Con Vargas dedicado a la reelección, Cambio Radical está a la deriva

Imagen

Cambio Radical, el partido de Germán Vargas Lleras, está en el limbo. No tiene presidente, su líder natural está ocupado en la reelección de Santos, algunos están buscando irse a otros lados y hay dudas de su capacidad de pasar el umbral. Aunque es poco probable que el partido desaparezca, sobre todo mientras Vargas siga siendo el plan B del santismo para la Presidencia, tampoco es claro qué rumbo podría tomar.

Cambio Radical, el partido de Germán Vargas Lleras, está en el limbo. No tiene presidente, su líder natural está ocupado en la reelección de Santos, algunos están buscando irse a otros lados y hay dudas de que pueda pasar el umbral. Aunque es poco probable que el partido desaparezca, sobre todo mientras Vargas siga siendo el plan B del santismo para la Presidencia, tampoco es claro para dónde va.

Desde cuando Vargas Lleras renunció al ministerio de Vivienda para montarse a la campaña reeleccionista de Santos, le notificó a los congresistas de su partido que se iba a dedicar a esa campaña, y que no los iba a ayudar a elaborar o revisar listas de candidatos al Congreso ni a hacer campaña.

Ese anuncio ha tenido interpretaciones diversas. “Eso no significa que Vargas vaya a ser un desconocido para nosotros sus amigos ni que nos vaya a dejar solos en las regiones”, le dijo a La Silla el senador Carlos Fernando Motoa.

Otro congresista que no quiso revelar su nombre dijo que ve muy improbable ese escenario, porque los otros partidos de la Unidad Nacional van a estar muy pendientes de cualquier movimiento de Vargas a favor de Cambio. Y Vargas, como jefe de campaña de Santos, no podrá mostrar preferencias por un partido en especial pues tendrá que procurar que todas las colectividades que apoyen al Presidente se sientan bien tratadas para que le caminen con ganas a esa reelección.

En todo caso, Cambio Radical no ha pensado no irse con Santos ni tener candidato presidencial propio, a menos de que sea Vargas Lleras. “Yo quisiera que el candidato fuera Vargas Lleras”, dice Motoa, por ejemplo.

Precisamente la posibilidad de que el ex ministro termine siendo el candidato de Santos para las elecciones presidenciales, si el Presidente decide no postularse, es uno de los motivos para que los congresistas sigan en el partido. Pero igual las dudas se mantienen.

Los nubarrones

Para hablar de los nubarrones que se posan encima de Cambio Radical hay que comenzar por decir que no todo es malo: seis de los siete senadores actuales quieren repetir (y el séptimo le heredaría los votos a su hijo). Para pasar el umbral -y mantener su personería jurídica- la colectividad necesitaría unos 450 mil votos.

En las elecciones a Senado de 2010, Cambio obtuvo 860 mil votos y puso ocho senadores. Pero, desde entonces, le ha ido mal. Primero, su mayor elector de entonces, Javier Cáceres, terminó condenado con parapolítica y, aunque alegue su inocencia, perdió su maquinaria de casi 85 mil votos.

Segundo, de los siete senadores que quedan, varios han sufrido golpes políticos desde el 2010: Daira Galvis perdió dos veces la Alcaldía de Cartagena con su candidata, María del Socorro Bustamante; Bernabé Celis perdió el fortín burocrático que tenía en la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga en manos del grupo político de Hugo Aguilar; el grupo de José Francisco Herrera perdió la alcaldía de Soledad (Atlántico), que era su bastión.

Tercero, otros de los que le pusieron votos a Cambio en 2010 como Rodrigo Lara que tuvo casi 42 mil votos o Alfonso Valdivieso que obtuvo otros 12 mil, ya no están en el partido.

Cuarto, otro de los grandes electores, el senador Fuad Char, quien obtuvo casi 74 mil votos y es el principal apoyo político de la alcaldesa de Barranquilla, no vuelve al Senado. Aunque aparentemente le va a dejar sus votos a su hijo Arturo, quien ya estuvo en el Senado, los más recientes rumores señalan que éste se inscribiría por el Partido Liberal, para lo cual no tiene ninguna limitación porque actualmente no está en Cambio. De concretarse esa posibilidad, el golpe sería mucho más duro porque Char, además de ser el más veterano de los políticos de Cambio, ayuda a financiarlo y también lo hace con sus candidatos.

Y quinto, la lista no tendría una figura que la arrastre. En 2010 la excelente figuración de Vargas Lleras en la campaña presidencial le dio un empujón a la lista al Senado, y no en vano más de 60 mil votos fueron por el partido. En esta ocasión el partido ha intentado acercar al ex senador Rodrigo Lara y al ex candidato a la alcaldía de Bogotá Carlos Fernando Galán para tener figuras de opinión en la lista.

Lara ha sido claro en que no va porque no quiere estar con personas cuya forma de hacer política no comparte, incluyendo los que estima que le robaron la curul, y Galán dice en privado que solo encabezaría la lista si el partido empieza un proceso serio de depuración y de recuperar la confianza de los electores, algo que es difícil que ocurra cuando la misma supervivencia está en duda.

Todo eso incide en las cuentas que hacen los senadores, que indican, como contó La Silla, que cada uno de ellos necesitaría unos 60 mil votos para llegar al Senado. En las elecciones pasadas solo Cáceres, Char y Galvis superaron esa cifra. En cambio, en listas más fuertes como la liberal, con 40 mil votos los senadores estarían adentro.

Y hay un último problema: el partido está en interinidad. Hace más de dos meses el senador Antonio Guerra renunció a la presidencia del partido en medio de una crisis que estalló porque el secretario general de Cambio, Antonio Álvarez Lleras, le negó el aval a Maria del Socorro Bustamante, candidata de Daira Galvis, a la Alcaldía de Cartagena.

En ese momento la vieja división del partido entre los vargaslleristas y los caciques con votos propios se volvió a abrir (como había pasado cuando varios senadores no movieron su maquinaria para apoyar a Vargas en la primera vuelta de 2010 o cuando, antes de las elecciones locales de 2011, Carlos Fernando Galán recibió temporalmente la dirección del partido y trató de revocar casi 300 avales). 

El miércoles de la semana pasada la bancada se reunió para hablar del futuro y de las elecciones. Aunque discutió el asunto del reemplazo, se encontró con un primer problema: todos quieren que el nuevo presidente no tenga aspiraciones políticas para que sea imparcial, y que les ofrezca garantías a todos. Hasta ahora no han encontrado esa persona.

Esa acefalía ha hecho difícil definir una estrategia. Aunque La Silla supo que ha habido acercamientos con liberales (los senadores Bernabé Celis y Juan Carlos Restrepo han hablado con Juan Fernando Cristo) y con La U (de las que ha estado encargado Antonio Guerra), ninguna se ha definido.

Y tampoco el eventual ingreso de nuevas personas al partido, que sería una alternativa para darle oxígeno y eventualmente votos. Por ejemplo, en el Cauca, donde Cambio no tiene mayor presencia, el ex senador liberal Humberto Peláez Gutiérrez ha mostrado el interés de hacer campaña con el partido, pero no hay quién concrete esos compromisos y defina cómo serían esos ingresos.

Esa falta de dirección, sumada a los miedos por la falta de votos y a la ruptura interna tienen a varios viendo el vaso medio vacío y al partido lo suficientemente debilitado como para que se estén considerando seriamente los acercamientos con La U y los liberales. Pero también hay motivos para que sus miembros le metan el hombro.

El vaso medio lleno

Aunque en Cambio se sabe que no será fácil mantener la cantidad de senadores que actualmente tienen, sus miembros hacen varios cálculos con los que esperan pasar el umbral.

Primero, señalan que hay dos representantes a la Cámara que quieren saltar el Senado y le pondrían más votos a la lista.

Una es la tolimense Rosmery Martínez, quien tuvo más de 24 mil votos en el Tolima en 2010 y cuyo grupo político ya ha establecido alianzas con otros grupos como el de la ex gobernadora de Cundinamarca Leonor Serrano (quien se quemó en 2010 al Senado con 33 mil votos).

El otro es el bogotano Germán Varón, hombre de confianza de Vargas Lleras y quien llegó a la Cámara en 2010 con casi 30 mil votos.

Por otro lado, en Cambio recuerdan que los seis senadores que quieren repetir sumaron casi 300 mil votos en 2010, y opinan que Fuad Char no se iría de Cambio porque no le conviene terminar aliado en el Atlántico con viejos rivales suyos que están en el Partido Liberal.

En suma, por lo menos hacia afuera afirman que pueden repetir los votos de 2010, y resaltan que en las elecciones de alcaldes de 2011 tuvieron más de un millón y medio de votos. Para algunos, incluso, el reto es mejorar el resultado de 2010 y tener 10 senadores o más.

Y es que el partido no es solo un cascarón. Por una parte, los senadores no se pueden ir para otro lado porque incurrirían en doble militancia. Aunque para eso podrían impulsar el proyecto que permitiría hacer coaliciones entre partidos, y que tiene el apoyo del nuevo presidente del Senado, lo cierto es que ese proyecto está casi muerto. No le conviene a los conservadores, a La U ni al Gobierno, porque podrían ver una salida de políticos o unas incómodas alianzas con el Centro Democrático, y el Polo ya lo rechazó.

Además, como se trataría de una ley estatutaria que tendría que revisar la Corte Constitucional antes de que entrara en vigencia, los tiempos no dan. De hecho ya llevamos más de una semana de legislatura y apenas está programado para los próximos días un almuerzo para seguir puliendo el texto. Con los trancones de otras iniciativas como las leyes estatutarias del Marco para la Paz y el ruido por las elecciones que están cada vez más cerca (las inscripciones son en noviembre), el proyecto no tiene tiempo. Y aunque propone recortar el plazo que tiene la Corte, eso podría tener problemas legales.

Hay otra razón para que no todos le jueguen a la desaparición del partido: la personería jurídica y la capacidad de entregar avales son activos políticos claves, como se ha notado en las peleas en la izquierda y entre los verdes.

Eso es particularmente importante en el caso de los senadores cuyos grupos políticos tienen rivales liberales y de La U, como Char, Motoa y Herrera. Para ellos terminar aliados con esos partidos tiene unos costos altos, como definir cómo repartir el poder con sus actuales rivales con quienes han tenido duros pulsos por el poder local.

Esa es, además, la posición de la mayoría de los representantes a la Cámara: de los 16 que tiene Cambio, seis vienen de los antiguos territorios nacionales, donde son muy poderosos y no tienen ningún incentivo para perder la capacidad de entregar avales. Sus curules tampoco están en riesgo.

Por eso lo más probable es que el partido siga la campaña con pocos cambios, apoyando a Vargas y a Santos, y sin figuras de mucho arrastre. Eso sí, todo puede cambiar si Santos activa su plan B y Vargas Lleras termina de candidato presidencial.

Compartir
0