¿Qué incentivos se pueden crear para que las mujeres participen más en política?

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Alejandra
Alejandra Coll Agudelo

Para incentivar la participación de las mujeres en la política es necesario empezar a cumplir la ley de cuotas, que las mujeres vean a otras mujeres en el poder. Y en ese aspecto, el Gobierno, en este momento no está dando ejemplo

Otra manera es obligar a los partidos a que cumplan con la reciente reforma al polémico Código Electoral: que incluyan mujeres en sus listas y que ellas realmente hagan parte de procesos políticos -sobre todo regionales- y no simplemente que estén “calentando la silla” a sus parejas o que sean de las mismas familias políticas gobernantes. Es necesario que a estas mujeres se les dé un espacio en las listas de Cámara o Senado. 

Finalmente, es preciso atacar la violencia política contra las mujeres. Muchas se desaniman de participar porque esos ambientes -sobre todo en corporaciones públicas: concejos, asambleas o hasta el mismo Congreso- son profundamente violentos con ellas, no las dejan hablar, las callan o interrumpen, y eso evidentemente desestimula el ejercicio y la participación política. 

Olga L
Olga L Gonzalez

 

Aunque es indudable que la representación de las mujeres ha aumentado, el campo de la política sigue estando mayoritariamente dominado por hombres. Y lo más triste es que los partidos progresistas no son los que mejor representación de mujeres tienen

En realidad, no basta con grandes declaraciones de principios: los partidos deben tener políticas activas para favorecer la participación de las mujeres y asegurar su representación en las instancias importantes. Por ejemplo, las listas abiertas con voto preferente (para Congreso) penalizan a quienes no tienen alta figuración, a quienes no disponen de una fortuna para hacer campaña; en síntesis, a quienes no han acumulado un capital político, económico y simbólico.

En primer lugar, discriminan a las mujeres, pues aunque ellas son muy capaces, trabajadoras y buenas lideresas, tienen desventajas históricas, como haber llegado más recientemente a la política o no haber logrado puestos de figuración por la ausencia de democracia interna dentro de sus propios movimientos. Las listas cerradas con cremallera -o sea, con alternancia de mujeres y hombres- son las únicas que garantizan algo de paridad. Hoy los partidos modernos, sobre todo los partidos progresistas, están atentos tanto a la agenda -los derechos sexuales y reproductivos, y la disminución de la brecha salarial entre hombres y mujeres- como a los procedimientos para que más mujeres logren ingresar y ser escuchadas en esos movimientos.  

Un segundo frente para incentivar la participación de las mujeres es ser muy severos con las manifestaciones sexistas, es decir con las expresiones insultantes fundadas en el sexo. A las mujeres políticas se les ataca, y mucho, con injurias sexistas. En días pasados publiqué un artículo donde recojo algunas injurias dirigidas contra destacadas mujeres políticas colombianas. Todas provienen de cuentas en Twitter de personas que se consideran gente respetable, humanistas, periodistas, influenciadores, profesores. Son un ejemplo de la banalización del insulto sexista. Pienso que los dirigentes políticos y los influenciadores profesionales, deberían estar atentos a esto y exigir respeto en las redes sociales. Hacer política es exponerse al escrutinio público, eso es evidente. Pero en un país que ha naturalizado tanto la violencia como forma de expresión, como es Colombia, ese escrutinio público se ejerce de una forma no argumentada, sino violenta, y parece que todas las formas de maltratar al rival valen. Las mujeres políticas reciben, además de los insultos habituales, decenas de injurias por su condición de mujer. Es evidente que ninguna mujer quisiera ser tratada así. Si el costo de involucrarse en la política implica someterse a esto, es muy posible que muchas mujeres prefieran hacerse a un lado.  

Lina Céspedes
Lina Céspedes

Para saber cuáles incentivos pueden funcionar hay que determinar y entender muy bien los obstáculos o las razones por las que las mujeres tienden a participar menos en política. Para ello, no basta plantearse la pregunta de manera general, sino que hay que adoptar una aproximación que dé cuenta de estos impedimentos de acuerdo con el ciclo vital de las mujeres, su posición socioeconómica, el estado civil y la composición familiar, la pertenencia étnica, y discapacidad. Igualmente, es fundamental hacerse esta pregunta de tal manera que permita identificar posibles diferencias entre las mujeres rurales y mujeres urbanas, e incluso, entre las mujeres que viven en grandes ciudades y las que no.

Con base en esta evidencia, uno ya podría determinar si los incentivos de los que se habla generalmente en la literatura funcionan, para quiénes y en qué condiciones. Estos incentivos generalmente son: entrenamiento específico en liderazgo político para las mujeres; redistribución del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado de manera efectiva entre el hogar, el mercado y el Estado; expansión, diversificación o replanteamiento de las cuotas; uso de listas cerradas o abiertas; y fortalecimiento de redes políticas, entre otras.

Ahora, también es fundamental que las medidas jurídicas que ya se han tomado sean cumplidas y que desde las posiciones políticas más altas se promocione la participación política de las mujeres y se cumpla con los mandatos al respecto. Esto implica un fortalecimiento de la justicia electoral, con el fin de que las acciones que ya han sido tomadas por el Estado, como las cuotas, no queden en letra muerta. 

En últimas, mi contribución al debate es un llamado a robustecer la evidencia, a implementar de manera efectiva las medidas ya consagradas y a hacer seguimiento constante a la efectividad de las acciones del Estado y los partidos políticos al respecto.

Carolina
Carolina Botero

Creo que el primer incentivo -que además puede ser aplicado por cualquiera en cualquier lugar- es asegurarse de que en los espacios públicos las voces de las mujeres estén presentes. Si activamente buscamos la diversidad, la presencia, las voces y el reconocimiento, el lugar y la participación de las mujeres en la política crecerán.

Andrea González
Andrea González

 

Son muchos los mitos que existen alrededor de la poca participación de las mujeres en la política. Es por esto que uno de los incentivos para promover la participación de las mujeres es crear estrategias que rompan estos mitos y, de esta manera, hacer que la sociedad entera vea la participación de las mujeres en la política como algo natural y necesario. 

Para comenzar, es fundamental desvirtuar que las mujeres no tenemos interés en la política: esto es un mito y es falso. Si bien el número de mujeres que participan en la política es menor que el de los hombres, seguramente no es por falta de interés sino por falta de estrategias que concilien la vida personal con la vida laboral. Uno de los incentivos puede estar en la creación de políticas, reformas y proyectos legislativos que reglamenten los principios de paridad con condiciones favorables para todas las mujeres, donde se tenga en cuenta la vida familiar, las tareas del hogar y el equilibrio de cargas. Así, las mujeres no tendrían que escoger entre su familia, la vida privada o la vida laboral. 

Por otro lado, es fundamental contar con apoyo económico y de financiación de campañas que generen confianza en las mujeres y que cambien la percepción frente al liderazgo femenino, desmintiendo la idea de que las mujeres no sabemos liderar. Generar confianza es un mensaje fundamental para que las mujeres lleguemos a los puestos de toma de decisiones fácilmente.

Así mismo, es indispensable seguir fortaleciendo las capacidades de las mujeres, con programas de formación y liderazgo que permitan romper con los imaginarios que se tiene del escenario de la política. Es fundamental comenzar esta formación desde temprana edad para que tanto niñas como niños sueñen con participar en la política como un camino de vida. 

No podemos olvidarnos de que la política es un área que se ha construido lejana de la sociedad. Desde la niñez se nos ha dicho que no debemos hablar ni de política ni de religión para no perder amistades o familiares, y por esta razón no nos hemos dado cuenta de que todas las decisiones que tomamos en nuestro día a día -por ejemplo, qué ropa nos ponemos y compramos, qué consumimos o qué noticiero vemos, entre otras- son decisiones políticas. Cambiar la percepción frente a la política creando campañas que motiven a la igualdad y a la paridad son incentivos para que la política no sea un terreno lejano ni exclusivo para los hombres o las mismas familias.

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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