El escándalo de corrupción que salpica al Alcalde de Buenaventura

Silla Pacífico

El ex gerente del único hospital público del puerto renunció en medio de denuncias por corrupción y amenazas de muerte. No es la primera vez que este hospital termina envuelto en este tipo de denuncias. 

Mientras el país mediático se indigna por los recientes escándalos de corrupción a nivel nacional, en Buenaventura la gente se asusta. El último caso estalló esta semana, cuando el ex gerente del único hospital público del principal puerto sobre el Pacífico renunció a su cargo en medio de serias denuncias por corrupción y amenazas de muerte que salpican al actual Alcalde, Eliécer Arboleda y a su hijo. A ambos los ha responsabilizado si algo le llega a ocurrir.

Hasta ahora el Alcalde, que es ahijado político de la actual Gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, sólo se ha pronunciado a través de un comunicado de prensa en el que negó las acusaciones del ex gerente y las calificó como “temerarias e injuriosas”.

Aún así, esta no es la primera vez que este Hospital termina metido en un escándalo de corrupción que incluso ya ha cobrado vidas antes.

La denuncia

Pedro Pablo Cortés Quiñones llegó a la gerencia del Hospital Luis Ablanque de la Plata en Buenaventura en septiembre del 2016. Estuvo en el cargo un poco más de seis meses, hasta el pasado 21 de marzo, cuando presentó su carta de renuncia irrevocable ante el Alcalde, que lo había nombrado a discreción.

Aunque su carta dice que se va por motivos “estrictamente personales”, el pasado 3 de abril el ex gerente habló en dos emisoras del puerto para denunciar que su renuncia fue presionada por el Alcalde y por su hijo mayor, conocido en Buenaventura como ‘Kiko’.

“Prácticamente me sacaron. Fue una renuncia que me exigieron firmar de manera anticipada para tener control en mí”, contó. “[El Alcalde] me hizo firmar 13 cartas en blanco, una por cada trimestre, desde el 30 de diciembre del 2016 hasta el último trimestre del 2020. Y 13 letras de cambio en blanco.”

“El alcalde pudo haber tenido la mejor intención pero dejó eso expuesto al poder del hijo. Yo no puedo proyectar un desarrollo de ese Hospital porque tengo que pagar las cuentas que dice el señor y las cuentas que dice el señor se pagan porque él se está ganando algo ahí, ¿si me entiendes cómo es la cosa?”, dijo Cortés.

Cortés no especifica si esas cuentas eran con proveedores o empleados del Hospital. Aún así, según cifras oficiales que ha reportado el Hospital, las deudas se han más que triplicado en cuatro años, pasando de 5.952 millones de pesos en 2013 a 19.453 millones en 2016.  

El hueco se debe a que gastan más de lo que reciben. Por ejemplo, en el 2015, la administración gastó 41.527 millones de pesos pero sólo facturó 36.490 millones. Además, recaudó 31.754 millones de pesos. Es decir, sólo en eso, el hueco es de casi 10 mil millones.

Aún así, el Hospital es un jugoso botín para los políticos. Además de los gastos, tiene una nómina de 486 empleados, 50 puestos de atención en toda la ciudad y es atractivo, según una fuente nacional que lo conoce, porque dado que es un hospital de primer nivel, está totalmente financiado el volumen de población que atiende en Buenaventura, una ciudad de 500 mil habitantes cuya mayoría son afiliados al Sisbén.

La otra denuncia de Cortés es que cuando llegó al cargo en septiembre, no pudo contratar a su gente porque “eso ya estaba amarrado”.

“La gerente anterior (Viviana Vanessa Olaya Angulo) es la esposa del hijo del alcalde al que le dicen ‘Kiko’. Ellos tenían manipulado al personal porque prácticamente eran los dueños de eso. En enero cuando yo frené todas estas cuestiones de pagarles a los que ellos dicen y [que] no dejan funcionar el Hospital, pues obviamente no les gustó”, agregó.

La Silla habló con seis fuentes en Buenaventura (incluidos políticos y líderes sociales) que aseguraron, como dijo uno de ellos, que en el puerto es “vox populi” que ‘Kiko’ es el que está detrás de la contratación pública en Buenaventura.

“Es el que anda pidiendo plata por los contratos. Ese es el comentario callejero”, dijo una fuente. “Él es el que hace el trabajo sucio. Pide comisiones, se ha dedicado a eso”, agregó un opositor del Alcalde.

 

Aún así, las fuentes -que pidieron no ser citadas por seguridad- no pudieron demostrar sus afirmaciones con ninguna prueba. Se limitaron a decir que era el rumor que corría en Buenaventura desde que se posesionó el Alcalde y que la denuncia de Cortés es la primera que lo menciona públicamente. “Sería lo que lo comprobaría”, dijo un tercer consultado.

Cortés reconoce que él sabía del poder de ‘Kiko’ desde que el Alcalde lo nombró a dedo, aprovechando la ley que aprobó en julio el presidente Juan Manuel Santos para eliminar los concursos para elegir gerentes de las ESEs en todo el país.

Aún así, no sólo se posesionó en el cargo, sino que firmó todas las letras (o pagarés) que según él le exigió el Alcalde y también las cartas de renuncia anticipadas con las que querían “quitarle su independencia” y tenerlo bajo amenaza de que si no hacía lo que ellos querían, lo sacaban.

Los periodistas de Buenaventura le piden a Cortés que explique para qué eran las letras pero su respuesta es evasiva. Dice que él las firmó antes de vincularse al Hospital y que “yo tenía mi estrategia jurídica para evadir eso [la responsabilidad]” y pone su caso en manos de la justicia para que investigue.

Aunque La Silla no pudo comunicarse con Cortés para que nos explicara para qué eran esas letras, éstas se firman cuando hay de por medio algún tipo de deuda económica.

Cortés tampoco responde con claridad por qué, si llegó al cargo como un aliado de un alcalde al que apoyó en campaña, con el paso del tiempo se distanció de él, al punto en que ahora lo denuncia públicamente. Insiste en que la relación se dañó cuando él intentó “meterle austeridad al gasto del Hospital” y que las molestias en su contra aumentaron cuando cambió a un funcionario de cargo.

Las amenazas contra él y su familia comenzaron una vez renunció.

“Me estuvieron buscando para asesinarme. Ya habían dado la orden y cuando lo iban a hacer, me avisaron y yo por eso salí volado de Buenaventura. Pero no conformes con eso, el viernes visitan la casa donde vive mi mamá y llegaron tres tipos a decirles que si yo seguía jodiendo con eso iban a asesinar a mi familia”, dice. “Le mandaron razón a mi escolta: que se quite porque lo van a matar también”.

Cortés habló en las emisoras en la mañana del lunes pero sólo hasta por la noche respondió el Alcalde. Lo hizo a través de un comunicado que dijo que sería el único medio por el cual manifestaría su “enérgico rechazo” a sus declaraciones.

Explicó que “es ilusorio y un despropósito” afirmar que él le hizo firmar cartas de renuncia anticipadas al Gerente cuando él lo había nombrado discrecionalmente. Ese argumento tiene sentido, porque en principio, el Alcalde puede retirar del cargo al Gerente cuando él quiera. 

Y que en ninguna de las juntas directivas del Hospital a las que asistieron ambos comentó los presuntos actos de abuso de poder “ni la injerencia de terceras personas ajenas al funcionamiento del Hospital”.

Esa es la única referencia que hace a las denuncias que involucran el supuesto poder de su hijo. Dice, más bien, que lo que ocurrió es que Cortés presentó su renuncia y luego se arrepintió pero que la Alcaldía ya había expedido el acto administrativo de aceptación de esa renuncia.

“Aquí hay deshonestidad en todos. Ni todo es cierto, ni todo es tan falso porque nadie se atrevería a hacer estas denuncias si al menos parte no son verdad”, dice un líder social de Buenaventura.

Aún así, el mismo día que se hizo efectiva la renuncia de Cortés, el Alcalde posesionó al nuevo Gerente, Silvio Jair Alegría Fernández, que ya estaba trabajando como subsecretario de salud en el Puerto y que, según cinco fuentes políticas del Valle, es cercano al Alcalde y a la gobernadora Toro, la baronesa de la salud.

No es la primera vez

Desde que Cortés salió de Buenaventura, ha dicho que viajó a Bogotá a presentar en los entes de control sus denuncias para que sean ellos los que investiguen. Aún así, esta no es la primera vez que el Hospital Luis Ablanque termina envuelto en un escándalo por corrupción que sin embargo, no ha pasado de ser eso, un escándalo.

En enero del 2013, el ex concejal de Buenaventura Stalin Ortíz, pastor evangélico y padre de seis hijos, fue asesinado por sicarios en Cali después de haber liderado denuncias similares que, aunque intentó, nunca alcanzó a llevar a Bogotá.

Ortíz fue elegido concejal en el 2012 junto con Hernán Sinisterra (hoy Representante a la Cámara) y el entonces alcalde de Buenaventura, Bartolo Valencia, los tres por el Partido Liberal.

Cuando Valencia se posesionó como alcalde, Ortiz recibió como cuota la gerencia del Hospital, cargo al que llegó Victor Meneses tras un cuestionado concurso de méritos.

Con el paso de los meses, Ortíz se distanció de sus aliados, precisamente por la forma en la que estaba siendo manejado el Hospital, y comenzó a hacer denuncias.

Como contaron entonces el columnista Daniel Coronell y la revista Semana, en los documentos que recogió había pruebas de direccionamiento de contratos, familiares del Alcalde y del concejal Sinisterra en la nómina del Hospital, desorden en el manejo financiero y la facturación, la mayoría de trabajadores no iba a trabajar y sus centros de salud estaban en abandono.

Después de denunciar estos hechos en el Concejo y los entes de control de Buenaventura, y ante el poco avance que tuvieron allá, Ortiz decidió viajar a Bogotá. Antes de irse, según contaron entonces familiares de Ortíz, el senador liberal Édinson Delgado organizó una reunión con el alcalde Valencia y el concejal Sinisterra para tratar de solucionar las diferencias.

Al salir de la reunión, a pocas cuadras del Hotel Intercontinental, dos carros le cerraron el camino y dos sicarios en moto lo asesinaron.

“Mi papá se lo dijo a líderes: que con las únicas personas que tenía problemas era con Bartolo y con Hernán. Él hace las denuncias, lo citan en Cali para hablar y ese día lo matan; creo que más claro no puede estar?”, le dijo a El País una familiar del ex concejal.

El ex alcalde se defendió diciendo que la investigación la debían hacer las autoridades competentes. “Todo lo malo que ocurre en Buenaventura se lo achacan al Alcalde que tiene que responder por más de 50 años de abandono del Estado y por haber derrotado a los que le han hecho daño a Buenaventura”, dijo en una entrevista.

Se refería al ex senador condenado por parapolítica Juan Carlos Martínez Sinisterra, que antes de Valencia tuvo el manejo del Hospital entre 2004 y 2011, a través del entonces gerente Maximiliano Castro Arboleda, su ficha política y uno de los que visitó a “el Negro” en La Picota.

Aunque tanto Martínez como el ex alcalde Valencia están enfrentando hoy a la justicia, ninguno lo ha hecho por el desgreño al Hospital de Buenaventura.

Bartolo está libre, aunque en juicio, acusado por la Fiscalía de haber hecho contrataciones irregulares en el puerto por 919 millones de pesos en la educación de Buenaventura. Y Martínez tiene casa por cárcel.

La falta de investigación de los entes de control locales y nacionales alrededor de la corrupción que salpica el Hospital explica por qué hoy los bonaverenses tienen sus expectativas puestas en la promesa del procurador Fernando Carrillo que la semana pasada anunció “una toma anticorrupción” en el puerto.

Sin embargo, en una carta que le enviaron ayer a Carrillo y que fue publicada por algunos medios locales, le piden que tome tres decisiones para fortalecer su anuncio: primero, que encabece él la iniciativa en lugar de dársela “a la señora gobernadora del Valle del Cauca, que es la jefa política del actual alcalde”; segundo, que establezca un canal expedito y seguro para que los ciudadanos aporten denuncias y evidencias sin temor por su vida; y finalmente, que se comprometa a ir al cabildo abierto que realizarán los bonaverenses en noviembre para presentar los resultados de su cruzada.

Faltará ver si esta vez los bonaverenses sí reciben el respaldo nacional que necesitan para desenredar la maraña de corrupción que impera en el Puerto y de la que se han alimentado los políticos que otra vez, se preparan para hacer campaña.

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