Alberto  Bravo Borda

Alberto Bravo Borda

Presidente de Asinfar

Alberto Bravo, el gremio de las farmacéuticas nacionales, es un super poderoso de la salud.

Nació en Bogotá en 1952 en la familia, de siete hijos, del magistrado de la Corte Suprema Luis Alberto Bravo y de María Luisa Bravo, ambos con muy buenas conexiones que ayudaron a empujar la carrera de Bravo Borda.

Estudió derecho en la Universidad Externado, igual que su papá, y empezó su carrera en la  oficina de él, Bustos y Borda, trabajando en registros de marca. En tercer semestre de la universidad se casó y, gracias a una amiga de su mamá, conoció a Leónidas Londoño, entonces miembro del Comité Nacional de Cafeteros. Londoño se lo llevó a Almacafé, la empresa de almacenes de depósito de la Federación. Bravo entró a trabajar en la oficina jurídica al mismo tiempo que consiguió su grado en 1980, y estuvo durante cinco años y ganó experiencia en propiedad intelectual.

En febrero de 1990, Magda Turbay, sobrina del ex presidente Julio César Turbay Ayala, fue nombrada notaria y dejó vacante la presidencia ejecutiva de Asinfar. Turbay también conocía a la familia Borda y fue ella quién le pasó la hoja de vida de Borda a Rafael Cadena Silva, miembro de la junta directiva. Así llegó a la presidencia del gremio de las farmacéuticas nacionales.

Es el protegido de los laboratorios nacionales Genfar, Tecnoquímicas, Lafrancol y La Santé, por todo el tiempo que lleva protegiendo sus intereses. Ha mostrado su poder, por ejemplo, en la victoria que es para la industria nacional el control de precios de medicamentos, que aprieta mucho más a sus competidores de afuera. Además porque en desde esa silla ha visto entrar y salir a seis presidentes de Afidro, el gremio de las multinacionales farmacéuticas con quienes los afiliados de Asinfar mantienen rivalidades de negocios.

Sus relaciones familiares no sólo le han servido para ascender en su carrera. Su hermano Diego fue gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá y uno de los protagonistas del caos de la basura que vivió la ciudad tras el cambio de modelo de recolección que propuso Gustavo Petro. Y uno de sus grandes amigos, el magistrado del Consejo de Estado Guillermo Vargas Ayala, recibió por sorteo una de las tutelas de Petro y presentó ponencia positiva frente al caso que buscaba tumbar la destitución

Por eso, la vieja relación entre Vargas y Bravo terminó poniendo esa ponencia en cuestión. Se conocen desde que estudiaban juntos en el Liceo Cervantes en Bogotá y después también fueron compañeros en el Externado, donde compartieron promoción. Y luego, ya como presidente de Asinfar, Bravo llevó a Vargas a asesorarlo en temas sanitarios, una relación que duró 22 años hasta cuando Vargas llegó al Consejo de Estado.

De todas formas, el tema no pasó a mayores después de que el Consejo de Estado tumbó la ponencia.

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