Manual para ganar elecciones: cómo financiar una campaña

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En campaña no todo gira alrededor de las ideas: se necesita plata. Aunque su campaña sea de opinión y gire alrededor de las ideas, todo cuesta: las encuestas, los ediles o líderes, la logística. Y en otras campañas hay aún más gastos:  la publicidad, las reuniones, la compra de votos y de conciencias, los favores. Por eso, conseguir la plata es fundamental para el éxito de una campaña.

En campaña no todo gira alrededor de las ideas: se necesita plata. Aunque su campaña sea de opinión y gire alrededor de las ideas, todo cuesta: las encuestas, el trabajo de los ediles o líderes, la logística, la publicidad, las reuniones, y si es de esos políticos, la compra de votos y de conciencias, los favores. Por eso, conseguir la plata es fundamental para el éxito de una campaña.

A menos que tenga un papá o un tío millonario (o usted lo sea directamente), tendrá que dedicarle mucho tiempo y esfuerzo a buscar financiación.

Por eso, La Silla continúa su especial del Manual para ganar elecciones, esta vez, con los trucos que usan los políticos para levantarse esos recursos:

1. Empiece a recoger plata antes de tener el aval

Señor candidato, si usted se leyó la Ley sabe que la campaña arranca oficialmente tres meses antes del día de las elecciones. Hasta ese momento, usted recibe el aval que le garantiza que es candidato, y a partir de entonces,  puede empezar a salir a buscar votos en público, pegar publicidad, aparecer en cuñas de radio y televisión. En últimas, son tres meses para gastar la plata, lo que implica que la tuvo que conseguir antes.

Desde el momento que consigue el aval tiene que tomarse al menos 15 días para hacer los trámites legales que le permitan gastar dinero legalmente en su campaña. Con el sistema de campañas transparentes que puso a prueba el Consejo Nacional Electoral desde las pasadas elecciones al Congreso, usted debe abrir una cuenta en un banco desde la cual reporta todos sus gastos.

Pero no es tan fácil como si fuera a abrir su cuenta personal con su cédula y 200 mil pesos en mano. No. Ahora tiene que presentar el aval, el acta de inscripción, la fotocopia de la cédula del contador de su campaña y del gerente, el nit del partido y una certificación del presidente del partido que oficialice su nombre como candidato y llenar todos los formularios del banco.

Ese trámite es sólo para abrir la cuenta. Los requisitos para consignar recursos y para sacar el dinero también son igual de engorrosos porque tiene que presentar al banco quién le da la plata, de dónde salió, quién la va a usar y para qué fin. Todo con los documentos que certifiquen quién es la persona y el destinatario.

Obviamente, si su campaña empieza bien, sus propuestas tienen acogida en medios y su nombre sube en las encuestas, eso solo le va a ayudar a que llegue más financiación en el camino. Pero no es recomendable que se espere hasta entonces para conseguir la plata. Le pueden coger ventaja.

2. Sea buen cliente de un banco

Si usted se quiere financiar directamente, acuda a los créditos de un banco. Tenga en cuenta, eso sí, que sólo tramitar un crédito de libre inversión puede tardar un mes o más.

Lo primero que tiene que hacer es presentar su declaración de renta para que le demuestre al banco que tendrá con qué pagar los préstamos que usualmente están entre los 100 y 200 millones de pesos. Recuerde que no a todo el mundo se lo otorgan y que si lo logra, tendrá que acordarse de esa campaña por lo menos todo el año siguiente a su elección mientras logra acomodar las cuotas del préstamo a su nuevo sueldo.

Los préstamos en los bancos se facilitan si usted ya ha aspirado antes y se ha hecho contar en elecciones. Por eso, si este es su caso, busque al gerente de su banco y propóngale que le preste una plata que usted podrá pagar con la reposición de sus votos: en la última campaña al Congreso el Estado le reconoció a los partidos y candidatos un poco menos de cinco mil pesos por voto. Si es necesario, pignore ese dinero, para que el gerente quede más tranquilo.

Si con esto (y con la plata propia) ya tiene suficiente, ignore los demás pasos, Usted es un privilegiado. Pero no se duerma: siempre hay más aspirantes que pueden terminar con más plata que usted.

3. Hágase conocer entre los empresarios

Algunos empresarios quieren invertir en política. Los más altruistas quieren que lleguen propuestas serias al poder y los más interesados quieren que el sector en el que está su empresa no termine perjudicado por una decisión del mandatario local.

La plata de los empresarios llega usualmente a las campañas a través de donaciones y no exclusivamente a una sola sino en grupos de los candidatos que ellos ven con buenos ojos. Llame a los gerentes de las compañías, pídales a sus amigos que le consigan una cita con los de ellos. Y no deje de ir si lo llaman de la junta directiva de una compañía, de la Cámara de Comercio o de un gremio.

Las empresas que suelen aportar mucha plata a las campañas, sobre todo en las cinco ciudades más importantes del país, son las grandes: el Sindicato Antioqueño (con empresas como Argos, Suramericana y Bancolombia), El Éxito y Bavaria. Y le dan a “todo el mundo”, según una fuente. Claro que no a todos les dan lo mismo y muchas veces depende de la ideología política de los que mandan en esas empresas.

Trate de que lo inviten a un cóctel o una reunión donde haya entre 12 y 15 empresarios. Usualmente, quien invita es uno de ellos que reúne a sus amigos y les pide a algunos candidatos que asistan y expongan en 10 minutos sus ideas.

El público los oye y luego entre pasabocas y tragos, usted debe tratar de conseguir una cita individual con cada uno, obviamente, con los que más pueda. “Ellos ya saben para qué es esa segunda reunión”, dijo la fuente.

También puede ocurrir que las empresas lo busquen a usted y en esa transacción, el puente es un lobista que le ofrece financiar su campaña a cambio, otra vez, de que usted adquiera unos compromisos implícitos. Es decir, no tomar decisiones que los puedan perjudicar en el futuro.

Y escúchelos. Siempre hay propuestas que pueden ser buenas ideas, banderas que puede coger y que lo van a acercar naturalmente a algunos empresarios. Por ejemplo, si usted está en Bogotá y le apuesta al cambio de rumbo, busque constructores que quedaron molestos por la modificación del POT que quiso aprobar la administración Petro, o con los del sector de los transportadores que perdieron con la entrada del Sitp.

De nuevo, puede que con estas donaciones ya tenga suficiente financiación y se sienta tranquilo. En ese caso, el manual ya terminó para usted. Pero, si no es así y usted es de los que cree que "hay que transar para avanzar" y está dispuesto a hacerlo, siga leyendo.

4. Consiga contratistas 

Los financiadores que más plata le van a dar a una campaña son los contratistas.  Y para ellos hay que comenzar a trabajar con tiempo.

Los contratos más jugosos se juegan a nivel nacional. Por eso, si usted es un candidato que está respaldado por una estructura más fuerte, que llega hasta el Congreso, aproveche sus contactos. Empezando pos los congresistas: ellos tienen una libreta de contactos más amplia y con chequera más grande, con contratistas interesados en ampliar su portafolio de obras en más lugares del país. Y son quienes tienen acceso a los cupos indicativos, que en últimas son los que financian muchas obras en los municipios. Este es un proceso que empieza a cocinarse desde mucho antes de la campaña  y tampoco termina en estas elecciones. 

"Esto se está haciendo todo el tiempo", dijo un congresista que conoce el proceso consultado por La Silla. 

Según varias fuentes consultadas, la forma como funciona es así: el enlace de los respectivos ministros del Interior y de Hacienda en el Congreso negocia con cada congresista que es clave en el trámite de una ley el ‘peaje’ requerido para pasar la reforma. Este puede variar de cientos de millones a miles de millones de pesos según la importancia estratégica del congresista. Con esa cifra, el congresista le dice a sus alcaldes que presenten proyectos de inversión por los montos que él indique. Y con esos proyectos ya radicados, el enlace le hace el guiño a la respectiva entidad para que apruebe el proyecto y le gire la plata a la Alcaldía, ya sea directamente o a través de entidades como Fonade.

El alcalde, por su parte, debe contratar las obras, normalmente a través de una licitación. En muchos casos, la licitación está ya previamente arreglada para que se la gane el contratista escogido por el congresista que se ganó el cupo. En varias de las licitaciones que revisamos, por ejemplo, solo había un proponente.

Este contratista, según dijeron varias fuentes a La Silla, le suele otorgar el 10 por ciento del contrato al congresista como comisión, aunque obviamente habrá muchas excepciones. Con esa plata, el senador o representante financia su campaña y en algunos casos, compra con esa plata los votos que le permitirán volver al Congreso.

Como ente más alcaldes de "su cuerda" tengan los congresistas, más lugares tienen para redireccionar contratos y sacarles la comisión que les dan los contratistas.

Si es nuevo en esto, le recomendamos que consiga a un congresista que haya sido elegido en otro departamento diferente al suyo pero que sueñe con saltar al Senado o ampliar su base de votantes. Ese, aunque no le pondrá votos, sí puede jugársela más por usted, porque le interesará construir una estructura en su ciudad y por eso estará dispuesto a servir de puente entre sus contratistas amigos y usted para ayudarle con recursos para su campaña - a cambio de que en las siguientes elecciones al Congreso, esa plata se traduzca en votos para la campaña de él y en más plata, porque los contratos que consiga usted como alcalde o gobernador, seguramente tendrán un peaje para él.

Si usted no tiene un padrino congresista, no se preocupe. Aunque seguramente no logrará recaudar tanta plata como los que sí los tienen, todavía le queda la oportunidad de buscar a esos mismos contratistas pero que intervienen en contratos a nivel micro. Puede buscarlos en todos los niveles de la administración, pues los hay desde los que tienen contratos en lo más local, pavimentando calles en los barrios populares  o con fundaciones de papel que entregan los almuerzos comunitarios en un barrio, hasta lo más importante en el municipio o departamento, construyendo una gran autopista o ganándose una licitación millonaria para darle alimentos a todas las escuelas del departamento.  

Empiece por buscarlos por abajo: con sus amigos ediles si usted aspira a ser concejal, o con los concejales actuales si aspira a ser alcalde. En el caso de la gobernación, no dude en acudir a sus alcaldes y diputados amigos. Y si no tiene ediles, concejales, alcaldes o diputados, apúrele a conseguirlos, porque siempre es más fácil que un contratista confíe en usted si un político con el que ya trabajan lo avala. Llegar solo es más difícil.

Pero tenga en cuenta que muchas veces los contratistas no están dispuestos a invertir a riesgo y poner todos los huevos en su canasta, por lo que también le pueden financiar la campaña a alguno de sus rivales.

Pero si usted es de los que se opone a la actual administración, no se preocupe: seguramente hay muchos contratistas que se quedaron por fuera del juego, que están resentidos y quieren volver a entrar en el negocio. Y ahí está usted para ayudarlos.

A esos contratistas búsquelos con encuesta en mano. Averigüe dónde están, quiénes son y a qué contratista le quieren quitar poder o ‘buscar venganza’, como le dijo a La Silla una de las fuentes consultadas para esta historia. Llámelos, acuerden una cita, gánese su confianza  y propóngales compromisos.

5. Consiga donaciones en efectivo y en especie

Sáquele ventaja a todo lo que pueda. Si tiene amigos con camionetas donde quepan varias personas, pídales que se las prestan para movilizar a su gente en campaña. Y busque poner la sede de su campaña en un barrio donde algún conocido tenga una propiedad para que el arriendo de los -al menos- cinco meses que dura la campaña le salga barato. Haga reuniones con sus amigos y conocidos y pídales plata teniendo en cuenta sus presupuestos. Aunque seguramente muchos no le darán más de 20 millones, todo suma. Por eso, haga muchas reuniones de este tipo, invítelos a comer o aun coctel, y la plata le seguirá llegando. 

La empresas y los medios también aportan en especie material de publicidad y ofrecen paquetes de cuñas en radio o en televisón a menor costo. Por ejemplo, las grandes emisoras en Bogotá, escogen un número de candidatos a los que les entregan una especie de bonos que se cobran en cuñas. Por supuesto, no se los dan todos los candidatos sino a los de sus preferencias. 

Así se va a ahorrar una buena parte de la plata pero sobre todo, si resulta elegido, va a evitar quedar comprometido por los cuatro años que estará en el cargo (bueno, salvo que ya sabe a quién darle las chivas).

Pero si usted es un candidato que viene de una estructura política y no le importan los torcidos, sepa desde ya que no va a poder contar con donaciones directas de su padrino. Por lo menos no de las que se reportan oficialmente como gastos de campaña. Por eso, si es de los candidatos que se vuelan los topes sin problemas, pídale ayuda en efectivo, una ayuda que fácilmente puede ser del 40 por ciento del valor de su campaña.

Esos recursos van a llegar por cuotas y en maletines que se entregan clandestinamente en una cafetería escondida de algún barrio de su ciudad. Normalmente se los van a entregar en los momentos claves de la campaña: cuando hay fiestas nacionales o religiosas como el día de la madre en mayo, o el día del amor y la amistad en septiembre, porque ahí va a necesitar armar reuniones con los electores, pagar la logística, la comida y la banda que anime la fiesta.

Después viene el gran desembolso, justo a principios del mes de octubre cuando ya está caliente la elección y necesita terminar de asegurar a los líderes que le están haciendo campaña en los barrios.

En todo caso, tenga en cuenta que las autoridades electorales le van a seguir la pista si usted empieza a gastar mucha plata. Así que si usted de verdad no tiene escrúpulos, puede reportar esta ayuda como recursos propios o de familiares, o trate de hacer pasar esos grandes volúmenes de recursos como donaciones de la mayor gente posible para diluir la cantidad de recursos. Mejor dicho, no de papaya, ya que está violando la Ley.

Además, tenga en cuenta que no todo es efectivo. Busque donaciones en especie, sobre todo si no le repugna seguir violando las normas: consiga publicidad ya impresa o servicios de impresión, por ejemplo; o ropa, el transporte, los almuerzos y refrigerios de sus reuniones; o las tierras que va a lotear para construir sus proyectos de vivienda. Pídale a su padrino congresista que además del efectivo gaste recursos, a través de terceros, para pagar las lavadoras, televisores y electrodomésticos que va a repartir en las rifas de sus eventos de campaña.

Si ya está montado en ese tren de ilegalidad descarada, recuerde que se los dejen en el evento y se vayan, para que no haya posibilidades de que lo vinculen con los objetos. Y procure que se entreguen al final del evento, cuando usted ya ha salido del sitio, para que usted tampoco quede registrado en ningún video. Use la vieja técnica de “todo pasó a mis espaldas”.

6. Haga rifas, juegos y espectáculos

Si nada de lo anterior la funcionó o si usted sí quiere hacer una campaña limpia, use técnicas más antiguas, que seguramente no son igual de efectivas, pero que ayudan a convocar gente para que usted les comunique sus ideas y conseguir plata honestamente.

Para una campaña que no quiere ser escandalosa, las rifas son una muy buena opción. Consiga entre sus amigos que le donen electrodomésticos y bicicletas y convoque a reuniones para que le compren los tiquetes de la rifa. Lo mismo puede hacer si es amigo de dueños de bares y discotecas que le permitan a usted cobrar las entradas en los fines de semana.

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