Desde mi perspectiva, este permiso de protección temporal combate los principales retos de la migración venezolana tanto para el Estado colombiano, como para sus ciudadanos y los migrantes y refugiados venezolanos: el alto porcentaje de irregularidad (más del 55 por ciento del total de los venezolanos en el país según cifras de Migración Colombia), así como las limitantes del Permiso Especial de Permanencia (PEP).
Si bien la población en situación irregular tiene derecho a acceder a servicios médicos de emergencia y a la educación primaria, estas personas se encuentran en una situación de vulnerabilidad al no poder ingresar de forma legal al mercado laboral, favoreciendo de esta manera diversas estructuras de explotación. Además, desde la ejecución del PEP-RAMV en el 2018, el Estado colombiano no había realizado un estudio de caracterización de esta población, lo que permitirá con la nueva medida tener más información de estas personas, así como de los portadores del PEP, para la posterior elaboración de la política pública necesaria para fomentar su integración económica y social en Colombia.
En cuanto a las limitantes del PEP, este había sido pensado como una medida temporal con la premisa de que el régimen dictatorial de Nicolás Maduro no duraría tanto en el poder. No obstante, ya han pasado más de 7 años desde su toma de poder y el fin de la dictadura en Venezuela aún parece estar distante. Incluso, de concluir mañana, muchos venezolanos en Colombia ya tienen vocación de permanencia. Por ello, que este nuevo permiso de protección tenga una duración de 10 años prolongará la capacidad de los venezolanos en Colombia de elaborar un plan de vida en este país y poder asentarse e integrarse en Colombia. Además, se rescata que este permiso les dé la oportunidad, con el cumplimiento del requisito de tiempo y recursos, de acceder a la visa R, lo que no era posible con el PEP.
En el mediano y largo plazo esta medida permitirá una mejor integración de los venezolanos en Colombia pues al reducir sus niveles de vulnerabilidad, los venezolanos en situación irregular (966.714 para corte del 31 de diciembre, de 2020) podrán trabajar formalmente, empezar a colaborar de forma oficial al sistema contributivo, los niños, niñas y adolescentes podrán no solo acceder al sistema de educación básico sino también al sistema de educación superior, etc. Todo esto no solo potencializará a Colombia a niveles económico y social, sino que a su vez permitirá que en un futuro los venezolanos en Colombia también ayuden con la reconstrucción de Venezuela.
Además, con un control sobre la ubicación e identidad de estas personas será más sencillo para el Estado, no solo brindarles la ayuda necesaria, sino también judicializarlos en caso de cometer algún delito, pues esta falta de identidad estaba trayendo consigo aumentos en los niveles de rechazo por no poder ser judicializados en algunos casos.
La primera interrogante que me queda después de una primera lectura es: ¿cómo se determinará que el migrante en estatus irregular entró a territorio colombiano antes del 31 de enero?
Además, se informa que “como una medida para desincentivar la irregularidad, se propone que aquellos migrantes venezolanos que ingresen de manera regular al país durante los primeros dos (2) años de vigencia del Estatuto, se beneficien del mismo”. Por lo tanto, la segunda pregunta es si el venezolano que migre sin pasaporte tendrá alguna opción de ingresar de forma regular pues obtener un pasaporte en Venezuela sigue siendo un gran reto para todos los venezolanos.
La tercera cuestión es que exigirles a aquellos que quieran obtener este permiso un documento de identidad venezolano seguirá siendo un reto para aquellos que huyen de Venezuela sin la posibilidad de adquirir alguno de estos documentos como el pasaporte, la cédula o la partida de nacimiento.