Los conservadores que se fueron con Zuluaga no la tendrán fácil porque en el santismo están pidiendo un castigo para ellos por su volteada. Santos, por su parte, no la tendrá fácil porque está en un dilema: si castiga a los azules uribistas podría perder el apoyo de un partido con casi 50 congresistas, pero si no lo hace le quedaría mal a parte de los que sí lo respaldaron.
El dilema de Santos con los conservadores comienza por Barguil
Unos 15 conservadores santistas se reunieron ayer en la mañana con el presidente Juan Manuel Santos para reiterar su parte en el triunfo de la reelección y, de paso, pedir pista para que los rebeldes azules que se fueron con el uribista Óscar Iván Zuluaga puedan volver a la Unidad Nacional y mantener su pedazo de torta burocrática. Muchos interpretaron eso como el regreso de todo el conservatismo a la coalición de Gobierno, pero la realidad es que ni los volteados ni Santos la tendrán fácil para que eso pase.
Los conservadores que se fueron con Zuluaga no la tendrán fácil porque en el santismo están pidiendo un castigo para ellos por su volteada. Santos, por su parte, no la tendrá fácil porque está en un dilema: si castiga a los azules uribistas podría perder el apoyo de un partido con casi 50 congresistas, pero si no lo hace le quedaría mal a parte de los que sí lo respaldaron.
Un congresista conservador, dos de La U, uno de Cambio Radical y otro del viejo PIN le confirmaron por separado a La Silla que el castigo del que se habla entre algunos congresistas cercanos al Gobierno para los azules rebeldes consiste en dos cosas.
Primero que los conservadores que no votaron con Santos pierdan absolutamente toda la burocracia que tienen en entidades nacionales, una decisión que es del resorte exclusivo del Presidente. Y segundo que no tengan derecho a ninguna dignidad en las mesas directivas de las comisiones ni en la presidencia del Congreso durante los próximos cuatro años, que es el pulso que se está dando por estos días entre los compromisarios de las colectividades que definen la conformación de las células legislativas.
Fueron 17 (de 28) representantes a la Cámara y ocho (de 18) senadores azules los que, apoyados en una decisión de las directivas de su partido y de la ex candidata Marta Lucía Ramírez, respaldaron la campaña presidencial uribista y pusieron en vilo su relación con el Gobierno Santos. El resto de sus colegas se la jugó por desconocer la oficialidad conservadora (que en todo caso no dio una directriz clara, pues el directorio ni siquiera se reunió) y se quedó con el Presidente que bien o mal los ha consentido estos cuatro años.
El símbolo de los volteados es el representante cordobés primíparo David Barguil, que a sus 33 años recién cumplidos es una de las figuras políticas en ascenso más mediáticas y reconocidas estos cuatro años no por escándalos sino por sus debates, muchos en favor de los usuarios de los bancos. Además, tiene peso político porque con 86 mil votos en Córdoba fue el segundo representante más votado en ese departamento y en el país.
Lo que La Silla supo es que del castigo azul se habla con nombre propio en el caso de Barguil porque -según varias fuentes conocedoras- él era uno de los congresistas más consentidos en términos de burocracia y de posibilidad de gestión de recursos para las regiones (mermelada) de Santos y de su ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas. Aunque en el top de la denuncia uribista sobre la mermelada su nombre no aparecía arriba.
Un asunto que de ser cierto dejaría en evidencia a una joven figura política a la que antes, al menos a nivel nacional, no se le había relacionado con temas de politiquería y burocracia.
Castigarlo a él significaría un reto adicional para el Presidente Santos porque Barguil además es el yerno del expresidente César Gaviria, uno de los hombres a los que debe su reelección, el director técnico que le dio el triunfo a la empresa santista.
“Le habían dado de todo”, dijo un representante santista sobre Barguil. “Era el hijo consentido de Mauricio Cárdenas. Por eso no le van a perdonar que, ocho días antes de la segunda vuelta, se haya ido con Zuluaga”, añadió por aparte un senador cercano al Presidente.
Según ese mismo senador cercano a Santos, los cordobeses de La U Bernardo ‘Ñoño’ Elías, Musa Besaile y Martín Morales, que fueron determinantes para el triunfo de la reelección en la Costa, son los que estarían mencionando en concreto los nombres de Barguil y de su socia política -la senadora conservadora Nora García, quien también se fue con el uribismo- al Presidente, como los primeros para comenzar el castigo a los azules.
“Ellos tres (que en Córdoba son rivales políticos de Barguil y García) le pidieron al Presidente que les quite todos los puestos que tienen Nora y David en el departamento, seguramente para quedarse ellos con eso”, dijo el senador consultado, quien solicitó que no se mencionara su nombre.
Pero además, otros congresistas de la Unidad Nacional están pidiendo que a Barguil no se le permita quedarse en la comisión tercera, de hacienda y crédito público, una de las más apetecidas por ser la que tramita entre otras cosas las reformas tributarias, el Presupuesto General de la Nación y las estampillas tan codiciadas por los alcaldes.
Ese asunto, sin embargo, no depende de la Unidad Nacional sino de la decisión interna del Partido Conservador, porque cada colectividad decide de manera autónoma a cuáles de sus congresistas sienta en los puestos a los que tenga derecho en cada comisión.
En ese mismo sentido, el congresista Telésforo Pedraza, compromisario de los conservadores para definir la conformación de las comisiones, le dijo a La Silla que no tiene conocimiento de ningún veto a Barguil.
Consultado al respecto, Ñoño Elías le dijo a La Silla que ni él ni sus dos colegas cordobeses de La U se estaban moviendo en contra de Barguil, pero reconoció esos son en todo caso movimientos naturales de la política: “El que pierde paga, pero eso no depende de mí. Ellos (Barguil y García) la semana antes de irse con Zuluaga le dijeron al Presidente que estarían con él y con la reelección ¿Tú crees que el Presidente necesita que yo le de cuerda?”.
Que Santos está molesto con los conservadores uribistas y con Barguil es algo en lo que coinciden los congresistas de la Unidad Nacional con los que hablamos. Hay una anécdota que podría explicar por qué.
Una semana antes de la segunda vuelta presidencial, durante la mini gira que Santos realizó por la Costa, llegando a Córdoba varios simpatizantes de Zuluaga le salieron al paso a la caravana santista para rechiflarla. Portaban pancartas que decían ‘Conservadores con Zuluaga’. Entre los manifestantes algunos presentes distinguieron a gente cercana al movimiento del representante David Barguil. Al verlos, algunos de los congresistas costeños que estaban con el mandatario le empezaron a decir con ironía frases como: “¿Vio?, pero dígale a Cárdenas que le dé más”.
Así se lo contó a La Silla una persona que estaba en el lugar y que agregó que la escena, que se repitió varias veces durante ese recorrido, no le gustó ni al Presidente ni a su fórmula Germán Vargas Lleras.
“A Santos no le gusta pelear con nadie. Él es conciliador, pero -por lo que he oído- a Barguil le van a dar hasta con el balde del trapero. Lo van a dejar sin nada”, dijo un representante gobiernista.
El representante David Barguil le dijo a La Silla que se siente muy tranquilo y confiado de su permanencia en la comisión tercera de la Cámara, debido a que tiene “la absoluta certeza de que los compromisarios respetarán las reglas”.
Agregó que no cree que sea cierto que lo quieren sacar de esa célula legislativa y que, en el caso del castigo a la burocracia, no podrían quitarle nada porque él no tiene puestos. “No manejo ninguna entidad, no tengo nada para que me quiten”.
La Silla averiguó en Córdoba por separado con dos fuentes locales políticas y una del periodismo y las tres coincidieron en que Barguil (siempre en sociedad con Nora García) tiene influencia en una subdirección local del Sena y en las regionales de Invías, el Ministerio de Transporte y la Dian.
Además, otro senador de La U con el que hablamos aseguró que Barguil tenía el Ipse (el instituto para la planificación de soluciones energéticas para zonas no interconectadas a ese servicio) y la secretaría general del Ministerio de Minas, pero eso no lo pudimos corroborar con otra fuente. “Barguil, a pesar de ser primíparo, era uno de los congresistas más poderosos”.
Sus colegas dicen que era el “niño mimado” del Ministro Cárdenas porque Barguil supuestamente fue uno de los congresistas conservadores que estaba proponiendo al economista que fuera la carta azul para las presidenciales de 2018. Cuando esa propuesta sonó, ese ministro le había dicho a La Silla no obstante: “Cuando a un Ministro de Hacienda le hablan de candidaturas le tiene que entrar por un oído y salir por el otro”.
Un ex alto funcionario del sector agrario contó off the record que Barguil siempre se quejó de que en esa área, que en términos de burocracia se supone es de todos los godos, siempre se tuviera más en cuenta la opinión de los senadores que la de los representantes. También dijo que el Representante, al igual que muchos otros, llevaba hojas de vida.
Barguil, que ha hecho gestión regional de manera pública y -como lo evidencian sus debates y cinco leyes de su autoría aprobadas- ha buscado hacer un ejercicio legislativo serio, no descarta que algunas de estas versiones provengan de rivales políticos suyos. Y también agregó que le achacan que tiene cuotas en el Invías de Córdoba, pero esa dirección está vacante desde el año pasado.
Aunque no tiene nada que ver con la representación que da el Gobierno, el Representante también tiene influencia, junto a la senadora García, en la Alcaldía de Montería aunque el grupo más cercano al Alcalde se fue con Santos y no con Zuluaga.
Más allá de Barguil, los conservadores tendrán tiempo de aquí al 10 de julio para seguir intentando llegar unidos a la Unidad Nacional de Santos. Ese día se volverán a reunir nuevamente los compromisarios de los partidos de la coalición mayoritaria para concretar cómo van a quedar las comisiones de Senado y Cámara.
Es decir que para esa fecha se definirá el pulso alrededor de si los conservadores uribistas se van a las comisiones menos apetecidas o si permanecen en las que están, y también si tendrán derecho o no a sillas en las distintas mesas directivas o si entre los azules ese privilegio será solo para los santistas como Roberto Gerlein, Efraín Cepeda, Laureano Acuña o Telésforo Pedraza.
La última palabra sobre la entrada de los conservadores nuevamente a la coalición de Gobierno la tiene el Directorio Conservador, del que hacen parte varios congresistas.
El asunto del castigo a la burocracia se podría conocer más adelante, cuando el Presidente se se posesione para su segundo mandato y comiencen a darse nombramientos y cambios en entidades.
El representante azul Telésforo Pedraza, quien es compromisario y además estuvo en la reunión de ayer con el Presidente, dijo que Santos seguramente va a tener en cuenta que en el Congreso todos los partidos actúan en bancada y que el conservador no puede ser la excepción y quedar dividido.
En ese mismo sentido, el senador Efraín Cepeda, quien ha tomado la vocería e intenta tender puentes entre los azules rebeldes y el Gobierno, dijo en el encuentro de ayer que al ser una sola bancada es conveniente que el Gobierno tenga en cuenta a todos los conservadores y no solo a unos.
“El Presidente no contestó nada, fue muy diplomático y cálido y seguramente lo está pensando”, contó Pedraza.
Otros congresistas conservadores como Arturo Yepes, también compromisario y también santista, dan por terminado el pulso asegurando que ya toda la Unidad Nacional está persuadida y que se les va a respetar a los conservadores uribistas la posición que venían teniendo en el Congreso.
“Esta semana después del partido de Colombia tuvimos una reunión de compromisarios, los agarramos contentos, y todos quedaron convencidos de que lo que más convenía era que cada quien quedará en la comisión que quiere estar… lo de la participación sí lo define el Gobierno, pero nosotros queremos un trato uniforme como partido. El Presidente no ha dicho ni que sí ni que no”, dijo.
De todas formas, en ambos escenarios la decisión final será del Presidente Santos que deberá decidir si le da gusto a algunos de los congresistas a los que debe su triunfo y castiga a los conservadores que le dieron la espalda. Eso le daría más margen para darle participación burocrática a todos los sectores que lo acompañaron, pero dejaría la puerta abierta para que los godos se unieran a la bancada de 20 senadores del expresidente Álvaro Uribe.
Así es que la otra opción de Santos es acoger a todos los conservadores, así hayan votado por Zuluaga, y asegurar una coalición más fuerte en un Congreso en el que tendrá que enfrentar la oposición de la izquierda del Polo y de la derecha de Uribe.