El Estado de Derecho enfrenta enormes retos.
La sociedad colombiana está polarizada por intereses encontrados sobre asuntos de fondo: de la transformación del mundo rural, de la política, de la política antidrogas, del reconocimiento de responsabilidades frente a más de medio siglo de barbaries y la verdad de lo que hemos vivido y sufrido.
Estos son los asuntos que nos tienen divididos y los que se oponen a estas transformaciones y referentes, están en el gobierno.
Un Estado de derecho como el que pretende regir a Colombia, que desafortunadamente no funciona en todo el territorio, tiene como una de sus premisas la independencia de la justicia.
Una rama de la cual hace parte el tribunal de la Justicia Especial para la Paz, que en el día de ayer falló a favor de Jesús Santrich, apegada a elementales procedimientos de la justicia: los procesos penales se rigen por pruebas no por discursos.
Las pruebas contra Santrich nunca llegaron y así no hay como juzgar a nadie.
Hay un amplio debate por el fallo de la JEP, y veremos como las fuerzas políticas que se oponen a reconocimiento de responsabilidades frente a graves crímenes y a la verdad de esta violencia donde fuerzas que hoy están en el gobierno tienen responsabilidades, quieren seguir "pasando de agache" y erigirse como estandartes de civilidad y respeto a los derechos humanos, puras falsedades.
Hay grandes choques en la sociedad colombiana, porque hay quienes se oponen al cambio democrático y prefieren este orden antidemocrático y de continuidad de la barbarie, que es lo que quiere promover una aplicación estricta del acuerdo de paz firmado con las Farc.
Hay grandes jugadas en curso para atajar el cambio.