Mientras los conservadores, muy débiles en la ciudad, se las arreglan para mantener la curul que les queda en la Cámara, la exministra pretende que la fuerza local de su campaña presidencial, como en 2014, no dependa de ellos.
Marta Lucía se desmarca de la agonía azul en Bogotá
En 2018 los conservadores de Bogotá se juegan su supervivencia en la Cámara de Representantes, donde tienen una curul que alcanzaron con las uñas. Y precisamente debido a la debilidad del partido en la ciudad, su más probable carta presidencial, la exministra Marta Lucía Ramírez, no piensa apalancarse en las bases azules sino en el voto de opinión que ya la apoyó en 2014 y en la alianza de derecha que comenzó a cocinarse entre los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana.
Un partido débil
De los partidos que alcanzaron curul en la Cámara por Bogotá en 2014, el Conservador tuvo la lista menos votada, con 63 mil votos, un retroceso de 28 mil frente a 2010.
En ambas elecciones, el único elegido fue Telésforo Pedraza, que en 2010 volvió al partido después de su paso por La U y también ha sufrido un bajonazo notorio: llegó por primera vez a la Cámara en 2002 con 25 mil votos y en 2014 apenas alcanzó 10.900. Eso es menos de lo que sacó cada uno de los tres concejales conservadores.
Los godos también tienen una estructura de base pequeña.
En 2015 no pudieron aumentar sus tres curules en el Concejo a pesar de que la lista fue obtuvo 124 mil votos y aumentó con respecto a la de cuatro años antes (110 mil).
La cifra, de todas formas, es mucho menor que la de otros partidos que buscan votos en la derecha, como el Centro Democrático, que sacó 271 mil votos y seis curules, o Cambio Radical, que tuvo nueve concejales con 371 mil votos.
En las JAL los azules aumentaron de tres a cuatro ediles, pero siguen muy lejos de los 30 del uribismo o los 38 del vargasllerismo.
Sin estructura y con una votación tan baja, es difícil que logren la meta que le reveló a La Silla Cachaca el concejal Roger Carrillo: alcanzar una segunda curul en la Cámara.
Para lograrlo la estrategia será poner a funcionar la maquinaria de los concejales, representantes y senadores.
Los cuatro grupos
En la lista conservadora se prevé que cuatro candidatos pueden dar la pelea: los de los tres concejales y sus aliados en el Senado, y el del actual representante Telésforo Pedraza.
Aunque él nos dijo que aún no decide si aspirará a una nueva reelección, otras dos fuentes del partido dijeron que adentro asumen que lo hará.
Él ha perdido peso electoral y se ha distanciado de su viejo amigo, Andrés Pastrana, debido a que mientras este ha sido opositor al proceso de paz, el representante desde 2014 se apropió de un discurso de defensa de los diálogos y del presidente Juan Manuel Santos. Hoy maniene líderes barriales que le ayudan a conseguir votos, de los que dependería porque no tiene ediles ni concejales que lo acompañen.
El segundo candidato sería Juan Carlos Wills, hoy secretario general del partido, que tiene el apoyo del concejal Roger Carrillo (15.400 votos) y del senador barranquillero Efraín Cepeda (que obtuvo 5.800 votos en Bogotá en 2014).
El tercero, cuyo nombre está por definir, es el del grupo del senador Fernando Tamayo (que en 2014 sacó 9.800 votos en Bogotá y es fuerte en el occidente y el sur) y su concejal, Nelson Cubides (13 mil votos).
En 2014 ese grupo lanzó a Jairo Gómez Buitrago, un economista que ha trabajado en la Secretaría de Educación y en la Contraloría de Bogotá y está sonando otra vez porque estuvo muy cerca de alcanzar la curul: quedó a tan solo 300 votos de Telésforo Pedraza.
La definición del candidato de la casa Tamayo dependerá también de si el senador, que ha tenido problemas de salud, vuelve a lanzarse, o le deja la curul a su hermana, la exconcejal Soledad Tamayo.
El cuarto candidato fuerte sería el del grupo de la concejal Gloria Elsy Díaz (11.600 votos), cercana a Marta Lucía Ramírez y quien trabaja con el senador boyacense Jorge Hernando Pedraza (sacó 5.300 votos en la ciudad en 2014).
La Silla Cachaca intentó comunicarse con Díaz pero estaba de viaje y hasta el cierre de esta nota no había sido posible. Según otras fuentes del partido, no ha definido candidato.
Entre los concejales y militantes del partido consultados también salió a relucir el nombre de Fernando Vásquez, un exconcejal que se quemó en su intento por hacerse reelegir en 2015 y que también recibió un espaldarazo de la exministra.
Estos dos últimos son muestras de que Ramírez juega un papel en la política azul de Bogotá, y por eso su campaña puede tener un impacto sobre la evolución de ese partido.
El desmarque de Marta Lucía
La lucha de los conservadores para mantenerse en la Cámara abre una posibilidad para que Ramírez se posicione más entre las estructuras godas de Bogotá, pero ella le dijo a La Silla Cachaca que no intentará influir en la conformación de la lista, ni buscará apalancarse en la maquinaria del partido porque no le interesa y no puede depender de una organización débil.
“Sin un partido fuerte en Bogotá es muy difícil ganar la elección presidencial, pero si mi única posibilidad de ir a la Presidencia depende de que el conservatismo sea fuerte en la ciudad, es imposible. Mi intención por eso es hacer una propuesta con eco nacional”, agregó.
Esa estrategia ya le sirvió en el pasado: en la primera vuelta de las presidenciales de 2014, sin mayores apoyos en la dirigencia azul de Bogotá a pesar de ser su candidata (ganó la elección en una convención en la que sorprendió derrotando a casi todos los parlamentarios) sacó 366 mil votos en la ciudad.
Así demostró que puede atraer votantes por fuera de esa menguada maquinaria.
Desde entonces Ramírez ha mantenido una difícil relación con los dirigentes azules locales, pues a su juicio el partido aquí “no ha tenido dolientes y quedó en poder de camarillas regionales que no llevan al Congreso propuestas relacionadas con la ciudad”.
Esa distancia se notó cuando fue nombrada luego directora distrital del partido por David Barguil en 2015, algo que cayó mal entre el representante Pedraza y el senador Tamayo, que lo sintieron como una irrupción en su terreno y agravó el choque.
A pesar de esa ruptura, Ramírez siguió ejerciendo poder en el conservatismo bogotano y llevó a su partido a respaldar la candidatura a la Alcaldía de Enrique Peñalosa, a pesar de que la dirigencia local abogaba por apoyar al liberal Rafael Pardo. Y, como ganó Peñalosa, esa decisión fue otra victoria.
Al final, buena parte de esa distancia se debe a que para ella los caciques bogotanos funcionan como los del resto del país, y han apoyado a Santos por conveniencia. De hecho, justamente cuestionó a Telésforo por el respaldo que él le dio al proceso de paz.
Por eso, parte del pulso en la conformación de la lista es quién tiene la cabeza y quién se queda con la curul: si Pedraza o alguien con posiciones similares en lo nacional, o por el contrario algún político con una posición más crítica frente al proceso con las Farc, lo que podría significar un mayor apoyo a una posible candidatura de Ramírez.
Es probable, por ejemplo, que un candidato del grupo de la concejal Gloria Díaz represente esta visión. O Juan Carlos Wills (el candidato del grupo del concejal Roger Carrillo), quien nos dijo que a él lo respaldan jóvenes que la siguen a ella y otros que están con el anulado exprocurador Alejandro Ordóñez, crítico más duro del acuerdo que Ramírez.
Ganar ese apoyo, en todo caso, es un plus pequeño para los intereses presidenciales de ella, pues los godos en Bogotá seguirán moviendo pocos votos.
Eso solo cambiaría si el candidato de una alianza de derecha, como la que exploran Uribe y Pastrana, se define en una consulta el mismo día de las elecciones legislativas.
En ese caso, el nombre de Ramírez podría inclinar la balanza dentro de la lista azul o incluso ayudar al partido a alcanzar la meta de las dos curules. Y es probable que le vaya bien porque, sobre todo, tiene una imagen positiva y un reconocimiento mucho mayores que los de los precandidatos uribistas, como lo mostró la reciente Gallup.
Por eso, la suerte de los conservadores en la Cámara por Bogotá puede terminar dependiendo de una precandidata que, de coger fuerza, podría terminar jalonando la lista en marzo de 2018 y sacar al partido de su agonía en la ciudad, a pesar de la distancia que Ramírez ha marcado con la dirigencia local.
En otras palabras, a los caciques azules de Bogotá, por lejanos que sean de Marta Lucía, pocas cosas les podrían ayudar más que una campaña exitosa de ella.