Gustavo Bolívar

 Gustavo Bolívar nació el 22 de julio de 1966, en Girardot, Cundinamarca. Hizo varios semestres de Comunicación Social en la Universidad de La Sabana pero no culminó sus estudios.

Su involucramiento en la política comenzó cuando militó en las juventudes galanistas a finales de los 80. Por esos mismos años, Bolívar trabajó como asesor de Enrique Parejo González, político del galanista, cuando era concejal de Bogotá.

Parejo ya había sido ministro de Justicia en reemplazo del asesinado Rodrigo Lara Bonilla y había sobrevivido a un atentado cuando era embajador en Budapest, a donde lo había enviado el Gobierno Barco para protegerlo del Cartel del Medellín.

Bolívar cuenta que no lo conocía pero se le presentó en la campaña al concejo, que cuando ganó Parejo lo invitó a ser su asistente y que lo acompañó en su fallida candidatura presidencial de 1994.

Después de eso Bolívar abandonó la política y se dedicó de lleno a la producción cinematográfica y la escritura de novelas, sobre todo en el narcogénero, del que es considerado padre. Algunas de sus producciones más conocidas son “Sin tetas no hay paraíso”, que se basó en una novela que también escribió, y “Pandillas Guerra y Paz”.

Dice que con esos escritos hizo política en sentido amplio. “Por ejemplo, en Pandillas Guerra y Paz, ponía el político ladrón que llegaba a Ciudad Bolívar a repartir lechona y a engañar a la gente.”, dice

La serie tuvo tanto impacto que comenzaron a llegar cartas a Telecolombia, la programadora, para que Bolívar mediara en procesos de paz entre pandillas reales en ciudades como Villavicencio, Popayán, Pereira y Manizales. 

Con el patrocinio de Samuel Duque, presidente de Telecolombia (hoy FoxTelecolombia), Bolívar documentó y medió en nueve desarmes de pandillas, por lo que fue nominado al premio nacional de paz en 2002. Con la ayuda de las alcaldías, gestionó pequeños proyectos empresariales para los jóvenes. 

En el 2014 se fue a vivir con su hijo a Estados Unidos, y en 2015 comenzó a contactar a diversos líderes políticos ofreciéndoles apoyo económico para sus campañas y sus proyectos, incluyendo a Gustavo Petro, a quien le ofreció 10 millones de pesos para fortalecer su movimiento, luego del golpe que sufrió con la destitución. 

En un primer momento Petro, quien había vuelto a la alcaldía y estaba cerca de dejar el cargo, los rechazó porque no los consideró necesarios. 

En 2017, Bolívar vio en redes sociales una campaña de recolección de fondos de las juventudes de la Colombia Humana, movimiento de Petro, para recoger firmas para postularlo a las presidenciales de 2018.   

Les escribió, lo pusieron en contacto con Hilda Carrera, una asistente de Petro que le dijo que con mucho gusto recibía la ayuda y le preguntó también que si la oferta que había ofrecido en el 2015 seguía en pie, a lo que Bolívar respondió que sí.

Petro lo buscó para agradecerle, se reunieron y el político le propuso quedar en su lista de outsiders de la política para el Congreso. 

Al principio, por motivos personales, Bolívar rechazó la propuesta pero luego de que le insistieran aceptó. “Yo tenía cero ganas, pero les dije que sí.”

En las elecciones legislativas del 2018 fue la cabeza al Senado de la Lista de la Decencia, la coalición petrista que tuvo avales de la ASI, el Mais, la UP, Colombia Humana y Todos Somos Colombia. 

Fue cabeza porque no venía de la izquierda y así reforzaba el mensaje de renovación de la lista, pues no venía del mundo de la política, más allá de su trabajo con Enrique Parejo hacía casi 25 años.  

Siendo cabeza de lista, acompañó a Petro en sus giras y se dedicó a transmitir un mensaje de lucha contra la corrupción, las maquinarias políticas y contra lo que llama el paramilitarismo en la política, que hizo explícito en los 12 “principios de Gustavo Bolívar al Senado”.

Impulsado por la consulta entre Petro y Carlos Caicedo el día de las legislativas (y por su némesis, la de la coalición de derecha ese mismo día), Bolívar sumó 116.505 votos, la sexta votación más alta del país. La lista obtuvo 523.286 votos y alcanzó 4 curules en el Senado. 

Bolívar asegura que llegó al Senado con el compromiso de reunir los diversos sectores e intereses políticos alrededor de proyectos que fueran beneficiosos para el país, pero, cuenta, hasta ahora le ha dio mal con eso. 

Sostiene que en el Senado comenzó votando incluso proyectos del Centro Democrático, porque “si a mí me parecía que si un proyecto era beneficioso para la gente, yo no veía por qué oponerme.” 

En el uribismo dicen que son solo palabras: una senadora de ese partido nos dijo que es completamente falso que haya querido conciliar en el Senado, “recordemos que su propuesta de campaña no era construir nada sino meter a Alvaro Uribe preso”

Eso mismo dijo un representante a la cámara: “es equivocado que él diga que llega en una actitud conciliadora cuando su principal promesa de campaña fue meter a Uribe a la cárcel”

De hecho, Bolívar trinó en 2018 que uno de sus objetivos en el Senado tenía nombre propio: Álvaro Uribe. Sostuvo que trabajaría “sin descanso, para hacer valer las pruebas que existen, y recaudar pruebas nuevas, hasta llevarlo a la cárcel o a la JEP.”

Más allá de eso, Bolívar, así como los demás senadores y representantes de la Lista de los Decentes, que en 2018 se declararon como partido de oposición, ha sido opositor del Gobierno de Duque. 

Por ejemplo, fue crítico de las fallidas objeciones de Duque a la JEP y votó en su contra en el Senado; respaldó la moción de censura al entonces Ministro de Defensa, Guillermo Botero (quien renunció a su cargo antes de que la votaran), y respaldó el debate de moción de censura al sucesor de Botero, Carlos Holmes Trujillo. 

Ha sido crítico de las medidas de Duque en el manejo del covid, como el anuncio de un préstamo a Avianca por 370 millones de dólares (que luego se redujo a 240 millones y más tarde suspendió el Tribunal Administrativo de Cundinamarca), y lo llamó animal luego del primer día sin IVA.  

El 7 de agosto de 2020, el día que se cumplieron dos años del gobierno Duque, Bolívar dio un discurso sobre “las mentiras del gobierno”, como la promesa de Duque de no hacer fracking (la Agencia Nacional de Hidrocarburos había avanzado en pilotos de proyectos de fraking), y recordó los señalamientos de que a su campaña del 2018 habrían entrado dineros del narcotráfico en el ya conocido escándalo de la Ñeñepolítica y de financiadores extranjeros como Oswaldo Cisneros.