentales, grupos raciales, “enemigos subversivos”, entre otros.
La autora asume el enorme reto metodológico de ejercer autocontrol valorativo frente al relato histórico producido por una de las instituciones que mayor trascendencia han tenido en el trasegar nacional, y sobre la que caen todos los días los mayores cuestionamientos. El éxito de este autocontrol valorativo y su capacidad de tomar distancia y concentrarse en el valor de su pregunta hacen que en el libro se haya logrado desenmarañar los sentidos más profundos que el relato propone.
Forero Angel se vale de la aproximación dramatúrgica que le permite dar voz a los sujetos leídos y entrevistados mientras que advierte el carácter de “ficción” de sus narrativas. Esto hace que el libro se ubique en los debates contemporáneos sobre representación política y ciencias sociales. Con la forma elegida la autora da voz a múltiples actores, autores-narradores militares, sin perder de vista el carácter “artificial” de sus constructos ni las propias posturas que entran en tensión con las voces escuchadas.
El texto es una de las primeras aproximaciones etnográficas al Ejército colombiano. Su mirada es émica, es decir que se sitúa desde el horizonte de producción de las narrativas estudiadas sin olvidar el carácter problemático del sujeto de estudio.
El coronel no tiene quien le escuche. Una aproximación antropológica a las narrativas militares problematiza el rol de las ciencias sociales a la hora de ocuparse de grupos dominantes, retomando con fuerza la necesidad de preguntarse también por las características de los grupos de élite.