La doble cara de Las Farc con los cristianos y los LGBTI

Silla Pacífico

Las Farc firmó dos documentos totalmente contradictorios sobre la familia y el enfoque de género. 

Hace unos días las Farc firmaron en La Habana documentos con dos comunidades, que aunque son marginales en el contenido de los acuerdos ganaron un protagonismo inusitado a raíz del triunfo del No en el plebiscito: primero se sentaron con representantes de las iglesias cristianas evangélicas y luego con miembros de la comunidad Lgbti. Ambos lados volvieron con la certeza de haber logrado un acuerdo favorable con la guerrilla.

Así lo contó Semana.com el domingo pasado, que primero tituló: “Farc y cristianos llegan a un acuerdo sobre enfoque de género” y luego cambiaron por “puntos comunes”  y lo  mostró la senadora liberal Viviane Morales, miembro de la Iglesia Casa Sobre la Roca, que fue acompañada de su esposo, el político Carlos Alonso Lucio.

Indignados por esa visita de Viviane, la comunidad Lgbti también mandó representantes de ‘Colombia Diversa’, ‘Caribe afirmativo’, y  líderes como Mauricio Albarracín y la representante de Alianza Verde Angélica Lozano. Ellos también presentaron con orgullo su documento.

Lo sorprendente es que los dos documentos firmados por las Farc tienen puntos totalmente contradictorios sobre temas en los que ambos lados creyeron ganar con su visita a Cuba: la familia y el enfoque de género.

Una cosa aquí, otra allá

La familia, que es un tema que nunca se discutió entre el Gobierno y la guerrilla, aparece en el documento que firmaron con la senadora Morales y su esposo Carlos Alonso Lucio.

 

Allí dice que los Acuerdos tendrán “los elementos suficientes que permitan, a posteriori, por instancias públicas y privadas, interpretaciones inequívocas respecto al concepto de familia”, de acuerdo con el artículo 42 de la Constitución, que define la familia como: “el núcleo fundamental de la sociedad” y “por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la libertad responsable de conformarla”.

En contravía con esto, el documento conjunto con la comunidad Lgbti dice que el Acuerdo “no ha abarcado, ni deberá abarcar discusiones que no estén vinculadas al origen y desarrollo del conflicto armado, tales como la definición de familia, matrimonio o adopción por parejas del mismo sexo.”

Agregan, además, que el Acuerdo no tiene por qué incluir interpretaciones de derechos fundamentales y que para eso están las “instituciones correspondientes”.

A esa primera contradicción se suma que con Lucio y Morales las Farc se comprometen a llevarle al Gobierno la propuesta de que en el Acuerdo Final quede claro que el enfoque de género “se refiere a la reivindicación y protección especial de los derechos de la mujer como víctima principal del conflicto y como protagonista esencial en la construcción de la paz y el posconflicto”.

Pero en el que firmaron posteriormente con las organizaciones Lgbti, se comprometen a que el Acuerdo debe “mantener transversalmente el enfoque de género” y que “es necesario para hacer visibles los impactos diferenciados del conflicto armado sobre las mujeres y hombres, entre estos, las lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex”.

Es decir, si en un lado el enfoque es solo para la mujer, en el otro también lo sería para los lgbti.

En lo que sí coinciden ambos “acuerdos” es que tanto los cristianos como la comunidad lgbti, deben ser reconocidos explícitamente como víctimas del conflicto en el Acuerdo final y que todas las propuestas serán entregadas al Gobierno.

¿Acuerdo?

Como en un lado las Farc dijo una cosa y en otro lado otra, no es claro cómo ambos documentos pueden reflejar un ‘acuerdo’. 

“Las Farc nos aclaró que el comunicado de Viviane no era un acuerdo entre ellos y que simplemente contenía los puntos que se discutieron en la reunión”, le dijo Albarracín, líder de la comunidad lgbti, a La Silla.

De hecho, algo que medianamente tranquilizó a la comunidad Lgbti es que apenas terminó la reunión con Viviane, el delegado de las Farc Pablo Catatumbo trinó esto.

Esa idea de “no ir en contravía de los derechos” quedó redactada tal cual en el comunicado firmado con la comunidad Lgbti, al punto que representantes de esa comunidad lo llaman la “cláusula Catatumbo”.

Otra cosa que también los tranquilizó es que hasta la guerrillera Victoria Sandino, que representó a las Farc en la subcomisión de género de La Habana, habló de un “acuerdo” con los lgbti.

Y aunque hay varias evidencias de que las Farc a lo largo de los años mató homosexuales por serlo como parte de una estrategia de control territorial que incluía imponer la ‘moralidad’ del jefe del frente respectivo, en esta nueva etapa la guerrilla ha reivindicado en su discurso los derechos de la comunidad lgbti hasta en su noticiero “Nueva Colombia Noticias”.

Por su lado, la senadora Morales nos dijo que lo que ella firmó en La Habana: “sí es un acuerdo. Ellos (Las Farc) estaban de acuerdo en llevar a la mesa de negociación esos puntos”. Agregó también que: “el señor Enrique Santiago y Álvaro Leyva buscaron a mi esposo aquí en Colombia para que les hablara sobre las observaciones de los crisitanos a los acuerdos".

Pero en otro comunicado conjunto firmado por la delegación de las Farc y más de veinte organizaciones de mujeres como la ‘Cumbre Nacional de Mujeres y Paz’, ‘Casa de la mujer’ y ‘Un millón de mujeres por la paz’, que viajaron también justo después de lo de Viviane, las Farc aclaran que lo que firmaron con ella y su esposo: “refleja los contenidos del intercambio que sobre diferentes temas del acuerdo final se sostuvo con ellos, en el espíritu de escucha y diálogo”.

Una persona que fue a la reunión entre las mujeres y las Farc, le contó a La Silla que: “las farc sabía que había cometido un error por el manejo que se le dio al encuentro con Viviane, presentándolo como un acuerdo.”

Sobre ese punto, Claudia Mejía, directora de Sisma Mujer y miembro de la Red Nacional de Mujeres, que también fue a esa reunión, nos dijo: “Ellos (Las Farc) nos dijeron que con Viviane y Lucio no firmaron ningún acuerdo.  A lo que se comprometieron fue a llevar esos puntos a la mesa de conversaciones.”

“No queremos que ni las Farc ni el cristianismo nos defina el enfoque de género porque no puede ser solamente la vulnerabilidad de las mujeres”, nos dijo.

“Las dos delegaciones han insistido en que el enfoque de género se va a respetar y creemos en su palabra. Eso no significa que no se vayan a hacer aclaraciones y ajustes”, agregó.

La delegación de paz de las Farc le aclaró a La Silla que: “Se han realizado reuniones para escucharlos a todos y a todas y se les ha manifestado el compromiso de tener en cuenta sus propuestas. Eso sí, teniendo en cuenta que la Mesa la constituímos dos partes y todo acuerdo se hace por consenso”.

Más allá de si lo firmado con ambos lados es o no un acuerdo y ante la contradicción de los textos, lo que sí queda clarísimo es que la pelea por el enfoque de género y la definición de la familia va a seguir y el pulso solo se resolverá en el texto final.

 

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