Es una idea muy impopular, que viene de la dificultad de no haber podido implementar una medida más completa como cobros por congestión - esa medida se ha intentado presentar ante el Concejo tres veces desde el 2013 cuando se hizo el estudio de Steer Davies Gleave y el Concejo siempre la rechazó. Entonces el Distrito tomó esta decisión de cobrar por no tener pico y placa, algo que Cali ya hizo, y usar los fondos para mejorar el transporte público. A mí me parece buena idea, y que es un primer paso para desmontar el pico y placa del todo de una vez por todas, que luego podría mejorarse con la liberación de tarifas de parqueadero y con otras medidas de gestión de la demanda. Bogotá está muy atrasada en términos de este tipo de medidas que técnicamente se han llamado gestión de la demanda y han demostrado ser muy efectivas en todo el mundo.

El objeto del pico y placa ya no es controlar la congestión sino facilitar la circulación para los vehículos de los ciudadanos que tengan capacidad de pago. Igual que la propuesta del POT de eliminar parqueaderos en los edificios de vivienda. Ahí también el que paga puede tener todos los parqueaderos que quiera. Es una administración que quiere dejar su sello elitista en los dos meses que le quedan.

Ya no estamos con margen de maniobra para pagar por contaminar. Es una medida absurda y además inequitativa. Hay muchas personas que usan el carro para trabajar, para llevar sus ventas a domicilio u otras cosas, y tenerlos que someter a un régimen en el que ellos tienen que tener el carro guardado mientras los que tienen plata pueden salir me parece absolutamente inaceptable.

Es un pago voluntario y solidario de quienes siempre encuentran la forma de circular (comprando un segundo vehículo o camionetas blindadas cuya circulación está autorizada sin restricciones por seguridad). El debate sobre este pago es que es inequitativo, porque permitiría que los ricos pagaran para desobedecer. Creo que es más bien progresivo, porque ayuda a resolver la mayor inequidad de tener un transporte público de mala calidad para la mayoría, porque no hay recursos para financiarlo.

Pagar para estar excento de una restricción vehicular que se aplica a todos los propietarios de carros es el principio de si tengo plata no cumplo la norma. En ese sentido no paga, porque el objetivo no se va a cumplir, el tráfico va a colapsar y el que tiene plata anda y el que no de malas.

Quien diga que esta medida perpetua el uso del poder adquisitivo para comprar privilegios tiene toda la razón. Pero el verdadero privilegio indebido que estamos perpetuando es el de aprovechar para uso personal los beneficios del automóvil particular mientras el resto de los ciudadanos debemos absorber sus externalidades (riesgo de muerte y lesión por siniestros, desaprovechamiento del espacio público, contaminación). Evadir las restricciones a su uso pagando a la ciudad una retribución económica (bastante modesta, si se tiene en cuenta el costo de un auto promedio) es, cuando menos, un poco menos dañino para la ciudad.

El pago para evitar el pico y placa puede tener varios efectos. Por un lado, refuerza una sociedad de privilegios, donde el que tiene la capacidad financiera puede acceder a servicios exclusivos, que no deberían serlo. En ese sentido, puede profundizar la enorme desigualdad social de la ciudad. Por otro lado, si los recursos que genere se canalizan adecuadamente, especialmente a construir la red de metros, de transporte eléctrico, a la reforestación, a la renaturalización de quebradas y ríos, a la atención humanizada a los habitantes de calle, entre otros, entonces esa medida puede tener un carácter solidario. Esto último es el punto central, ya que puede ser un incentivo para que, el que puede pagar y quiere insistir en utilizar el carro (actividad altamente egoísta), puede hacerlo pero aportando solidariamente a la equidad social de la cual, finalmente, también se beneficiará.