La firma de la que dependen los proyectos de movilidad de Peñalosa

Silla Cachaca

Ingetec, vieja conocida de la contratación en Bogotá, está encargada de los nuevos diseños del metro y de actualizar los del Transmilenio por la Séptima, dos de las grandes apuestas del alcalde.

Que la firma Ingetec coincida en ser la que actualizará los diseños de Transmilenio por la Carrera Séptima y la que hará, con la francesa Systra, los nuevos estudios del metro, ha provocado críticas de la oposición a Peñalosa por la aparente cercanía de esa empresa con el alcalde.

Al mirar en detalle, hoy, a diferencia de años anteriores, esa cercanía no es tan profunda como la pintan; pero al haberse ganado esos dos contratos, que suman $37.450 millones, quedó en sus manos la posibilidad de definir el futuro y de darles legitimidad a esos proyectos, con los que el mandatario se juega parte de su prestigio. Esto debido al fuerte debate que han generado y a que son, hasta ahora, los más más visibles en movilidad.

Las críticas

El 18 de enero, un día antes de que el consorcio que integran Ingetec y Systra obtuviera la mayor calificación en el concurso para quedarse con los estudios y diseños del metro elevado, que estuvo a cargo de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN), la representante a la Cámara por Bogotá Angélica Lozano (Alianza Verde) se anticipó el resultado:

Al conocerse la decisión de la FDN, no solo ella sino otros políticos regaron la bola por el aparente vínculo entre Ingetec y el alcalde que, a su juicio, generaba dudas sobre la transparencia del proceso.

Esto por más que la FDN siempre haya explicado que, a pesar de que no se acoge a la Ley de contratación pública porque se rige por el derecho privado, se ha preocupado por sacar adelante procesos similares a los que usan para estos casos la banca multilateral y en los que rige la competencia entre empresas especializadas, como le dijo a La Silla Clemente del Valle, gerente de la FDN.

La crítica de quienes cuestionaron el proceso fue que, después de varios filtros técnicos, al final terminó pesando la evaluación de un grupo de jurados en los que era notoria la presencia de representantes de la Alcaldía. Y ganó Ingetec.

Se referían al arquitecto Camilo Santamaría Gamboa, el asesor de primera línea de Peñalosa para los proyectos urbanísticos de Lagos de Torca y Ciudad Norte.

Este último es el que incluye la propuesta urbanizar una parte de la Reserva Thomas Van der Hammen, iniciativa que, como lo contó La Silla, viene impulsando Santamaría desde hace años a nombre de los dueños de predios de la Reserva. Y el primero es el que urbanizará la zona aledaña a la reserva, entre las calles 183 y los límites con Chía.

Sin embargo, Santamaría no es “uno de los dueños” de Ingetec.

En los documentos oficiales de esa empresa, que están en la Cámara de Comercio (como su certificado de tradición y libertad y las actas de su asamblea de accionistas registradas allí) no aparece Santamaría como socio. Su padre, Jaime Santamaría Serrano, sí aparecía, pero en 1973. Hoy no está entre los dueños.

La empresa es propiedad, en su mayoría, del ingeniero Alberto Marulanda y de sus hijos, Camilo y Andrés, a través de las empresas Marulesco (56 por ciento), Laurasia (2,9 por ciento) y Fejagal (2,9 por ciento). También son socios Jorge Martínez (4,8 por ciento), Hortensio Castro (4,8 por ciento), Daniel Rebolledo (4 por ciento) y las empresas Amavil (19,7 por ciento) y A2CP (4,8 por ciento), de las cuales tampoco es accionista ningún Santamaría.

Los dos Santamaría, sin embargo, sí han trabajado en años recientes en Ingetec, lo que sustenta el argumento de quienes cuestionan la cercanía de esa empresa con el Alcalde y muestran como prueba a Camilo Santamaría.

El arquitecto, en todo caso, es cercano a Peñalosa desde hace años y lo acompañó en actos de su última campaña política.

Por otro lado, estuvo al frente de algunos proyectos que ha desarrollado Ingetec en Bogotá, como los diseños de la Avenida El Polo y los primeros que se hicieron para meter una troncal de Transmilenio por la Séptima, en 2006 (por $5.300 millones, durante el gobierno de Lucho Garzón, que son los que la misma empresa tiene hoy la tarea de actualizar). También, la primer línea del metro (1997) y el Parque Tercer Milenio.

Su padre Jaime fue director de proyectos de ingeniería de Ingetec, donde desarrolló una parte importante de su carrera.

Pero independientemente de esos trabajos con los Santamarías, la empresa ya ha tenido contratos importantes en Bogotá: además de que ya había tenido que ver con los diseños del Transmilenio por la Séptima, hizo parte de un consorcio con Bechtel y Systra que en 1997 (en el primer gobierno de Antanas Mockus) diseñó la línea del metro por la Séptima que recibió Peñalosa en su primer gobierno (1998-2000) y luego no se hizo.

En esa administración, Ingetec se ganó los diseños de la troncal de Las Américas hasta su intersección con la ALÓ ($2 mil millones), los diseños de la Avenida El Polo ($536 millones) y la asesoría para estructurar la ALÓ.

Y también hizo parte del consorcio que se encargó de la interventoría de uno de los contratos de las losas de Transmilenio en la Caracas, un tema al que la oposición le saca jugo para atacar a Peñalosa.

En general Ingetec ha sido una constante contratista del Acueducto y del IDU en varias administraciones, y se mueve en otras áreas https://www.ingetec.com.co/ como desarrollos hidroeléctricos, industriales y de hidrocarburos en otras regiones del país.

Así que los vasos comunicantes con Peñalosa existen pero no son tan fuertes ni parecen ser determinantes para que la firma se gane contratos con el Distrito.

Pero sí tiene en sus manos la posibilidad de planear un metro y una troncal de Transmilenio por la Séptima que despejen dudas o que, por el contrario, le metan más presión al alcalde de sectores políticos y ciudadanos que hasta ahora no ven bien esos proyectos.

Las definiciones que faltan

El contrato que se ganó Ingetec con Systra es por $27.140 millones, con el fin de realizar los estudios y diseños de Ingeniería Básica del metro elevado que propone Peñalosa.

Del trabajo de ambas firmas depende la definición de detalles que son fundamentales para que se haga o no la obra, como su costo total, el análisis costo-beneficio (que determina qué tanto vale la pena hacerla) o cómo se va a integrar con otros medios de transporte como Transmilenio, los buses del SITP o las bicicletas.

Esto es relevante desde un punto de vista político porque las conclusiones de su estudio les darán o quitarán argumentos a quienes se oponen a esa obra, algo que en todo caso ya hace parte de la narrativa de los promotores de la revocatoria del mandato de Peñalosa.

Sin embargo, esas conclusiones deberían salir después de que se recojan las firmas de la revocatoria pero justo hacia el momento en er que, dado el caso, haya una votación.

El contrato es a 14 meses, pero de ellos los 8 primeros son para hacer los estudios y los 6 siguientes para acompañar la licitación, lo que significa que si no hay demoras se deberían entregar hacia inicios de octubre, justo por la época en la que se votaría una revocatoria, si los que la promueven logran recoger las firmas.

Eso quiere decir que para que el Alcalde cumpla su compromiso de abrir una licitación a finales de este año, el trabajo final de Systra-Ingetec tiene que salir en la fecha establecida, para luego sacar adelante los trámites que siguen antes de la licitación: un nuevo documento Conpes, uno del Confis y un convenio de cofinanciación, todo para que la Nación definitivamente se suba al metro que propone Peñalosa.

Si los estudios se demoran, eso les podría servir a los críticos para meterle presión a Peñalosa en una época en la que se estará definiendo su revocatoria, pues no tendrá muchos avances para mostrar con una obra que han prometido los alcaldes anteriores, y que alrededor del 40 por ciento de bogotanos considera necesaria para solucionar sus problemas de movilidad.

Si no se demora y avala su propuesta, le dará una nueva coyuntura a las críticas al metro elevado y por lo tanto un aire a uno de los grandes argumentos de quienes apoyan la revocatoria.

Con el Transmilenio de la Séptima también hay polarización, sobre todo por la prevención que genera el hecho de meter la troncal por una vía más estrecha como esa.

Ingetec tiene la misión de actualizar los estudios que hizo en 2006, con Camilo Santamaría a la cabeza. El contrato es por $10.200 millones.

El arquitecto Jaime Ortiz, basado en lo que propuso Ingetec en 2006, dice que “sería un desastre”, dado que en ese entonces se proponían derruir medias manzanas en donde iban las estaciones, con todo el conflicto social que eso genera.

Desde la misma sociedad civil Mauricio Rico, de Corposéptima, que está de acuerdo con la idea de la troncal, plantea la necesidad de “adelgazar” el actual proyecto.

“Propone que donde va a quedar cada estación hay que comprar una manzana completa. No tocaría tumbar el Hotel Tequendama ni edificios emblemáticos, como se le ha hecho creer a la gente, y contribuiría con la renovación urbana de ese corredor. Pero toca comprar alrededor de 20 manzanas. Como está planteado es demasiado ambicioso”, advierte.

La labor de Ingetec, por más que se acoja a las intenciones de la Alcaldía, será determinar si puede desarrollarse todo como lo pretende el Peñalosa.

Incluso porque de sus conclusiones también dependerá el costo de la obra, algo muy sensible pues el Alcalde ya aseguró que puede llegar a los $1,8 billones, de los cuales $700 mil millones los cobrarían a los vecinos por valorización.

Eso significa que quienes viven cerca a la Séptima, en barrios de estratos altos como Rosales o en otros de clase media como Chapinero Central, tendrían que meterse la mano al dril y pagar otro tributo, algo impopular que puede crear una nueva fuente de descontento contra un alcalde con la mayoría de imagen desfavorable.

Será el trabajo de la firma de Ingetec, que debe conocerse a finales de este año, el que defina si finalmente saldrá a ese precio.

Al final, en las manos de Ingetec estará parte de la actual revocatoria, pero también buena parte del futuro de la imagen y la gobernabilidad de Peñalosa (si no termina revocado antes). Y también lo que está por venir en la movilidad de una ciudad ranqueada como la más congestionada de América Latina.

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