Aunque muy pocos uribistas quieren volver a ver a Iván Aguilar en el Centro Democrático, Álvaro Uribe está buscando impulsores para el No al plebiscito.
El feo del uribismo a Iván Aguilar (y su nuevo dilema)
Álvaro Uribe Vélez e Iván Aguilar tras el conversatorio del uribismo sobre el No al Plebiscito.
El desplante que Iván Aguilar le hizo al Centro Democrático en las elecciones regionales del año pasado cuando prefirió irse en contra de Álvaro Uribe -su hasta entonces jefe político- y apoyar a Didier Tavera para la Gobernación de Santander, aún no se lo perdonan en el uribismo.
Así quedó en evidencia cuando en medio del auditorio en el que Uribe exponía sus razones para promover el No al plebiscito en Bucaramanga, Aguilar apareció entre los asistentes.
Su presencia no le causó gracia a la mayoría de los uribistas pura sangre que estaban allí, y mientras que uno de los militantes que nos habló sobre el tema a cambio de la reserva de su nombre calificó la asistencia de Aguilar al auditorio como una “afrenta”, otro señaló que era una “burla”.
La principal razón de la resistencia del uribismo a la presencia de Iván Aguilar, además de la traición, que es la obvia, está en que desde que se creó el Centro Democrático a algunos militantes de ese partido les ha tocado tragarse varios sapos por su culpa.
Por ejemplo, Aguilar fue el candidato de ese partido a la Gobernación pese a que congresistas como Alfredo Rangel, José Obdulio Gaviria y María Fernanda Cabal no vieron con buenos ojos su aspiración; él también se encargó de montar las directivas regionales del partido y varios denunciaron que se quedaron sin participación; y además entregó un partido con varias fracturas en Santander.
“Muchos no decían nada porque Uribe lo respaldaba incondicionalmente y con eso de por medio no era muy práctico ponerse a pelear”, le dijo a La Silla un uribista de Santander.
Por eso fue que su voltereta electoral fue tan sensible y lo volvió el hijo pródigo del uribismo en Santander.
Y es que su estatus quedó tan reducido en el Centro Democrático, que le tocó hacer fila como a todos los seguidores de Uribe para hablar con él. Al final conversaron algunos segundos delante de todos los que estaba mirando; no obstante, le dejaron un mensaje claro: “Ay que bregar a que todos rectifiquen y ayuden para ver cómo se consolida esto”.
Aunque José Obdulio Gaviria de una vez le salió al paso al mensaje de Uribe y le dijo a La Silla: “Rectificar con Aguilar, siempre es rectificar mal”, lo cierto es que si Aguilar quisiera, podría remarle al uribismo para ganar indulgencias y eso en época de campaña no les caería mal.
Sin embargo, como lo contó La Silla él es uno de los políticos más cercanos a Tavera, quien en contrapartida en todos sus discursos ha dejado claro que está a favor del proceso de paz.
Ahora el dilema es para Aguilar, quien después del feo que le hicieron, tiene dos opciones: mantenerse del lado de su nuevo jefe y alzar la banderita de la paz que tanto le había molestado en los últimos años; o dar una nueva voltereta, sumarse al no y correr el riesgo de salir del llavero de Tavera.