Jaime Restrepo, el notario del quórum en la Cámara de Representantes

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Jaime Restrepo Cuartas, el notario del quórum en la
Cámara de Representantes


Jaime Restrepo Cuartas, representante a la Cámara por Antioquia, ha faltado a una sesión plenaria desde que se posesionó en 2006.

Jaime Restrepo Cuartas, el notario del quórum en la
Cámara de Representantes


Jaime Restrepo Cuartas, representante a la Cámara por Antioquia, ha faltado a una sesión plenaria desde que se posesionó en 2006.

El 29 de julio pasado se incluyeron 34 proyectos de ley en el orden del día de la Cámara de Representantes. “Máximo quórum: 33. No hay sesión”, anotó escuetamente en su agenda Jaime Restrepo Cuartas, representante a la Cámara por Antioquia. Fue la asistencia más baja del año.

Restrepo estuvo ahí, como siempre, tomándole el pulso al ausentismo en su bitácora personal. Si el Congreso repartiera medallas por asistencia y puntualidad, como suele repartirlas por cualquier otra cosa, la de oro tendría que ser para él. Es el más cumplido de los 166 representantes a la Cámara.

Dos días a la semana, martes y miércoles. Comisión en la mañana y plenaria en la tarde. Ni domingos, ni festivos, ni 40 horas o más a la semana como todos los colombianos. Dos días de asistencia es todo lo que se les pide a los congresistas.

Restrepo Cuartas es médico cirujano, y fue rector de la Universidad de Antioquia. Ahora aspira a llegar al Senado.

Pero no lo hacen, a excepción de pocos, y llega diciembre y los presidentes de Senado y Cámara dicen que los congresistas no asisten a las sesiones, que les da vergüenza, que se necesitan nuevas reformas. Prometen proyectos de ley que a la postre se hundirían porque no habría quórum, ni para debatirlos ni para votarlos. Habría ausentismo en el debate sobre el ausentismo.

“Conocí a un representante a la Cámara la semana pasada”, dice Jaime Restrepo, “cuando contestó lista fui a mirar quién era, porque nunca antes había venido. Después se subió a la mesa directiva y se sentó al lado del presidente Edgar Gómez. ‘Mojó’ pantalla, dejó la prueba de que estuvo presente y listo”.

La estrategia es simple. El ausentista se muestra en televisión hablando con la mesa directiva, manotea o pone cara muy seria. En su región lo verán muy juicioso y dirán, "este sí trabaja por nosotros". Los votos se aseguran y el puesto, también.

En 2006, Jaime Restrepo, médico cirujano de profesión, salió electo con 22.860 votos como representante por Antioquia. Antes de esto, fue investigador académico, rector de la Universidad de Antioquia por siete años y profesor por 25. En la Cámara ha abanderado los temas de ciencia y tecnología y, por supuesto, educación. Ahora aspira al Senado y, como militante de La U, apoya el referendo y la reelección de Álvaro Uribe en 2010.

Restrepo se cuida de dar los nombres de los campeones del ausentismo, aunque varios de ellos se han mencionado en los medios y aunque él sabe quiénes son. Omite nombres porque, dice, no es buena idea. Y porque a la postre no es un problema de un puñado de personas, sino una práctica totalmente normal en el Capitolio.

“Cuando llegué a la Cámara me dieron una ‘inducción’ sobre cómo funcionan las cosas acá”, afirma. Una inducción que es más bien un manual de convivencia para sobrevivir en la jungla, como el que se enseña en la cárcel, que no está escrito pero se respeta más que la ley.

El ausentista contesta lista y después se va, o pasa una excusa médica, o llama a alguien de la mesa directiva para que lo meta en la lista de asistencia, o dice que sí estuvo pero nunca vieron su mano alzada. “¿Cincuenta excusas médicas de 50 ausentes, en cada sesión? Eso es absurdo”, dice Jaime Restrepo.

En su agenda personal, Restrepo lleva la contabilidad del ausentismo. Le mide el pulso al quórum, que generalmente termina desintegrándose.

Desde que se posesionó como representante en 2006, Jaime Restrepo ha faltado una vez a la sesiones ordinarias. Fue por una incapacidad médica. Otro día tuvo que salirse temprano porque estaba invitado como panelista a Hora 20. De resto, siempre está sentado en la plenaria, tomando apuntes en su agenda.

Después de la fecha de la sesión, Restrepo anota el quórum. Le mide la temperatura en diferentes momentos, 75, 82, 120, la asistencia llega a su punto más alto, 70, 63, el quórum comienza a bajar. Se desintegra y Restrepo, como un médico forense, anota la causa y el momento del deceso.

“Se discute el primer proyecto y se aplaza, se desintegra el quórum en el segundo proyecto”, anotación de 14 de abril; “Congreso en pleno, instalación, máximo quórum de Cámara, 105”, 20 de julio; “No se aprueba el orden del día por falta de quórum”, 19 de agosto; “Máximo quórum 75. No hubo sesión”, 16 de septiembre; “Se aprueba el orden del día con 84 personas y luego se desintegra el quórum”, 2 de diciembre.

Jaime Restrepo llevaba el registro de todas las sesiones plenarias de la Cámara de Representantes, 65 en total hasta el 2 de diciembre. Según sus anotaciones, en 52 de esas sesiones, es decir el 80%, o no hubo quórum o éste se desintegró en algún momento. Sólo en una sesión, la asistencia marcó 150 representantes. En algunos casos, aun sin quórum, se siguió adelante con la agenda programada.

“La asistencia puede llegar a subir cuando un ministro presiona el debate o la votación de un proyecto. Pero muchas veces los congresistas se excusan de estar en las plenarias porque dicen que, precisamente, estaban en una reunión con un ministro”, explica.

La Comisión de Acreditación Documental, compuesta por cinco senadores y cinco representantes, es la encargada de recibir las excusas y evaluarlas. Así mismo, le corresponde a las mesas directivas de Senado y Cámara hacer los descuentos salariales por inasistencia e, incluso, promover la pérdida de la investidura cuando un congresistas falta a seis sesiones en un mismo periodo. Pero nada de eso se hace, como lo viene investigando la Procuraduría. A pesar de que existen las herramientas para meter en cintura al Congreso, ningún presidente de Senado o Cámara toma ese riesgo. Como todo, se volvería un problema político.

Restrepo se pasea por las plenarias sin llamar la atención, como lo hace en el Congreso. No tiene escoltas, ni esquemas de seguridad ni carros blindados que se parquean en todas las esquinas de Bogotá. Anda en un Renault Twingo de su hija que le sirve para ir de su apartamento al Congreso y viceversa. No necesita pasarse semáforos en rojo o que sus escoltas le abran el tráfico para llegar a tiempo a las sesiones.  

Sus predicciones para la semana que queda de sesiones son pesimistas. "Se aprobará todo a 'pupitrazo', no hay tiempo para más", dice. Luego le pregunta a su asistente si la plenaria ya comezó. Podría seguir hablando del tema toda la tarde, repasando su agenda, pero debe ir a trabajar. La sesión estaba citada para las dos, ya son las cuatro y apenas terminaron de tomar lista. De la televisión sale la voz resignada del presidente de la Cámara, Edgar Gómez: "se les recuerda a todos los representantes que está abierta la votación del orden del día", dice. Restrepo debe bajar ahora mismo, decir "presente" y anotar cuál es el quórum, antes de que se desintegre.
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