Lo que se pierde y lo que se gana con el cambio de ministros

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Con los siete cambios que hizo Juan Manuel Santos en su equipo de gobierno, el gabinete se desbogotaniza y se deselitiza un poco. Sin embargo, no es una apuesta ni muy arriesgada ni muy creativa pues le apuesta a políticos tradicionales. Lo que sí logra es amarrar la Unidad Nacional. Esto es lo que gana y lo que pierde el gobierno con cada cambio.

Con los siete cambios que hizo Juan Manuel Santos en su equipo de gobierno, el gabinete se desbogotaniza y se deselitiza un poco. Sin embargo, no es una apuesta ni muy arriesgada ni muy creativa pues le apuesta a políticos tradicionales. Lo que sí logra es amarrar la Unidad Nacional.

Nombró al hijo del ex presidente de la U, metió de lleno al samperismo, y designó a una persona muy cercana a Marta Lucía Ramírez, la precandidata presidencial conservadora que aboga para que su partido se vaya con Uribe.

También hay otros cambios. Los conservadores pierden una cartera, el Caribe gana en representación, el samperismo entra en pleno al gabinete, la cuota uniandina baja, se sigue cumpliendo a ras la Ley de Cuotas y pierde un puente clave con las Altas Cortes.

El nuevo gabinete, en todo caso, no está exento de ciertas sorpresas: como quedó en evidencia ayer en Hora 20, Amylkar Acosta era hasta hace unos días un gran crítico de las políticas del Gobierno, incluyendo la venta de Isagen, que ahora estará en sus manos. Ruben Darío Lizarralde, el nuevo Minagricultura, compró un terreno de antiguos baldíos en el Vichada, un tema que le ha hecho mucho daño al gobierno y que seguirá estando en la agenda pública - ya anoche el senador Jorge Robledo dijo que su nombramiento "es una provocación".

Esto es lo que gana y lo que pierde el gobierno con cada cambio:

Lo que se gana

Lo que se pierde

Ministerio de Interior

Con la llegada de Aurelio Iragorri, Santos gana manejo político y consolida lealtad de la U

El nuevo ministro conoce el Congreso al dedillo y en los últimos meses ha estado manejando el “computador” de Palacio, Santos gana una mayor capacidad de negociación política para sacar adelante proyectos tan complicados como la ley estatutaria del Marco para la Paz o la ley de referendo que permita convocar un ‘Congresito’ u otro mecanismo para refrendar los acuerdos a los que se llegue en la Habana con las Farc.

Iragorri, que fue viceministro de participación de esa misma cartera cuando Germán Vargas era el ministro, también conoce los tejemanejes de las relaciones con indígenas y afros, que son un asuntos clave para destrabar las consultas previas.

También sabe manejar la política menuda mejor que su antecesor y es un hábil negociador lo que puede ser muy útil para tramitar el malestar social que se ha materializado en los recientes paros.

Además, siendo el hijo del cacique y codirector de la U Santos logra amarrar mejor a través de él a su partido a la Unidad Nacional.

Al salir Fernando Carrillo, Santos pierde una figura técnica y un abogado de muy alta calidad que podía encontrar salidas jurídicas para el proceso de paz, en particular para el mecanismo de refrendación de los acuerdos.

Carrillo también había creado innumerables “mesas” de discusión con sectores para legitimar políticas. Por ejemplo, había impulsado las Alianzas para la Prosperidad, que buscan mejorar las muchas veces tensas relaciones entre las empresas mineras y de hidrocarburos, las comunidades locales y el Gobierno, generando espacios donde pueden sentarse a dialogar de manera más transparente.

Ministerio de Justicia

Con la llegada de Alfonso Gómez Méndez, Santos gana un ministro con un perfil más alto y con mayor capacidad política que Ruth Stella Correa. Gómez Méndez ha sido congresista, Fiscal y Procurador. Y hace apenas cuatro años, en 2009, mostró que tiene capital político, al quedar de tercero en la consulta liberal con 211 mil votos, el 20 por ciento. 

Gómez Méndez representa, además, el ala serpo-samperista del Partido Liberal, lo que le ayuda a Santos a consolidar aún más el apoyo de todo el partido rojo.

También tiene puentes con algunos sectores de izquierda, pues ha hecho política con figuras como Guillermo Alfonso Jaramillo, secretario de gobierno de Bogotá y una de las cabezas del movimiento Progresistas, y fue pareja de la periodista Patricia Lara, candidata vicepresidencial del Polo Democrático en 2006, quien renunció al partido después de la ruptura entre sus directivas y el grupo dirigido por Gustavo Petro y Antonio Navarro.

Como profesor en el Externado ha conocido como alumnos a muchos jueces y magistrados, y tiene excelentes relaciones con bastantes de ellos. Además, como es penalista, su conocimiento puede ayudar en la discusión de la ley reglamentaria del marco jurídico para la paz.

Aunque Gómez Méndez lleva años viviendo en Bogotá, es tolimense y tiene vínculos con esa región. Además, es de una extracción social diferente al círculo de Anapoima de Santos.

Con la salida de Ruth Stella Correa el Gobierno pierde un puente directo con las Altas Cortes. Ella venía de ser magistrada del Consejo de Estado y su nombramiento le ayudó a Santos a mejorar las relaciones después de la crisis de la Reforma a la Justicia.

También tiene el costo de que Correa había avanzado en áreas como la reforma penitenciaria o la política de drogas, que podrían cambiar su orientación con el nuevo ministro. Ella creó una comisión especial para analizar la crisis penitenciaria pero después de la salida de su viceministro Farid Benavides, ésta nunca despegó.

Correa también creó la Comisión Asesora sobre Política de Drogas, que integran 11 personas que han venido promoviendo un vuelco en la política de drogas colombiana y que entregó su primer informe hace tres meses, recomendando cómo reenfocar el consumo como un problema de salud pública.

Con la salida de Correa, el gobierno pierde la única representación que tenía el Eje Cafetero en el gabinete. También pierde peso el gavirismo, pues Simón Gaviria, el jefe del partido Liberal dio la pelea para que no la sacaran.

Ministerio de Agricultura

Con Rubén Darío Lizarralde, la cartera de Agricultura vuelve a manos de un ministro con más conocimiento práctico del campo, ya que la carrera de Lizarralde se ha hecho en Indupalma mientras que Francisco Estupiñán venía del sector financiero del agro y eso se vio reflejado en su manejo del paro.

Lizarralde también es uno de los promotores de la Fundación Ideas para la Paz y ha promovido esquemas asociativos entre los grandes palmeros y los campesinos, que es el modelo que Santos tiene en la cabeza como ideal para el desarrollo agrario.

Además, Santos logró mantener el ministerio en manos de los conservadores, un punto que se había convertido en un asunto de “honor”  para los azules. Lizarralde es cercano a Marta Lucía Ramírez, cuya precandidatura presidencial apoyó en 2010, por lo que su llegada al Gobierno le quita a la ex ministra una ficha clave para las próximas elecciones y puede ayudar a evitar una desbandada hacia el uribismo.

Por último, pone una cuota vallecaucana en el gabinete, que se suma a Mariana Garcés, Ministra de Cultura.

Lizarralde conoce mejor el campo que Estupiñán, pero ha estado vinculado a él desde el sector privado y a partir de un sector específico. Lizarralde no tiene mucho roce político y se estrenará en pleno paro agrario y con la perspectiva de un presupuesto reducido.

Además, su trayectoria como palmero, justo cuando en los paros recientes se alborotó el sentimiento antiempresarial -como lo revela la última encuesta de Gallup- podría dificultar la interlocución con los que se han movilizado.

Pero su gran talón de Aquiles será que en las últimas semanas ha sido acusado por los congresistas del Polo Wilson Arias e Iván Cepeda de haber comprado antiguos baldíos en Vichada, junto con su ex esposa la Ministra de Educación María Fernanda Campo, según ellos violando los topes legales.

Aunque Campo explicó que las 25 UAF (25 mil hectáreas) que compraron tienen 25 propietarios diferentes en un proyecto común gestionado por Indupalma y que por lo tanto no violaron los topes legales, el hecho de que Lizarralde se haya visto envuelto en el debate le restará credibilidad a la hora de defender el proyecto de ley de baldíos, que el Gobierno prometió presentar este mes al Congreso. Y en el que todos los ojos estarán puestos para ver si Santos opta por salvar a los ‘cacaos’ que hicieron compras saltándose los topes legales.

Desde la perspectiva estrictamente burocrática, es posible que los conservadores no vean con buenos ojos este nombramiento. Por un lado, porque Lizarralde es muy cercano a Martha Lucía Ramírez y no a la clase política tradicional de los azules. Y segundo, porque no parece la persona que les va a conservar o aumentar sus cuotas burocráticas pues Lizarralde no es un político sino que viene con una lógica más empresarial.

Ministerio de Minas

La entrada de Amylkar Acosta le asegura a Santos una combinación entre política y conocimientos técnicos.

Con Acosta, el Ministerio ganaría capacidad en el área de hidrocarburos: el ministro viene siendo miembro de la junta directiva de Ecopetrol desde hace varios años. Acosta, además, ya había sido viceministro de Minas de César Gaviria en 1990 y presidente de la Compañía Colombiana de Gas, aunque hace más de 20 años. En los últimos años se dedicó sobre todo a la academia, trabajando bastante el tema de regalías. Con su llegada, el sector también gana más margen de negociación en paros y capacidad de diálogo que cuando estaba Renjifo.

En política, con su designación el gobierno gana otro amarre con el samperismo, en que lleva años militando Acosta (hasta el punto de que eso le costó su aspiración a ser gobernador de La Guajira en 2007) y también conocimiento del Congreso, del que Acosta fue presidente entre 1997 y 1998.

Acosta es la jugada más fuerte para desbogotanizar y deselitizar el gabinete, pues tiene vínculos muy fuertes con La Guajira y es el único representante de la clase política regional.

El mayor problema que tiene el Gobierno es que Acosta se convierte en el cuarto ministro de Minas en poco más de tres años de gobierno, después de Carlos Rodado, Mauricio Cárdenas y Federico Renjifo, y esa es -como ha contado La Silla- una de las principales quejas que le han hecho a Santos los mineros.

Y el minero precisamente comenzó como una de las cinco locomotoras del desarrollo de Santos, pero en tres años no ha comenzado ningún proyecto nuevo y el nivel de conflictividad social del sector ha aumentado a niveles que no había visto antes el país. A eso se le suman la caída de la reforma al código minero -que el Gobierno deberá volver a presentar-, el descontento de los pequeños mineros por la falta de una política clara para ellos y los conflictos ambientales que se han disparado en Santurbán, Tolima o la bahía de Santa Marta. Y Acosta también, como Lizarralde, llega a finales de un paro.

Aunque Acosta tiene conocimientos y cierta trayectoria en el tema de hidrocarburos, es visto más como un político samperista, algo que puede no ser bien recibido por los inversionistas internacionales. Sobre todo si a esto se suma que hasta hace pocos días Acosta había manifestado su franca oposición a varias políticas del Gobierno de Santos e incluso al Presidente.

Con la salida de Renjifo, el Ministerio también pierde la posibilidad de que el Presidente le pase al teléfono al Ministro en la primera llamada.

Ministerio de Ambiente

Con la llegada de Luz Helena Sarmiento, Ambiente gana en fortaleza técnica después de dos ministros con poco conocimiento del sector. Sarmiento no viene del mundo ambiental, pero tiene un perfil técnico (es geóloga), un conocimiento sólido de gestión ambiental y se estrenó en la administración pública con un cargo difícil, como directora de la recién creada Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), a cargo de velar por el impacto ambiental de los proyectos.

Y tiene una ventaja adicional: conoce bien el sector de minas y energía que tiene que 'vigilar', al haber trabajado como directora de relaciones externas en Ecopetrol y como directora de relaciones con la comunidad de Carbones del Cerrejón.

Con la salida de Juan Gabriel Uribe, la pérdida es sobre todo política. Los conservadores se quedan sin una de las tres carteras que tenían en el Gobierno y, aunque mantuvieron la que más preocupados los tenía (Agricultura), pueden quedar sentidos de que el presidente le siga dando mayor peso en su gabinete a los liberales.

Además, Santos pierde un puente que -aunque estaban distanciados en los últimos días- podría haber sido clave con Andrés Pastrana, en momentos en que el ex presidente lo está cuestionando con más dureza y acerca posiciones con Álvaro Uribe. Y también la cercanía con El Nuevo Siglo, el periódico que Juan Gabriel Uribe dirigió por más de una década.

La debilidad de Sarmiento puede ser que tiene poca experiencia en el sector público: estuvo al frente de una institución completamente nueva y técnica como la Anla durante dos años, pero no se sabe qué capacidad política tenga en un cargo que le traerá pulsos con otras carteras como Minas y ‘papas calientes’ como la delimitación de los páramos o la reforma a las CAR.

Como en Minas, Sarmiento se convierte en la cuarta ministra de este sector, lo que claramente genera inestabilidad en un área fundamental aunque de todos -Beatriz Uribe, Frank Pearl y Uribe-, ella es la única que sí sabe de ambiente antes de arrancar, lo que facilita la transición. Aunque, valga decir, Uribe no sabía de ambiente pero logró sacar adelante la ampliación de Chiribiquete, que lo convierte en el segundo parque nacional más grande de Colombia; ganó la pelea frente a Minminas cuando la reapertura de la ventanilla de titulos logrando que se congelaran 10 millones de hectáreas mientras Minambiente declara sus procesos de declaratoria de zonas protegidas. Y se aseguró que se diera la declaratoria de parque regional de Santurbán, un tema muy sensible en Santander.

Planeación Nacional

Con la llegada de Tatyana Orozco a Planeación, Santos gana una mayor representatividad regional pues esta economista lleva diez años liderando Probarranquilla, un think tank barranquillero que piensa políticas públicas.

Con la salida de Mauricio Santamaría también gana al darle un nuevo impulso a una entidad que ha perdido capacidad de gestionar asuntos, en parte porque las funciones que asumió con el nuevo sistema de regalías han resultado ser una carga muy pesada para muchos funcionarios. Como Santamaría estuvo ahí en la implementación del nuevo sistema, su salida puede abrir la puerta a cambios para mejorar la situación.

Con la salida de Mauricio Santamaría, el gobierno pierde a alguien que conocía Planeación Nacional por dentro: trabajó allí durante casi una década y subió toda la escalera hasta ser subdirector entre 2005 y 2007.  Además, era un economista más reconocido que su reemplazo y una persona de confianza del presidente, que venía trabajando con él desde su campaña presidencial.

Con la llegada de una persona relativamente joven (tiene 37 años) para manejar una entidad tan técnica (y llena de técnicos) como Planeación, y que no tiene los pergaminos académicos de muchos de sus nuevos subalternos puede contribuir a que Planeación Nacional siga perdiendo brillo y protagonismo dentro del Gobierno.

Además, Orozco solo lleva seis meses trabajando en el sector público como viceministra de Turismo y llega a manejar la difícil implementación de todo el nuevo sistema de regalías, en plena época electoral.

Secretaría General de Presidencia

Con la llegada de María Lorena Gutiérrez el cargo gana un perfil más técnico, que posiblemente ayude a organizar mejor el funcionamiento de Presidencia, fundamental ante la abundancia de consejerías cuyas funciones no siempre son muy claras (a pesar de que la misma María Lorena diseñó ese esquema como cabeza de la reestructuración de todo el Estado.)

Además, dado que ha venido siendo la encargada de medir la ejecución de los diferentes sectores del Estado y de poner a los ministros a ‘pasar al tablero’, su conocimiento interno del día a día de la Presidencia es muy profundo.

Ante la sensación de algunos de que la secretaria privada, Cristina Plazas, toma muchas decisiones y tiene a Santos aislado, el nombramiento de Gutiérrez, que también goza de la confianza personal del Presidente, podría ayudar a equilibrar esa situación.

Con la salida de Aurelio Iragorri Santos ve casi totalmente desmantelado su equipo político en Presidencia. En estos tres años han salido, por diferentes motivos, Germán Chica, Juan Carlos Pinzón y Juan Mesa, lo que ha ido dejando a Santos cada vez más solo en Palacio.

María Lorena Gutiérrez es una persona estrictamente técnica y no ayudará a reforzar los reflejos políticos del Presidente, que como se ha visto, son bastante débiles. Seguramente lo que esto indica es que el eje político de Casa de Nariño (con el ‘computador de Palacio’) se irá al Ministerio de Interior y a Buen Gobierno.

Tampoco queda claro si su nuevo puesto le dejará el tiempo a Gutiérrez para ocuparse de muchas de las prácticas de ‘buen gobierno’ que trajo a Palacio o de iniciativas como la de Gobierno Abierto.

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