Juan Carlos Giraldo Valencia

Este médico caldense, que dirige el gremio de las entidades prestadoras de salud desde 2001, es uno de los super poderosos de la salud pues es el más poderoso del lobby del sector y el único que en el Congreso logra entrar a la plenaria.

Eso se debe al tiempo que lleva Giraldo en el cargo pero también (e incluso quizás más) a que llegó a ese crgo tras ocupar puestos de mucho roce político.

Además de su pregrado en la Universidad de caldas es especialista en alta dirección del Estado de la Esap, tiene una maestría en administración de salud de la Javeriana y otro de gestión de centros y servicios de salud de la Universidad de Barcelona.

Tras ser asesor de la división de salud de Planeación Nacional, fue Viceministro de salud entre 1997 y 1998, a finales del gobierno Samper, cuando la ministra era María Teresa Forero de Saade y las relaciones con los trabajadores públicos de la salud estaban en un muy mal momento.

Fue ministro encargado en varias ocasiones, incluyendo el estallido paro de los trabajadores de clínicas y hospitales públicos de junio de 1997 (que lideró el después secretario de salud de Bogotá Aldo Cadena).

Tras el cambio de gobierno en agosto de 1998 y el nombramiento de Juan Pablo Uribe como su reemplazo,  pasó a la Defensoría del Pueblo como Defensor Delegado para la Salud de José Fernando Castro, un político de origen liberal que murió de un infarto en el Congreso en 2008, cuando era representante a la Cámara de Cambio Radical por Cundinamarca.

Cuando Castro salió de la defensoría, en agosto de 2000, Giraldo siguió sus pasos y al año siguiente fue nombrado presidente de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (Achc) tiene mucha influencia.

Es tan poderosos que una fuente del sector le dijo a La Silla que entrevistados "mientras el poder de otras cabezas de gremios depende mucho de sus afiliados, en este caso más bien es el poder de sus afiliados el que depende de él".

Ha logrado incidir de forma directa en las leyes más recientes y legitimar la imagen de los hospitales y clínicas (que en muchas versiones de la crisis de la salud aparecen como las víctimas de unas EPS voraces), y eso a pesar de que el gremio a su cargo es muy diverso, lo que normalmente hace más difícil la labor de un dirigente gremial.