El 18 de enero de 1989, en el corazón del Magdalena Medio santandereano, fueron asesinados doce de quince miembros de una comisión judicial que investigaba una serie de homicidios y desapariciones ocurridos en los municipios de Simacota, Cimitarra y Puerto Parra. Para los paramilitares, los narcotraficantes y los militares que vivían en la zona, era necesario que estos crímenes quedaran en la impunidad. Se reunieron en la finca 'Las Palmeras' para planear la masacre y en la carretera Panamericana 15 hombres armados dispararon a los jeeps donde viajaban los jueces. Tres de estos fingieron su muerte y se salvaron para contar esta historia.
La masacre de la Rochela, a muchas voces
Iván Orozco coordinó la investigación del grupo de Memoria Histórica sobre la masacre de La Rochela. En 1989, fueron asesinados doce de quince miembros de una comisión judicial en el Magdalena Medio santandereano. Fotos: Sara Rojas. |
El 18 de enero de 1989, en el corazón del Magdalena Medio santandereano, fueron asesinados doce de quince miembros de una comisión judicial que investigaba una serie de homicidios y desapariciones ocurridos en los municipios de Simacota, Cimitarra y Puerto Parra. Para los paramilitares, los narcotraficantes y los militares que vivían en la zona, era necesario que estos crímenes quedaran en la impunidad. Se reunieron en la finca 'Las Palmeras' para planear la masacre y en la carretera Panamericana 15 hombres armados dispararon a los jeeps donde viajaban los jueces. Tres de estos fingieron su muerte y se salvaron para contar esta historia.
La Corte Interamericana condenó al Estado por acción y omisión en los hechos perpetrados por los paramilitares con la colaboración de la fuerza pública. Pero lo hizo hasta marzo del 2006, 17 años después. Para Iván Orozco, coordinador en el grupo de Memoria Histórica para el caso de La Rochela, esta masacre es emblemática de los 1.500 asesinatos a jueces que se han perpetrado en los últimos 30 años. La Silla Vacía lo entrevistó y entrelaza sus respuestas con apartes de testimonios de las victimas que aparecen en el expediente y que mostramos en este texto en naranja.
Si mira hoy, hay tensiones entre órganos políticos y judiciales y entre militares y jueces. Esto tiene que ver con la emergencia de un nuevo derecho que le pone cortapisas al actuar de los militares en la guerra.
ellos no hacen nada sino joder a la gente, humillarla, les pegan, les dan plan porque ellos dicen que la gente son sapos que le ayudan a la guerrilla, que son auxiliadores de la guerrilla, nos tienen amenazados, amedrantados, allá todos vivimos intranquilos porque uno no sabe a qué horas ellos le pueden salir a matarlo a uno sin saber por qué,”dijo el campesino Wilson Fontecha a la Unidad Movil de investigación en La Rochela, el 16 de febrero de 1989.”
El Estado colombiano, desde comienzos de los años 60 y a través de leyes y decretos, había generado una especie de amparo legal a la participación de civiles en actividades de contrainsurgencia”– Ivàn Orozco
Lo escuchamos de funcionarios de justicia penal militar que ellos tenían la certeza de que efectivamente para un militar de la época los paras eran aliados naturales en la lucha contra la guerrilla. En un contexto como ese en que todavía estaban vivas las doctrinas de la Guerra Fría, por supuesto que la mirada de un aparato judicial que desde el centro reacciona preocupado por la barbarie que se está dando en la periferia, implica una cristalización del conflicto entre la vieja y la nueva conciencia humanitaria.
El derecho penal moderno ha venido a corregir esa limitación generando una serie de figuras capaces de capturar organizaciones jerarquizadas como el tipo de genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y modelos de imputación para actores colectivos. En ese sentido, se hace mas fácil imputar responsabilidades y reconocerlas.
El estudio del expediente de la Rochela es interesante porque por ejemplo permite observar la evolución del uso de la figura del concierto para delinquir. Mientras los primeros jueces de instrucción que conocieron el caso de la Rochela utilizaron el concierto para identificar pertenencias de los miembros a un grupo, los últimos jueces que han conocido el proceso, sobre todo a partir de los testimonios del negro Vladimir que empiezan a comprometer a autores intelecutales, lo usaron para reconstruir la conspiración que dio lugar a la masacre.
De un lado, y está en el centro del asunto, sabemos que los grupos paras habían asesinado a una cantidad de campesinos en la región y había quejas frente a las autoridades en Bogotá para que por favor se hiciera algo. De otro lado, sabemos que tanto Pablo Escobar como Rodríguez Gacha habían comprado tierras en el Magdalena Medio de tal manera que la habían convertido en retaguardias de sus negocios y de sus guerras; había un interés de narcos y esmeralderos de que no se destapara la existencia de cultivos ilícitos en la zona.
Existe, además, de acuerdo con el testimonio del negro Vladimir, la sospecha de que también políticos de la región tenían interés de que se tapara la existencia de contratos mal hechos. Entonces coincide el interés de los paras, el de los narcos y los políticos locales para que se preserve la impunidad de sus delitos. E incluso iría más lejos, para garantizar la estabilidad del orden político, social y legal que se había construido en la zona.
¿Y cuál sería el otro plano de la conspiración?
Nuestra sospecha es que la alianza criminal de narcos, paras y militares concibió el plan criminal de forma ampliada y en ese sentido lo hizo extensivo a la región de Urabá, generando una política de preservación de impunidad.¿Fue una política de Estado?
Sería demasiado abusivo afirmar que el Estado central estaba comprometido. No quiero decir que el crimen de la Rochela no expresó tensiones entre órganos centrales como el Ejército y el Gobierno, pero sí quiero insistir en que una de las claves para entender la masacre de la Rochela fue el choque entre los intentos del centro por intervenir una región que se había escapado del control y una reacción regional a esa intervención.Hay que entender que a través de figuras como el Estado de Sitio, las comandancias del Ejército tenían enorme autonomía delegativa. Hay un último dato en relación con esto: si uno tuviera dudas en torno a este asunto de por qué la alianza narcoparamiltiar que dominaba entre el Magdalena Medio y Urabá pudo concebir a manera de política la preservación de impunidad, los resultados de la base de datos que construimos sobre funcionarios judiciales victimizados durante los últimos 30 años da un dato iluminador: los paramilitares, narcos, miembros desviados de la fuerza de seguridad, todos ellos coinciden en que victimizan a funcionarios judiciales mas de manera selectiva que de manera indiscriminada como lo hace la guerrilla.
«El Ejército no sólo no había apoyado la labor de rescate de los cuerpos de las personas… sino que impedía que llegaran los demás jueces a realizar su labor investigativa…no hay derecho», director seccional de Instrucción Criminal, 2009”
«(…) ya era frecuente que desde los ochenta venían asediando a la justicia y a los jueces, los amenazaban. Para mí era común que llegaran sufragios y cosas, que llegaran a la casa o que le llegaran a los compañeros o que le hubieran quitado el carro a un compañero y lo hubieran echado por un voladero y le hubieran dejado una nota que eso era por meterse con tal cosa,» Carlos Eduardo Mejía, ex director Nacional de Instrucción Criminal.”
«De los viáticos nuestros empezamos a darle a la gente para devolverse, porque si la dejábamos tirada por ahí… ¿entonces quién se iba a atrever a darnos algún tipo de información? Nadie… entonces nosotros sacábamos de nuestros viáticos, esta plata es para usted, váyase tranquilo y si ve una situación irregular o recuerda algo nos avisa. (….) Si ve algo vaya a la inspección, al pueblo, al corregimiento más cercano y dice: “la burra se encuentra amarrada en el potrero más cercano del batallón”, y nosotros vamos. Un buen día un señor al que le dimos platica de la comisión y lo hospedamos en Barrancabermeja, nos informó que el burro se encontraba amarrado pero entrando a la inspección de Campo Capote y en la base militar. Ahí fue donde empezó a nacer la investigación,» Luis Fernando Torres, miembro de la Unidad que se encargó de la investigación de la masacre de La Rochela.
Impresionante como testimonio en el informe es el relato que hacen familiares de las víctimas asesinadas, en el sentido de mostrar como cada uno de los seres queridos que tenían que participar en la comisión en los días previos al viaje empezó a tener sueños premonitorios en torno a sus propia muerte. No eran profecías sino el temor de quien empieza a imaginar ese destino fatal.
"Nuestra sospecha es que la alianza criminal de narcos, paras y militares concibió el plan criminal de forma ampliada y en ese sentido lo hizo extensivo a la región de Urabá, generando una política de preservación de impunidad”Ivàn Orozco
…si yo me muero en la Comisión …si alguna cosa me pasa, no se le olvide dejarle a Sergio Andrés a Gloria mi hermana y a Nicolás se lo deja a mi mamá,” jueza asesinada, Mariela Morales”
Gracias a esa comisión, se produjeron en el curso de tres meses capturas importantes contra la alianza paramiltiar en el Magdalena Medio. Hay que rendirle tributo a los primeros grandes esfuerzos de la justicia.
Lo que sucede es que la capacidad del crimen organizado para extender sus brazos es enorme. Un proceso que había empezado con mucha fuerza en primera instancia, terminó dejando una enorme insatisfacción e impunidad cuando empezó a darse una cadena de obstrucciones a la justicia.
«…También nos hicimos una amiga allá en el Consejo de Estado, era la secretaria o la asistente y llamábamos a preguntarle porque de pronto el abogado nos da en la cabeza y no nos damos cuenta, siempre buscábamos otra parte, para saber cómo iba porque era mucho tiempo que no salía y no pasaba nada….», Entrevista a Don Olegario Gutiérrez, viudo de la jueza Mariela Morales”
La justicia de reparación les ofreció otro lugar a las víctimas y empezaron a sentirse dignificadas cuando los acompañaron organizaciones no gubernabentales de activismo judicial.
Un día Julio Blanco, de Cajanal, quien nos estaba colaborando con lo de la pensión, nos dijo: ¿Qué pasa, ustedes no van a demandar a la Nación? Yo le dije: ¿Lo podemos hacer?,” Paola Martínez, viuda de Luis Orlando Hernández”
Eso no significa para nada y eso es lo más importante, que no se hayan dado infinitud de situaciones de barbarie en blanco y negro, en donde están claramente diferenciados los roles de víctima y victimario. Pero los grises están ahí, y mientras no haya un reconocimiento de los grises las sensaciones de injusticia en la lectura de lo sucedido son muchas.
Hecha esa aclaración, afirmo que no me queda ninguna duda en relación con el caso de La Rochela, que se trata de un caso en el que la victimización se escribió en blanco y negro, no hay ningún gris posible. Las víctimas no tuvieron ninguna responsabilidad en su victimización, distinta de la de ser funcionarios del Estado que estaba cumpliendo con su deber.
Pero por otro lado, del informe salieron recomendaciones precisas. Pensamos, después de ver esta historia de maltrato a la justicia, que sería pertinente crear una unidad en la Fiscalía dedicada a la investigación de este tipo de crímenes contra el aparato judicial.