La ternada de Santos, María Mercedes López solo puede ganar si el Presidente decide jugársela por ella y eso parece improbable.
Con la terna a la Procuraduría, los azules la tienen casi perdida
Con la decisión del presidente Juan Manuel Santos de ternar a la ex magistrada María Mercedes López para la Procuraduría, arranca en firme la campaña para definir el reemplazo de Alejandro Ordóñez.
La decisión de Santos le permite mandar dos mensajes.
El primero es de equidad de género. Aunque no tenía que incluir a una mujer en la terna porque esa obligación solo ocurre cuando la terna la hace una sola entidad, e inicialmente se habló exclusivamente de hombres para ello, terminó incluyendo una mujer que ha hecho carrera propia.
El segundo, que le respeta a los conservadores su deseo de mantener la Procuraduría, pues aunque López ha hecho carrera en órganos de control y en la Rama Judicial y no en la arena política, es de ascendencia conservadora y tiene apoyos en la bancada azul del Senado, que está apoyando a Santos en su campaña por el Sí en el plebiscito.
Pero esos mensajes corren el riesgo de caer en el vacío. En la realidad política del Senado, que es quien debe elegir el Procurador entre López, el ex ministro Fernando Carrillo y el ex vicefiscal Jorge Fernando Perdomo, la candidata de Santos arranca con una desventaja importante.
Si el Presidente no se la juega por ella, es muy difícil que salga elegida. Y como Carrillo también es cercano a Santos, no es seguro que gaste parte de su escaso capital político en impulsar a López, si el rival a vencer es él y el Senado elige después de que los conservadores se la jugaron con Santos en el plebiscito, como seguramente ocurrirá.
La nueva ternada
La decisión de elegir a López no fue fácil ni rápida: hubo varias reuniones entre congresistas conservadores y funcionarios de presidencia en las últimas semanas, en las que se barajaron varios nombres. Eso deja
Hace tres meses varios medios publicaron una terna que iban a presentar los senadores conservadores a Santos, con los ex magistrados Jaime Arrubla, Enrique Gil y Wilson Ruiz, para que el presidente eligiera entre ellos su candidato.
Según supo La Silla, la publicación de ese dato molestó a Santos, quien sentía que al saberse todo podía verse como rehén de los azules para definir un candidato que legalmente es suyo, y por eso vetó a los tres. Con eso, los conservadores perdieron un candidato fuerte. Y aunque Ruiz se inscribió en la Corte Suprema, perdió la puja allá contra Perdomo.
Después de ese episodio empezaron a correr los rumores de otros candidatos, ya sin senadores de por medio.
El primero que tuvo fuerza, pero también el primero en salir de la baraja, fue el del ex secretario de presidencia de Andrés Pastrana, Juan Hernández Celis, quien ha sido muy cercano a Santos y a su ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, pero estaba al borde de la edad de retiro obligatorio de 65 años.
Luego sonó en los grandes medios el ex ministro y ex senador Eduardo Pizano de Narváez, un abogado uniandino que renunció hace un mes a la presidencia del gremio de gas Naturgas en la que estaba desde 2009 y que tomó tanta fuerza que según D’Arcy Quinn en Caracol o el 1,2,3 de CM& era el ternado fijo.
Pero ante la demora de Santos de decidir, y en medio de rumores de que podría no cumplir con los requisitos del cargo, Pizano renunció a su aspiración públicamente el jueves, argumentando que la demora era tal que no tenía sentido seguir allí.
Eso ocurrió a pesar de que el miércoles una delegación de la bancada parlamentaria conservadora estuvo en Palacio, conversando con el presidente Juan Manuel Santos sobre la terna, y allí Pizano y López eran los candidatos más opcionados.
Pero en esa reunión aparecieron otros nombres, como el antiguo Alto Consejero Presidencial para la Convivencia y Seguridad Ciudadana de Santos, Francisco Lloreda, la secretaria jurídica de Palacio, Cristina Pardo Schlesinger, o el ex superintendente financiero Jorge Pinzón Sánchez. Ninguno de ellos cuajó.
Por eso, ante la renuncia de Pizano, la decisión parecía obvia: López es cercana a Santos, quien la ternó a la Procuraduría hace 4 años; su hoja de vida que incluye haber sido personera delegada y procuradora judicial es vendible para la Procuraduría; y tiene amistades en el Senado, especialmente en la bancada conservadora de Antioquia.
Sin embargo, hay una duda de si está inhabilitada hasta el próximo 3 de diciembre, cuando se cumple un año desde que se aceptó su renuncia a la extinta Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura.
Ella alega que no, porque la Constitución no dice que esa inhabilidad se aplique a los magistrados del Consejo Superior de la Judicatura, y solo existen las inhabilidades que expresamente digan la Constitución o la Ley. Y esa interpretación fue la que acogió Santos al ternarla hoy.
Sin embargo, la acompaña esa duda entre los senadores, según le confirmaron tres de diferentes partidos de la Unidad Nacional.
Además, un congresista azul antioqueño, cercano a ella, le dijo a La Silla que le “inquieta un poco su aceptación en la plenaria. No gusta mucho”.
Y aún si esa percepción es errada y la sombra de la supuesta inhabilidad se disipa, no es fácil que López gane y los azules mantengan la Procuraduría: para evitarlo ya otras bancadas están empezando a moverse.
¿Procuraduría roja?
Como ha contado La Silla, los liberales quieren la Procuraduría, especialmente ahora que su fortín de la Defensoría quedó en manos de La U en cabeza de Carlos Negret. Así, cambiarían un fortín que puede mojar prensa y que tiene cargos regionales por uno que además de eso puede sancionar funcionarios y tiene un presupuesto de medio billón de pesos.
El problema inicial es que los rojos arrancan con dos cartas, Carrillo y Perdomo, lo que podría romper sus votos y los acuerdos de la Unidad Nacional, con lo que quedaría abierto el espacio para que los conservadores mantengan la entidad.
Por eso es que un senador azul consultado afirma que lo importante era que tuvieran un candidato ternado por Presidencia “para entrar en la competencia (...) la idea es apoyarla fuertemente”.
Pero si los azules quieren aprovechar esa posibilidad, los rojos quieren cerrarla. Por eso se van a reunir, en principio el próximo martes, para votar entre Perdomo y Carrillo y elegir un candidato de unidad de la bancada.
Además, según tres senadores liberales consultados, esperan luego reunirse con la bancada de La U para concertar su apoyo, e incluso hacerlo con los del viejo PIN.
SI logran armar esa coalición alrededor del nombre que elijan, llegarían con 43 votos a la plenaria, cuando se necesitan 52 para elegir. Y si a su candidato le logran sumar algunos votos de Cambio (que por ahora está dividido), el Polo o los verdes, podrían pasar por encima de los conservadores.
Pero llegar hasta allá tampoco es sencillo.
Primero, porque aunque Perdomo arrancó más fuerte, Carrillo le ha dado la pelea. Los dos tienen buenas hojas de vida, trayectorias en cargos directivos de la justicia y son liberales, así que por ese lado están en igualdad.Además los dos son vistos como cercanos a César Gaviria, quien tuvo a Carrillo como Ministro y quien apoyó la aspiración de Perdomo a la Fiscalía.
“Están parejos”, resume un senador liberal.
La ventaja inicial de Perdomo es que estuvo en el poder hasta hace poco, y por eso algunos congresistas tienen más fresca su relación con él: fue vicefiscal y luego Fiscal encargado tras la salida de Eduardo Montealegre hasta hace apenas 3 meses.
En cambio, Carrillo salió del Ministerio de Interior hace 3 años, cuando algunos de los actuales senadores no eran congresistas, y estuvo fuera del país hasta hace menos de un año.
Pero esa diferencia se ha venido recortando. Primero, porque Carrillo arrancó su campaña en el Senado antes, gracias a que empezó a aspirar hace varios meses y a que así tuvo un camino fácil por el Consejo de Estado.
Segundo, porque Perdomo es visto como el candidato de Montealegre y el ex fiscal está peleado con el gobierno, hasta el punto de haber acusado a Santos de traidor. Eso, cuando al Gobierno todavía le quedan dos años, le quita mucha fuerza entre los senadores de la coalición santista.
“Perdomo tiene muchos amigos pero el gobierno no quiere que sea él”, explica un senador de La U. “Carrillo tiene más opción pues la gente ya tiene claro que optar por Perdomo es enfrentarse con el Presidente”, dice uno liberal.
Ese factor tiene una arista adicional: los uribistas, que no pueden ver a Montealegre ni en pintura porque sienten que los persiguió por razones políticas, seguramente no votarán tan fácilmente por Perdomo.
Eso le quita viabilidad como candidato rojo porque, una vez termine la campaña al plebiscito a la que están dedicados, los uribistas podrían optar por aliarse con los conservadores para empujar a López contra Perdomo, lo que pondría a la candidata azul a pelearle voto a voto la Procuraduría al liberal.
Al elegir a Carrillo, los liberales reducirían las posibilidades de que eso ocurra.
Y tercero, porque aunque los dos han enfrentado escándalos en su vida pública, los de Carrillo son viejos (relacionados con la fuga de Pablo Escobar de La Catedral, cuando él era el Ministro de Justicia cuando se construyó esa cárcel) y mucho menores que los de Perdomo, quien lleva varios días recibiendo golpes mediáticos con efectos en el Senado.
Especialmente duros fueron la columna de María Isabel Rueda de esta semana, en la que afirmó que durante su palomita como Fiscal encargado entregó cientos de contratos e incluso mandó blindar su apartamento, y el informe de Caracol Radio que recordó que cinco de los magistrados que lo nominaron en la Corte Suprema tenían familiares en la Fiscalía.
En los dos casos Perdomo se ha defendido, explicando que los nombramientos que hizo son naturales en una entidad de mas de 20 mil funcionarios, que el blindaje del apartamento es potestad de una persona tan amenazada como un Fiscal y que los nombramientos de los familiares no los hizo él sino Montealegre.
Pero la sombra sigue viva, según tres senadores consultados. Sobre todo después de que el Consejo de Estado anuló la reelección de Ordóñez por haber sido ternado por magistrados a los que él le había dado cargos en la Procuraduría, una situación que no es igual pero sí similar a la de Perdomo y que deja encima de su cabeza la espada de Damocles de un fallo del Consejo de Estado que eventualmente lo tumbe.
Eso deja a Carrillo con una ventaja, pero como la elección se hará después del plebiscito y seguramente en noviembre, nada está definido.
Por una parte, dos senadores de La U le dijeron a La Silla que no han decidido si aliarse con los liberales o eventualmente irse con los conservadores. “Nos buscan más que a niña bonita”, dice uno. Y hasta ahora no ha habido un guiño de Palacio que los ayude a definirse.
Por otra, la decisión para muchos senadores es a quién le dan el poder de sancionar funcionarios, si a los liberales o a los conservadores. Y eso, con las elecciones de 2018 en el horizonte, es una decisión estratégica que dependerá de los resultados del plebiscito
Por eso, los equilibrios de hoy pueden cambiar en las próximas semanas, como pasa en cualquier carrera y más en una donde hay varias fuerzas en juego. Pero lo que está claro, por el perfil de los ternados, es que la Procuraduría que viene será mucho menos radical que la de Ordóñez y seguramente estará más dispuesta a empujar la implementación del Acuerdo Final con las Farc, si gana el Sí en el plebiscito.