Es necesario tener en cuenta dos elementos. En primer lugar, debemos preguntarnos acerca de qué necesita el país en materia social en medio de la crisis generada por el covid, una crisis que ha revelado las graves falencias de nuestra estructura social. En segundo lugar, es necesario preguntarse acerca de la reforma tributaria propuesta por el Gobierno y los posibles efectos que tendrá sobre la situación de crisis antes mencionada.
Uno de los más graves efectos de la pandemia ha sido el crecimiento de la pobreza y la desigualdad. Es un problema que exige ser enfrentado rápidamente y con medidas de fondo. Si en el tiempo que ha transcurrido desde el inicio de la pandemia miles de colombianos han caído en la pobreza y en la pobreza extrema y, además, las desigualdades han aumentado (entre quienes tienen trabajo formal y quienes no; entre quienes pueden teletrabajar y quienes tienen que desplazarse para conservar su trabajo; entre quienes se ven más cargados con las labores de cuidado —en este caso las mujeres— y quienes no, etc.), lo primero que se puede afirmar es que lo que se necesita es una acción enérgica por parte de nuestras instituciones públicas enfocada en la superación de la desigualdad y la pobreza.
¿Es la reforma tributaria presentada por el Gobierno el tipo de acción encaminada a hacer frente a los problemas mencionados? Creo que las transferencias monetarias no condicionadas (Ingreso Solidario) son medidas que definitivamente van por buen camino y deben ser —por esta razón— celebradas. Sin embargo, son bastante modestas (una familia en extrema pobreza con seis integrantes recibiría con Ingreso Solidario 366.101 pesos). Esto por el lado de los gastos, pero es importante también preguntarse por los ingresos.
¿Cómo busca recaudar el Gobierno los billones de pesos que piensa destinar a Ingreso Solidario y al pago de la deuda? Hay aquí cuestiones preocupantes. Se amplía la base de contribuyentes, pues pagarán renta quienes tengan ingresos superiores a 2,5 millones de pesos mensuales. Esto implica que familias que no son pobres, pero que se encuentran en una situación económica que está lejos de ser boyante, tendrán que asumir nuevos gastos en medio de una crisis económica como no se veía desde finales de los años 90. Como si esto no fuera poco, el aumento en el IVA es considerable. Lo más preocupante es la eliminación de los bienes exentos, lo que significará un aumento en bienes de consumo básico.
Para que la reforma enfrente los dos problemas básicos derivados de la actual crisis (la desigualdad y la pobreza), se necesita entonces la adopción de programas ambiciosos para atender a los más vulnerables (como Ingreso Solidario), a la vez que se debe aumentar el recaudo sin afectar a quienes menos tienen o a quienes se encuentran en riesgo de caer de nuevo en la pobreza. Es decir, debe hacerlo a través de impuestos fuertemente progresivos. Es en esto último en lo que falla la reforma y es una falla grave.
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