Estamos en la peor coyuntura posible para incrementos de los salarios formales (mínimos o no). En el mercado laboral después de una recesión (y estamos en la peor de la historia reciente), hay dos grupos diferentes de trabajadores. Están “los de adentro”, aquellos que no perdieron sus puestos de trabajo y siguen gozando de sus ingresos salariales, y “los de afuera”, que no contaron con la misma suerte y perdieron sus plazas. Los sindicatos representan la voz de “los de adentro” y proponen incrementos que favorecen a este grupo. Si consiguen negociar un salario alto, terminarían copando el espacio para reenganchar a los de afuera. Así, los que ya tienen empleo se quedarían con el pedazo de la tajada que antes compartían con otros trabajadores. Los de afuera, cuando la recesión termine, no encontrarán trabajo y se habrán perpetuado los efectos de los malos tiempos en el empleo.

Cada año la discusión del salario mínimo es la misma. Por un lado, los empresarios y algunos colegas economistas advierten del riesgo de aumentarlo mucho (este año, a las preocupaciones sobre el desempleo y a informalidad, se le suma la carga a un sector empresarial golpeado por la pandemia), mientras que los trabajadores que ganan el salario mínimo sufren por cubrir necesidades básicas con un salario que cada día rinde menos. 

Es cierto que Colombia tiene grandes problemas de informalidad y desempleo, pero la solución no puede ser bajarles el salario real a los trabajadores. El salario mínimo debe subir por lo menos el IPC (no solo por el fallo de la Corte, sino porque en pandemia no es un buen momento para generar ahorros a costa de los trabajadores). También es cierto que el sector empresarial está golpeado, pero el gobierno ya tiene un programa de apoyo a la nómina en pandemia y, si es necesario, debería expandirlo para ayudar con el aumento del salario mínimo. 

Ahora, el problema preocupante de fondo es que en realidad el salario mínimo cubre solo a una pequeña parte de la población colombiana, y entre más elevado es el salario mínimo más se incentiva la informalidad. La solución no es bajar el salario mínimo, sino aumentar la productividad de las personas, lo cual es mucho más complicado y requiere inversiones de largo plazo en educación, y fomentar la creación y crecimiento de empresas competitivas (lo cual no solo se logra con salarios bajos). Para empezar, tenemos que dejar el debate simplista de si el salario mínimo es el  gran demonio o la salvación, y pensar más estructuralmente en cómo mejorar la productividad y por ende los ingresos de todos los trabajadores, muchos de los cuales reciben menos del mínimo.

La prioridad en este momento debe ser la recuperación del empleo sin que se dispare la informalidad. La situación es muy delicada. Comparado con el mes de octubre del año pasado, la población ocupada en Colombia cayó en 6.7 por ciento. Es decir, hay casi 1.5 millones de personas menos trabajando, y el impacto es mayor para las mujeres y los jóvenes. Para que el salario mínimo llegue al millón de pesos se necesitaría un incremento cercano al 14 por ciento. Si añadimos los costos no salariales, el monto mínimo para contratar formalmente se podría acercar a 1.5 millones. Creo que esto dificultaría mucho la reactivación de la contratación y llevaría a incrementos en la informalidad laboral.

Un millón de pesos es una cifra icónica para el salario mínimo y las personas que lo ganan. Entiendo ese deseo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que hoy lo que paga una empresa por una persona que gana el mínimo es casi un millón y medio (con subsidio de transporte, cesantías, pensiones, caja de compensación y contribuciones a salud). 

Dicho esto, creo que la propuesta de aumentar el salario mínimo en 13,9 por ciento no es socialmente responsable ni deseable. Por un lado, se dice que este aumento puede incentivar la demanda agregada y eso animaría la economía. Por otro lado, se dice que con un aumento tan grande sería difícil evitar la destrucción de empleos formales y general nuevos empleos, lo cual deprimiría la economía. 

El argumento detrás de la demanda agregada no es claro. Para eso hay que entender cómo es el mercado laboral colombiano. El 50 por ciento de empleados es informal, gente que no alcanza a ganar ni un salario mínimo y que tampoco tiene seguridad social. Además, tenemos una tasa de desempleo del 16 por ciento. Un aumento muy alto del mínimo claramente beneficiará a las personas que logren mantener su empleo formal. Pero con ese aumento, muchos no podrán conservar su empleo formal y se irán al sector informal o al desempleo. Algunos ganarán, la mayoría perderá y será difícil incentivar la demanda agregada.

El argumento detrás de proteger empleos formales y generar nuevos empleos tiene sustento en trabajos que se han hecho para Colombia. Los aumentos reales del salario mínimo y los costos laborales tienen efectos negativos sobre el empleo y positivos sobre la informalidad. 

Pensando en el conjunto de las personas, en la activación de la economía, en la generación de empleos formales con mejores condiciones y en no desterrar a una parte de los colombianos a la informalidad y al desempleo, lo prudente sería no pensar en cifras altas para aumentar el mínimo.

Hay un debate bastante grande, no solo en Colombia, sino a nivel internacional acerca de cuáles son exactamente los efectos del salario mínimo sobre el empleo.

Algunos economistas colombianos, utilizando investigaciones que se centran en países desarrollados -principalmente Estados Unidos-, han promovido bastante el punto de vista de que subir el salario mínimo no tiene efectos negativos sobre el empleo. Pero la verdad, el contexto de Colombia, donde más de la mitad de los trabajadores ganan menos del salario mínimo, es muy distinto del estadounidense donde se suelen hacer estas investigaciones. 

En Colombia hay muchas más razones para pensar que un aumento del salario mínimo que esté por encima de la inflación más el cambio en productividad de los trabajadores podría terminar aumentando el desempleo.

Ahora, esta conversación sobre si subir o no subir, o cuánto subir, el salario mínimo no es la que deberíamos estar teniendo, porque independientemente de si lo subimos o incluso de si lo bajamos un poquito, lo cierto es que no va a cambiar la situación en la que más o menos la mitad de los trabajadores colombianos ganan menos del salario mínimo.

Si queremos garantizar un nivel de vida mínimo a los colombianos deberíamos buscar otras herramientas que ya existen. 

Una muy prominente, como la que hemos mencionado muchas veces en el Observatorio Fiscal, es la renta básica de la que -a diferencia del salario mínimo- tenemos muy buena evidencia en toda clase de contextos que indica que no reduce el empleo, no hace que la gente trabaje menos. 

Además, los análisis que hemos hecho en el observatorio también muestran que, por lo menos para ciertos niveles de renta básica, es factible que el Gobierno la solvente.

Así que ojalá empecemos a tener debates más acerca del nivel de renta básica que es justo tener, y menos sobre cuántos puntos se debe subir a un salario mínimo que - teniendo en cuenta que la mitad de los trabajadores en Colombia ganan menos que eso - es una política fracasada.

Si el salario mínimo llega a 1 millón de pesos, lo más probable es que cause mayor desempleo e inflación. 

Una subida del salario mínimo tiene sentido si hay un aumento equiparable de la productividad del trabajo y si la tasa de desempleo es inferior a la tradicional. Ninguna de esas condiciones están presentes, y es posible que lo que se necesite para generar empleo es, entre otras cosas, que no aumente el salario mínimo. 

Yo no sé qué estarán consumiendo los líderes sindicales. Está contraindicado darle ese empujón a los salarios.

La esperada pregunta (s), el gibierno decreta desde el año pasado la medida del día sin IVA, por la pandemia se solicita que se haga en su mayoría de manera virtual y que si es presencial se sigan las normas de distanciamiento y autoprotección. Bogotá con Claudia no hace presencia en sitios críticos (6) y llega a cerrar almacenes y culpa al gobierno, ayer hacen caso al presidente y es exitoso..¿?

Vemos que no es un solo hecho, hubo marchas, manifestaciones y un precedente de alto contagio en por lo menos tres localidades de la ciudad que tardiamente la alcaldesa decidió "cerrar", así que es casi imposible verificar las inferencias de Riveros, Ayer por ejemplo hubo una marcha en la tarde por la séptima, policía acompañando y nada mas... la alcaldía saluda a la bandera de espaldas y grita.

Seria una pregunta inteligente si uno entendiera que es una funcion exponencial y mirara la pendiente, si los abogados en colombia supieran de matematicas el pais no estaria quebrado, me interesa saber mas como LSV sigue defendiendo mas a Clau, ya que descubrimos que ella se la paso gritando por ventiladores, pero se demoro 100 dias en hacer un listado de perfiles para las UCIS asi que fue inutil

En EE.UU no han logrado evidenciar correlación fuerte entre las enormes marchas del BLM y el crecimiento en contagio en el suroeste-un evento no es determinante. Si Riveros fuera menos sesgado y con menos agenda política, tendría que considerar que no solamente hubo 1 día sin IVA, sino q Bogotá ha autorizado más de una decena de marchas y la mayoría de sectores están operando,incluyendo informales

El columnista no muestra una prueba sólida para sacar esa conclusión. En mi opinión faltan más datos. Ese aumento en los contagios se pudo dar simplemente por la reapertura gradual de la economía.

El cinismo del señor Riveros, quien tiene hijo trabajando con la alcaldesa, es increible. Hoy defendia a la patrona (o matrona?) de su hijo en Blu radio diociendo que esta bien que informe a los bogotanos no importa si es diciendo mentiras ya que los respiradores no dañados sino por ajustar son 26 y no 206 dañados como afirma la gritona maleducada. Y la silla defendiendola con ahinco