En Colombia lo conocían como ‘Megateo’. En el Catatumbo, le decían más ‘El Mono’. Victor Navarro era una narcotraficante excéntrico que secuestraba y mataba, per
Murió un delincuente que no era sólo eso
Víctor Ramón Navarro Serrano, alias Megateo, guerrillero del ELN
En Colombia lo conocían como ‘Megateo’. En el Catatumbo, le decían más ‘El Mono’. Víctor Ramón Navarro era un narcotraficante excéntrico que secuestraba y mataba, y que también, en dicha región, clave para la implementación de los acuerdos de paz, era sustituto de un Estado ausente.
En su caso, como en muchos otros de la guerra, choca la narrativa del gobierno y de los grandes medios con la del territorio que todavía vive el conflicto. El mismo choque que se vive en la mesa de negociaciones de La Habana y que será palpable en el aterrizaje de lo que se ha acordado con las Farc.
'Megateo' era un delincuente que se decía guerrillero y en gran medida su poder radicaba en el miedo que imprimen los fusiles. Pero en esa región pobre y aislada de Norte de Santander, donde las instituciones del Estado son más bien precarias y la ilegalidad atraviesa parte de la economía regional, el poderoso capo no era sólo eso.
La Silla habló con concejales y un personero de la zona, líderes sociales de la región, así como con periodistas locales.
La versión del Catatumbo
Para un líder campesino de la región ‘Megateo’ era un soberano más, en un territorio donde se ejercen múltiples soberanías. La del Estado débil, la de las bandas criminales y la de las guerrillas. Entre éstas, la de los restos del Ejército Popular de Liberación, EPL; el frente Libardo Moro Toro que comandaba. Navarro acusado de narcotráfico, se presentaba como guerrillero.
“Era un poder de facto”, dice esta fuente, quien reconoce que el EPL tiene hoy una base social en la región, entre otras cosas por las ayudas que el fallecido capo prestaba a la población rural de algunos municipios del Catatumbo.
Oriundo de San Calixto donde nació en 1976, llevaba años en el mundo insurgente y criminal. Allí pasó de ser un guerrillero raso, influido por un tío que militaba en esas filas, hasta el poderoso narcotraficante que el ejército venía persiguiendo y que Estados Unidos pedía en extradición.
Su historial incluye la masacre de 10 agentes del entonces DAS, seis soldados y un informante, que lo iban a capturar en 2006. Además del manejo del negocio del narcotrá en la región que alcanza una cifra de 300 millones de dólares al año. Fuera de las drogas, 'Megateo' estaba metido en el tráfico de armas.
‘Megateo’ y sus hombres ejercían influencia de manera especial en Hacarí, San Calixto, parte de El Tarra y de Playa de la Vega.
La imagen del difunto líder del EPL allí, se asemeja -para muchos- a la de un “Robin Hood” (nos dijo un periodista y un concejal) o a la de un padre auxiliador (nos dijo otro concejal) que, en medio de la pobreza extrema, paliaba con plata algunas necesidades de los pobladores.
“El que no tenía para sembrar, iba y le pedía y él lo ayudaba. O si había que salir del pueblo para una cita médica en Cúcuta o en Bogotá, el tendía la mano”, le dijo a La Silla uno de los cabildantes. Lo propio nos sostuvo otra fuente. Y otra nos dijo que sabía de historias de que campesinos que estaban enfermos y no estaban afiliados al sistema de seguridad social pero pagaban sus tratamientos con plata del supuesto jefe guerrillero.
De acuerdo a un periodista local, los campesinos más pobres, ante la ausencia del Estado, lo buscaban para que les ayudara. No es que hiciera puentes, vías o escuelas -ese déficit sigue latente allá-, pero solventaba las necesidades diarias de muchos. Repartía mercados y patrocinaba fiestas. Incluso iba más allá y solucionaba conflictos dentro de la comunidad. Por ejemplo, si a una madre soltera no le pagaban la cuota de alimentación de su hijo o el esposo le pegaba, buscaba a 'Megateo' y este ejercía presión para resolver el problema.
"A raíz de la ausencia del Estado, él aprovechó y se conviertió en un dios de los campesinos y los de bajos recursos”, nos dijo un líder que se mueve en la región.
Según esta fuente, por esas condiciones, el Estado y el gobierno terminan siendo los malos para el campesinado de la zona. Los que no están y además perseguían y bombardeaban al ‘Mono’.
Y así, por esas ayudas –y también por miedo– ‘Megateo’, además de protector, era protegido. Si la fuerza pública preguntaba por él a los pobladores, las respuestas no superaban una frase.
Un “no, no se nada” o “no tengo conocimiento de nada”, de acuerdo a fuentes locales, es lo que podía escuchar el Ejército o los funcionarios públicos de la zona como el personero o el defensor del pueblo. Esto ha contribuido a que en el Ejército vean a muchos campesinos como colaboradores del "terrorismo".
De acuerdo a un concejal de la zona de influencia del capo, incluso algunos pobladores podrían "sentir pesar” por su muerte.
“Independientemente de los errores, él era un ser humano que convivía acá y cuando hay cercanía y además esas ayudas que le comenté, claro que causa malestar”, afirmó.
Fuera de usar su plata para ayudar a los pobres 'Megateo' era también un actor clave de la economía regional, una economía atravesada por la ilegalidad, donde sembrar yuca o cualquier otro cultivo lícito no es rentable por la precaria infraestructura. Y donde además no hay muchas fuentes de empleo, por la frágil inversión pública y privada.
En este contexto el capo se había convertido en un promotor clave de cultivos ilícitos.
De hecho, según un personero de la región, ahora la preocupación más grande para los campesinos que veían a ‘Megateo’ comandar la zona, apunta más a la incertidumbre de quién va a comprar la coca que algunos de ellos cultivan y que otros incluso procesan, sí era precisamente ‘El Mono’ el gran comprador de lo que producían y con el de socio les iba muy bien. Falta ver cómo jugarán sus herederos.
Ahora, la zozobra que produce la desaparición de este “benefactor” en el Catatumbo, también la salpica el miedo que produce su estructura armada.
“En el pasado operativo contra él, la gente decía ‘El mono no está muerto, se les voló’ y a la vez todos estaban pendientes de qué podía hacer su grupo contra la policía, si se iba a alterar el orden acá o qué”, dijo un concejal que representa la parte urbana de uno de estos municipios.
De hecho La Silla buscó conversar con los concejales de Hacarí, municipio en el que murió ‘Megateo’ esta mañana, pero no fue posible. “No, no, no. Ese tema está muy caliente, de eso no se puede hablar ahorita”, nos dijo uno y colgó.
En todo caso, hacía delante, y con los acuerdos de La Habana en el horizonte, ya no estará 'Megateo' pero las condiciones que le permitieron ser más que un simple narco siguen ahí y son un desafio para la paz.