La llama de los Juegos Bolivarianos se prende a medias en Santa Marta

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Santa Marta espera que durante la próxima visita de los delegados de la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo), le ratifiquen la sede de los Juegos Bolivarianos 2017.

Coldeportes y la Alcaldía de Santa Marta lograron el último mes lo que no pudieron avanzar durante dos años, siendo alcalde Carlos Caicedo: destrabar parte del escenario financiero para los Juegos Bolivarianos 2017.

Coldeportes y la Alcaldía de Santa Marta lograron el último mes lo que no pudieron avanzar durante dos años, siendo alcalde Carlos Caicedo: destrabar parte del escenario financiero para los Juegos Bolivarianos 2017, uno de los eventos deportivos más esperados por esa ciudad desde que se ganó la sede en 2013.

La permanencia de los Juegos en Santa Marta ha generado expectativa porque hasta hace poco no estaban claros los recursos para la infraestructura, pero hoy Coldeportes y la Alcaldía tienen programada la firma del convenio marco, que le permitirá a la Nación girar 60 mil millones de los 90 mil que prometió para la construcción y adecuación de 11 escenarios deportivos. Sin embargo, la capital del Magdalena debe poner 71 mil millones adicionales y hasta ahora solo tiene la tercera parte de esa plata, por lo que debe recurrir a un nuevo crédito que aprieta aún más sus finanzas.

El convenio entre Coldeportes y Santa Marta se da cuatro meses después del ultimátum que la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo), encargada de los Juegos, le dio al país: si antes de mañana 31 de marzo no estaban garantizados los recursos, Santa Marta perdería la sede. La misma que el movimiento político del exalcalde Carlos Caicedo vende como uno de sus principales legados a una Santa Marta que requiere con urgencia una mejor infraestructura deportiva, y que de perderla terminaría significando para él un alto costo político.

Santa Marta y el caicedismo se juegan la sede el 14 y el 15 de abril, en la cuarta visita que harán los delegados de la Odebo. Ellos decidirán si son avances suficientes el convenio firmado entre la Nación y el Distrito y la intención de préstamo por 50 mil millones de pesos de la Alcaldía. Si no lo son, los Juegos podrían cambiar de ciudad.

El director de Coldeportes Andrés Botero y el presidente del Comité Olímpico Colombiano Baltazar Medina le dijeron a La Silla que no creen que Santa Marta pierda la sede porque, a diferencia de las anteriores visitas, en esta oportunidad los delegados se encontrarán con un camino más despejado. Y aseguraron que la fecha del 31 de marzo es un “mecanismo de presión válido” para acelerar las obras, que todavía no arrancan.

Lo mismo cree el actual alcalde Rafael Martínez, aliado del exmandatario Carlos Caicedo.

Así se despejó parte del camino

La historia de Santa Marta con los Juegos Bolivarianos comenzó a escribirse en noviembre de 2013, cuando la asamblea de la Organización Deportiva Bolivariana escogió unánimemente en Trujillo, Perú, a esa ciudad como sede de los Juegos. Meses después, Barranquilla fue elegida subsede para disciplinas como el tiro y el ciclismo de pista.

Que una ciudad sea la anfitriona de los Juegos es importante por toda la infraestructura que le queda y a la que después puede sacarle lucro con el arriendo de los escenarios. También es clave por los recursos que les dejan a los hoteles y restaurantes los deportistas y los visitantes en general, durante los días del certamen. Más en una plaza tan turística como Santa Marta.

Días después de ganarse la sede, la administración del entonces alcalde Caicedo le contrató al arquitecto barranquillero Giancarlo Mazzanti los diseños del estadio de fútbol, en reemplazo del viejo Eduardo Santos, y la Arena de Eventos, que son los dos escenarios más importantes que Santa Marta debe construir. Las propuestas estuvieron listas el primer semestre de 2015 y Caicedo las envió a Coldeportes.

El director de Coldeportes nunca estuvo de acuerdo con esos diseños. Especialmente, porque el solo estadio proyectado por el exalcalde tenía un aforo de 28 mil espectadores y costaba alrededor de 120 mil millones de pesos, es decir, 30 mil millones adicionales al presupuesto definitivo que la Nación terminaría destinando meses después para toda la infraestructura.  

Caicedo siempre defendió los diseños diciendo que el Gobierno nunca puso un techo presupuestal, que su administración buscaba dejarle a la ciudad escenarios que perduraran en el tiempo y hasta dijo que Botero no era “amigo de Santa Marta”.

Mientras que Botero calificó ese proyecto como costoso y sobredimensionado para el tamaño de la afición futbolera samaria. Y propuso la construcción de un estadio de 45 mil millones de pesos, con capacidad para menos de 18 mil espectadores y con una estructura que permita su ampliación a futuro, como el de Montería. Esa propuesta es la que terminará construyéndose.

“Uno puede ir ampliando a medida que haya afición, porque no se justifica invertir un poco de plata en cemento para que no vaya la gente”, le dijo Botero a La Silla.

El 9 de noviembre pasado, Coldeportes ratificó en una reunión con los delegados de la Odebo y con Caicedo que la Nación solo pondría 110 mil millones de pesos: 90 mil millones para infraestructura y 20 mil millones para organización. Y el resto debía correr por cuenta del Distrito.

El representante de Coldeportes Afanio Restrepo dijo en aquel momento que la caída del petróleo había incidido fuertemente en las finanzas de la Nación y por eso la cifra destinada tenía que ser menor a la que Santa Marta esperaba, que era por lo menos el doble.

Tras esa reunión vino la advertencia de la Odebo. En una carta dirigida al presidente Juan Manuel Santos, el director de esa organización Danilo Carrera Drouet dijo que se veía en la “lamentable situación de dar un plazo máximo hasta el 31 de marzo del 2016 a los corresponsables de la organización de los Juegos, ya que seguir postergando los trabajos haría imposible que se alcance su realización”.

Con esa carta, el anuncio de Coldeportes y la insistencia del exalcalde Caicedo con los diseños iniciales,  el panorama de los Juegos era bastante incierto a diciembre pasado. Solo comenzó a despejarse con la llegada a la Alcaldía de Rafael Martínez. En enero, el actual mandatario accedió a hacerles los ajustes a los diseños del estadio que dejó su antecesor, tal como lo recomendó Coldeportes para poder garantizar que la Nación girara su parte de los recursos.

El nuevo estadio se construirá en un lote del sector Bureche, zona de expansión de Santa Marta. La familia de empresarios Solano, de la que hacen parte el exalcalde Jaime Solano y el dueño de la Zona Franca Tayrona Simón Solano, le dio a la administración de Caicedo ese lote como forma de pago por unos impuestos atrasados.

Por falta de plata, el alcalde Martínez también accedió a que se construyera la propuesta más básica de la Arena de Eventos, que es una de las tres que dejó el arquitecto Mazzanti.

Los ajustes a los diseños de Mazzanti los hace desde hace dos meses la Unión Temporal Bolivarianos 2017, integrada por la sucursal Colombia de la española Conurma Ingenieros Consultores y por la firma Gestión Integral de Servicios Profesionales. Ese consorcio, que se ganó la licitación de cinco mil millones de pesos, trabaja además en los diseños de los otros escenarios, que también deben estar listos antes de mayo.

Sin la garantía de los resideños del estadio y de la Arena, le explicó el director de Coldeportes a La Silla, no era posible que el convenio se diera, y que Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda garantizaran la disponibilidad de la plata, cuyo giro inicial de 60 mil millones de pesos cubrirá esas dos obras clave.

“Con el nuevo alcalde de Santa Marta hemos trabajado de maravilla. Hemos hecho en un mes lo que no hicimos en dos años (...) Con el pasado no era fácil. Con este alcalde hemos trabajado de cerca”, le dijo Botero a La Silla, en clara alusión a las diferencias que tuvo con Caicedo.

A esos desencuentros por la infraestructura, se suman los cuestionamientos que diferentes sectores de Santa Marta, como los excandidatos a la Alcaldía y representantes gremiales, le hicieron al exalcalde Caicedo porque nunca nombró a un equipo para que se encargara exclusivamente de los Juegos. Por el contrario, él centralizó todos los procesos iniciales de la organización, sin darle cabida a otros grupos políticos o a los congresistas del Magdalena para que lo ayudaran en la gestión de más recursos ante el Gobierno Nacional.

De hecho, en las reuniones de seguimiento entre Coldeportes y la Alcaldía quien las lideraba a nombre del Distrito era Caicedo. Situación distinta a Barranquilla, que desde que se ganó en 2014 la sede de los Centroamericanos 2018 tiene un director y oficina exclusiva para el certamen deportivo, lo que hacía que en las reuniones la exalcaldesa Elsa Noguera contara con un equipo de apoyo.

Tan solo en el evento de hoy, el actual mandatario Rafael Martínez anunciará a los miembros del comité organizador y el nombre del director de los Juegos. Si bien hasta diciembre pasado fungió como director el vicepresidente del Comité Olímpico Colombiano Ciro Solano, su dedicación no fue constante porque él vive en Bogotá.

Lo que falta

Aunque el convenio que se firma hoy es la primera llama que se enciende para Santa Marta en la organización de los Bolivarianos, a la Alcaldía todavía le falta un largo camino por recorrer porque debe gestionar los 50 mil millones restantes para la infraestructura. Y para hacerlo contempla un nuevo crédito, que ya el Concejo le aprobó.

Con ese préstamo, el Distrito queda con una deuda que supera sus ingresos corrientes de libre destinación porque ya les debe a los bancos 70 mil millones, de la época de Caicedo, más unos recursos viejos de salud y de sentencias judiciales, de otras administraciones.

Además, la Alcaldía todavía no tiene listos los diseños, porque la unión temporal los sigue trabajando y sin ellos no es posible que se inicien los procesos de licitación.

Tanto el alcalde Martínez como el director de Coldeportes le dijeron a La Silla que esperan que la licitación del estadio, que es la construcción más compleja y que requiere un año de ejecución, esté abierta antes de mayo próximo. Así, las obras podrían comenzar este mismo semestre.

Mientras que el resto, le dijo Andrés Botero a La Silla, son proyectos cuya ejecución no toman más de ocho meses porque su infraestructura es más sencilla, como es el caso de la pista de BMX.Todos los escenarios deben estar listos en septiembre de 2017, es decir, dos meses antes del inicio de los Juegos. Solo así el comité organizador podrá adecuarlos a las diferentes disciplinas que se practicarán en cada uno de ellos. 

Si las obras no llegan a estar terminadas, el Comité Olímpico Colombiano no descarta un Plan B: buscar escenarios alternos como las instalaciones de la Universidad del Magdalena, que tiene cancha de fútbol y pista de atletismo en buenas condiciones, o llevarse varias disciplinas para Barranquilla

Un conocedor de las finanzas y la contratación de Santa Marta, quien pidió no ser citado en este texto, expresó sus reservas sobre el calendario de construcción de las obras.

El técnico le dijo a La Silla que si los diseños realmente llegan a estar listos en abril, los procesos de licitación y adjudicación tomarán todo el semestre y solo a finales de julio podrían conocerse las firmas ganadoras.

La fuente calcula que los trabajos comenzarían un mes después, es decir, en agosto, porque los contratistas suelen tomarse ese tiempo para tener la documentación en regla y toda la mano de obra contratada. Y para que entreguen los proyectos a tiempo tendrían que trabajar a toda marcha y sin imprevistos. Especialmente, el que se gane la construcción del estadio en el sector Bureche.

Hoy en Santa Marta hay expectativa con la firma del convenio porque por fin se destrabó una parte importante de los recursos. Sin embargo, el listado de pendientes no es corto y todavía siguen latentes las dudas de si los tiempos le alcanzarán a la Alcaldía para tener todas las obras en pie. Lo que menos quieren en la capital del Magdalena es que la Odebo termine mudando varias de las disciplinas a Barranquilla porque sería una gran derrota de la ciudad.

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