Hace unos dos meses se vienen reuniendo siete senadores costeños de La U para armar un grupo. Por ahora, planean ir juntos por la dirección del partido, buscar un precandidato para jugar en las presidenciales de 2018 y mostrarse fuertes.
La disidencia costeña del Partido de La U
Sandra Villadiego, Armando Benedetti, Miguel Amín, Eduardo Pulgar, Bernardo 'el ?o?o' Elías, Musa Besaile y José Alfredo Gnecco.
La coalición santista llamada Unidad Nacional no sólo está desunida por las diferencias entre los tres partidos que la conforman, sino también por una división interna en su colectividad más grande: La U.
La Silla Caribe confirmó que hace más o menos dos meses se vienen reuniendo siete de sus 20 senadores, todos costeños y con gruesa votación, para armar una suerte de disidencia. Con ello por ahora planean ir juntos por la dirección de La U, buscar un precandidato para jugar en las presidenciales de 2018 y mostrarse fuertes ante el Gobierno y ante sus colegas para los temas de representación burocrática.
Esos senadores son Armando Benedetti, José Alfredo Gnecco, Miguel Amín, Eduardo Pulgar, Sandra Villadiego y Musa Besaile y Bernardo ‘el Ñoño’ Elías, famosos por la mermelada que los convirtió en los dos congresistas más votados del país, después de Jorge Enrique Robledo del Polo.
Benedetti ha liderado los encuentros que, de hecho, se han realizado todos o en su casa o en su oficina en el Congreso.
¿La razón de la movida? aunque nadie aceptó hablarnos en grabación, cinco fuentes conocedoras coincidieron por separado en que los legisladores están muy molestos porque sienten que fueron los políticos clave de la reelección santista desde el Caribe, le han votado todo al Gobierno desde el Congreso y, pese a eso, el Presidente no ha gobernado con ellos ni les ha dado suficiente representación.
Efectivamente, la Costa fue la región que determinó el triunfo de Santos II, luego de que estos y otros congresistas costeños prendieran sus máquinas de votos en la segunda vuelta a petición de la campaña del Presidente.
“Este Gobierno se eligió por nosotros, pero resulta que somos importantes para poner los votos y no para gobernar. Y si pueden, nos niegan. Es la misma cosa con las regiones siempre, nos usan para elegirse y después nos botan por los Vargas y todas las élites de siempre y nos dejan viendo un chispero”, nos dijo una persona de confianza de uno de los congresistas.
“¿Tu viste el discurso del expresidente Gaviria en el congreso del Partido Liberal, diciendo que nunca se pudo ganar la confianza de Santos y que en la Casa de Nariño lo ven con incomodidad? Lo mismo se siente acá”, agregó por aparte uno de los senadores.
El grupo de “los siete”, como ya le empiezan a llamar algunos en La U, también está descontento con el senador codirector de la colectividad, Roy Barreras, porque supuestamente sólo ha jugado a favor de sus intereses en términos de burocracia.
Recientemente, Roy fue nombrado por el Presidente como delegado del Congreso para los acuerdos de paz de La Habana.
La molestia en La U con él no es exclusiva de los costeños, según nos confirmó un congresista del interior del país: “Casi todos en La U queremos cambiar a Roy”.
Se trata, pues, de un nuevo capítulo de la molestia por la repartición de los puestos que desde las primeras horas de este Gobierno se ha sentido especialmente en dos de los tres partidos de la coalición: La U y los liberales (los ocho senadores de Cambio Radical están, en general, contentos con los dos ministerios que le dieron a su jefe político Germán Vargas).
Sobre las entidades que manejan estos siete hay que decir que Benedetti tiene influencia en la Fiduprevisora y el Ñoño Elías en Fonade, aunque se distanció del director hace varias semanas y suena que lo podrían cambiar.
Sin embargo, la disidencia costeña parece ir más allá de los puestos porque estos senadores han hablado en sus encuentros de dos metas que podrían darle gasolina para rato a su grupo: una, pujar por la dirección de La U cuando se vaya Roy Barreras (quien ya anunció que dejaría esa silla) y, dos, hacerse contar con una carta propia en una consulta de La U para definir el candidato a la Presidencia.
Para ambos casos, de manera informal, algunos incluso ya han mencionado un posible nombre: el de Armando Benedetti, quizás el que más trayectoria nacional de los siete tiene porque ya ha sido presidente del Congreso y, a pesar de ser de la Costa, tiene buena parte de sus votos y sus relaciones en Bogotá.
Aunque Benedetti no esté hoy en las cuentas de nadie para las presidenciales, si este bloque de senadores costeños resulta ser más que flor de un día para meter presión entre todos suman poco más de 800 mil votos.
Ese caudal electoral, endosable porque obedece a la maquinaria, como quedó claro en la reelección santista, les podría permitir sentarse a pactar alianzas de tú a tú con cualquiera de los candidatos con posibilidades.
Este Gobierno se eligió por nosotros, pero resulta que somos importantes para poner los votos y no para gobernar
Eso es, precisamente, lo que han dicho que quieren hacer en varias de las reuniones que han tenido: “El que quiera ser Presidente, se tendrá que sentar con nosotros, pero sin imponernos nada”, dijo uno.
Una fuente nos detalló que la idea de hacerse contar en 2018 en una precandidatura la han hablado con congresistas y mandatarios aliados de ellos en región, pero que están en otros partidos, para que se sumen de manera informal (porque legalmente cada congresista tiene que votar con su colectividad).
La Silla pudo confirmar que sí han conversado al respecto al menos con un mandatario de otro partido, quien nos afirmó a condición de no ser citado, pues no puede participar en política: “Sí he oído de ese grupo, están fuertes, buscan consolidar un millón de votos y con eso son clave en la elección presidencial. Están convocando parlamentarios de otras vertientes”.
Pero antes de todo eso, esta división podría tener sus primeros efectos prácticos en otra elección mucho más cercana en el tiempo: la de presidente del Congreso, ahora a mitad de año.
Resulta que, por acuerdos políticos, esa dignidad le corresponde a La U. En julio de 2014, cuando también le tocaba a La U y el elegido fue el atlanticense José David Name, algunos senadores acordaron de una vez que el turno este año sería para el caldense Mauricio Lizcano.
Como lo contó La Silla, a pesar de la desunidad nacional, Lizcano se reunió desde el mes pasado con congresistas liberales y de Cambio Radical para garantizar con ellos el cumplimiento de los compromisos y la respuesta fue positiva.
Sin embargo, unos trinos de hace seis días del senador Benedetti dejan entrever que la cosa se le puede complicar es al interior de su propio partido, por cuenta de las divisiones.
“La U sólo está unido en torno a la paz. Por eso es la plenaria la que debe decidir quién será el próximo Presidente del Congreso y no los acuerdos”, “La U no está compacta. Hay tres grupos y uno de ellos no estará para los acuerdos de Presidencia de Senado ni de la República para 2018” y “¡La U está dividido por la falta de liderazgo de algunos directivos! Por eso queremos candidato autónomo para 2018 y que represente a las regiones”. Son algunos de los mensajes en twitter de Benedetti que confirman esta historia y evidencian que su primera consecuencia podría ser afectar la elección de Lizcano.
Mucho más teniendo en cuenta que Benedetti y Lizcano son fuertes rivales políticos. En 2014, de hecho, en la reunión en la que se definió el nombre de Name como presidente del Congreso (cargo al que en ese momento aspiraban también ellos dos), casi se van a los golpes.
A eso habría que agregar que dos congresistas de otros partidos nos dijeron por aparte que el nombre del caldense no termina de caer bien en todo Cambio Radical ni entre algunos senadores del Centro Democrático.
No obstante eso, Lizcano aún tiene muchas posibilidades de llegar a la principal silla del Senado porque no es usual que se rompan los acuerdos políticos a mitad de la legislatura y porque, en todo caso, no pudimos confirmar que el resto de costeños del grupo de “los siete” esté de acuerdo en eso con Benedetti. Además, Lizcano tiene apoyo entre los otros 13 senadores de La U.
Esto último nos los dijeron cinco senadores que no están en la disidencia costeña.
Esos otros 13 senadores, según el trino de Benedetti, están repartidos en dos grupos: los que se mueven y manejan su representación burocrática solos: como Roy Barreras, Roosvelt Rodríguez, Germán Hoyos y los costeños José David Name y Andrés García Zuccardi. Y los que están más cerca de Lizcano: como Maritza Martínez, Ángel Custodio Cabrera y Jimmy Chamorro. A Lizcano lo señalan de tener influencia en el Fondo Nacional del Ahorro a través de su presidente, el excongresista Augusto Posada (quien hizo fórmula al Congreso con él).
Averiguamos y entre esos 13 hay varias voces que creen que la movida de los siete costeños es una mera presión por puestos y una estrategia de Benedetti para llegar a la presidencia de La U o del Senado, y en ese sentido se acabará cuando consigan ambas cosas. “Ese es todo el caos que quieren formar. Ellos todos asistieron hace poco a la reunión de La U con el Presidente y mostraron total unión”, nos dijo uno de esos congresistas.
“La única razón para que se esté generando este ruido son los deseos de Benedetti de ser presidente, no hay otra”, agregó por su lado otro Senador.
Reveladas sus reuniones, será cuestión de tiempo para saber si la disidencia tendrá vocación de permanencia y se convertirá en una nueva fuerza regional protagonista de 2018, o si existe sólo para aplicar la estrategia de llorar por puestos (como les ha funcionado a los liberales).
Por ahora, la sola división ratifica que el Partido de La U nació para rodear a Álvaro Uribe, permaneció sin más ideología para elegir y reelegir a su sucesor Santos y, agotadas esas dos empresas, no es muy claro qué futuro le espera con sus caciques pegados con votos pero no en todos los casos "unidos como debe ser”, según su eslogan.