Esta decisión podría tener una consideración positiva, según el gobierno que la propone.
Si este gobierno fuera propenso a apoyar el Acuerdo de paz, si hubiera demostrado en los meses que lleva de gobierno que efectivamente se preocupa por los líderes sociales y víctimas, uno pensaría que una decisión de esa naturaleza podrá tener un componente de reconciliación en el sentido de que, por ejemplo, miembros de la Farc pues están en el Congreso o desempeñan algunas funciones en las instancias creadas en el Acuerdo.
Si se tratara de un gobierno amigo del proceso de paz, uno pensaría que es una decisión orientada a fortalecer la reconciliación. Pero, tratándose de un gobierno que de muchas maneras ha demostrado que tiene una intención de sabotear el proceso, mostrándolo como algo indigno para el país como, por ejemplo, su actitud hacia Cuba auspiciando que la incorporen en lista de Estados que apoyan al terrorismo cuando es una clara falacia y un acto moralmente bajo. Cuba es un país que apoyó mucho a Colombia para que se lograra el acuerdo de paz y ahora recibe una patada por parte del gobierno colombiano en asocio con el gobierno norteamericano para retrotraer todos los avances que se habían logrado en la implementación.
Todo eso indica que realmente este gobierno es un enemigo de la paz, y es muy poco confiable en términos de compromiso para superar los problemas de violencia y confrontación que tenemos en el país.
El nombramiento y la designación de Jorge Rodrigo Tovar, suena como un bofetón cínico frente a las víctimas, por lo menos frente a un sector de las víctimas, porque probablemente habrá algunas víctimas de las Farc, por ejemplo, que consideran que esa es una decisión positiva. Pero, en términos generales, el contexto de la decisión demuestra que es un intento para fastidiar todos los avances normativos, presupuestales y políticos que se había logrado para atender a las víctimas.
El nombramiento podría también ser una táctica para disuadir a los ex comandantes paramilitares de hacer denuncias y revelaciones sobre el uribismo, se trataría de una oferta subrepticia en el sentido de que mantener la boca cerrada les podría permitir una participación indirecta en el gobierno.
Es un nombramiento indigno que probablemente no van a echar para atrás, pero ahonda la idea que muchos tenemos de que este gobierno está profundizando las condiciones para que Colombia no pueda salir de sus problemas de violencia y conflicto armado interno.