Ayer, las Farc denunció que en Policarpa una banda de disidentes asesinó al miliciano Wilson Marino que se había acogido al proceso de paz.
Las cuatro cosas que revela el nuevo grupo de disidentes en Nariño
Ayer, las Farc denunció a través de un comunicado de prensa que en Policarpa, Nariño, una banda de disidentes asesinó al miliciano Wilson Marino que se había acogido al proceso de paz. El grupo de disidentes se llama “la banda de Vaca”, porque está al mando de Edier Cuero Obando, alias Vaca, un ex guerrillero raso del frente 29 de las Farc que se declaró en disidencia antes de que la guerrilla firmara el Acuerdo Final con el Gobierno, como le contó a La Silla el comandante de ese frente, alias ‘Ramiro’.
La banda opera en el Bajo Patía, una región que comprende los municipios de Iscuandé, Magüi Payán y Policarpa y allí han desatado la inseguridad y el temor de las comunidades. Por eso, La Silla supo que ayer se reunieron en Presidencia los alcaldes de estos municipios para analizar la situación.
Mientras se aclara, estas son las cuatro cosas que pone en evidencia el asesinato de este miliciano a manos de disidentes de las Farc:
Los milicianos, el talón de aquiles
El asesinato de Wilson Marino revela que los milicianos son el talón de aquiles de la seguridad de las Farc. Son el lado más frágil, porque aunque se registraron como miembros de las Farc no están en las zonas veredales, y el más volátil, porque al no estar concentrados, se siguen moviendo como si nada en los territorios.
Según el comunicado de la guerrilla, Marino se registró en la zona veredal de La Paloma pero salió porque tenía que “solucionar el sustento de su esposa y 6 hijos”. El pasado 15 de julio, mientras navegaba por el río Telembí en una canoa, fue abordado por dos hombres que según las Farc son Robinson Alirio Cuero Obando alias ‘Álvaro Galán’ y alias ‘El Flaco’, integrantes de ‘la banda de Vaca’. Luego lo encontraron muerto, en una playa río abajo, envuelto en una lona, con varios impactos de bala en el cuerpo y fracturas en sus extremidades.
Según Ramiro, comandante del Frente 29 de las Farc, la banda de “Vaca” lo asesinó porque “lo acusaron de estar pasándonos información de la región y la actividad de los grupos esos, toda vez que él sí estaba vinculado al proceso y permanecía en contacto con la zona [veredal]. Dijo, además, que el miliciano no tenía medidas de protección.
Dado que en los acuerdos quedó pactado que los milicianos no entrarían en las zonas veredales, muchos como Marino se han quedado con sus familias. Así también han sido asesinados otros dos milicianos en el Pacífico como contó La Silla: José Ever Yatacué Mestizo, jefe de las milicias en Toribío, Cauca y Luis Alberto Ortíz Cabezas, un guerrillero e indígena awa en el corregimiento de Llorente, en Tumaco el pasado 16 de abril.
El problema es que al estar desperdigados, ha sido muy difícil garantizar su seguridad. No están protegidos ni por la guerrilla que mantuvo 700 armas para la protección de los guerrilleros que aún están en las zonas veredales ni por el Estado, que aunque ya lanzó la Comisión de Garantías de seguridad encabezada por el Presidente, aún no ha desplegado medidas de protección para los milicianos que se quedaron por fuera de las zonas veredales.
Las bandas le pueden ganar a la ONU en encontrar las caletas
El comunicado de las Farc dice que los integrantes de la banda “andan armados con ametralladoras, fusiles y armas cortas. Desconocemos si muchas de esas armas sean las que se tenían guardadas en las caletas”. Aún así, agregan, “se tiene conocimiento que el día de hoy (17 de julio) en la tarde apareció Luis Enrique González Micolta, alias Nicolás Osorio, [un integrante de la banda] en la vereda San José con una cantidad indeterminada de fusiles indicando que eran de las caletas que tenían guardadas las FARC en esa parte”.
“Se conocen el territorio y es escarbar y encuentran”, le dijo a La Silla alias ‘Ramiro’.
De hecho, el comando de la zona veredal de La Paloma dice que el Mecanismo de Monitoreo y Verificación les recomendó que ningún guerrillero saliera de la zona veredal hasta que no se definiera la recolección de las caletas de armas y municiones que se tenían porque se sabe que algunos de los miembros de la banda de Vaca como alias Nilson Montaño saben dónde están las caletas.
El pasado 7 de julio, la Onu anunció que ya tiene identificadas 660 caletas de las Farc y que hasta ese momento se habían extraído 94 en las que recuperaron 321 armas, se destruyeron 9 toneladas de explosivos, 1.189 granadas de mano, 329 minas antipersonal, 9.607 estopines, 92.131 municiones de mortero. El lío ahora es que los disidentes como la banda de Vaca las encuentren primero.
Las disidencias van más rápido que la gerencia del posconflicto
Según ‘Ramiro’, el comandante del Frente 29, los disidentes que están al mando de alias ‘Vaca’ no tienen motivaciones políticas. “Es más un grupo de excombatientes que se enrumbaron en ese camino; un compañero que se abre y va recogiendo a otros que se han ido desmarcando de la organización. Se han ido graneaditos”, dijo.
Eso quiere decir que según Ramiro, son diferentes a por ejemplo, el Frente Primero de las Farc que opera en Guaviare y se declaró en disidencia en julio del 2016 lanzando críticas al proceso de paz con el Gobierno. Lo que había de fondo, en todo caso, es la misma razón que motiva a la disidencia de la banda de la Vaca en Policarpa: el narcotráfico. Así se lo dijeron a La Silla la alcaldesa de Policarpa, Claudia Cabrera y un líder comunitario de una vereda del municipio que conoce la situación de primera mano y que pidió la reserva de su nombre por seguridad.
“Se están peleando por el poder del narcotráfico con una banda criminal que opera aquí, los Cucarachos. Este año han asesinado a 8 civiles en esta vereda y van como 19 en todo el municipio”, dijo el líder de una vereda de Policarpa cercana a la zona de concentración de las Farc.
El problema más allá de que estas dos bandas se estén disputando el negocio es que en el corto plazo pueden ser presa de grupos armados más grandes como el Clan del Golfo que ya tiene presencia en Nariño (sobre todo en Tumaco), el ELN y otras disidencias de las Farc. Entre esas, las Nuevas Guerrillas del Pacífico, algo que ya está ocurriendo, según Romaña que es el comandante de las Farc en Tumaco.
“Esas bandas se plegan con las Nuevas Guerrillas del Pacífico. Esto se está desbordando”, dijo. Algo similar le dijo a La Silla Pacífico la Alcaldesa Cabrera. “Desde todo lado nos están entrando disidencias del Pacífico que suben a Policarpa porque es un municipio central”.
A eso se suma que según la Alcaldesa, en Policarpa el Gobierno aún no ha llegado con una propuesta clara para la sustitución de cultivos y aún no han firmado acuerdos de sustitución, por lo que el negocio sigue creciendo en el territorio. De hecho, según el último informe de UNODC sobre el aumento de cultivos de coca en el país, la zona veredal de Betania/ Madrigal, en Nariño, es la segunda zona más afectada en el Pacífico por presencia de coca. Tanto así que el informe dice que a menos de 5 km de la zona de concentración se localizan 98 hectáreas sembradas.
Ni las Farc saben cuántos de sus militantes se han ido a las disidencias
En el comunicado, la guerrilla presenta los nombres y las cédulas de nueve guerrilleros que tienen “confirmado” que se fueron a engrosar las filas de alias ‘Vaca”. Sin embargo, saben que pueden ser más, aunque ninguno sabe cuántos.
“Saber cuántos es complicado. Ahí hay nombres pero nadie le ha hecho seguimiento. Es un fenómeno nuevo. Ahí hay de todo, hay gente que estuvo en la lucha nuestra en algún momento, hay gente que se fue de la zona veredal hace poco y desmovilizados que se fueron hace tiempo”, dijo el comandante Ramiro que, sin embargo, no quiso arriesgarse a dar un número.
‘Romaña’, en cambio, le dijo a La Silla Pacífico que él tenía información que podían ser unas 80 personas y el líder comunitario de la vereda cercana a la zona de concentración dijo que podían ser unos 200 hombres.
Lo que queda claro en todo caso es que aunque cuando se concentraron las Farc hizo un listado con todos los militantes que entraron a las zonas veredales, ahora que ya casi se vence el plazo para que esas zonas dejen de funcionar, ni ellos mismos le han hecho seguimiento a cuántos aún siguen estando en sus filas o a cuántos se han ido por su cuenta.